El tribunal ordena que se localice el paradero de 'Nayo', que vinculó a los asturianos con ETA
17-04-07
Juicio por una masacre / Día 25
El tribunal ordena que se localice el paradero de 'Nayo', que vinculó a los asturianos con ETA
MANUEL MARRACO
Mientras el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, no parece dispuesto a dejar cabos sueltos, el hermanastro de Zougam afirma que el locutorio estaba vigilado antes del 11-M. El juicio se reanuda hoy con la declaración de 'Abú Dahdah', considerado el líder de la célula española de Al Qaeda
MADRID.- El tribunal del 11-M ordenó ayer a las Fuerzas de Seguridad que localicen el paradero de José Ignacio Fernández Díaz, Nayo, con la información de la que ayer dijo disponer el testigo protegido L-61.
Nayo fue una de las vías por las que la Policía y la Guardia Civil tuvieron noticia de la venta de explosivos por parte de la trama asturiana. Antes del 11-M, informó a ambos cuerpos de que los procesados Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras traficaban con dinamita y que habían mantenido tratos con ETA. (.../...)
El testigo protegido declaró que, a petición de Nayo, contactó con las Fuerzas de Seguridad y con el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo para negociar su regreso a España. «Nayo quería resolver lo de la operación Pípol [una redada por drogas] a cambio de datos», dijo. Para ello, negoció «a dos bandas».
Ninguno de esos contactos prosperó. Nayo sigue en busca y captura para cumplir una condena por tráfico de heroína y está citado como testigo en el juicio por el 11-M. Su último paradero conocido es Santo Domingo, donde fue localizado por este periódico.
El testigo protegido afirmó ayer que cree que podría contactar de nuevo con Nayo, por lo que el tribunal ordenó que, en cuanto concluyese su declaración, las Fuerzas de Seguridad recabaran todos los datos de que dispusiera. Además, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, advirtió al testigo de la posibilidad de que cometa un delito de encubrimiento si no aporta esos datos.
Nayo fue socio de Antonio Toro y ambos fueron detenidos por la operación Pípol, en la que igualmente fue arrestado Emilio Suárez Trashorras. Nayo no le especificó al testigo que eran Toro y Trashorras los que manejaban la trama de venta de explosivos. «La información fue genérica», dijo.
Sí confirmó lo dicho ante el juez Del Olmo. «Que Nayo le había entregado explosivos a un guardia civil para que el guardia civil se lo dé a ETA. Que sobre este tema no le concreta nada más, y el declarante no sabe quién es ese guardia civil».
Una de las «dos bandas» que Nayo tanteó fue el capitán de la Guardia Civil de Asturias Pedro Marful, que antes del 11-M mostró más interés que sus mandos en las denuncias de tráfico de explosivos. La otra fue «un policía de Madrid» al que el testigo conoce y a quien expuso la situación de Nayo. Según explicó a preguntas del abogado Endika Zulueta, el policía pertenecía a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE), especializada en terrorismo islamista.
Fue este policía el que le confirmó las gestiones que el Instituto Armado estaba haciendo con Nayo. Dijo que al menos un miembro de la guardia civil había acompañado a su mujer y su hija en su viaje desde Santo Domingo a Madrid.
El testigo añadió que, según Nayo, la Guardia Civil le había presionado bloqueando los papeles de su hija, que padece un grave problema de salud. «Decía que, si hablaba, la Policía y la Guardia Civil tenían mucho que perder».
A petición de Nayo, el testigo protegido fue a declarar ante el propio Del Olmo para transmitirle la oferta. La respuesta fue que «la Justicia no va a admitir chantajes o componendas», pero que si colaboraba podría acogerse a algunos beneficios recogidos en la ley. Los datos aportados ayer por L-61 coinciden con los mantenidos ante el tribunal por otros dos testigos protegidos.
También declaró ayer el miembro de la Guardia Civil al que Rafá Zouhier entregó una muestra de la dinamita de Toro y Trashorras. Como el otro controlador del confidente que declaró la semana pasada y el jefe de la sección que lo hizo a continuación, negó que Zouhier volviera a dar datos relevantes sobre el asunto en el año anterior a la masacre. Tampoco este agente informó a Del Olmo de que Zouhier les había dicho que los asturianos podían conseguir hasta 150 kilos de explosivos.
El agente pasó un mal rato cuando tuvo que contestar, a pregunta del abogado Gonzalo Boyé, si Zouhier había dado algún dato que pudiese haber evitado el 11-M. La respuesta arrancó hacia el sí, luego titubeó y al final se quedó en el aire: «Teniendo en cuenta que aportó los datos de las dos personas de Asturias [Toro y Trashorras] con un año de anterioridad, pues si... si... si se hiciera una operación... soy incapaz de decir si se hubiera podido evitar o no».
Por su parte, el jefe de la sección también se dio cuenta de la trascendencia de los datos que les había dado Zouhier cuando supo que le buscaban por los atentados: «Nos llevamos las manos a la cabeza».
Juicio por una masacre / Día 25
El tribunal ordena que se localice el paradero de 'Nayo', que vinculó a los asturianos con ETA
MANUEL MARRACO
Mientras el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, no parece dispuesto a dejar cabos sueltos, el hermanastro de Zougam afirma que el locutorio estaba vigilado antes del 11-M. El juicio se reanuda hoy con la declaración de 'Abú Dahdah', considerado el líder de la célula española de Al Qaeda
MADRID.- El tribunal del 11-M ordenó ayer a las Fuerzas de Seguridad que localicen el paradero de José Ignacio Fernández Díaz, Nayo, con la información de la que ayer dijo disponer el testigo protegido L-61.
Nayo fue una de las vías por las que la Policía y la Guardia Civil tuvieron noticia de la venta de explosivos por parte de la trama asturiana. Antes del 11-M, informó a ambos cuerpos de que los procesados Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras traficaban con dinamita y que habían mantenido tratos con ETA. (.../...)
El testigo protegido declaró que, a petición de Nayo, contactó con las Fuerzas de Seguridad y con el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo para negociar su regreso a España. «Nayo quería resolver lo de la operación Pípol [una redada por drogas] a cambio de datos», dijo. Para ello, negoció «a dos bandas».
Ninguno de esos contactos prosperó. Nayo sigue en busca y captura para cumplir una condena por tráfico de heroína y está citado como testigo en el juicio por el 11-M. Su último paradero conocido es Santo Domingo, donde fue localizado por este periódico.
El testigo protegido afirmó ayer que cree que podría contactar de nuevo con Nayo, por lo que el tribunal ordenó que, en cuanto concluyese su declaración, las Fuerzas de Seguridad recabaran todos los datos de que dispusiera. Además, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, advirtió al testigo de la posibilidad de que cometa un delito de encubrimiento si no aporta esos datos.
Nayo fue socio de Antonio Toro y ambos fueron detenidos por la operación Pípol, en la que igualmente fue arrestado Emilio Suárez Trashorras. Nayo no le especificó al testigo que eran Toro y Trashorras los que manejaban la trama de venta de explosivos. «La información fue genérica», dijo.
Sí confirmó lo dicho ante el juez Del Olmo. «Que Nayo le había entregado explosivos a un guardia civil para que el guardia civil se lo dé a ETA. Que sobre este tema no le concreta nada más, y el declarante no sabe quién es ese guardia civil».
Una de las «dos bandas» que Nayo tanteó fue el capitán de la Guardia Civil de Asturias Pedro Marful, que antes del 11-M mostró más interés que sus mandos en las denuncias de tráfico de explosivos. La otra fue «un policía de Madrid» al que el testigo conoce y a quien expuso la situación de Nayo. Según explicó a preguntas del abogado Endika Zulueta, el policía pertenecía a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE), especializada en terrorismo islamista.
Fue este policía el que le confirmó las gestiones que el Instituto Armado estaba haciendo con Nayo. Dijo que al menos un miembro de la guardia civil había acompañado a su mujer y su hija en su viaje desde Santo Domingo a Madrid.
El testigo añadió que, según Nayo, la Guardia Civil le había presionado bloqueando los papeles de su hija, que padece un grave problema de salud. «Decía que, si hablaba, la Policía y la Guardia Civil tenían mucho que perder».
A petición de Nayo, el testigo protegido fue a declarar ante el propio Del Olmo para transmitirle la oferta. La respuesta fue que «la Justicia no va a admitir chantajes o componendas», pero que si colaboraba podría acogerse a algunos beneficios recogidos en la ley. Los datos aportados ayer por L-61 coinciden con los mantenidos ante el tribunal por otros dos testigos protegidos.
También declaró ayer el miembro de la Guardia Civil al que Rafá Zouhier entregó una muestra de la dinamita de Toro y Trashorras. Como el otro controlador del confidente que declaró la semana pasada y el jefe de la sección que lo hizo a continuación, negó que Zouhier volviera a dar datos relevantes sobre el asunto en el año anterior a la masacre. Tampoco este agente informó a Del Olmo de que Zouhier les había dicho que los asturianos podían conseguir hasta 150 kilos de explosivos.
El agente pasó un mal rato cuando tuvo que contestar, a pregunta del abogado Gonzalo Boyé, si Zouhier había dado algún dato que pudiese haber evitado el 11-M. La respuesta arrancó hacia el sí, luego titubeó y al final se quedó en el aire: «Teniendo en cuenta que aportó los datos de las dos personas de Asturias [Toro y Trashorras] con un año de anterioridad, pues si... si... si se hiciera una operación... soy incapaz de decir si se hubiera podido evitar o no».
Por su parte, el jefe de la sección también se dio cuenta de la trascendencia de los datos que les había dado Zouhier cuando supo que le buscaban por los atentados: «Nos llevamos las manos a la cabeza».
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