Trampas del 'caso 11-M'

6-03-06



TERRORISMO ISLAMISTA / LA INVESTIGACION

Trampas del 'caso 11-M

Del Olmo no podrá demostrar que la mochila de Vallecas, la pista clave del atentado, estaba en el tren que estalló en El Pozo

CASIMIRO GARCIA-ABADILLO


Al finalizar la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo del sábado 25 de febrero, su presidente, Francisco José Alcaraz, leyó bajo una gélida lluvia un conmovedor discurso. Lanzó duras críticas a la política del Gobierno respecto a posibles cesiones políticas a ETA y, casi al final de su elocución, dijo: «Dentro de pocos días hará dos años de los brutales atentados de Madrid. Durante este tiempo, hemos esperado que el Gobierno nos aclare cómo y por qué pudo producirse este atentado. En este tiempo sólo hemos recibido la callada por respuesta; las investigaciones sólo arrojan más dudas. Por eso, aprovecho estos momentos para exigirle al Gobierno que queremos saber la verdad». En ese preciso instante, Alcaraz fue interrumpido por centenares de voces: «¡Queremos saber la verdad!», «¡no más mentiras!».
Faltan cinco días para que se cumpla el segundo aniversario del 11-M y todavía millones de ciudadanos siguen preguntándose qué pasó en realidad. Lo que se ha ido descubriendo desde aquel fatídico día no ha hecho sino arrojar sospechas sobre la versión oficial y van a hacer falta muchas toneladas de maquillaje para acallar las demandas de una explicación razonable y creíble sobre el mayor atentado de la Historia de España, que costó la vida a 191 personas.

El juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo, instructor del sumario, tiene ya prácticamente listo el auto de procesamiento, en el que vamos a tener ocasión de conocer cuál es la hipótesis judicial sobre lo sucedido. Según fuentes de la Audiencia Nacional, su escrito se hará público a finales de este mes. (.../...)

Aunque el magistrado tenía previsto explayarse en un texto de casi 2.000 folios, el presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia, Javier Gómez Bermúdez, le ha aconsejado que acorte algo su exposición, lo que parcialmente ha conseguido. El auto de procesamiento se reducirá a ¡unos 1.000 folios! Gómez Bermúdez también ha recomendado a Del Olmo que deje abierta una pieza separada para que la instrucción no concluya con el procesamiento de los aproximadamente 40 imputados que se sentarán en el banquillo de los acusados. «Son tantos los flecos que quedan abiertos que cerrar la investigación en estos momentos sería una insensatez», señalan fuentes judiciales.

Del Olmo, un hombre apocado y meticuloso, ha llevado a cabo un trabajo concienzudo de acumulación de informes, declaraciones, pruebas periciales... Sin embargo, su tesis final sobre los atentados sólo convencerá a los ya convencidos. En resumen: un grupo local de fanáticos islamistas, con una dirección espiritual a cargo de Serhane Fakhet, El Tunecino, y un liderazgo operativo pivotado sobre Jamal Ahmidan, El Chino, y Allekema Lamari, deciden cometer un atentado en España que sirva de lección al Gobierno por el apoyo de Aznar a la Guerra de Irak. No se ha podido demostrar ninguna conexión directa con Al Qaeda, pero se apuntará a su influencia, digamos ideológica, en los responsables de la matanza.

Sobre esa base, Del Olmo ha construido el caso 11-M. Todas las pruebas acumuladas van en la dirección de sustentar esa teoría.

El juez lo va a tener ciertamente difícil, ya que en la propia investigacion policial aparecen numerosas contradicciones e infinidad de preguntas sin respuesta.

Un buen abogado podría desmontar punto por punto la mayoría de las pruebas o indicios que justifican las imputaciones a los acusados. Pero, en este ocasión, el juez tiene la suerte de que los principales presuntos responsables de la carnicería de los trenes murieron en Leganés el 3 de abril de 2004, supuestamente suicidados.

En realidad, Del Olmo sólo tiene a un acusado al que hace responsable material de la comisión de los atentados del 11-M: Jamal Zougam.Y, para apoyarlo, sólo tiene dos reconocimientos hechos de forma insólita y la débil teoría de que las tarjetas de los móviles utilizados para activar las bombas se vendieron en su tienda del barrio madrileño de Lavapiés.

Pero ésa no es, ni mucho menos, la mayor falla de la tesis que, según fuentes solventes, mantendrá en su auto el instructor del caso. Algunos de los hechos que se dan como ciertos y que conforman el armazón de la teoría oficial sobre los atentados del 11-M son falsos o, en el mejor de los casos, dudosos.

La investigación policial que ha llevado a la construcción del caso 11-M parte, básicamente, de dos elementos: la bolsa encontrada en la comisaría de Puente de Vallecas (la prueba clave) y la dinamita que llegó desde Asturias.

Sin estos dos elementos, el caso se viene abajo como un castillo de naipes. Por lo tanto, son la esencia sobre la cual gira todo lo demás.

En la bolsa que recaló en la comisaría de Puente de Vallecas los Tedax encontraron un teléfono móvil con la tarjeta que llevaría a la Policía a la tienda de Lavapiés y a la casa de Morata de Tajuña (donde presuntamente se montaron las bombas el 10 de marzo de 2004, un día antes de la masacre); y la dinamita, que conduciría, junto a los detonadores ya localizados en la furgoneta Renault Kangoo, a las minas asturianas.

¿Cómo llegó esa prueba decisiva a la comisaría? De forma bastante accidentada.

El testimonio del inspector jefe de Policía Miguel Angel Alvarez, responsable de la custodia de los objetos hallados en la estación de tren de El Pozo, plantea más que justificadas sospechas sobre la forma en que la bolsa conteniendo el explosivo terminó en la citada comisaría. Y, aún más grave, la falta de seguridad absoluta de que lo que llegó a dicha comisaría fue exactamente lo que se retiró de la estación de El Pozo poco después de cometido el atentado.

Así son los hechos. La falta de medios materiales obligó al inspector jefe Alvarez a recurrir a los empleados del Servicio Especial de Limpieza Urgente (Selur) para ir metiendo los objetos en bolsas grandes de plástico. Se trabajaba con prisas y no se elaboró, en el momento de retirar los objetos, un inventario de los mismos.

Una vez hecho esto, los bolsones de color verdoso se introdujeron en dos furgones de la Policía que los llevaron a la comisaría de la Villa de Vallecas, destino indicado por el comisario de zona, Eusebio Fraguas.

Sin embargo, los furgones no llegaron a descargar los objetos, ya que en dicha comisaría se les informó a los policías que los trasladaron de que no había nada dispuesto para su recepción e inventariado. De forma irregular, y sin consultarlo con el responsable de la custodia de los mismos, desde el 091 se ordenó a los dos furgones policiales dirigirse al pabellón ferial de Ifema, donde estaban realizando las autopsias a los cadáveres.A dicho lugar se enviaron también los objetos encontrados en las estaciones de Atocha, Téllez y Santa Eugenia.

La caravana policial llegó a su destino alrededor de las 17.30 horas. El inspector jefe, una vez que tuvo conocimiento de este hecho, se lo comunicó a la juez Josefa Bustos Manjón (titular del Juzgado número 49 de Madrid), que llevó a cabo labores de apoyo en el levantamiento de cadáveres en la estación de El Pozo.

La citada juez ordenó entonces que las dos furgonetas trasladasen su contenido a la comisaría de Puente de Vallecas, donde desempeña sus funciones el inspector jefe Alvarez.

Finalmente, los dos vehículos policiales volvieron a recoger los objetos a Ifema y llegaron a su destino en la comisaría de Puente de Vallecas hacia las 21.45 horas. Es decir, que estuvieron más de cuatro horas fuera del control del funcionario que había sido designado como responsable de su custodia.

En Ifema, según fuentes policiales, no se estableció un operativo específico para la custodia de los objetos. Los agentes de la UIP (Unidad de Intervención de la Policía) destinados en el Pabellón 6 de Ifema tenían como misión el control de acceso al mismo.Una vez dentro, la manipulación de las bolsas era relativamente sencilla, según las mismas fuentes.

Nadie puede certificar con certeza que la bolsa en la que dos funcionarios de la comisaría de Puente de Vallecas localizaron la bomba número 13 fuera una de las que se encontró entre los objetos recogidos en la estación de El Pozo. La razón es sencilla: ésa era la primera vez que se hacía el inventario de los objetos.No hay ninguna forma de confrontar si lo que se contabilizó en las dependencias policiales era exactamente lo que los empleados del Selur metieron en los bolsones de color verdoso.

Como ya ha publicado este diario, las versiones sobre el estado del artefacto que contenía la bolsa de deportes de color azul difieren entre lo que mantiene el Tedax que valientemente la desactivó y lo que sostiene el inspector jefe de la Sección de Informes Técnicos y Periciales de la Unidad Central de los Tedax, quien ha mantenido ante el juez, a la vista de la radiografía que se hizo aquella misma noche de la citada bolsa, que los cables que unían el detonador con el teléfono móvil estaban desconectados, por lo que era imposible que la dinamita hiciera explosión.

Por eso, desde el punto de vista judicial es más que relevante la versión del responsable de la custodia de los objetos recogidos en la estación de El Pozo, entre los que se encontraba la bolsa de deportes de color azul con la bomba que no hizo explosión.¿Pudo alguien haber cambiado una bolsa conteniendo objetos diversos por otra conteniendo la dinamita con el detonador y el teléfono móvil? Eso es algo que el propio Alvarez no descarta que pueda haber sucedido.

Sin duda, los abogados de los acusados incidirán en las lagunas que deja abierta en la investigación el hecho de que no se pueda asegurar que la bomba número 13 estaba entre los objetos recogidos en la estación de El Pozo en la mañana del 11 de marzo.

¿Qué ha hecho la dirección de la Policía o el juez respecto a lo sucedido ese día en relación con esa cuestión fundamental? Nada.

Alvarez remitió un informe en octubre de 2004 al director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, en el que le relataba lo sucedido y le solicitaba que lo transmitiera al juez para que éste le tomara declaración. Diecisiete meses después, el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo aún no ha citado a Alvarez.García Hidalgo tampoco le ha pedido ninguna aclaración sobre lo sucedido.

Vayamos ahora a los explosivos. La pista clave que lleva a Asturias (además de la dinamita encontrada en la bolsa de la comisaría de Puente de Vallecas) la constituyen los detonadores que fueron hallados en la furgoneta Renault Kangoo aparcada junto a la estación de tren de Alcalá de Henares (Madrid) en la mañana del atentado.

Pasemos por alto el hecho inaudito de que el jefe del grupo local de la Policía Científica, Luis Martín Gómez, acompañado por un perro entrenado para detectar explosivos, no encontrase nada sospechoso en el interior de dicho vehículo cuando, horas más tarde, en la inspección realizada en la Comisaría General de Información (Canillas), se descubrió bajo el asiento del conductor una bolsa con siete detonadores, un envoltorio de cartucho de dinamita y una cinta con versos coránicos.

Que hubo un tráfico de dinamita desde Asturias hacia Madrid parece un hecho cierto. Ahora bien, ¿qué cantidad de explosivo se trasladó? ¿En qué se basa la creencia de que El Chino trasladó 200 kilos de Goma 2 desde Mina Conchita a Madrid en la madrugada del 29 de febrero de 2004?

En realidad, según las declaraciones que ha realizado ante la policía del ex minero Emilio Suárez Trashorras, El Chino le habló de unos 60 kilos. La teoría de los 200 kilos se basa en que ésa era la capacidad del maletero del vehículo Volkswagen Golf en el que presumiblemente se hizo el traslado del explosivo. Y también en una operación matemática simple: multiplicar las mochilas bomba por unos 12 kilos y añadirle la cantidad de dinamita encontrada en Leganés, más la que se utilizó en el intento de descarrilamiento del AVE Madrid-Sevilla.

La teoría de los 200 kilos tiene algunos inconvenientes. Según pone de manifiesto la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil, en Mina Conchita se recibió entre el 23 de enero y el 23 de febrero de 2004, el mismo tipo de dinamita que el que presumiblemente se utilizó en el atentado. En total, la dirección de Mina Conchita adquirió 1.175 kilos de Goma 2 Eco. Es decir, que si se hubieran robado de la mina asturiana 200 kilos, eso significa que habría desaparecido ¡casi el 20% de todo el explosivo consumido durante ese mes! Demasiado como para que la presunta distracción de cartuchos pasase inadvertida para la dirección de la mina.

El único dato que permite una aproximación cierta a la cantidad de dinamita que El Chino y su grupo compraron en Asturias está en el piso de Leganés.

Tras la explosión del 3 de abril, la Policía localizó 594 envoltorios de cartuchos. Dado que cada uno pesa 152 gramos, se trataría de un total de 90,2 kilos.

Lo lógico es pensar que la dinamita, que, efectivamente, los terroristas sacaron de los cartuchos y después amasaron estuviera en un solo lugar.

Probablemente, según pone de manifiesto el rastreo de las llamadas de los teléfonos móviles llevado a cabo por la Policía, El Chino llevó el día 29 de febrero la dinamita desde Asturias hasta la casa de Morata de Tajuña.

Sin embargo, el día 7 de marzo la Guardia Civil acudió a la misma tras la denuncia realizada por los vecinos de una casa cercana.El Chino debió pensar que era peligroso mantener allí la dinamita.

Por eso, justo al día siguiente, el 8 de marzo, Mohamed Belhadj alquiló el piso de la localidad madrileña de Leganés. Resulta lógico pensar que dicha vivienda fuera utilizada para trasladar a ella los explosivos desde la casa de Morata de Tajuña.

Según los Tedax, para la comisión del presunto suicidio los terroristas pudieron utilizar en torno a 20 kilos de dinamita. La Policía Científica localizó repartidos por distintos puntos otros 17,4 kilos. Teniendo en cuenta que en la bolsa que se localizó en las vías del AVE Madrid-Sevilla había unos 12 kilos de dinamita, quedarían en torno a 40 kilos de Goma Dos, que son los que, seguramente, se utilizaron para colocar en los trenes de la muerte: es decir, unas tres mochilas más o menos.

El día 11 de marzo del año 2004 estallaron 10 bombas en cuatro trenes de cercanías de Madrid y tres de ellas no hicieron explosión.Una, la de la comisaría de Puente de Vallecas. Otras dos fueron explosionadas por la Policía.

Asegurar, por tanto, que los atentados los cometieron entre 10 y 13 personas, todas ellas islamistas, utilizando para ello la Goma 2 que llegó desde Asturias trasladada por El Chino, es tan aventurado como mantener que, en realidad, lo que hubo fueron dos atentados superpuestos. Uno llevado a cabo por aficionados y otro perpetrado por verdaderos profesionales.

El juez Juan del Olmo no lo tiene fácil, ni mucho menos. Pero se ha enfrentado a este caso como si se tratará de un delito más; terrible, eso sí, pero dentro de unas coordenadas delicuenciales que lo vacían de toda su carga política.

La Fiscalía se ha cuidado muy mucho de que la investigación no traspase esas lindes. Es decir, que ninguna de las vías abiertas por la investigación desvirtúe la tesis de que se trata de un atentado cometido por un grupo de fanáticos sin ninguna conexión con otras redes delictivas o con la infiltración de elementos aleccionados por los servicios secretos.

Hasta ahora no hay una explicación suficientemente convincente sobre los atentados cometidos el 11-M. Lo que sí está claro es que los elementos sobre los que se ha construido este caso, en el que la versión oficial y la judicial coinciden, no son creíbles o son muy endebles.

Afortunadamente, testimonios valientes como el del inspector jefe Alvarez pueden contribuir a que vayamos casando las miles de piezas de este complicado puzzle


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me parece una teoria muy interesante ...
alguien me puede decir si en la estacion de atocha los tecnicos de luimpieza usaban guantes? porque tendrian que haber dejado huellas dactilares en la bolsa azul de la comisaria...
Anónimo ha dicho que…
E Fs Mg
No creo que este aqui la clave de la iscripcion.
Nombre: ...... (ver articulo)
Apellido 1 ....(ver articulo)
Apellido 2 ....(No ver articulo) quizas un hijo.
seria mucha casualidad y si coincidiesen seria solo por azar.

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