El memorial de la discordia
28-10-07
JUICIO POR UNA MASACRE / Los afectados
El memorial de la discordia
Críticas a una escultura que se inauguró en marzo entre la división de las asociaciones y la crispación de los asistentes
OLGA R. SANMARTIN
JUICIO POR UNA MASACRE / Los afectados
El memorial de la discordia
Críticas a una escultura que se inauguró en marzo entre la división de las asociaciones y la crispación de los asistentes
OLGA R. SANMARTIN
MADRID.- Alguien ha puesto una fregona detrás del mural que homenajea en la estación de Atocha a 183 fallecidos en los atentados de Madrid. Como el panel es de cristal translúcido, la fregona es visible a los ojos de los visitantes.
Muchos de ellos comentan que la instalación que financiaron a partes iguales el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Madrid deja bastante que desear. Encerrado en un diminuto cubículo, el memorial dedicado a las víctimas transmite una intensa sensación de opresión.
Pero hay más: los nombres se suceden en una larga lista que resulta difícil de leer, algunos están separados por el cambio de línea, el orden de los apellidos de otros aparecen cambiados y varios están mal escritos.
«Esto es una chapuza, como todo lo que han hecho en relación al 11-M. Como fue la investigación, como ha sido el juicio, como será la sentencia. Mira que dejar la fregona ahí... Sólo falta que pongan una barra de bar y que nos permitan tirar las colillas al suelo», se queja Daniel Liviu Bogdan, hermano de la ausente Livia Bogdan.
(.../...)
Daniel prefiere no acordarse del día en que se inauguró el monumento, el pasado 11 de marzo, para hacer coincidir el acto con el tercer aniversario de la masacre. Frente al silencio que presidió la ceremonia, decenas de personas se insultaron al término de la misma durante cerca de una hora. Los seguidores de Aznar y los seguidores de Zapatero se echaron a la cara los muertos del 11-M, los de ETA, los de la Guerra Civil, los de la República y los de la dictadura de Franco.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el presidente del PP, Mariano Rajoy, se estrecharon la mano sin mirarse. Las asociaciones de víctimas volvieron a exhibir públicamente sus discrepancias.
Pero, ¿por qué han tenido que pagar por todo esto cinco mujeres inmigrantes y una española, a las que se les ha condenado a no existir?
Es probable que, con las prisas para inaugurar un monumento tan significativo, no diera tiempo a contactar con los 191 familiares de las víctimas mortales. Quizá alguien se percató posteriormente de que había algún error, pero ya era demasiado tarde para modificar una estructura en la que los nombres aparecen en orden alfabético.
Muchos de ellos comentan que la instalación que financiaron a partes iguales el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Madrid deja bastante que desear. Encerrado en un diminuto cubículo, el memorial dedicado a las víctimas transmite una intensa sensación de opresión.
Pero hay más: los nombres se suceden en una larga lista que resulta difícil de leer, algunos están separados por el cambio de línea, el orden de los apellidos de otros aparecen cambiados y varios están mal escritos.
«Esto es una chapuza, como todo lo que han hecho en relación al 11-M. Como fue la investigación, como ha sido el juicio, como será la sentencia. Mira que dejar la fregona ahí... Sólo falta que pongan una barra de bar y que nos permitan tirar las colillas al suelo», se queja Daniel Liviu Bogdan, hermano de la ausente Livia Bogdan.
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Daniel prefiere no acordarse del día en que se inauguró el monumento, el pasado 11 de marzo, para hacer coincidir el acto con el tercer aniversario de la masacre. Frente al silencio que presidió la ceremonia, decenas de personas se insultaron al término de la misma durante cerca de una hora. Los seguidores de Aznar y los seguidores de Zapatero se echaron a la cara los muertos del 11-M, los de ETA, los de la Guerra Civil, los de la República y los de la dictadura de Franco.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el presidente del PP, Mariano Rajoy, se estrecharon la mano sin mirarse. Las asociaciones de víctimas volvieron a exhibir públicamente sus discrepancias.
Pero, ¿por qué han tenido que pagar por todo esto cinco mujeres inmigrantes y una española, a las que se les ha condenado a no existir?
Es probable que, con las prisas para inaugurar un monumento tan significativo, no diera tiempo a contactar con los 191 familiares de las víctimas mortales. Quizá alguien se percató posteriormente de que había algún error, pero ya era demasiado tarde para modificar una estructura en la que los nombres aparecen en orden alfabético.
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