Trashorras aseguró a la Policía que 'El Chino' conocía a los etarras detenidos en Cuenca
07-03-06
11-M DOS AÑOS DESPUES / Así lo contó el ex minero a policías de Madrid y de Asturias y a un oficial del CNI la víspera de su detención / La Policía incorporó los datos en un informe que ha desaparecido de la Comisaría de Información
Trashorras aseguró a la Policía que 'El Chino' conocía a los etarras detenidos en Cuenca
El ex minero declaró el 17 de marzo a los investigadores que cuando se interceptó la 'caravana de la muerte' de ETA Jamal Ahmidan le comentó que Irkus Badillo y Gorka Vidal eran «amigos suyos» - Trashorras hizo ésta y otras revelaciones comprobadas como ciertas cuando su esposa, Carmen Toro, le animó a contar lo que sabía: «Cariño, di lo que tengas que decir, pero a mí me dejas al margen» - Al menos ocho miembros de los Cuerpos de Seguridad estaban presentes en ese momento, incluidos especialistas en antiterrorismo, el inspector 'Manolón' y el teniente coronel 'Francisco' del CNI - Los agentes de la Policía Nacional hicieron constar la confidencia de Trashorras en un informe que remitieron a sus superiores y que, sin embargo, ha desaparecido de la Comisaría General de Información
FERNANDO LAZARO
MADRID.- Al menos ocho agentes de la Seguridad del Estado lo escucharon y dos lo trasladaron en sendos escritos a sus respectivos superiores, pero nadie lo consideró como línea prioritaria de investigación. El día 17 de marzo, seis días después del 11-M, el ex minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, encarcelado por su presunta implicación en los hechos, vinculó a uno de los presuntos autores de los atentados con la organización terrorista ETA ante un importante número de agentes de la Seguridad del Estado especializados en la lucha antiterrorista. En concreto, aseguró que Jamal Ahmidan, El Chino, era amigo de los dos etarras que fueron detenidos por la Guardia Civil en Cuenca con 500 kilos de explosivos.(.../...)
En aquel encuentro informal, el minero contó que El Chino le dijo, cuando se produjo la detención de estos dos etarras (Irkus Badillo Borde y Gorka Vidal), que eran «sus amigos». Ambos etarras fueron capturados por la Guardia Civil el 29 de febrero de 2004, justo el mismo día en que se presume que los autores del 11-M trasladaron a Madrid la Goma 2 con la que perpetraron la masacre.El destino de los etarras era Madrid, el llamado Corredor del Henares.
No fue éste el único dato que aportó sobre la trama criminal.Los datos de Suárez Trashorras de aquel día fueron clave para las posteriores investigaciones policiales. Entre otros, fue la primera vez que los especialistas tuvieron datos sobre un tal Mowgli, que resultó ser Jamal Ahmidan, El Chino.
Cuando Suárez Trashorras desveló las conexiones de El Chino con los dos etarras, las investigaciones sobre el 11-M iban a todo gas. Apenas había pasado una semana desde que los terroristas habían sembrado de cadáveres Madrid y los agentes iban acotando su lista de sospechosos.
Ya se habían producido las primeras detenciones y se intentaba cerrar el círculo en torno a los autores materiales de la masacre, que estaban entonces huidos. Algunos, en ese momento, ya no eran completos desconocidos. Pero muchos eran hombres sin rostro, sin identidad, para las Fuerzas de Seguridad. Todas las líneas de actuación estaban centradas en el terrorismo internacional.
En ese momento, los agentes de la lucha antiterrorista habían obtenido indicios muy fiables sobre la procedencia del explosivo utilizado en la masacre. Y la primera pista clara sobre la denominada trama de los explosivos la proporcionó el máximo responsable de los Técnicos en Desactivación de Explosivos. «De fuente muy fiable», el comisario Manzano apuntó ya hacia Avilés, a las minas de donde entonces se presumía que los autores del 11-M habían conseguido la Goma 2 utilizada en los atentados. Según explicaron fuentes policiales, cuando se define así una fuente a nivel interno es porque ésta es «oficial».
Allí se desplazó un equipo de agentes de la Comisaría General de Información. En él había funcionarios pertenecientes a la Unidad Central de Información Interior (UCII), especializada en la lucha contra ETA, y de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE), más experta en el terrorismo internacional.
Las primeras pesquisas sobre empleados y ex empleados llevaron rápidamente hacia José Emilio Suárez Trashorras, el inspector Manuel García, Manolón, y la denominada operación Pipol.
Los agentes no querían perder ni un minuto. La investigación iba contrarreloj. Todos eran conscientes de que los autores de la matanza podrían intentar otra acción similar. Decidieron que había que explotar la buena relación entre Manolón y el ex minero de Avilés. Así, por mediación del inspector jefe, se concretó un encuentro amistoso con Suárez Trashorras en la misma comisaría de Avilés para la mañana del día 17 de marzo. Allí acudió, a media mañana, Suárez Trashorras con su mujer Carmen Toro, hermana de su socio Antonio Toro.
En la comisaría, los agentes se reunieron por separado con la pareja. Les estuvieron preguntando por los explosivos y por los atentados del 11-M. El tono era cordial, no se pretendía ni amedrentarles ni meterles miedo, sino de convencerles de que colaboraran y contaran lo que supieran.
Según explicaron fuentes de la investigación, no había menos de ocho funcionarios de la Seguridad en este encuentro. Además de los agentes desplazados de Madrid y del policía Manolón, a dichos encuentros asistieron también agentes de Información de Avilés y un teniente coronel del Ejército, que aseguró llamarse Francisco. Este último era el representante del CNI en la zona.
Una hora después de iniciar el encuentro, los policías que lo dirigían decidieron ponerle fin, que el matrimonio se fuera a comer a su casa, se tranquilizara y analizara con calma la conversación.Pese a que había mucha prisa, no se quiso forzar la máquina.Se habían citado de nuevo para las 17.00 horas. Y esa reunión ya sí que dio de sí. Tras una primera fase en que se reprodujo la situación de la mañana, Carmen y José Emilio separados, se optó por juntarlos en la misma habitación y hacerles copartícipes de la conversación.
Tras cogerles en algunas contradicciones muy claras, se produjo el punto de inflexión. Carmen se apartó a una esquina con su marido y le dijo: «Cariño, di lo que tengas que decir pero a mí me dejas al margen». Inmediatamente, Emilio se revolvió y gritó: «¿Qué queréis? Esto es un marrón muy gordo».
Y empezó a colaborar, a dar nombres, a señalar fechas, a indicar lugares... Y, con el paso del tiempo, los expertos comprobaron que aquellos primeros datos facilitados por José Emilio Suárez Trashorras se demostraron ciertos. De hecho, fue en aquel momento cuando los agentes recibieron la primera noticia de la finca de Morata de Tajuña donde se presume que se prepararon las bombas para el 11-M. El ex minero les confesó que estaba pensando, incluso, en comprarse una parcela cerca de ésa y que le habían pedido 6.000 euros.
José Emilio Suárez desveló a los investigadores una de las identidades de los terroristas hasta ahora desconocida: Mowgli. Se refería a Jamal Ahmidan, El Chino, uno de los cerebros de la trama terrorista.Y fue en ese momento cuando Suárez Trashorras desveló las conexiones de El Chino con los etarras detenidos en Cuenca.
El ex minero de Avilés no estaba en aquel momento detenido. Fue una charla informal, sin abogados. Se buscaba, y así se le trasladó a él, que colaborara en las investigaciones sobre el 11-M, que su papel podía ser clave y trascendental, como de hecho lo fue.El ex minero ya alertó a Manolón tras el 11-M de que la matanza era obra de «los moritos».
En la reunión del día 17 dio datos que, en aquel momento, no fueron considerados como «relevantes» por los agentes. Trashorras desveló una de las muchas conversaciones que él mantuvo con El Chino. El ex minero aseguró a los agentes que Ahmidan le dijo que los dos etarras detenidos por la Guardia Civil en Cañaveras (Cuenca) con una furgoneta cargada con 536 kilos de explosivos eran sus amigos.
Ni los agentes desplazados desde Madrid, ni los de la brigada provincial, ni el mando del CNI preguntaron a Suárez Trashorras si tenía más datos sobre los vínculos entre ETA y El Chino. Escucharon el dato y lo dejaron correr.
Pese a que nadie dio trascendencia a esta información, sí quedó reflejado por escrito. Tanto los agentes de la Comisaría General de Información como el representante del CNI elaboraron sendos informes para sus superiores en los que dejaron constancia de todo lo expuesto por Suárez Trashorras en estas conversaciones.Así, ambos cuerpos pusieron negro sobre blanco lo que el ex minero les contó sobre las relaciones de El Chino con los etarras de Cuenca.
La reunión se cerró sin que se produjeran incidencias. Los investigadores pusieron en común los datos y realizaron gestiones con los responsables policiales de Madrid. Al día siguiente se tomó la decisión de detener al ex minero. A partir de ese momento, Suárez Trashorras dejó de colaborar con la Policía.
Los etarras que, según Trashorras, conocía El Chino, eran Irkus Badillo Borde y Gorka Vidal Alvaro. El primero conducía el coche lanzadera y el segundo, la furgoneta cargada con 536 kilos de explosivos. La caravana de la muerte fue interceptada por la Guardia Civil el 29 de febrero de 2004 en Cuenca.
El informe elaborado por los agentes de la Policía Nacional llegó a la Comisaría General de Información. Sin embargo, según explicaron fuentes de la investigación, actualmente no hay ninguna prueba de su existencia. Las anotaciones donde, además del resto de datos se dejaba constancia del hecho de que El Chino le contó a Suárez Trashorras que los etarras de Cuenca eran sus amigos, se habían evaporado.
En la Comisaría General de Información únicamente se dejaron por escrito los datos facilitados por el ex minero, vinculados al terrorismo internacional. El resto desapareció y nadie le dio entonces importancia. Según explicaron a EL MUNDO fuentes de la lucha antiterrorista, en este tipo de informes se detallan por completo todos los datos, hasta los que inicialmente se consideran menos consistentes.
Trashorras aseguró a la Policía que 'El Chino' conocía a los etarras detenidos en Cuenca
El ex minero declaró el 17 de marzo a los investigadores que cuando se interceptó la 'caravana de la muerte' de ETA Jamal Ahmidan le comentó que Irkus Badillo y Gorka Vidal eran «amigos suyos» - Trashorras hizo ésta y otras revelaciones comprobadas como ciertas cuando su esposa, Carmen Toro, le animó a contar lo que sabía: «Cariño, di lo que tengas que decir, pero a mí me dejas al margen» - Al menos ocho miembros de los Cuerpos de Seguridad estaban presentes en ese momento, incluidos especialistas en antiterrorismo, el inspector 'Manolón' y el teniente coronel 'Francisco' del CNI - Los agentes de la Policía Nacional hicieron constar la confidencia de Trashorras en un informe que remitieron a sus superiores y que, sin embargo, ha desaparecido de la Comisaría General de Información
FERNANDO LAZARO
MADRID.- Al menos ocho agentes de la Seguridad del Estado lo escucharon y dos lo trasladaron en sendos escritos a sus respectivos superiores, pero nadie lo consideró como línea prioritaria de investigación. El día 17 de marzo, seis días después del 11-M, el ex minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, encarcelado por su presunta implicación en los hechos, vinculó a uno de los presuntos autores de los atentados con la organización terrorista ETA ante un importante número de agentes de la Seguridad del Estado especializados en la lucha antiterrorista. En concreto, aseguró que Jamal Ahmidan, El Chino, era amigo de los dos etarras que fueron detenidos por la Guardia Civil en Cuenca con 500 kilos de explosivos.(.../...)
En aquel encuentro informal, el minero contó que El Chino le dijo, cuando se produjo la detención de estos dos etarras (Irkus Badillo Borde y Gorka Vidal), que eran «sus amigos». Ambos etarras fueron capturados por la Guardia Civil el 29 de febrero de 2004, justo el mismo día en que se presume que los autores del 11-M trasladaron a Madrid la Goma 2 con la que perpetraron la masacre.El destino de los etarras era Madrid, el llamado Corredor del Henares.
No fue éste el único dato que aportó sobre la trama criminal.Los datos de Suárez Trashorras de aquel día fueron clave para las posteriores investigaciones policiales. Entre otros, fue la primera vez que los especialistas tuvieron datos sobre un tal Mowgli, que resultó ser Jamal Ahmidan, El Chino.
Cuando Suárez Trashorras desveló las conexiones de El Chino con los dos etarras, las investigaciones sobre el 11-M iban a todo gas. Apenas había pasado una semana desde que los terroristas habían sembrado de cadáveres Madrid y los agentes iban acotando su lista de sospechosos.
Ya se habían producido las primeras detenciones y se intentaba cerrar el círculo en torno a los autores materiales de la masacre, que estaban entonces huidos. Algunos, en ese momento, ya no eran completos desconocidos. Pero muchos eran hombres sin rostro, sin identidad, para las Fuerzas de Seguridad. Todas las líneas de actuación estaban centradas en el terrorismo internacional.
En ese momento, los agentes de la lucha antiterrorista habían obtenido indicios muy fiables sobre la procedencia del explosivo utilizado en la masacre. Y la primera pista clara sobre la denominada trama de los explosivos la proporcionó el máximo responsable de los Técnicos en Desactivación de Explosivos. «De fuente muy fiable», el comisario Manzano apuntó ya hacia Avilés, a las minas de donde entonces se presumía que los autores del 11-M habían conseguido la Goma 2 utilizada en los atentados. Según explicaron fuentes policiales, cuando se define así una fuente a nivel interno es porque ésta es «oficial».
Allí se desplazó un equipo de agentes de la Comisaría General de Información. En él había funcionarios pertenecientes a la Unidad Central de Información Interior (UCII), especializada en la lucha contra ETA, y de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE), más experta en el terrorismo internacional.
Las primeras pesquisas sobre empleados y ex empleados llevaron rápidamente hacia José Emilio Suárez Trashorras, el inspector Manuel García, Manolón, y la denominada operación Pipol.
Los agentes no querían perder ni un minuto. La investigación iba contrarreloj. Todos eran conscientes de que los autores de la matanza podrían intentar otra acción similar. Decidieron que había que explotar la buena relación entre Manolón y el ex minero de Avilés. Así, por mediación del inspector jefe, se concretó un encuentro amistoso con Suárez Trashorras en la misma comisaría de Avilés para la mañana del día 17 de marzo. Allí acudió, a media mañana, Suárez Trashorras con su mujer Carmen Toro, hermana de su socio Antonio Toro.
En la comisaría, los agentes se reunieron por separado con la pareja. Les estuvieron preguntando por los explosivos y por los atentados del 11-M. El tono era cordial, no se pretendía ni amedrentarles ni meterles miedo, sino de convencerles de que colaboraran y contaran lo que supieran.
Según explicaron fuentes de la investigación, no había menos de ocho funcionarios de la Seguridad en este encuentro. Además de los agentes desplazados de Madrid y del policía Manolón, a dichos encuentros asistieron también agentes de Información de Avilés y un teniente coronel del Ejército, que aseguró llamarse Francisco. Este último era el representante del CNI en la zona.
Una hora después de iniciar el encuentro, los policías que lo dirigían decidieron ponerle fin, que el matrimonio se fuera a comer a su casa, se tranquilizara y analizara con calma la conversación.Pese a que había mucha prisa, no se quiso forzar la máquina.Se habían citado de nuevo para las 17.00 horas. Y esa reunión ya sí que dio de sí. Tras una primera fase en que se reprodujo la situación de la mañana, Carmen y José Emilio separados, se optó por juntarlos en la misma habitación y hacerles copartícipes de la conversación.
Tras cogerles en algunas contradicciones muy claras, se produjo el punto de inflexión. Carmen se apartó a una esquina con su marido y le dijo: «Cariño, di lo que tengas que decir pero a mí me dejas al margen». Inmediatamente, Emilio se revolvió y gritó: «¿Qué queréis? Esto es un marrón muy gordo».
Y empezó a colaborar, a dar nombres, a señalar fechas, a indicar lugares... Y, con el paso del tiempo, los expertos comprobaron que aquellos primeros datos facilitados por José Emilio Suárez Trashorras se demostraron ciertos. De hecho, fue en aquel momento cuando los agentes recibieron la primera noticia de la finca de Morata de Tajuña donde se presume que se prepararon las bombas para el 11-M. El ex minero les confesó que estaba pensando, incluso, en comprarse una parcela cerca de ésa y que le habían pedido 6.000 euros.
José Emilio Suárez desveló a los investigadores una de las identidades de los terroristas hasta ahora desconocida: Mowgli. Se refería a Jamal Ahmidan, El Chino, uno de los cerebros de la trama terrorista.Y fue en ese momento cuando Suárez Trashorras desveló las conexiones de El Chino con los etarras detenidos en Cuenca.
El ex minero de Avilés no estaba en aquel momento detenido. Fue una charla informal, sin abogados. Se buscaba, y así se le trasladó a él, que colaborara en las investigaciones sobre el 11-M, que su papel podía ser clave y trascendental, como de hecho lo fue.El ex minero ya alertó a Manolón tras el 11-M de que la matanza era obra de «los moritos».
En la reunión del día 17 dio datos que, en aquel momento, no fueron considerados como «relevantes» por los agentes. Trashorras desveló una de las muchas conversaciones que él mantuvo con El Chino. El ex minero aseguró a los agentes que Ahmidan le dijo que los dos etarras detenidos por la Guardia Civil en Cañaveras (Cuenca) con una furgoneta cargada con 536 kilos de explosivos eran sus amigos.
Ni los agentes desplazados desde Madrid, ni los de la brigada provincial, ni el mando del CNI preguntaron a Suárez Trashorras si tenía más datos sobre los vínculos entre ETA y El Chino. Escucharon el dato y lo dejaron correr.
Pese a que nadie dio trascendencia a esta información, sí quedó reflejado por escrito. Tanto los agentes de la Comisaría General de Información como el representante del CNI elaboraron sendos informes para sus superiores en los que dejaron constancia de todo lo expuesto por Suárez Trashorras en estas conversaciones.Así, ambos cuerpos pusieron negro sobre blanco lo que el ex minero les contó sobre las relaciones de El Chino con los etarras de Cuenca.
La reunión se cerró sin que se produjeran incidencias. Los investigadores pusieron en común los datos y realizaron gestiones con los responsables policiales de Madrid. Al día siguiente se tomó la decisión de detener al ex minero. A partir de ese momento, Suárez Trashorras dejó de colaborar con la Policía.
Los etarras que, según Trashorras, conocía El Chino, eran Irkus Badillo Borde y Gorka Vidal Alvaro. El primero conducía el coche lanzadera y el segundo, la furgoneta cargada con 536 kilos de explosivos. La caravana de la muerte fue interceptada por la Guardia Civil el 29 de febrero de 2004 en Cuenca.
El informe elaborado por los agentes de la Policía Nacional llegó a la Comisaría General de Información. Sin embargo, según explicaron fuentes de la investigación, actualmente no hay ninguna prueba de su existencia. Las anotaciones donde, además del resto de datos se dejaba constancia del hecho de que El Chino le contó a Suárez Trashorras que los etarras de Cuenca eran sus amigos, se habían evaporado.
En la Comisaría General de Información únicamente se dejaron por escrito los datos facilitados por el ex minero, vinculados al terrorismo internacional. El resto desapareció y nadie le dio entonces importancia. Según explicaron a EL MUNDO fuentes de la lucha antiterrorista, en este tipo de informes se detallan por completo todos los datos, hasta los que inicialmente se consideran menos consistentes.
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