La alargada sombra de ETA
08-03-06
11-M DOS AÑOS DESPUES / LA INVESTIGACION
La alargada sombra de ETA
11-M DOS AÑOS DESPUES / LA INVESTIGACION
La alargada sombra de ETA
El sumario documenta la relación de la banda con ideólogos de los atentados, suicidas de Leganés y miembros de la trama asturiana
LUIS DEL PINO
MADRID.- Ayer, EL MUNDO publicaba una de las noticias más importantes de estos dos años de investigaciones sobre los atentados del 11 de Marzo: la relación existente entre Jamal Ahmidan, El Chino (el jefe del comando mercenario de Morata de Tajuña), y los etarras que conducían la furgoneta de Cañaveras. (.../...)
La importancia de la noticia es doble: en primer lugar, porque avala los contactos entre la banda etarra y las personas a las que se ha responsabilizado de la masacre de Madrid. Pero hay otro aspecto de importancia mucho mayor: el hecho de que ese contacto entre El Chino y los etarras Irkus Badillo y Gorka Vidal fuera conocido por la Policía y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) desde el 17 de marzo de 2004 y fuera ocultado tanto al Gobierno del PP, como a la opinión pública y al propio juez.No es éste un detalle menor, ni tampoco un caso aislado: el sumario completo del 11-M está plagado de intentos implícitos o explícitos de evitar cualquier investigación que condujera hacia ETA.
DEMASIADAS COINCIDENCIAS
Mucho se ha escrito sobre los contactos entre etarras e islamistas y sobre la multitud de indicios que apuntan a ETA en un caso como el del 11-M, donde desde el principio ha estado claro que, si hay un beneficiario evidente de lo que pasó en España el 11 de marzo, ese beneficiario es, precisamente, ETA.
Las coincidencias son tan numerosas que resulta imposible atribuirlas, sin más, a la mera casualidad. Al analizar los datos relativos al 11-M, la alargada sombra de ETA aparece una y otra vez allí donde dirijamos la mirada.
Todos hemos oído hablar de los panfletos que la banda terrorista repartió el 10 de marzo de 2004 en el casco viejo de San Sebastián, instando a boicotear a Renfe. Todos hemos leído el informe sobre las palabras de Josu Ternera en el aeropuerto de Francfort pocas semanas antes del 11-M, diciendo que los españoles «nos íbamos a enterar» de lo que ETA era capaz. Muchos de esos datos son ya conocidos, por las informaciones que éste y otros medios de comunicación han ido publicando, y el diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo hace una excelente recopilación de esos indicios en su libro 11-M. Demasiadas preguntas sin respuesta, publicado por La Esfera de los Libros. Aquí me voy a centrar exclusivamente en aquellos indicios que están recogidos dentro de propio sumario judicial que instruye el juez Juan del Olmo.
LOS CONTACTOS CON LOS ETARRAS
Porque lo cierto es que, a pesar de las palabras del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la Comisión de Investigación del 11-M, las conexiones con ETA en el sumario son numerosas. Otra cosa es que quien debía hacerlo haya preferido no tirar de los respectivos hilos.
El sumario documenta la relación, directa o indirecta, del entorno etarra con al menos tres de los siete suicidas de Leganés, con los miembros de la trama asturiana y con las personas a las que la propia Policía define como ideólogos principales de los atentados (los hermanos Almallah).
1. Allekema Lamari. Allekema Lamari, el séptimo suicida de Leganés, tenía como lugarteniente a Abdelkrim Benesmail, a quien enviaba periódicamente giros de dinero a la prisión. En esa cárcel de Villabona, Benesmail se relacionaba casi exclusivamente con presos etarras, como Juan María Igarataundi y Juan Luis Camarero. Además, según ponen de manifiesto los propios informes policiales incluidos en el sumario, en el registro de la celda de Benesmail se le incautaron a éste las direcciones de los presos de ETA Jorge García Sertucha, Fernando Irakula Albizu, Henri Parot y Harriet Iragi Gurrutxaga.
2. 'El Chino'. Según la información que obra en el sumario, Jamal Ahmidan, El Chino, tenía una red de distribución de droga en el País Vasco, lo que significa que forzosamente debía de gozar de algún tipo de protección. Según las declaraciones a EL MUNDO de Omar, lugarteniente de El Chino, éste había establecido en prisión contacto con diversos miembros de ETA, con los que continuó colaborando tras abandonar la cárcel. Las declaraciones incluidas en el sumario muestran que El Chino realizaba frecuentes viajes a Bilbao, donde se aprovisionaba de armas y explosivos. Asimismo, en el sumario consta la transcripción de las conversaciones entre un hermano de El Chino y un personaje que se hace llamar José Urrutia y que realiza frecuentes viajes al País Vasco y Navarra «por motivo político». A todo esto hemos de sumar, gracias a las últimas informaciones de EL MUNDO, la relación directa existente entre El Chino y los etarras que conducían la furgoneta-señuelo de Cañaveras.
3. Los hermanos Almallah. Están también documentados en el sumario los contactos entre los hermanos Almallah (supuestos ideólogos de los atentados) y Yusuf Galán, un batasuno converso al islam.En concreto, Yusuf Galán y Moutaz Almallah estuvieron viviendo juntos en Madrid, en la calle de Martín de los Heros. En el registro del piso de Yusuf Galán en 2002, se encontraron croquis de un artefacto explosivo activado por teléfono móvil, muy similar al que luego se utilizaría, supuestamente, en los atentados del 11 de Marzo.
4. 'El Tunecino'. Yusuf Galán no sólo mantenía contactos con los hermanos Almallah. También consta en el sumario la existencia de una fotografía donde aparece junto a Serhane Farket, El Tunecino, otro de los suicidas de Leganés. Por cierto, en esa fotografía, de la que hasta ahora no se había dado cuenta a la opinión pública, aparecen el batasuno y El Tunecino junto a un traductor de la Policía.
5. La trama asturiana. Están constatados en el sumario numerosos contactos entre la trama asturiana y ETA. Dejando aparte la asombrosa coincidencia de que ETA utilizara para un atentado en Santander un coche robado en el callejón de Emilio Suárez Trashorras, cargado con un tipo de dinamita que todavía no ha sido determinado, el sumario recoge al menos tres denuncias del posible suministro de armas y explosivos a ETA por parte de esa trama dirigida por Antonio Toro. En concreto, constan las denuncias en este sentido de Francisco Javier Lavandera; de José Ignacio Fernández, Nayo (que en la actualidad se encuentra refugiado en un país sudamericano), y de Rafa Zouhier. Antonio Toro coincidió en el módulo ocho de la cárcel de Villabona con los etarras Aratz Gómez Larrañaga y Asier Uribarri Benito, además de con Abdelkrim Benesmail.
El sumario recoge también otros datos interesantes, como la extraña predilección que los miembros de la trama tenían hacia el País Vasco: Basel Gayoun, uno de los miembros del núcleo duro de la calle de Virgen del Coro, residió en San Sebastián y Oyarzun; de hecho, es en el País Vasco donde consiguió sus papeles de residencia. Jamal Ahmidan, El Chino, vivió en San Sebastián.Adnan Waki, otro de los miembros del núcleo duro, residía en Irún, donde compartía piso con tres argelinos que vivían de algún tipo de subvención del Gobierno autónomo. No consta en el sumario que se haya preguntado nada a ninguno de los implicados sobre las relaciones o los contactos que hubieran podido realizar durante su estancia allí.
LOS RECONOCIMIENTOS NO INDAGADOS
Pero lo más inquietante del sumario judicial no es tanto lo que recoge, cuanto lo que simplemente apunta. Porque, en aquellas fechas iniciales tras los atentados, la colaboración ciudadana permitió identificar a diversos etarras en Madrid, sin que después aparezca en el sumario ninguna investigación realizada en ese sentido.
Así, en el sumario constan las declaraciones de varios ciudadanos que habían reconocido a diversos miembros de ETA en Madrid:
1. Un hombre que reconoce a la etarra Josune Oña el 12 de marzo de 2004 en la estación de Metro de Pavones. Aunque consta su declaración ante la Policía, ni siquiera llegaría a prestar declaración ante el juez Del Olmo.
2. Una mujer que reconoce a los etarras Josune Oña, Harriet Aguirre García y Maite Arañalde Ijurco el 12 de marzo de 2004 en la estación de Renfe de Valdelasfuentes. Tampoco llegó a prestar declaración ante el juez.
3. Un hombre que presenció una reunión a principios de febrero de 2004 entre el etarra Asier Eceiza y un narcotraficante de origen árabe bien conocido en el barrio. En esa reunión participaron otro hombre y otra mujer a los que no fue capaz de identificar dicho testigo. Tampoco este testigo ha llegado a prestar declaración ante Del Olmo.
En los tres casos, cabe suponer que la Policía realizaría sus averiguaciones y determinaría que los testimonios no eran fiables, aunque en el tercero de ellos resulta sorprendente que a ese ciudadano no se le haya llamado a declarar para mostrarle las fotografías de los diversos implicados en el 11-M, muchos de los cuales tenían relación con el mundo del narcotráfico.
Pero el más inquietante de esos reconocimientos no investigados es el que corresponde a otra ciudadana madrileña, que el día 12 de marzo avistó a tres etarras en el Metro de Madrid. La denuncia, presentada inicialmente ante el Juzgado de Instrucción número 3, tenía la suficiente solidez como para que este juzgado decidiera inhibirse en favor de la Audiencia Nacional, que es quien se encarga de los delitos de terrorismo.
El caso le correspondió a la juez Teresa Palacios, que abrió diligencias previas y, tras las oportunas investigaciones, dictó auto de fecha 30 de septiembre de 2004 en favor del Juzgado Central de Instrucción número 6, dirigido por Juan Del Olmo, al entender que podía existir relación con los atentados del 11 de Marzo.
Lo peregrino del caso es lo sucedido al llegar esas diligencias al juzgado de Del Olmo. El juez ordenó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que se elaborara un informe sobre la posible relación que pudiera existir entre etarras e islamistas y que se diera traslado de la información al Ministerio Fiscal, pidiéndole opinión sobre si debían asumirse esas diligencias enviadas por Teresa Palacios.
El Ministerio del Interior hizo llegar a Del Olmo dos informes en los que sostenía que no existe relación alguna entre la banda etarra y los terroristas islámicos y, como resultado, la fiscal del caso redactó un escrito en el que se afirmaba textualmente que «no procede aceptar la competencia, dado que de la instrucción de la causa y de los informes policiales aportados [...] se deduce que no han existido posibles vínculos, relaciones o contactos entre la organización terrorista ETA o algunos de sus miembros con organizaciones terroristas islamistas o algunos de sus miembros».Como consecuencia, Del Olmo rechazó asumir las investigaciones sobre ese caso que Teresa Palacios le había remitido.
Lo escandaloso no es que se rechazara investigar la posible conexión de ese avistamiento de tres etarras con los atentados del 11-M, sino el razonamiento seguido para rechazar la investigación.Porque lo que la fiscal del caso está haciendo es, en pocas palabras, lo siguiente: partimos como hipótesis de partida de que el 11-M es un atentado islamista, le añadimos la hipótesis complementaria de que no hay relaciones entre ETA y los islamistas y, como resultado, rechazaremos cualquier dato que pueda vincular a ETA con los atentados.
Ese razonamiento resulta inaceptable en sí mismo, porque podría seguirse aplicando el mismo razonamiento aunque mañana apareciera una fotografía de un etarra colocando una mochila-bomba en los trenes. ¿Dónde está el error lógico? Pues en las dos hipótesis de partida: ni se puede admitir como dogma que el 11-M fuera un atentado islamista, ni tampoco que no existan relaciones entre etarras e islamistas.
Especialmente después de que los medios independientes hayan demostrado que el carácter islamista de los atentados es, cuando menos, cuestionable. Y especialmente después de que EL MUNDO demostrara ayer que la segunda de las hipótesis es, lisa y llanamente, falsa.
LUIS DEL PINO
MADRID.- Ayer, EL MUNDO publicaba una de las noticias más importantes de estos dos años de investigaciones sobre los atentados del 11 de Marzo: la relación existente entre Jamal Ahmidan, El Chino (el jefe del comando mercenario de Morata de Tajuña), y los etarras que conducían la furgoneta de Cañaveras. (.../...)
La importancia de la noticia es doble: en primer lugar, porque avala los contactos entre la banda etarra y las personas a las que se ha responsabilizado de la masacre de Madrid. Pero hay otro aspecto de importancia mucho mayor: el hecho de que ese contacto entre El Chino y los etarras Irkus Badillo y Gorka Vidal fuera conocido por la Policía y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) desde el 17 de marzo de 2004 y fuera ocultado tanto al Gobierno del PP, como a la opinión pública y al propio juez.No es éste un detalle menor, ni tampoco un caso aislado: el sumario completo del 11-M está plagado de intentos implícitos o explícitos de evitar cualquier investigación que condujera hacia ETA.
DEMASIADAS COINCIDENCIAS
Mucho se ha escrito sobre los contactos entre etarras e islamistas y sobre la multitud de indicios que apuntan a ETA en un caso como el del 11-M, donde desde el principio ha estado claro que, si hay un beneficiario evidente de lo que pasó en España el 11 de marzo, ese beneficiario es, precisamente, ETA.
Las coincidencias son tan numerosas que resulta imposible atribuirlas, sin más, a la mera casualidad. Al analizar los datos relativos al 11-M, la alargada sombra de ETA aparece una y otra vez allí donde dirijamos la mirada.
Todos hemos oído hablar de los panfletos que la banda terrorista repartió el 10 de marzo de 2004 en el casco viejo de San Sebastián, instando a boicotear a Renfe. Todos hemos leído el informe sobre las palabras de Josu Ternera en el aeropuerto de Francfort pocas semanas antes del 11-M, diciendo que los españoles «nos íbamos a enterar» de lo que ETA era capaz. Muchos de esos datos son ya conocidos, por las informaciones que éste y otros medios de comunicación han ido publicando, y el diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo hace una excelente recopilación de esos indicios en su libro 11-M. Demasiadas preguntas sin respuesta, publicado por La Esfera de los Libros. Aquí me voy a centrar exclusivamente en aquellos indicios que están recogidos dentro de propio sumario judicial que instruye el juez Juan del Olmo.
LOS CONTACTOS CON LOS ETARRAS
Porque lo cierto es que, a pesar de las palabras del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la Comisión de Investigación del 11-M, las conexiones con ETA en el sumario son numerosas. Otra cosa es que quien debía hacerlo haya preferido no tirar de los respectivos hilos.
El sumario documenta la relación, directa o indirecta, del entorno etarra con al menos tres de los siete suicidas de Leganés, con los miembros de la trama asturiana y con las personas a las que la propia Policía define como ideólogos principales de los atentados (los hermanos Almallah).
1. Allekema Lamari. Allekema Lamari, el séptimo suicida de Leganés, tenía como lugarteniente a Abdelkrim Benesmail, a quien enviaba periódicamente giros de dinero a la prisión. En esa cárcel de Villabona, Benesmail se relacionaba casi exclusivamente con presos etarras, como Juan María Igarataundi y Juan Luis Camarero. Además, según ponen de manifiesto los propios informes policiales incluidos en el sumario, en el registro de la celda de Benesmail se le incautaron a éste las direcciones de los presos de ETA Jorge García Sertucha, Fernando Irakula Albizu, Henri Parot y Harriet Iragi Gurrutxaga.
2. 'El Chino'. Según la información que obra en el sumario, Jamal Ahmidan, El Chino, tenía una red de distribución de droga en el País Vasco, lo que significa que forzosamente debía de gozar de algún tipo de protección. Según las declaraciones a EL MUNDO de Omar, lugarteniente de El Chino, éste había establecido en prisión contacto con diversos miembros de ETA, con los que continuó colaborando tras abandonar la cárcel. Las declaraciones incluidas en el sumario muestran que El Chino realizaba frecuentes viajes a Bilbao, donde se aprovisionaba de armas y explosivos. Asimismo, en el sumario consta la transcripción de las conversaciones entre un hermano de El Chino y un personaje que se hace llamar José Urrutia y que realiza frecuentes viajes al País Vasco y Navarra «por motivo político». A todo esto hemos de sumar, gracias a las últimas informaciones de EL MUNDO, la relación directa existente entre El Chino y los etarras que conducían la furgoneta-señuelo de Cañaveras.
3. Los hermanos Almallah. Están también documentados en el sumario los contactos entre los hermanos Almallah (supuestos ideólogos de los atentados) y Yusuf Galán, un batasuno converso al islam.En concreto, Yusuf Galán y Moutaz Almallah estuvieron viviendo juntos en Madrid, en la calle de Martín de los Heros. En el registro del piso de Yusuf Galán en 2002, se encontraron croquis de un artefacto explosivo activado por teléfono móvil, muy similar al que luego se utilizaría, supuestamente, en los atentados del 11 de Marzo.
4. 'El Tunecino'. Yusuf Galán no sólo mantenía contactos con los hermanos Almallah. También consta en el sumario la existencia de una fotografía donde aparece junto a Serhane Farket, El Tunecino, otro de los suicidas de Leganés. Por cierto, en esa fotografía, de la que hasta ahora no se había dado cuenta a la opinión pública, aparecen el batasuno y El Tunecino junto a un traductor de la Policía.
5. La trama asturiana. Están constatados en el sumario numerosos contactos entre la trama asturiana y ETA. Dejando aparte la asombrosa coincidencia de que ETA utilizara para un atentado en Santander un coche robado en el callejón de Emilio Suárez Trashorras, cargado con un tipo de dinamita que todavía no ha sido determinado, el sumario recoge al menos tres denuncias del posible suministro de armas y explosivos a ETA por parte de esa trama dirigida por Antonio Toro. En concreto, constan las denuncias en este sentido de Francisco Javier Lavandera; de José Ignacio Fernández, Nayo (que en la actualidad se encuentra refugiado en un país sudamericano), y de Rafa Zouhier. Antonio Toro coincidió en el módulo ocho de la cárcel de Villabona con los etarras Aratz Gómez Larrañaga y Asier Uribarri Benito, además de con Abdelkrim Benesmail.
El sumario recoge también otros datos interesantes, como la extraña predilección que los miembros de la trama tenían hacia el País Vasco: Basel Gayoun, uno de los miembros del núcleo duro de la calle de Virgen del Coro, residió en San Sebastián y Oyarzun; de hecho, es en el País Vasco donde consiguió sus papeles de residencia. Jamal Ahmidan, El Chino, vivió en San Sebastián.Adnan Waki, otro de los miembros del núcleo duro, residía en Irún, donde compartía piso con tres argelinos que vivían de algún tipo de subvención del Gobierno autónomo. No consta en el sumario que se haya preguntado nada a ninguno de los implicados sobre las relaciones o los contactos que hubieran podido realizar durante su estancia allí.
LOS RECONOCIMIENTOS NO INDAGADOS
Pero lo más inquietante del sumario judicial no es tanto lo que recoge, cuanto lo que simplemente apunta. Porque, en aquellas fechas iniciales tras los atentados, la colaboración ciudadana permitió identificar a diversos etarras en Madrid, sin que después aparezca en el sumario ninguna investigación realizada en ese sentido.
Así, en el sumario constan las declaraciones de varios ciudadanos que habían reconocido a diversos miembros de ETA en Madrid:
1. Un hombre que reconoce a la etarra Josune Oña el 12 de marzo de 2004 en la estación de Metro de Pavones. Aunque consta su declaración ante la Policía, ni siquiera llegaría a prestar declaración ante el juez Del Olmo.
2. Una mujer que reconoce a los etarras Josune Oña, Harriet Aguirre García y Maite Arañalde Ijurco el 12 de marzo de 2004 en la estación de Renfe de Valdelasfuentes. Tampoco llegó a prestar declaración ante el juez.
3. Un hombre que presenció una reunión a principios de febrero de 2004 entre el etarra Asier Eceiza y un narcotraficante de origen árabe bien conocido en el barrio. En esa reunión participaron otro hombre y otra mujer a los que no fue capaz de identificar dicho testigo. Tampoco este testigo ha llegado a prestar declaración ante Del Olmo.
En los tres casos, cabe suponer que la Policía realizaría sus averiguaciones y determinaría que los testimonios no eran fiables, aunque en el tercero de ellos resulta sorprendente que a ese ciudadano no se le haya llamado a declarar para mostrarle las fotografías de los diversos implicados en el 11-M, muchos de los cuales tenían relación con el mundo del narcotráfico.
Pero el más inquietante de esos reconocimientos no investigados es el que corresponde a otra ciudadana madrileña, que el día 12 de marzo avistó a tres etarras en el Metro de Madrid. La denuncia, presentada inicialmente ante el Juzgado de Instrucción número 3, tenía la suficiente solidez como para que este juzgado decidiera inhibirse en favor de la Audiencia Nacional, que es quien se encarga de los delitos de terrorismo.
El caso le correspondió a la juez Teresa Palacios, que abrió diligencias previas y, tras las oportunas investigaciones, dictó auto de fecha 30 de septiembre de 2004 en favor del Juzgado Central de Instrucción número 6, dirigido por Juan Del Olmo, al entender que podía existir relación con los atentados del 11 de Marzo.
Lo peregrino del caso es lo sucedido al llegar esas diligencias al juzgado de Del Olmo. El juez ordenó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que se elaborara un informe sobre la posible relación que pudiera existir entre etarras e islamistas y que se diera traslado de la información al Ministerio Fiscal, pidiéndole opinión sobre si debían asumirse esas diligencias enviadas por Teresa Palacios.
El Ministerio del Interior hizo llegar a Del Olmo dos informes en los que sostenía que no existe relación alguna entre la banda etarra y los terroristas islámicos y, como resultado, la fiscal del caso redactó un escrito en el que se afirmaba textualmente que «no procede aceptar la competencia, dado que de la instrucción de la causa y de los informes policiales aportados [...] se deduce que no han existido posibles vínculos, relaciones o contactos entre la organización terrorista ETA o algunos de sus miembros con organizaciones terroristas islamistas o algunos de sus miembros».Como consecuencia, Del Olmo rechazó asumir las investigaciones sobre ese caso que Teresa Palacios le había remitido.
Lo escandaloso no es que se rechazara investigar la posible conexión de ese avistamiento de tres etarras con los atentados del 11-M, sino el razonamiento seguido para rechazar la investigación.Porque lo que la fiscal del caso está haciendo es, en pocas palabras, lo siguiente: partimos como hipótesis de partida de que el 11-M es un atentado islamista, le añadimos la hipótesis complementaria de que no hay relaciones entre ETA y los islamistas y, como resultado, rechazaremos cualquier dato que pueda vincular a ETA con los atentados.
Ese razonamiento resulta inaceptable en sí mismo, porque podría seguirse aplicando el mismo razonamiento aunque mañana apareciera una fotografía de un etarra colocando una mochila-bomba en los trenes. ¿Dónde está el error lógico? Pues en las dos hipótesis de partida: ni se puede admitir como dogma que el 11-M fuera un atentado islamista, ni tampoco que no existan relaciones entre etarras e islamistas.
Especialmente después de que los medios independientes hayan demostrado que el carácter islamista de los atentados es, cuando menos, cuestionable. Y especialmente después de que EL MUNDO demostrara ayer que la segunda de las hipótesis es, lisa y llanamente, falsa.
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