La Realidad De ETA: El Desafío De 'Txapote' Y Las Cartas De Extorsión

22-07-06



EDITORIAL

La Realidad De ETA: El Desafío De 'Txapote' Y Las Cartas De Extorsión


Nadie que haya visto las imágenes del juicio por el asesinato, hace diez años, del dirigente socialista Fernando Múgica podrá mantener la ingenua esperanza de que ETA está arrepentida y dispuesta a respetar las reglas del juego democrático. Javier García Gaztelu, alias Txapote, se dejó ver como lo que es: un matón, carente de cualquier voluntad de reinserción. Si anteayer negó al tribunal la legitimidad para juzgar a un «luchador vasco», ayer calificó al magistrado que lo presidía como «monigote de circo»; se negó a tomar asiento entre gritos e improperios; se encaró con los policías que le custodiaban, y, al igual que hicieran los etarras que en diciembre de 2002 colocaron un coche-bomba en Santander, dio una violenta patada al cristal blindado que le separaba de la sala.

Habrá quienes digan que Txapote es un loco, un monstruo, un caso extremo. Sin embargo, aun cuando pueda haber presos de ETA que sí estén dispuestos a pedir perdón a las víctimas y reintegrarse en la sociedad, el de Txapote no es un caso aislado ni muchísimo menos. Como bien ha dicho el presidente de la Audiencia Nacional, Carlos Dívar, su actitud desafiante «es una manifestación de lo que es el terrorismo y de lo que son sus protagonistas». ETA es una banda mafiosa y criminal a la que ningún Gobierno debería convertir en interlocutora de un «conflicto político». Y menos aún cuando no ha dado ninguna señal de querer abandonar la violencia.

La actitud de Txapote podría reflejar una frustración personal ante el hecho más que probable de que, como desea el hijo de Fernando Múgica, se acabe pudriendo en la cárcel. El fiscal jefe de la Audiencia ha pedido que se haga en su caso «Justicia con mayúsculas». Sin embargo, la reacción del asesino de Múgica y Miguel Angel Blanco también refleja el envalentonamiento que todo el entorno de ETA y Batasuna viene exhibiendo desde que el Gobierno decidió sustituir la estrategia de derrota definitiva de los terroristas por la de la negociación.

Los esfuerzos del PSOE para blanquear a Batasuna y su empeño en minimizar aquellos datos concretos que demuestran que ETA sigue actuando y extorsionando sobrepasan, en este sentido, las líneas rojas de la responsabilidad. El último ejemplo es el de la nueva remesa de cartas de extorsión, fechadas en junio y denunciada por la Confederación de Empresarios Navarros. El PSOE primero intentó restar credibilidad a la acusación y sólo cuando las Fuerzas de Seguridad corroboraron la existencia de las cartas, el Gobierno se avino a dar una explicación. La vicepresidenta aseguró ayer que no tiene «conclusiones definitivas» sobre las cartas. Es una respuesta huidiza e insatisfactoria, máxime cuando la denuncia de los empresarios coincide con los datos arrojados por la investigación judicial sobre la red de extorsión de ETA. Entre ellos, el escandaloso chivatazo de agentes policiales a los etarras. El Gobierno no puede actuar según la vieja sentencia de que «no dejes que la realidad te estropee un buen titular». Tiene la obligación de llegar hasta el fondo de este asunto. Y si se demostrara que en efecto las cartas son auténticas, debe posponer sine die su primer encuentro oficial con los colegas de Txapote hasta que ETA dé muestras inequívocas de su voluntad de enmienda y disolución.

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