La Guardia Civil investigó en 2003 una pista de Zohuier: un traficante de dinamita de Avilés


LA POLICÍA DE OVIEDO SABÍA QUE TRASHORRAS VENDÍA EXPLOSIVOS
(11-07-04) La Guardia Civil investigó en 2003 una pista de Zohuier: un traficante de dinamita de Avilés
<Emilio Suárez Trashorras.
Coincidiendo con las justificaciones del PSOE para vetar a los confidentes en la comisión, se han filtrado dos informes de la Policía y la Guardia Civil a la agencia EFE. La intención es demostrar que los agentes implicados no fueron informados de la trama de los explosivos. Sin embargo, una segunda lectura siembra más dudas, ya que se asegura que en 2003 la Guardia Civil investigó, al parecer sin éxito, a un individuo de Avilés, indicado por Zohuier, que vendía dinamita y en otro punto se dice que la policía de Oviedo ya en 2002 sabía que Trashorras traficaba con explosivos.

L D (EFE) La Agencia EFE ha tenido acceso a los informes en los que se explica la relación de agentes de ambos cuerpos con los confidentes en prisión por la trama que permitió a los terroristas obtener los explosivos con los que atentaron en Madrid. Con dichos informes se cierra la investigación abierta a petición del Ministerio del Interior el 29 de abril después de que el diario El Mundo informara de que Suárez Trashorras y su cuñado Antonio Toro eran confidentes de la Policía y de que Rafá Zohuier lo era de la Guardia Civil.
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Al margen de la interpretación que de ello da la agencia, es de destacar que en el informe de la Guardia Civil se cuenta que Zohuier alertó a sus contactos de la Unidad Central Operativa (UCO) en enero de 2003 de que tenía información sobre "un individuo de Avilés, que buscaba compradores para explosivos y que decía que había sustraído cierta cantidad de algún depósito de explosivos, ya que al parecer trabajó como vigilante en este sector de la industria minera". Rafá Zohuier, se explica, había entrado en contacto con la UCO en otoño de 2001 desde la cárcel para ofrecer información "a cambio de poder mejorar su situación judicial-penitenciaria".

La Guardia Civil trató de comprobar la información sobre los explosivos, identificó a los supuestos vendedores y, en colaboración con el confidente, desplegó "un vasto y extenso operativo policial", realizando seguimientos, vigilancias y reconocimientos según los datos que aportaba Zohuier sin que se pudiera obtener "ningún dato o hecho objetivo" para corroborar la verosimilitud de sus manifestaciones. A pesar de ello, se informó verbalmente a la Fiscalía de Avilés, que "ante la evidente ausencia de indicios distintos del testimonio de Zohuier y pese a la aparente gravedad de los hechos" descartó iniciar un procedimiento penal.

En los siguientes meses, pese a que los contactos con Rafá se fueron reduciendo, se mantuvo el operativo, llegando a decir el confidente que "seguramente no era nada". Este informe indica que no hubo más contactos con Zohueir hasta el 16 de marzo de 2004, pasados los atentados, cuando éste, al ver las fotografías de los sospechosos en los medios de comunicación, llamó a la UCO para explicar que trataría de aportar datos sobre la masacre, siendo detenido más adelante.
La policía de Oviedo alerta sobre Trashorras en 2002
Se constata en el informe de la Policía que la relación de Suárez Trashorras con el jefe de Grupo de Estupefacientes de Avilés, Manuel García Rodríguez, comenzó después de la detención de Trashorras y de su cuñado en julio de 2001, en una operación en la que les intervinieron 80 kilos de hachís, 16 cartuchos de Goma 2 y 94 detonadores.
Desde finales de 2002, García Rodríguez se distanció de Suarez Trashorras por "el carácter sumamente inquieto de éste" y porque el Grupo de Estupefacientes de Oviedo alertó de que pudiera "andar traficando con dinamita", sospechas por las que se abrió una investigación en Oviedo. Más tarde se volvió a tener contacto con él, y, según el informe, tanto en la primera como en la segunda fase de estas conversaciones y hasta el atentado del 11 de marzo, Trashorras manifestó en alguna ocasión tener relación de amistad con unos "moritos" que vivían en Madrid, a donde había ido incluso para llevar un regalo al hijo de uno de ellos.

A finales de 2003, el Jefe de Grupo vio en Avilés al confidente con dos personas que parecían árabes, por lo que se montó un dispositivo que resultó infructuoso ya que no se les pudo detectar. En enero de 2004, Suárez Trashorras comentó que había "unos moritos" que "subían hachís desde Madrid hasta Pontevedra para cambiarlo por cocaína, que posteriormente transportaban hacia el País Vasco", aunque no volvió a hablar del tema.
Trashorras también informó a la Policía de que habían estado en su boda y, posteriormente, a primeros del mes de marzo "al venir de luna de miel" comentó que su mujer, Carmen Toro, le había echado de casa porque lo había visto en compañía de "los moritos", con los que previamente "habían discutido en Madrid". El funcionario no apreció nada raro y no le dio más importancia.

Después de los atentados, el confidente hizo varios comentarios sobre la autoría de los mismos y sobre una llamada realizada a uno de "los moritos" en la que le dijo que "si no lo veía en la tierra, lo vería en el cielo", y Trashorras agregó que tras el 11-M lo llamó insistentemente sin que le contestara. García Rodríguez dice que entonces sospechó y puso en conocimiento estos hechos de la Comisaría General de Información, procediéndose posteriormente a su detención.

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