EL 11-M ESTA LLENO DE ENIGMAS
05-03-06
LIBRO / ¿CONSPIRACION O NEGLIGENCIA?
EL 11-M ESTA LLENO DE ENIGMAS
LIBRO / ¿CONSPIRACION O NEGLIGENCIA?
EL 11-M ESTA LLENO DE ENIGMAS
AL CUMPLIRSE dos años del atentado que mató a 192 personas, Luis del Pino publica un libro en el que cuestiona la investigación oficial y, desde luego, los trabajos de la Comisión Parlamentaria
LUIS DEL PINO
Cuando, el 30 de junio de 2005, se cerró la Comisión de Investigación sobre el 11-M, sus conclusiones estaban ya invalidadas por lo que habían ido publicando los medios de comunicación. Desde entonces, la catarata de revelaciones periodísticas ha continuado desvelando datos que ponen aún más en entredicho el papel del Parlamento.El levantamiento del secreto de sumario sobre más de 50.000 folios de la instrucción, después del cierre de la Comisión, permitió comprobar que las noticias transmitidas a la opinión pública reflejaban las contradicciones, carencias, agujeros y falsedades de los que adolece la versión oficial. Los datos sobre el atentado simplemente no cuadran. Repasemos brevemente algunas de esas revelaciones. (.../...)
1. La furgoneta de Alcalá
Existe un testigo que habló el propio 11 de marzo con uno de los supuestos terroristas. Se trata de una taquillera de la estación de Alcalá de Henares, que declaró ante la policía que el supuesto terrorista hablaba «en español con acento de español». La existencia de ese testigo fue ocultada a la Comisión 11-M. Hemos sabido también que en el resto de explosivo hallado en la furgoneta de Alcalá apareció un producto químico que, entre otras cosas, se utiliza para fabricar el explosivo militar RDX, tal como consta en los informes de la Policía Científica efectuados el 11 de marzo. El análisis de ese resto de explosivo encontrado en la furgoneta no coincide con el efectuado el 12 de marzo al explosivo hallado en la mochila de Vallecas, hecho éste que se ocultó a la opinión pública y al juez.
2. La mochila de Vallecas
Son numerosísimos los interrogantes que ponen en cuestión la procedencia de esa mochila. A estas alturas, resulta prácticamente imposible sostener que estuviera alguna vez en los trenes. En las autopsias realizadas a los fallecidos en el atentado no se detectaron clavos, tuercas, tornillos ni otros tipos de metralla de origen terrorista; por el contrario, en la mochila de Vallecas sí había metralla, lo que apunta a que su composición era distinta.Tampoco se detectaron restos de Goma-2 en dichas autopsias como cabría esperar en caso de que se hubiera utilizado ese explosivo en los trenes. No hay ni un solo testigo, según consta en las declaraciones judiciales, que haya visto la mochila de Vallecas ni en la estación de El Pozo, ni en ningún punto del supuesto trayecto que hubiera debido seguir esa mochila hasta la comisaría de Puente de Vallecas. El sumario revela también que hubo objetos de la estación de El Pozo que habían sido llevados a Ifema (como ordenó el juez) y que fueron sacados, en contra de los propios policías allí presentes, para llevarlos a la comisaría de Puente de Vallecas.
3. Los explosivos
Existen serias dudas sobre los explosivos empleados en los trenes, ya que en su declaración ante el juez, el jefe de los Tedax encargado de las tareas de desactivación el 11 de marzo afirmó que los destrozos en los trenes no correspondían a dinamita, sino a explosivo militar. También han aparecido numerosas incongruencias en lo referente al supuesto transporte de los explosivos desde Asturias: todas las numeraciones de cartuchos encontradas no empezaron a llegar a las minas asturianas hasta un mes después de la fecha en que se produjo, teóricamente, el primer transporte de explosivos.
4. Las detenciones del 13-M
No existe justificación, a la luz de los datos contenidos en el sumario, para las detenciones del 13 de marzo. Existen serias dudas, después de analizar los datos contables de las empresas que intervinieron, de que las tarjetas de los móviles activados el 10 de marzo en Morata de Tajuña hubieran sido vendidas a través del locutorio de Zougham, como en un principio se nos dijo. Los reconocimientos fotográficos y las ruedas de reconocimiento a que fueron sometidos los testigos de los trenes que decían haber visto a Jamal Zougham (el único de los cinco detenidos del 13-M que permanece en prisión) fueron realizados sin las mínimas garantías de imparcialidad. Las declaraciones de esos testigos son contradictorias, no existiendo, por tanto, indicio racional de la culpabilidad de este culpable oficial.
5. El extraño caso de El Chino
Las declaraciones de los vecinos de la casa de Morata de Tajuña alquilada por Jamal Ahmidan, El Chino, ponen de manifiesto que resulta muy dudoso que El Chino hubiera alquilado esa casa para preparar ningún atentado. En las semanas previas a la masacre, por ejemplo, había empezado la construcción de una piscina. Existen dudas sobre la identidad real de El Chino. En el sumario se recogen numerosas identidades distintas, lo que podría ser reflejo de que se ha intentado volcar en un solo implicado responsabilidades que podrían corresponder a personas hasta ahora no investigadas.
6. Intervenciones telefónicas
Los teléfonos de dos de los transportistas de explosivos (El Chino y Otman El Gnaoui) estaban intervenidos antes del 11-M y las escuchas a esos teléfonos fueron canceladas al día siguiente de la masacre. Asimismo, al menos dos de los presuntos terroristas (Otman El Gnaoui y Serhane Farket alias El Tunecino) pasaron por comisaría cinco días antes de los atentados. Por su parte, el teléfono del locutorio de Lavapiés propiedad de Jamal Zougham fue intervenido por orden del Juzgado Central de Instrucción número 5 el día 27 de febrero, dos semanas antes del 11-M. Existen conversaciones grabadas al teléfono móvil de Jamal Zougham anteriores y posteriores a los atentados cuyo contenido no ha sido divulgado ni consta que se hayan incorporado al sumario.
7. Los seguimientos
La célula articulada en torno a los hermanos Almallah y a El Tunecino estaba siendo sometida a seguimientos desde un año antes de los atentados, interrumpiéndose esa vigilancia el día 17 de febrero de 2004, sin que nos hayan explicado por qué. Allekema Lamari, uno de los suicidas de Leganés, estaba siendo controlado por un colaborador de los servicios secretos españoles, según publicó EL MUNDO.
8. La casa de Morata
La casa de Morata de Tajuña era conocida de los servicios secretos españoles desde antes del 11-M, por su vinculación a personas relacionadas con Al Qaeda, sin que se haya proporcionado ninguna explicación de por qué las fuerzas de seguridad no entraron en dicha casa hasta 15 días después de los atentados. Por otro lado, la casa de El Tunecino, en la calle Francisco Remiro, no fue registrada por la policía hasta después de la explosión del piso de Leganés, a pesar de que esa casa era conocida por las fuerzas de seguridad desde un año antes de los atentados, como consta en los informes de los seguimientos realizados.
9. Leganés
En Leganés aparecieron los cuerpos de dos presuntos suicidas con explosivos a la cintura, pero sin iniciador, y el cuerpo de uno de los presuntos suicidas fue encontrado con los pantalones puestos del revés, lo que arroja serias dudas sobre si fue vestido después de muerto. A los suicidas de Leganés no se les practicó autopsia. Además, hay indicios de que la firma de la carta de despedida de uno de los presuntos suicidas podría haber sido falsificada y en el registro efectuado después de la explosión no se encontró más que media docena de vainas de cartuchos, lo que arroja dudas sobre la existencia real de los intercambios de disparos anteriores a la explosión descritos en los informes policiales.
10. Obstáculos a la investigación
El sumario del 11-M recoge numerosos intentos de obstruir las investigaciones. Se han enviado informes al juez Del Olmo por parte de la policía en los que se achacaba a Jamal Zougham la comercialización de determinadas tarjetas telefónicas, a pesar de disponer de la declaración de la persona que verdaderamente las había comercializado. El Ministerio de Interior ha tardado más de un año en enviar determinados informes al juez. Se han producido diversas irregularidades, como la desaparición de tornillería recogida en Mina Conchita. Por último, diversos implicados han denunciado ante el juez amenazas de la policía para hacerles declarar que los atentados eran debidos a la guerra de Irak y que algunos otros imputados eran islamistas. En una de dichas denuncias (efectuada por Mohamed El Ouazzani) se relata la presencia de funcionarios policiales marroquíes en los interrogatorios y se cuenta que la policía le aleccionó sobre los reconocimientos que tenía que realizar si no quería ser deportado a Marruecos.
Luis del Pino es autor de Los enigmas del 11-M (Ed. Libros Libres).
EXPLOSIVOS. Aún no se sabe a ciencia cierta qué explosivos se utilizaron para volar los trenes. En la furgoneta de Alcalá apareció un producto frecuente en explosivos militares.
LUIS DEL PINO
Cuando, el 30 de junio de 2005, se cerró la Comisión de Investigación sobre el 11-M, sus conclusiones estaban ya invalidadas por lo que habían ido publicando los medios de comunicación. Desde entonces, la catarata de revelaciones periodísticas ha continuado desvelando datos que ponen aún más en entredicho el papel del Parlamento.El levantamiento del secreto de sumario sobre más de 50.000 folios de la instrucción, después del cierre de la Comisión, permitió comprobar que las noticias transmitidas a la opinión pública reflejaban las contradicciones, carencias, agujeros y falsedades de los que adolece la versión oficial. Los datos sobre el atentado simplemente no cuadran. Repasemos brevemente algunas de esas revelaciones. (.../...)
1. La furgoneta de Alcalá
Existe un testigo que habló el propio 11 de marzo con uno de los supuestos terroristas. Se trata de una taquillera de la estación de Alcalá de Henares, que declaró ante la policía que el supuesto terrorista hablaba «en español con acento de español». La existencia de ese testigo fue ocultada a la Comisión 11-M. Hemos sabido también que en el resto de explosivo hallado en la furgoneta de Alcalá apareció un producto químico que, entre otras cosas, se utiliza para fabricar el explosivo militar RDX, tal como consta en los informes de la Policía Científica efectuados el 11 de marzo. El análisis de ese resto de explosivo encontrado en la furgoneta no coincide con el efectuado el 12 de marzo al explosivo hallado en la mochila de Vallecas, hecho éste que se ocultó a la opinión pública y al juez.
2. La mochila de Vallecas
Son numerosísimos los interrogantes que ponen en cuestión la procedencia de esa mochila. A estas alturas, resulta prácticamente imposible sostener que estuviera alguna vez en los trenes. En las autopsias realizadas a los fallecidos en el atentado no se detectaron clavos, tuercas, tornillos ni otros tipos de metralla de origen terrorista; por el contrario, en la mochila de Vallecas sí había metralla, lo que apunta a que su composición era distinta.Tampoco se detectaron restos de Goma-2 en dichas autopsias como cabría esperar en caso de que se hubiera utilizado ese explosivo en los trenes. No hay ni un solo testigo, según consta en las declaraciones judiciales, que haya visto la mochila de Vallecas ni en la estación de El Pozo, ni en ningún punto del supuesto trayecto que hubiera debido seguir esa mochila hasta la comisaría de Puente de Vallecas. El sumario revela también que hubo objetos de la estación de El Pozo que habían sido llevados a Ifema (como ordenó el juez) y que fueron sacados, en contra de los propios policías allí presentes, para llevarlos a la comisaría de Puente de Vallecas.
3. Los explosivos
Existen serias dudas sobre los explosivos empleados en los trenes, ya que en su declaración ante el juez, el jefe de los Tedax encargado de las tareas de desactivación el 11 de marzo afirmó que los destrozos en los trenes no correspondían a dinamita, sino a explosivo militar. También han aparecido numerosas incongruencias en lo referente al supuesto transporte de los explosivos desde Asturias: todas las numeraciones de cartuchos encontradas no empezaron a llegar a las minas asturianas hasta un mes después de la fecha en que se produjo, teóricamente, el primer transporte de explosivos.
4. Las detenciones del 13-M
No existe justificación, a la luz de los datos contenidos en el sumario, para las detenciones del 13 de marzo. Existen serias dudas, después de analizar los datos contables de las empresas que intervinieron, de que las tarjetas de los móviles activados el 10 de marzo en Morata de Tajuña hubieran sido vendidas a través del locutorio de Zougham, como en un principio se nos dijo. Los reconocimientos fotográficos y las ruedas de reconocimiento a que fueron sometidos los testigos de los trenes que decían haber visto a Jamal Zougham (el único de los cinco detenidos del 13-M que permanece en prisión) fueron realizados sin las mínimas garantías de imparcialidad. Las declaraciones de esos testigos son contradictorias, no existiendo, por tanto, indicio racional de la culpabilidad de este culpable oficial.
5. El extraño caso de El Chino
Las declaraciones de los vecinos de la casa de Morata de Tajuña alquilada por Jamal Ahmidan, El Chino, ponen de manifiesto que resulta muy dudoso que El Chino hubiera alquilado esa casa para preparar ningún atentado. En las semanas previas a la masacre, por ejemplo, había empezado la construcción de una piscina. Existen dudas sobre la identidad real de El Chino. En el sumario se recogen numerosas identidades distintas, lo que podría ser reflejo de que se ha intentado volcar en un solo implicado responsabilidades que podrían corresponder a personas hasta ahora no investigadas.
6. Intervenciones telefónicas
Los teléfonos de dos de los transportistas de explosivos (El Chino y Otman El Gnaoui) estaban intervenidos antes del 11-M y las escuchas a esos teléfonos fueron canceladas al día siguiente de la masacre. Asimismo, al menos dos de los presuntos terroristas (Otman El Gnaoui y Serhane Farket alias El Tunecino) pasaron por comisaría cinco días antes de los atentados. Por su parte, el teléfono del locutorio de Lavapiés propiedad de Jamal Zougham fue intervenido por orden del Juzgado Central de Instrucción número 5 el día 27 de febrero, dos semanas antes del 11-M. Existen conversaciones grabadas al teléfono móvil de Jamal Zougham anteriores y posteriores a los atentados cuyo contenido no ha sido divulgado ni consta que se hayan incorporado al sumario.
7. Los seguimientos
La célula articulada en torno a los hermanos Almallah y a El Tunecino estaba siendo sometida a seguimientos desde un año antes de los atentados, interrumpiéndose esa vigilancia el día 17 de febrero de 2004, sin que nos hayan explicado por qué. Allekema Lamari, uno de los suicidas de Leganés, estaba siendo controlado por un colaborador de los servicios secretos españoles, según publicó EL MUNDO.
8. La casa de Morata
La casa de Morata de Tajuña era conocida de los servicios secretos españoles desde antes del 11-M, por su vinculación a personas relacionadas con Al Qaeda, sin que se haya proporcionado ninguna explicación de por qué las fuerzas de seguridad no entraron en dicha casa hasta 15 días después de los atentados. Por otro lado, la casa de El Tunecino, en la calle Francisco Remiro, no fue registrada por la policía hasta después de la explosión del piso de Leganés, a pesar de que esa casa era conocida por las fuerzas de seguridad desde un año antes de los atentados, como consta en los informes de los seguimientos realizados.
9. Leganés
En Leganés aparecieron los cuerpos de dos presuntos suicidas con explosivos a la cintura, pero sin iniciador, y el cuerpo de uno de los presuntos suicidas fue encontrado con los pantalones puestos del revés, lo que arroja serias dudas sobre si fue vestido después de muerto. A los suicidas de Leganés no se les practicó autopsia. Además, hay indicios de que la firma de la carta de despedida de uno de los presuntos suicidas podría haber sido falsificada y en el registro efectuado después de la explosión no se encontró más que media docena de vainas de cartuchos, lo que arroja dudas sobre la existencia real de los intercambios de disparos anteriores a la explosión descritos en los informes policiales.
10. Obstáculos a la investigación
El sumario del 11-M recoge numerosos intentos de obstruir las investigaciones. Se han enviado informes al juez Del Olmo por parte de la policía en los que se achacaba a Jamal Zougham la comercialización de determinadas tarjetas telefónicas, a pesar de disponer de la declaración de la persona que verdaderamente las había comercializado. El Ministerio de Interior ha tardado más de un año en enviar determinados informes al juez. Se han producido diversas irregularidades, como la desaparición de tornillería recogida en Mina Conchita. Por último, diversos implicados han denunciado ante el juez amenazas de la policía para hacerles declarar que los atentados eran debidos a la guerra de Irak y que algunos otros imputados eran islamistas. En una de dichas denuncias (efectuada por Mohamed El Ouazzani) se relata la presencia de funcionarios policiales marroquíes en los interrogatorios y se cuenta que la policía le aleccionó sobre los reconocimientos que tenía que realizar si no quería ser deportado a Marruecos.
Luis del Pino es autor de Los enigmas del 11-M (Ed. Libros Libres).
EXPLOSIVOS. Aún no se sabe a ciencia cierta qué explosivos se utilizaron para volar los trenes. En la furgoneta de Alcalá apareció un producto frecuente en explosivos militares.
Comentarios