UNA LINEA DE INVESTIGACION QUE DEL OLMO YA NO PUEDE SOSLAYAR

07-03-06

EDITORIAL

UNA LINEA DE INVESTIGACION QUE DEL OLMO YA NO PUEDE SOSLAYAR


Una de las casualidades más desconcertantes en los muchos enigmas sobre el 11-M es la coincidencia en la fecha entre la caravana de ETA con más de 500 kilos de explosivos, interceptada por la Guardia Civil en Cuenca, y el transporte a Madrid de la dinamita robada en Asturias para cometer los atentados en los trenes.Era el 29 de febrero de 2004.

Resulta muy difícil de creer que los vehículos cargados de explosivos salieran por azar el mismo día y casi a la misma hora de Asturias y de Francia con destino hacia Madrid. EL MUNDO publica hoy un dato extraordinariamente relevante que pone en evidencia que posiblemente la casualidad no fue tal: Jamal Ahmidan, El Chino, dijo ser «amigo» de los dos etarras detenidos en Cuenca.

Esto es al menos lo que contó el ex minero José Emilio Suárez Trashorras a un grupo de agentes cuando fue interrogado en Avilés seis días después de la masacre. La Policía incorporó sus declaraciones a un informe que ha desaparecido, lo que añade otro elemento más de incertidumbre sobre algunas actuaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Algunas fuentes policiales explican que la revelación de Suárez Trashorras, acusado por el juez de cooperador necesario del atentado, se minusvaloró porque en ese momento el foco de la investigación estaba puesto en la trama islámica de la que formaba parte El Chino. Ello tiene lógica, pero no se entiende que los investigadores del 11-M no retomaran esa pista meses después, cuando ya había signos de una eventual implicación de ETA en los preparativos del 11-M.

La declaración de Suárez Trashorras no es concluyente sobre esta implicación, pero revela una posible conexión: que El Chino conocía a los etarras de la caravana. Un amigo y lugarteniente suyo, Omar, también declaró a este periódico que el difunto miembro del comando del 11-M «tenía contactos con ETA». ¿Meras casualidades?

Es bastante difícil de creer, lo mismo que parece imposible que fuera una simple coincidencia que el coche utilizado por ETA en un atentado en Santander fuera robado en el callejón donde almacenaba Trashorras dinamita robada.

Son demasiados hechos que desafían las leyes de la probabilidad y que se suman a otros muchos indicios que apuntan hacia la participación de ETA en la organización de los atentados. Habría que recordar que el confidente Nayo, ex socio de Trashorras, declaró que éste y su cuñado, Antonio Toro, iban a entregar a ETA explosivos a cambio de armas. Y también que funcionarios penitenciarios encontraron en el bolsillo de Benesmail, lugarteniente de Lamari, el jefe del comando de Madrid, un papel con el número de teléfono de Parot.

La declaración de Trashorras sobre los contactos de El Chino con los etarras debe ser investigada. Y ello requiere que el juez Del Olmo cite a declarar a los ocho agentes que interrogaron al ex minero asturiano, al propio Trashorras y a su mujer, que le acompañaba. No se puede cerrar el sumario dejando un cabo suelto tan importante como éste.

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