Los Tedax amontonaron en su Depósito cientos de restos del 11-M sin etiquetar

21-05-07



11-M LA INVESTIGACION / Según testimonios de los 'tedax', esas muestras se colocaron en cajas que, en teoría, continúan depositadas allí / En ese mismo Depósito fue donde se guardó la mochila de Vallecas / 11-M / La investigación

Los Tedax amontonaron en su Depósito cientos de restos del 11-M sin etiquetar


Muchas de las muestras recogidas de las explosiones en los trenes fueron llevadas al Depósito de Restos Judiciales sin indicar de dónde procedían y cuándo fueron localizadas, como ordena el protocolo


CASIMIRO GARCIA-ABADILLO

MADRID.- En la mañana del día 11 de marzo de 2004, en medio de escenas escalofriantes, entremezcladas con el dolor de los heridos y el horror que producía la visión de los cadáveres esparcidos en los trenes todavía humeantes, se produjeron momentos de fuerte tensión entre los miembros de las dos unidades de los Tedax que acudieron a los lugares de la masacre.


Todos los efectivos de la Brigada Provincial de Madrid (16 diplomados tedax y ocho auxiliares) se desplazaron a Atocha, Téllez, El Pozo y Santa Eugenia. La incidencia, como se denomina técnicamente al hecho terrorista que provoca la actuación de los especialistas en desactivación de explosivos, le correspondía reglamentariamente a la Unidad o grupo de Madrid. Pero, cuando el jefe de dicha Unidad llegó a la estación de Atocha, ya estaba el jefe de la Unidad Central, Sánchez Manzano, acompañado de numerosos agentes adscritos a la misma.
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En principio, resulta lógico que en un atentado como el del 11-M todos los tedax disponibles acudieran al lugar de los hechos. El problema era determinar a quién le correspondía la dirección, la responsabilidad de llevar a cabo la actuación, independientemente de la unidad a la que perteneciesen los agentes que participasen en ella.

El propio Sánchez Manzano, interrogado por la fiscal, declaró ante el tribunal que juzga los hechos: «Cuando hay una incidencia con bomba la atiende el grupo que corresponde con su demarcación geográfica... La Unidad Central apoya a esos grupos». En esa misma comparecencia, el ex comisario jefe de los Tedax relató: «Yo... hablando con el jefe de grupo de Madrid distribuimos los efectivos para cubrir los cuatro escenarios con 12 equipos, para que estuvieran tres equipos en cada escenario».

Sin embargo, la realidad fue mucho menos amigable de lo que hacen pensar las palabras de Sánchez Manzano. Su interés por apropiarse de la incidencia quedó meridianamente claro desde el principio.

El primer encontronazo serio entre los hombres de la Unidad de Madrid y los de la Central se produjo precisamente cuando se detectó una bomba sin estallar en la estación de Atocha. Aunque los Tedax de la Unidad de Madrid argumentaron que la actuación les correspondía a ellos, Sánchez Manzano ya había dado la orden de que todo lo relativo al atentado pasara a depender directamente de la Unidad Central. Y, de hecho, el operador número 1 (el que físicamente abordó el explosivo para desactivarlo) que trató de desbaratar la bomba de Atocha, fue un miembro de la Unidad Central.

«Hubo una pugna por saber quién se quedaba con la incidencia, e incluso casi se llegó a las manos», relata uno de los miembros de los Tedax consultados por EL MUNDO, que estuvieron presentes en varias estaciones el 11 de marzo (y que, por razones obvias, prefiere mantener el anonimato).

Sobre las 8.30 horas de la mañana del día 11, algunos de los miembros de la Unidad de Madrid, que ya habían revisado los trenes en busca de posibles nuevas mochilas bomba sin explotar, habían comenzado ya a recoger restos en los focos de las explosiones para su posterior clasificación y análisis en el laboratorio.

Pero la orden de Sánchez Manzano había sido tajante: todo lo que se recogiera en los trenes tenía que ir a la Unidad Central.

La evidente falta de organización y los fallos en la dirección de la operación provocaron errores en la recogida de restos que, posteriormente, han tenido graves consecuencias para el esclarecimiento de los hechos. En algunos lugares, como Téllez y El Pozo, según han relatado a EL MUNDO diversos miembros de los Tedax, se recogieron restos de los focos sin que hubiesen sido etiquetados. «La recogida de restos no se hizo como es debido. Algunas muestras se llevaron a la Unidad Central sin etiquetar», se queja un miembro de la Unidad de Madrid.

La forma de proceder tras un atentado, según establecen los protocolos que marcan la actuación de los miembros de la Unidad de Desactivación de Explosivos, es muy estricta. Los miembros de los Tedax, una vez que se han asegurado de que no existe ningún artefacto, tienen que localizar y recoger los restos que ayuden a determinar el tipo de explosivo: las impregnaciones cercanas al foco, trozos de metal o de cristal cercanos al lugar donde se produjo la detonación, etc. Posteriormente, deben introducirlos en una bolsa de plástico que se cierra herméticamente y, finalmente, etiquetarlo. Es decir, consignar la fecha y la hora de la recogida del mismo, el lugar exacto donde se recogió y las circunstancias que puedan ayudar a su posterior clasificación.

El inspector jefe y responsable del grupo de Madrid, que compareció ante el tribunal como testigo protegido 28296, criticó implícitamente la forma en que el comisario jefe de los Tedax organizó el operativo y la recogida de restos: «Lo normal era que lo hubiésemos recogido los del grupo, lo hubiésemos llevado al grupo, lo hubiésemos clasificado bien y posteriormente lo hubiésemos llevado a la Unidad. Pero si un ente superior, como era el jefe de la Unidad, decide que se llevase directamente a la Unidad, nosotros cumplimos la orden». Inmediatamente, el abogado que le interrogaba, para precisar, le preguntó: «¿El jefe de la Unidad? ¿Podría identificarlo?». El testigo contestó rotundo: «Sí, es el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano».

Según declaró dicho comisario ante el tribunal, los primeros restos de los focos se llevaron al laboratorio de la Unidad Central de los Tedax sobre las 12.00 horas del mediodía. Y, sobre las 14.00 horas, la jefe del laboratorio le comunicó a él y al comisario jefe de Seguridad Ciudadana, Santiago Cuadro Jaén, que se encontraba a esa hora en su despacho, que en los análisis de los mismos se había «detectado dinamita».

A pesar de que a la Unidad Central siguieron llegando restos de los focos (el propio Sánchez Manzano declaró ante el tribunal que estuvieron recepcionándolos «hasta el 17 o 18 de marzo»), ese día ya no se hicieron más análisis, ni tampoco se remitieron restos al laboratorio de la Policía Científica.

En total, los restos procedentes de los focos de las explosiones que han sido puestos a disposición de los ocho peritos nombrados a instancias del tribunal han sido 23. Todos ellos (excepto un resto de polvo de extintor donde precisamente se detectó nitroglicerina) fueron lavados con agua y acetona, líquidos que han desaparecido.

La denuncia por parte de la mayoría de los peritos en sus informes de la imposibilidad de llegar a conclusiones firmes por la falta de restos es lo que ha llevado a los citados miembros de los Tedax a relatar ahora lo que ocurrió con la recogida y custodia de los vestigios.

Según su testimonio, los «cientos de restos» que se recogieron en los trenes fueron llevados al Depósito de Restos Judiciales, un almacén que se encuentra en un semisótano de la dependencia de los Tedax dedicada a Enseñanza, en el complejo policial de Canillas, donde también se encuentra la sede de la Comisaría General de Información. En dicho almacén, «muchos de los restos que se recogieron sin etiquetar se amontonaron en cajas», denuncian.

Fue en el Depósito de Restos Judiciales donde, entre otras cosas, se encontraba la mochila de Vallecas auténtica, la que creía tener el juez Del Olmo en la Audiencia Nacional.

Los peritos nombrados por las partes solicitaron la inspección de dicho Depósito, ya que, en teoría, sería el lugar donde, según la Policía Científica, se «contaminaron» los restos de los focos con sustancias como el DNT, la nitroglicerina o la metenamina. Sin embargo, la Unidad Central de los Tedax se ha opuesto tajantemente a ello. Finalmente, el tribunal desestimó la petición «por no ser objeto de la pericia».

Sánchez Manzano, por su parte, defendió ante el tribunal con firmeza su actuación y el cumplimiento de los protocolos en la recogida y custodia de los restos: «Se rigió por los procedimientos adecuados; se depositó en la Unidad y se custodió en la Unidad, y en los sobres que contiene todo eso tendrá la referencia del lugar donde se han encontrado...».

Asimismo, desmintió que en su Unidad pudiera haberse producido la supuesta contaminación de los restos: «Yo lo que sí le puedo decir es que en la Unidad es imposible que se hayan podido contaminar porque no hay DNT, no hay sustancias que contengan DNT... La custodia se hace como está establecido en los protocolos. Se meten en los envases adecuados y esos envases van al sitio correspondiente, del que solamente tiene llave el jefe de grupo y el jefe de sección».

Para los tedax consultados por este periódico, resulta, no obstante, incomprensible que se argumente la falta de restos para no haber podido determinar el tipo de explosivo que estalló en los trenes. Llaman la atención sobre el hecho de que, a pesar de que en los focos de las explosiones en los vagones fue «muy difícil encontrar restos», sin embargo, donde se pudieron recuperar cantidades más que suficientes fue en las dos explosiones controladas que se llevaron a cabo en Atocha y en la estación de El Pozo.

¿Se recogieron restos de esas dos explosiones? La respuesta es rotunda: «Sí». Es más, el propio Sánchez Manzano se refirió a ello en su declaración ante el tribunal. A preguntas de uno de los abogados de las acusaciones sobre si se recogieron restos en las dos explosiones controladas, el ex comisario jefe de los Tedax respondió: «Yo ahora no recuerdo si en El Pozo o en Atocha se encontró. Me parece que se encontraron en casi todos los escenarios restos de metralla con las impregnaciones suficientes...».

Pero, el único clavo que fue entregado a los peritos para su análisis no procede de ninguno de los dos focos de las explosiones controladas, sino del tren que estalló a su paso por la calle de Téllez.

Lo habitual, lo que marca el protocolo es que se recoja tierra del cráter donde ha tenido lugar la explosión controlada e incluso tierra de la zona cercana al mismo para su cotejo. ¿Se hizo? ¿Dónde están esos restos? ¿Por qué no les fueron entregados a los peritos nombrados por el tribunal?

En caso de que, en efecto, todavía siguieran estando en el Depósito de Restos Judiciales las cajas con los restos sin etiquetar de los focos de las explosiones, ¿quién y cómo se garantizaría su correcta custodia?

Pero la responsabilidad del ex comisario jefe de los Tedax en cuanto a la falta de rigor (como mínimo) en la recogida y custodia de los restos es evidente. Él mismo definió así sus competencias ante el tribunal: «La dirección y gestión implica mando. Es evidente. Lo que se trata es de detectar las necesidades, satisfacerlas, cuando hay una incidencia que se apliquen los procedimientos y las normas establecidas, coordinar toda la información que se pueda generar y que pueda tener interés fuera de la Unidad de Tedax».

A pesar de que, más de tres años después del mayor atentado de la Historia de España, no ha sido posible determinar con certeza el tipo de explosivo que lo provocó, por la teórica falta de restos de los focos, Sánchez Manzano se mostró orgulloso de su actuación ante el tribunal: «Sí. Hemos hecho una valoración. La valoración es muy positiva. La especialidad ha contribuido de manera muy importante a resolver policialmente un caso que era bastante complejo y en 20 días tener localizados a los autores».

Aunque Sánchez Manzano fue nombrado comisario jefe de los Tedax por el gobierno del PP en 2002, tras la victoria del PSOE el 14 de marzo de 2006, fue uno de los pocos mandos de la etapa anterior que conservó su puesto. No sólo eso. Sus nuevos jefes debieron entender que, en efecto, el responsable de los Tedax había contribuido de manera fundamental a resolver las numerosas incógnitas del 11-M, ya que el ministro del Interior le condecoró con la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo (pensionada, por supuesto) el 23 de diciembre de 2004, cinco meses después de que hubiera declarado ante la comisión de investigación parlamentaria que en los focos de las explosiones se había detectado «nitroglicerina».

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