El ADN de Bouchar y Ghalyoun aparece en los lugares clave, pero no el de Zougam
23-05-07
JUICIO POR UNA MASACRE / La prueba pericial
El ADN de Bouchar y Ghalyoun aparece en los lugares clave, pero no el de Zougam
Tres islamistas niegan que Hasan Haski sea el jefe del GICM, como sostiene la fiscal
MANUEL MARRACO
JUICIO POR UNA MASACRE / La prueba pericial
El ADN de Bouchar y Ghalyoun aparece en los lugares clave, pero no el de Zougam
Tres islamistas niegan que Hasan Haski sea el jefe del GICM, como sostiene la fiscal
MANUEL MARRACO
MADRID.- Los rastros de ADN investigados por la Policía sitúan en los lugares clave de la masacre a dos presuntos autores materiales del 11-M, pero dejan fuera a Jamal Zougam, según los peritos que comparecieron ayer ante el tribunal. Se trata de Abdelmajid Bouchar y de Basel Ghalyoun, para quienes la Fiscalía pide casi 40.000 años de prisión.
Ambos acusados, que en los primeros compases del juicio habían visto como se retractaban los testigos que les habían identificado en los trenes, vivieron ayer la jornada más dura. El ADN no se movió: el de Bouchar estaba en Morata y Leganés, y el de Ghalyoun, en Leganés. Los dos niegan haber estado donde se encontró su ADN.
(.../...)
La jornada fue mucho más favorable para Hasan Haski, presunto autor intelectual de la masacre, que en la sesión de la mañana salió airoso del testimonio que más podía perjudicarle.
Los casos de Bouchar y Ghalyoun no son equiparables. El ADN del primero, identificado cuando huyó a la carrera del cerco policial de Leganés, apareció en huesos de aceituna y dátil encontrados en una bolsa de basura del piso franco. También se encontró su rastro genético en una cuchilla de afeitar en la casa donde supuestamente se montaron las mochilas bomba.
Según indicaron fuentes de la Fiscalía, éste y otros elementos son suficientes para mantener una acusación como autores de la masacre, pese a que finalmente no haya una identificación en los trenes.
En el caso de Ghalyoun, el rastro apareció en un gorro que pertenecía a un tal Abdulah -tenía bordado ese nombre- hallado entre los escombros. Su defensa mantiene que la prenda pudo haber llegado allí de mano de alguno de los implicados con los que compartió piso, y que no es posible determinar la fecha en la que ese rastro quedó en la prenda.
El fiscal Carlos Bautista cumplió con el farragoso papel de encadenar los números de los múltiples informes y de los peritos que los elaboraron para ir ratificándolos uno a uno. El resultado fue dibujando la intervención de los presuntos miembros de la célula -casi siempre los suicidas o los huidos-, pero también los resquicios de la investigación que suponen varios ADN sin identificar.
Hasta hace poco, la cifra era más elevada. Las Fuerzas de Seguridad han logrado poner nombre a uno de ellos, que aparecía tanto en Leganés como en Morata. Se trata de Abdelilah Hriz, encarcelado en Marruecos por terrorismo.
En la sesión de la mañana, la fiscal Olga Sánchez no logró que los tres testigos que declararon por videoconferencia desde Versalles confirmaran el perfil de Hasan Haski que mantiene en su escrito de acusación: un islamista al que notaron «nervioso» y «con miedo» en fechas próximas al 11-M y que llegó a confesar que los atentados habían sido obra de su grupo.
La videoconferencia más comprometida era la primera. Ante la policía francesa, Attila Turk había incriminado claramente a Haski: «Me dijo que conocía a Jamal Zougam, el que había hecho los atentados [...]. Dijo que había sido su grupo de marroquíes en España quien había dado el golpe. Dijo que era su jamaa (grupo) quien había hecho eso y yo noté su cambio antes y después de los atentados», dijo.
Ayer, sin embargo, Attila Turk no reconoció nada. Tal vez previendo la respuesta negativa, nadie le preguntó por esta última frase, la más comprometedora para el supuesto ideólogo de la masacre. Sobre la mención a Zougam, se retractó. A preguntas del José Luis Borraz, abogado de Haski, el testigo rechazó sus declaraciones ante la policía francesa, y explicó que había sido interrogado sin abogado en al menos una decena de ocasiones.
Las acusaciones sí se llevaron algo. El testigo reconoció que había existido un encuentro en el que, según la fiscal, se debatió el liderazgo del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), que se disputaban Haski y otro detenido en Francia.
En sus declaraciones, los hermanos Ahmed y Yusef M'Saad, admitieron que Haski se alojó en casa de sus padres antes y después del 11-M. El primero de ellos dijo que le vio «normal» y que «no tenía miedo». Respecto a si le conocían como Abu Hamza -supuesto alias del jefe del GICM- su hermano respondió sucesivamente «sí», «no» y «escasas veces».
Otro presunto ideólogo de la masacre, Yusef Belhadj, también tuvo ayer una buena sesión. Los expertos reconocieron que no era suya la voz del comunicado de reivindicación recogido en una papelera la noche anterior al 14-M.
Ambos acusados, que en los primeros compases del juicio habían visto como se retractaban los testigos que les habían identificado en los trenes, vivieron ayer la jornada más dura. El ADN no se movió: el de Bouchar estaba en Morata y Leganés, y el de Ghalyoun, en Leganés. Los dos niegan haber estado donde se encontró su ADN.
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La jornada fue mucho más favorable para Hasan Haski, presunto autor intelectual de la masacre, que en la sesión de la mañana salió airoso del testimonio que más podía perjudicarle.
Los casos de Bouchar y Ghalyoun no son equiparables. El ADN del primero, identificado cuando huyó a la carrera del cerco policial de Leganés, apareció en huesos de aceituna y dátil encontrados en una bolsa de basura del piso franco. También se encontró su rastro genético en una cuchilla de afeitar en la casa donde supuestamente se montaron las mochilas bomba.
Según indicaron fuentes de la Fiscalía, éste y otros elementos son suficientes para mantener una acusación como autores de la masacre, pese a que finalmente no haya una identificación en los trenes.
En el caso de Ghalyoun, el rastro apareció en un gorro que pertenecía a un tal Abdulah -tenía bordado ese nombre- hallado entre los escombros. Su defensa mantiene que la prenda pudo haber llegado allí de mano de alguno de los implicados con los que compartió piso, y que no es posible determinar la fecha en la que ese rastro quedó en la prenda.
El fiscal Carlos Bautista cumplió con el farragoso papel de encadenar los números de los múltiples informes y de los peritos que los elaboraron para ir ratificándolos uno a uno. El resultado fue dibujando la intervención de los presuntos miembros de la célula -casi siempre los suicidas o los huidos-, pero también los resquicios de la investigación que suponen varios ADN sin identificar.
Hasta hace poco, la cifra era más elevada. Las Fuerzas de Seguridad han logrado poner nombre a uno de ellos, que aparecía tanto en Leganés como en Morata. Se trata de Abdelilah Hriz, encarcelado en Marruecos por terrorismo.
En la sesión de la mañana, la fiscal Olga Sánchez no logró que los tres testigos que declararon por videoconferencia desde Versalles confirmaran el perfil de Hasan Haski que mantiene en su escrito de acusación: un islamista al que notaron «nervioso» y «con miedo» en fechas próximas al 11-M y que llegó a confesar que los atentados habían sido obra de su grupo.
La videoconferencia más comprometida era la primera. Ante la policía francesa, Attila Turk había incriminado claramente a Haski: «Me dijo que conocía a Jamal Zougam, el que había hecho los atentados [...]. Dijo que había sido su grupo de marroquíes en España quien había dado el golpe. Dijo que era su jamaa (grupo) quien había hecho eso y yo noté su cambio antes y después de los atentados», dijo.
Ayer, sin embargo, Attila Turk no reconoció nada. Tal vez previendo la respuesta negativa, nadie le preguntó por esta última frase, la más comprometedora para el supuesto ideólogo de la masacre. Sobre la mención a Zougam, se retractó. A preguntas del José Luis Borraz, abogado de Haski, el testigo rechazó sus declaraciones ante la policía francesa, y explicó que había sido interrogado sin abogado en al menos una decena de ocasiones.
Las acusaciones sí se llevaron algo. El testigo reconoció que había existido un encuentro en el que, según la fiscal, se debatió el liderazgo del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), que se disputaban Haski y otro detenido en Francia.
En sus declaraciones, los hermanos Ahmed y Yusef M'Saad, admitieron que Haski se alojó en casa de sus padres antes y después del 11-M. El primero de ellos dijo que le vio «normal» y que «no tenía miedo». Respecto a si le conocían como Abu Hamza -supuesto alias del jefe del GICM- su hermano respondió sucesivamente «sí», «no» y «escasas veces».
Otro presunto ideólogo de la masacre, Yusef Belhadj, también tuvo ayer una buena sesión. Los expertos reconocieron que no era suya la voz del comunicado de reivindicación recogido en una papelera la noche anterior al 14-M.
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