Benesmail se relacionaba «casi en exclusividad» con los etarras en la cárcel de Villabona desde hace 3 años

02-11-06



TERRORISMO ISLAMISTA / Comentaba la prensa con los dirigentes de la banda y leía el diario 'abertzale' 'Gara' / En la prisión de Ocaña también tuvo trato con los reos vascos Valentín Lasarte y Fernando Elejalde

Benesmail se relacionaba «casi en exclusividad» con los etarras en la cárcel de Villabona desde hace 3 años


Abdelkrim Beresmail.

ANA DEL BARRIO

MADRID.- Abdelkrim Benesmail no sólo tenía en su poder las direcciones postales de dos de los miembros más sanguinarios de la banda terrorista ETA, Henri Parot y Harriet Iragi. El lugarteniente de Allekema Lamari, jefe de la célula terrorista que perpetró los atentados del 11-M y que se suicidó en Leganés (Madrid), se relacionaba «casi en exclusividad con los internos de la banda terrorista ETA» desde diciembre de 2001 en la prisión asturiana de Villabona.

Es más, el recluso argelino mostraba «una clara complicidad y compañerismo con el interno de dicha organización Igarataundi Peñagaritano», según un informe de los funcionarios del centro asturiano, al que ha tenido acceso EL MUNDO.

El preso Benesmail fue nuevamente detenido el 18 de octubre en la operación Nova por su presunta vinculación con la célula integrista que pretendía volar la Audiencia Nacional, colocando en sus proximidades un camión bomba cargado con 500 kilos de explosivos.

Benesmail dejó su huella hasta en su despedida de Villabona.Cuando iba a dejar el centro penitenciario, este preso del GIA argelino agredió a uno de los policías que le escoltaban, al que tumbó de un cabezazo.

A su paso por las prisiones de Ocaña (Toledo) y Villabona, Benesmail siempre ha destacado por sus estrechos lazos con los presos de la banda ETA. «Eran uña y carne. Salían juntos al patio, realizaban las actividades juntos y compartían consignas. La relación entre ellos era muy estrecha», recuerdan los trabajadores de Villabona.

El argelino fue detenido en 1997 junto con Allekema Lamari, el emir del 11-M, Sohbi Khouni, Bachir Belhakem y Mohamed Amine Akli, por su pertenencia al grupo terrorista argelino GIA. Estos tres últimos también han vuelto a ser arrestados en la operación Nova por su presunta vinculación con la célula terrorista desarticulada por el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón.

Benesmail estaba ingresado en el módulo de aislamiento de la prisión de Villabona, donde trabó una gran amistad con el etarra Juan María Igarataundi, como atestiguan los partes de los funcionarios.El argelino celebró por todo lo alto los atentados del 11 de Septiembre en Nueva York. Como él no tenía televisión, pidió una a los presos de ETA para ver cómo los dos aviones se estrellaban contra las Torres Gemelas.

No ha sido ésta la única desgracia que ha festejado. También aplaudió la muerte de los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia en Irak, invitando a otros reclusos y manifestando en voz alta: «Estoy celebrando la muerte de los infieles».

Según los funcionarios de la prisión, Benesmail tenía una obsesión con la actualidad informativa y, a primera hora de la mañana, ya estaba reclamando el periódico para enterarse de lo que sucedía en Irak o Palestina: «Comenta la prensa con los etarras. Se intercambian los periódicos. Gara circula por las celdas», manifestó un trabajador que prefiere mantener el anonimato.

Su grado de amistad ha quedado patente en las palabras afectuosas que se han profesado. «Hemos escuchado cómo entre ellos se llamaban hermanos. Se decían: que aproveche la comida, hermano», prosiguió.Los funcionarios de la prisión se lamentan de que ellos no tienen medios para averiguar las conexiones entre los islamistas y los etarras, unos vínculos que el juez Garzón ha ordenado investigar.Las conversaciones de los condenados por terrorismo, que han atentado contra la seguridad del Estado, están intervenidas, pero sólo las que conciernen a sus diálogos con el exterior, no dentro de la cárcel.

Los trabajadores les vigilan en el patio desde lejos y ellos se cuidan mucho de que no trasciendan sus charlas. Por tanto, es difícil probar dónde termina la amistad y dónde comienza la colaboración entre islamistas y etarras para cometer atentados.Pero, los funcionarios de prisiones lo tienen claro: «Aunque los fines no son los mismos, las tácticas son similares. Es normal que intercambien información sobre cómo conseguir armas para atentar», declaró uno de ellos.

Los funcionarios sí que cuentan con un arma fundamental: los chivatazos de otros internos, que son sus confidentes dentro de la cárcel. Uno de los trabajadores penitenciarios, que recibe información de primera mano de los confidentes, maneja esta teoría: «Se necesitan y ayudan mutuamente. En prisión es donde hay más gente que sabe de explosivos. Los islamistas necesitan a los etarras para conseguir la materia prima. ETA está ahora en la línea de no cometer atentados indiscriminados, pero les está utilizando. A ETA le está saliendo gratis mantener el terror.Unos son los inductores y otros los ejecutores. El terrorismo lo único que pretende es mantener el terror», insistió.

Benesmail era un recluso violento, aunque no buscaba enfrentamientos directos con los funcionarios. «En cuanto algo le contrariaba, enseñaba los dientes. no le gustaba nada que le cachearan y no podíamos tocarle el Corán. Era muy radical y tenía mucho poder sobre el resto de internos, especialmente los musulmanes», relató un empleado.

Antes de estar en Villabona, Benesmail pasó cuatro años en Ocaña 1, donde recuerdan la gran camaradería que mantenía con los reclusos de la banda ETA. Valentín Lasarte, asesino de Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica, y Fernando Elejalde, condenado por matar a un funcionario de prisiones, fueron sus amigos. Según los funcionarios, era frecuente ver al argelino llevar café o Coca Cola a los etarras: «Tenían muy buena relación. Era como uno de ellos».

Cuando se les inquiere sobre el tema de sus charlas, un trabajador pone un ejemplo muy gráfico: «¿De qué habla un yonqui cuando se encuentra con otro? Pues ¿de qué va a ser?: de dónde pillar.Los terroristas hablan de cómo poner una bomba».

DOCUMENTO REPRODUCIDO

«HAY QUE MATAR MUCHOS A LA VEZ»

Uno de los partes de la prisión asturiana de Villabona, a los que ha tenido acceso EL MUNDO, muestra la agresividad de interno musulmán Aziz Nayin hacia los funcionarios de la cárcel. Nayin también recrimina a los internos de la banda terrorista ETA su modus operandi, lo que pone de manifiesto que etarras e islamistas intercambian opiniones sobre sus estrategias en las cárceles.

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