Los cínicos no sirven para este oficio

05-06-07



Los cínicos no sirven para este oficio


ANTONIO RUBIO

«El periodista quería sonsacarme, todo era mentira». Ése es uno de los titulares con los que ilustró ayer su portada el diario El País. Los informadores que firman esa exclusiva, Ernesto Ekaizer y José Manuel Romero, no han tenido la valentía o gallardía de dar el nombre del periodista al que se refieren. Y hay que decir que ese periodista soy yo, Antonio Rubio.


Romero y Ekaizer ilustran su información con una conversación telefónica que, al parecer, mantiene el sirio Basel Ghalyoun, presunto autor material de la matanza del 11-M, con su madre que reside en Siria. Según los informadores de El País, Ghalyoun se queja de la información que publiqué el 13 de octubre de 2005, donde el presunto autor material del 11-M me declaraba: «Todos sabíamos que la Policía controlaba a El Tunecino, era imposible que montara el 11-M».
(.../...)

Ekaizer y Romero, para intentar desprestigiar la entrevista reportajeada de Ghalyoun, aluden a la conversación entre madre e hijo y entresacan: «El periodista quería sonsacarme información. Me escribió una carta, pero no le contesté».

Hay que decirles a los informadores Romero y Ekaizer que en periodismo hay dos cosas muy importantes: la veracidad de la información y la diligencia informativa. Y esas dos cuestiones están perfectamente acreditadas en mis trabajos.

La primera, porque Ghalyoun repitió, por activa y por pasiva, el titular de la entrevista reportajeada en la vista oral del juicio del 11-M. Pero no fue el único que reconoció que todo el mundo sabía que Serhane El Tunecino estaba siendo controlado por la Policía antes del 11-M.

El pasado 21 de marzo, el inspector Francisco Santaella, de la Brigada Provincial de Información, reconoció en la vista oral que «la vigilancia sobre Serhane El Tunecino y los otros no la llegamos a suspender nunca. Aunque unas veces eran más intensas, otras más suaves».

También hay que recordar que yo ya publiqué el 17 de mayo de 2004, dos meses después del 11-M, la siguiente información: «La policía siguió a El Tunecino, mañana y tarde, hasta pocos días antes del 11-M».

Junto a esa veracidad informativa acreditada hay que recordar que Basel Ghalyoun, 20 meses después de la entrevista reportajeada, no ha desmentido en ningún momento la información. Y ocasiones ha tenido para hacerlo. Muchas.

Respecto a la diligencia informativa hay que contar, ya que Romero y Ekaizer la omiten intencionadamente, que mis contactos con Ghalyoun se remontan a finales del año 2004. Primero me molesté en localizar a su familia en Siria y después logré ponerme en contacto telefónico con él.

Las conversaciones entre Basel Ghalyoun y yo fueron múltiples: se produjeron entre enero y finales de marzo de 2005. El entonces presunto autor material me contó muchas cosas y suculentas.

El 28 de marzo de 2005, Instituciones Penitenciarias cortó mis conversaciones con Ghalyoun. En un documento interno que me remitió el propio Ghalyoun se puede leer: «No se le autoriza con esta persona por tratarse de un periodista y no de un amigo». Y con una flecha se señala mi nombre, mi teléfono móvil y el teléfono de EL MUNDO.

En ese mismo documento de Instituciones Penitenciarias aparece la madre de Ghalyoun, Wafa al Saka, y su abogada, Isabel Herrero.

Basel Ghalyoun quería hablar con EL MUNDO, contarle su versión sobre los atentados de los trenes de la muerte y aclarar su presunta participación en los hechos. Para ello, solicitó el 6 de marzo de 2005 una comunicación con Antonio Rubio.

Instituciones Penitenciarias respondió al interno el 1 de abril denegando la visita. En tanto que Instituciones Penitenciarias no me permitió acceder directamente hasta Ghalyoun, busqué otros caminos para confirmar las informaciones que ya me había adelantado telefónicamente. Y el 25 de septiembre de 2005 Ghalyoun me envió una nota manuscrita donde me decía: «Para el señor Antonio Rubio. Quiero darle las gracias por mandarme el diccionario. Era un acto muy amable por su parte. Sobre la vista he hecho lo que podía para conseguirla, pero no me dejan. Con esta carta había [sic] dos papeles que explican todo sobre la vista y las llamadas telefónicas».

Ekaizer y Romero dedican otro apartado en su exclusiva a la entrevista que realicé a Jamal Zougam, otro presunto autor material del 11-M, y a la denuncia que presentó el confidente Cartagena en diciembre en la Audiencia Nacional contra la UCIE (Unidad Central de Información Exterior).

Zougam, mediante un cuestionario, contestó de forma manuscrita a EL MUNDO (ver 12 de febrero de 2007) que uno de los agentes que le interrogaron le dijo: «Si hubieras colaborado con nosotros no te habría pasado esto». En la vista oral Zougam mantuvo sus declaraciones a EL MUNDO.

Y el confidente Cartagena denunció el pasado 1 de diciembre que en un primer momento los agentes policiales de la UCIE querían involucrar a Zougam con los radicales islamistas (ver EL MUNDO del 4, 5 y 6 de diciembre de 2006). Cartagena ratificó toda su denuncia en la vista oral del 11-M.

Y ahora, ¿qué? Imagino que los informadores Ernesto Ekaizer y José Manuel Romero tendrán la cinta en la que se recoge la conversación entre Ghalyoun y su madre y donde se comenta que «todo era mentira». Instituciones Penitenciarias y el Ministerio del Interior han confirmado a EL MUNDO que ellos no han pasado a El País ninguna cinta, ni ninguna información referente a Ghalyoun.

Sólo queda una fuente, la Audiencia Nacional. Se da la circunstancia de que, en las últimas fechas, la fiscal Olga Sánchez ha dedicado un tiempo especial a intentar desmontar todo lo que publicaba EL MUNDO. Incluso llegó a preguntarle a Cartagena cómo había conseguido este periódico su escrito de denuncia.

También tendremos que esperar que la traducción realizada de la conversación entre Ghalyoun y su madre -los dos son sirios- no sea igual que la que presentó la Fiscalía sobre Rabei Osman El Egipcio.

Hay que recordar que, ayer, la fiscal Olga Sánchez cambió la calificación de Ghalyoun de autor material, y una petición de 38.900 años de pena, a colaborador y 12 años de cárcel.

El maestro de periodistas Ryszard Kapuscinski tenía mucha razón cuando decía que «los cínicos no sirven para este oficio», o cuando sentenciaba: «El buen y el mal periodismo se diferencia fácilmente: en el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido. En el mal periodismo, sólo está la descripción de un acontecimiento».

Es evidente que unos no nos conformamos con la verdad oficial y buscamos el cómo y el porqué, y que otros se dedican a cortejar al poder para que les proporcione prebendas. En castellano a esas personas se les llama mamporreros.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Se puede decir mas alto pero no mas claro,si Sr. Rubio, asi es, Ekaizer no sirve para hacer ni una O con un vaso.

Saludos a todos.

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