COMENTARIOS LIBERALES: La Malemérita
18-04-07
COMENTARIOS LIBERALES
La Malemérita
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Desde los tiempos de Roldán no había aparecido la Malemérita, es decir, los agentes que hacen todo lo contrario que se espera de la Benemérita o Guardia Civil. En aquellos tiempos de delito uniformado y latrocinio desaforado, siempre protegidos por el equipo mediático habitual, hubo secciones especiales dedicadas al delito. Para cometerlo y no para perseguirlo. Sea amedrentando a los guardias decentes, sea robando a delincuentes comunes, sea acosando a periodistas malignos, o sea, contrarios al PSOE y al célebre ladrón zaragozano, a quien, ojo, sólo la delación de otro amigo de lo ajeno instalado en Interior impidió llegar a ministro.
Total, que entre la «patada en la puerta» corcuerense y los pata negra roldanianos, España estuvo a los pies de los caballos. O de los mulos. Pero la Malemérita, esos guardias civiles que hacen cualquier cosa menos lo que desde tiempos del Duque de Ahumada se espera de ellos ha reaparecido. Y lo ha hecho, cómo no, a propósito del 11-M. Por lo visto, en los meses anteriores al 11-M, detener y soltar a 'El Chino', supuesto cerebro político-religioso-militar de la trama dizque islamista, se había convertido en una especie de rito de paso para los jóvenes agentes de la Guardia Civil. (.../...)
Y pocas veces he sentido tanta vergüenza ajena, aunque seguramente no tanta como los guardias civiles honrados, que son la gran mayoría, como cuando vi declarar ante un abogado medrosito a la pareja de guardias que detuvo a El Chino la primera vez en su edad delictiva contemporánea, es decir, cuando había visto a Alá en una extraña prisión marroquí allá por el Sáhara, pero provista de todas las comodidades.
Estos guardias le encontraron varios cuchillos de enormes dimensiones, de los que no se pueden llevar; una maceta de albañilería para descrismar a cualquiera; un fajo de billetes de un dedo de grosor, un pasaporte falso, una coartada bilbaína más falsa aún y dos maletas de ropa robada, sobre todo en el Corte Inglés, que todavía conservaba el dispositivo antirrobo. Por recochineo, supongo. Pero es que, además, El Chino les insultó («racistas») y les amenazó («os vais a enterar»), dos actitudes que desde siempre han suscitado gran simpatía en los guardias de a pie. Vamos, que tú insultas y amenazas a una pareja de la Benemérita y es que se muere de risa y luego te invita a una cerveza.
Pese a todo, con sólo una multita por los cuchillos, soltaron a El Chino y hasta empujaron su coche porque no arrancaba. El suceso es tan inverosímil que sólo se explica de dos formas: o los guardias hicieron lo contrario de lo habitual y sólo porque se lo ordenaron sus jefes o esta pareja hizo algo que ya sería costumbre en la Benemérita: no detener al delincuente. Mejor pensar lo primero, aunque suponga perjurio ante el juez. Uno más.
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La Malemérita
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Desde los tiempos de Roldán no había aparecido la Malemérita, es decir, los agentes que hacen todo lo contrario que se espera de la Benemérita o Guardia Civil. En aquellos tiempos de delito uniformado y latrocinio desaforado, siempre protegidos por el equipo mediático habitual, hubo secciones especiales dedicadas al delito. Para cometerlo y no para perseguirlo. Sea amedrentando a los guardias decentes, sea robando a delincuentes comunes, sea acosando a periodistas malignos, o sea, contrarios al PSOE y al célebre ladrón zaragozano, a quien, ojo, sólo la delación de otro amigo de lo ajeno instalado en Interior impidió llegar a ministro.
Total, que entre la «patada en la puerta» corcuerense y los pata negra roldanianos, España estuvo a los pies de los caballos. O de los mulos. Pero la Malemérita, esos guardias civiles que hacen cualquier cosa menos lo que desde tiempos del Duque de Ahumada se espera de ellos ha reaparecido. Y lo ha hecho, cómo no, a propósito del 11-M. Por lo visto, en los meses anteriores al 11-M, detener y soltar a 'El Chino', supuesto cerebro político-religioso-militar de la trama dizque islamista, se había convertido en una especie de rito de paso para los jóvenes agentes de la Guardia Civil. (.../...)
Y pocas veces he sentido tanta vergüenza ajena, aunque seguramente no tanta como los guardias civiles honrados, que son la gran mayoría, como cuando vi declarar ante un abogado medrosito a la pareja de guardias que detuvo a El Chino la primera vez en su edad delictiva contemporánea, es decir, cuando había visto a Alá en una extraña prisión marroquí allá por el Sáhara, pero provista de todas las comodidades.
Estos guardias le encontraron varios cuchillos de enormes dimensiones, de los que no se pueden llevar; una maceta de albañilería para descrismar a cualquiera; un fajo de billetes de un dedo de grosor, un pasaporte falso, una coartada bilbaína más falsa aún y dos maletas de ropa robada, sobre todo en el Corte Inglés, que todavía conservaba el dispositivo antirrobo. Por recochineo, supongo. Pero es que, además, El Chino les insultó («racistas») y les amenazó («os vais a enterar»), dos actitudes que desde siempre han suscitado gran simpatía en los guardias de a pie. Vamos, que tú insultas y amenazas a una pareja de la Benemérita y es que se muere de risa y luego te invita a una cerveza.
Pese a todo, con sólo una multita por los cuchillos, soltaron a El Chino y hasta empujaron su coche porque no arrancaba. El suceso es tan inverosímil que sólo se explica de dos formas: o los guardias hicieron lo contrario de lo habitual y sólo porque se lo ordenaron sus jefes o esta pareja hizo algo que ya sería costumbre en la Benemérita: no detener al delincuente. Mejor pensar lo primero, aunque suponga perjurio ante el juez. Uno más.
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