Trashorras: 'El Chino' me dijo que conocía a los etarras de la 'caravana de la muerte'

28-02-07



JUICIO POR UNA MASACRE / La trama asturiana

Trashorras: 'El Chino' me dijo que conocía a los etarras de la 'caravana de la muerte'


Asegura que se lo contó a los policías con los que se reunió antes de ser detenido y afirma que sólo lo declaró a EL MUNDO «porque nadie más me lo preguntó»


MANUEL MARRACO

MADRID.- José Emilio Suárez Trashorras confirmó ayer ante el Tribunal del 11-M que Jamal Ahmidan, El Chino, le dijo que los etarras de la caravana de la muerte eran «sus amigos», y que había trasladado esta información a miembros de la Policía y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Si sólo se lo contó a EL MUNDO fue, explicó, «porque nadie más me lo preguntó».

El ex minero acusado de proporcionar la dinamita para los atentados de Madrid hizo estas afirmaciones a preguntas del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, que se hizo cargo de su interrogatorio.
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Tras referirse a la «entrevista» que mantuvo con miembros de la policía y del CNI la víspera de su detención, Zaragoza preguntó: «¿Hizo algún comentario sobre una posible relación de El Chino con los etarras de la caravana de la muerte? Tras el contundente «sí» de Trashorras, el fiscal jefe preguntó: «¿De dónde ha sacado usted ese comentario?».

«Fue lo que le entendí a El Chino en una conversación que tuvimos al día siguiente o a los dos días de detener a los vascos. Fue por teléfono, me comentó que habían detenido a dos amigos de él. '¿Pero los que salieron en la tele?', le pregunté. 'Sí, sí', me dijo».

Trashorras confirmó a continuación que esa información se la transmitió a los policías y miembros del CNI presentes, que no hicieron constar este punto en los informes aportados a la investigación.

Explicó que no había declarado nada al respecto ante el juez por la contundencia con la que los agentes descartaron esa posibilidad. «Me dijeron que era imposible, que ETA no se relacionaba con traficantes. Me hicieron dudar de que el comentario hubiera sido malentendido», dijo.

Los supuestos «amigos» de El Chino eran Izkur Badillo y Gorka Vidal, detenidos en Cañaveras (Cuenca) el 29 de febrero de 2004, cuando trasladaban a Madrid media tonelada de explosivos. La caravana de la muerte era paralela a la de El Chino, que ese mismo día llegaba a Madrid desde Asturias con un cargamento de explosivos, supuestamente proporcionado por Trashorras.

El asturiano negó ayer este punto. Según la versión que mantuvo ante el tribunal, sus únicos tratos con el suicida de Leganés en los meses previos a la masacre fueron sobre drogas, y siempre bajo supervisión y dirección de la Policía de Avilés. El asturiano aseguró que fue por orden del inspector jefe de estupefacientes de la comisaría de Avilés, Manuel García, Manolón, por lo que se metió en tratos con El Chino y su banda.

Según Trashorras, en las dos cruciales reuniones mantenidas a finales de 2003 en dos McDonald's de Madrid se hablo de hachís. Eso sí, en una de ellas El Chino, el también suicida Mohamed Oulad y el procesado Rafá Zouhier le preguntaron si podía obtener explosivos.

Según su versión, los viajes en autobús a Madrid reconocidos por otros procesados de la trama asturiana eran para devolver parte de un cargamento de 80 kilos de hachís que no era de suficiente calidad. Lo que viajó en las mochilas era droga, no dinamita.

Trashorras pasó del hachís a las joyas para explicar el viaje de El Chino y de dos compinches a Avilés a finales de febrero. Según el escrito de acusación del Ministerio Público, fue entonces cuando el ex minero mostró a los terroristas dónde podían recoger los explosivos, en Mina Conchita. Según Trashorras, el viaje de Jamal y sus dos acompañantes tenía como objetivo robar una joyería de Avilés. Se retrasaron un día, se encontraron con el negocio cerrado y se quedaron por la zona tomando copas. Volvieron de vacío, según el acusado.

En otro punto del interrogatorio, Trashorras reconoció haber visitado la casa de Morata de Tajuña, aunque de nuevo para «tener localizado» a El Chino, como le insistía la Policía. Allí no vio a nadie más que al suicida. Hablaron del 11-S, de la Meca-Cola y de la Guerra de Irak, pero no percibió a El Chino como un extremista.

Fueron otras palabras posteriores, en una llamada telefónica, las que sí le ofrecieron la dimensión islamista de Ahmidan. «Nos veremos en el cielo», le dijo el terrorista días antes de los atentados. Cuando llegó el 11-M, esas palabras volvieron a su cabeza en forma de sospecha y le llevaron a decirle a Manolón que a lo mejor los terroristas eran sus «moritos».

Al fiscal jefe Zaragoza no le valió esta versión y así lo expresó en una pregunta-acusación: «¿Usted tenía algún elemento, que no acabo de entender cuál es, para deducir que Jamal Ahmidan había participado en los atentados? Señor Trashorras, ¿no será el caso que pensó que era Jamal Ahmidan porque usted le había proporcionado los explosivos en Asturias?». Trashorras volvió a negarlo y el tribunal dio por concluida la séptima jornada de juicio. La octava proseguirá hoy, de nuevo, con nuevas preguntas contra Trashorras.

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