«¿Sería Zapatero tan indulgente con los asesinos de su hijo?»

25-02-07



CRISIS ANTITERRORISTA / La voz de las víctimas de De Juana / HORTENSIA GOMEZ

«¿Sería Zapatero tan indulgente con los asesinos de su hijo?»


OLGA R. SANMARTIN

MADRID.- «Desde el asesinato de mi hijo estamos todos muertos. Mi marido murió de pena al poco tiempo y yo no soy capaz ni de dedicarme a mi casa. No puedo estar sola». Lo contaba ayer Hortensia Gómez (64 años) en la concentración de la AVT, encogida en un cuerpo diminuto vestido de luto del que iban saliendo lentamente las lágrimas.

Alberto Alonso Gómez, el tercero de sus hijos -«porque sigo teniendo tres, eso no me lo quita nadie»- perdió la vida la mañana del 25 de abril de 1986, en el cruce de las calles madrileñas de Juan Bravo y Príncipe de Vergara, cuando el autobús de la Guardia Civil en el que viajaba explotó por obra de ETA. En el atentado murieron cinco guardias y la banda terrorista pudo celebrar así sus 500 asesinatos. A Alberto, entonces un joven agente de 23 años, no le dejaron terminar la carrera de Derecho.
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«Por eso su hermana cogió los libros por él, aunque no le gustaba, y es ahora abogada», explica la frágil Hortensia, jugueteando nerviosa con la imagen de su hijo bañada en oro que le cuelga del cuello. «No nos hemos recuperado. Estamos todos medicados».

«Así de claro le voy a decir a Zapatero, que tiene hijos, que qué hubiera pasado si a uno de ellos lo hubieran asesinado. ¿Sería capaz de ser tan indulgente con los que mataran a su hijo? Así se lo digo».

JUAN LUIS BAJO

«De Juana me obligó a hacer una huelga obligatoria»

O. R. S.

MADRID.- A Juan Luis Bajo le jubilaron con 21 años. La Guardia Civil era su vida, pero el atentado que perpetró el comando Madrid el 14 de julio de 1986, en la plaza de la República Dominicana (Madrid) le dejó «secuelas para siempre».

Este leonés de 43 años residente en Santander aún tiene problemas de visión y audición. Y de memoria. Lo único que se acuerda es de despertarse al cuarto día en el hospital, sin tener ni idea de dónde estaba ni de qué había pasado. «Había una doctora que me preguntaba una y otra vez de qué color tenía el pelo. No tengo ninguna imagen más».

Otros tuvieron menos suerte que él: Javier, Miguel Angel, Carmelo, Santiago... Así, hasta 12 compañeros que murieron aquel día, sin contar el medio centenar de heridos. Pero Juan Luis tuvo que quedarse para siempre en casa. «Ésa fue la huelga obligatoria que me obligó a hacer De Juana», resumía ayer con amargura.

Explica que se siente «completamente desprotegido». «Lo que me quema es que los que hacen más daño, como De Juana, son los más protegidos, y las víctimas acaban siendo las que más sufren». Ya no se fía ni de la Justicia: «Que no me pongan a los jueces delante, que no los quiero ni ver». Su pronóstico es que «ETA hará lo que le dé la gana porque el Gobierno se ha rendido».

ANGEL LARIOS

«Como premio me enviaron al País Vasco tras el atentado»

O. R. S.

MADRID.- Angel Larios (46 años), otro de los guardias civiles supervivientes del 14 de julio de 1986, se llevó ayer a Angel, su hijo adolescente, a la concentración de las víctimas del terrorismo. Quería que el chaval viera con sus propios ojos la que había montada. Y explicarle, también, por qué debe cumplir íntegramente su condena aquél a quien la Audiencia Nacional condenó a 2.232 años de cárcel por este atentado.

«Recuerdo que sentí un fuerte golpe en la cara y mucho calor. Lo que queríamos es salir de allí cuanto antes. No se lo perdonaré a De Juana. Fue a matarme y ni siquiera se arrepiente de nada», afirmaba Angel.

Lo peor de su historia, sin embargo, no terminó ahí: «Como premio me mandaron un mes después destinado al cuartel de Intxaurrondo». Su mujer llegó incluso a escribirle una carta al entonces ministro José Barrionuevo, pidiéndole que no se lo llevaran. «Respondieron que haber sido víctima de un atentado no era un motivo suficiente para no cambiarle de destino». Y su esposa volvió a escribir al Ministerio del Interior: «Que qué motivos querían si no era subir allí arriba con los pies por delante». Ahora vive en Madrid.

JACINTO DELGADO

«No hablo de esto con nadie. No puedo ni mencionarle»

O. R. S.

MADRID.- Jacinto Delgado Córdoba (51 años) viajaba con Angel Larios y Juan Luis Bajo en las primeras filas del microbús de la República Dominicana. La decisión del conductor de acelerar en el último momento hizo que la explosión afectara sólo a la parte de atrás del vehículo y que ellos se salvaran. Ayer se volvieron a encontrar, en el acto de la AVT, después de varios años. Apretones de manos, alguna broma y cara de circunstancias. Ninguno de los tres trabaja. Hacía tiempo que Jacinto no acudía a una manifestación.

«Estaba apartado de todo esto. La verdad es que estaba apartado de muchas cosas», contaba ayer, recordando cómo el atentado le dejó «hecho polvo», sintiendo otra vez cómo se le llenó todo el cuerpo de metralla, quejándose de ese pitido permanente que le acribilla el oído derecho. «Es como si tuviera un grillo metido en el cuerpo».

Se llama estrés postraumático. Una patología que, entre otras cosas, le impide echar la vista atrás. «Yo no he conseguido hablar de esto ni con mi mujer ni con mis dos hijos, ni con nadie», explica, como justificándose. «Es que yo no quiero que José Ignacio de Juana Chaos me pida perdón. Es que no puedo ni mencionarle».

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