Zougam rebate las acusaciones y la fiscal no logra ponerle en apuros
17-02-07
Juicio por una masacre / Día 2
Zougam rebate las acusaciones y la fiscal no logra ponerle en apuros
Juicio por una masacre / Día 2
Zougam rebate las acusaciones y la fiscal no logra ponerle en apuros
Explica la venta de las tarjetas, niega conocer a los suicidas de Leganés, refuta los reconocimientos y asegura que estaba durmiendo durante el atentado Olga Sánchez le interrogó durante apenas media hora y no puso en evidencia ninguna contradicción en su relato Tanto Belhadj como Haski, presuntos inspiradores de la masacre, niegan su participación y la condenan
MANUEL MARRACO
MADRID.- Jamal Zougam, el primer detenido por el 11-M, el rostro de la masacre desde la víspera de la jornada electoral, eligió ayer el camino opuesto a los tres acusados que le habían precedido: miró a la cara a la fiscal y dijo que sí, que iba a responder a sus acusaciones.
Olga Sánchez mantiene que fue él quien entregó las tarjetas de teléfono para las mochilas bomba y que, además, colocó uno de los artefactos. El resultado de la suma son casi 40.000 años de cárcel por 191 asesinatos y 1.825 heridos.
(.../...)
El cálculo que arrojaron las respuestas de Zougam al breve interrogatorio de la fiscal -apenas duró media hora- fue muy distinto. Tras sus primeras palabras al presidente del tribunal -«Me declaro inocente»-, ofreció una versión de los acontecimientos que encajaba con facilidad en su rutina de trabajo en el locutorio.
Cuando la fiscal le preguntó si era consciente de que una tarjeta salida de ese locutorio había aparecido en la mochila bomba desactivada en Vallecas, el marroquí replicó: «Sí, se rompió mi presunción de inocencia por esa tarjeta».
El presunto autor material de la masacre negó conocer a ninguno de los suicidas de Leganés y haber estado en el piso franco o en la casa de Morata de Tajuña, donde supuestamente se montaron los artefactos.
El ritmo fulgurante con el que avanza el juicio ha dejado atrás los interrogatorios a los presuntos inductores de la masacre. Con el turno de los autores materiales ha llegado también un cambio de actitud. Ayer, Jamal Zougam encaró a Olga Sánchez y ofreció a la Sala otra versión de los hechos
Según el relato que presentó al tribunal, aquel 11 de marzo se levantó, como siempre, a las 10 de la mañana. Supo de los atentados por la televisión, mientras desayunaba con su madre. Antes de salir para Lavapiés, llamó a su hermano para saber cómo estaba el tráfico y optó por coger la M-30. Llegó al locutorio con algo de retraso porque, aunque había poco tráfico, le costó aparcar.
El marroquí era socio del negocio junto a su hermanastro, Mohamed Chaoui, y Mohamed Bakali. Contaban con un cuarto empleado, Abdelmajid Zbakh. También ellos fueron detenidos, pero el juez Juan del Olmo acabó poniéndoles en libertad y decidió no sentarles en el banquillo. Sólo Zougam siguió en prisión, porque a él le habían identificado en los trenes.
«¿Cuándo conoció a Serhane [El Tunecino]?», preguntó de manera directa la fiscal. «No lo conozco». Tampoco a El Chino, otro de los líderes de la célula de Madrid. El marroquí puso en duda la consistencia de las declaraciones que sitúan a ambos en una ocasión en el locutorio.
La tarjeta localizada en la mochila de Vallecas formaba parte de bloque de 100 que habían comprado a otro negocio. Zougam confirmó la compra, pero aclaró que era Bakali quien se encargaba de todo lo relacionado con las tarjetas. «¿Recuerda si vendió un lote de 10 tarjetas a alguien?», preguntó la fiscal, en referencia a las supuestamente obtenidas por la célula. Tampoco ésa era su tarea. «Eso lo hacen Zbakh y Bakali, yo hago otras cosas. Estoy poco tiempo de cara al público».
Esas «otras cosas» a las que se dedicaba era aspectos más técnicos, la reparación de los aparatos. Sin embargo, insistió en que esos conocimientos no eran suficientes para dar un paso más en su presunta intervención en la masacre: conectar los teléfonos para que estallaran.
«¿Enseñó a El Tunecino o a El Chino a sincronizar los teléfonos?». Zougam lo negó por tres vías: «No puedo porque no sé ni de bombas ni de esto. Segundo, no conozco a estas personas. Y tercero, no tengo nada que ver con esto».
El acusado consideró normal que la tarjeta de su móvil en el momento de la detención proviniera del mismo lote de 100 que las de la célula. Era habitual emplear las tarjetas que ellos mismos compraban para la tienda, dijo.
Otro apartado del interrogatorio fiscal se centró en una comprometida llamada desde su teléfono a Mohamed Afalah, en busca y captura por los atentados. Dijo que no le conocía, aunque tenía su número en la agenda porque hacía chapuzas. Esa llamada concreta la realizó otra persona desde su teléfono, también por asunto de una obra. No dijo qué persona, pero sugirió que si, como se supone, su teléfono estaba pinchado, sería fácil comprobarlo.
Tras negar -a preguntas de otra acusación- que conociera a alguno de los suicidas de Leganés, dijo que nunca había estado en otro de los refugios de la célula. «No había oído hablar de Chinchón hasta que fui detenido. Ni de Morata de Tajuña ni de Chinchón». Zougam dijo estas últimas palabras con una media sonrisa, lo que provocó que el presidente le reprendiera: «¿Le hace mucha gracia? Absténgase de sonreír».
Zougam se defendió de manera especialmente activa en el segundo apartado: los reconocimientos. En su escrito de defensa, el abogado del marroquí, José Luis Abascal, insistió ante la Sala en las inconsistencias y contradicciones en las que, a su juicio, incurrieron los testigos. Ayer la fiscal dio pie al marroquí para que las explicara: «¿Cómo explica que cuatro personas le reconocieran en los trenes?», formuló Sánchez.
«Tengo una explicación», dijo: su fotografía se había divulgado por el mundo entero. Sólo uno de los testigos le había reconocido antes, pero su testimonio era claramente contradictorio. Le situaba colocando la mochila bomba en el piso de abajo del tren de Santa Eugenia, cuando la explosión se produjo en el de arriba. Zougam volvió a relatar este episodio a preguntas de Gómez Bermúdez, que le pidió aclaraciones antes de cerrar el turno de la fiscal.
Los supuestos reconocimientos en los trenes serán sometidos a contradicción en la siguiente fase del juicio, una vez que concluyan los interrogatorios a los acusados.
Cuando llegó el turno a las otras 23 acusaciones, Zougam perdió la paciencia. Respondió a la mayoría de las preguntas, pero otras las despachó con un «ya le he contestado». Acabó negándose a seguir respondiendo porque se sentía cansado, lo que llevó al presidente a suspender la sesión hasta el lunes. Cuando concluyan las acusaciones, será su defensa la que pregunte.
Antes de concluir dio tiempo a repasar su relación con AbuDahdah, al que conoció únicamente como «comerciante». También confirmó al tribunal que, como publicó este diario, miembros del CNI le habían intentado captar como confidente. «Si tú nos ayudas, nosotros te ayudamos», le dijeron, según la versión del marroquí. La respuesta fue que no tenían contactos con el islamismo ni tiempo para dedicárselo.
PROXIMA SESION
BASEL GHALYOUN
Nacionalidad: Sirio. Detenido en Ugena (Toledo) el 24 de marzo de 2004.
Acusación: Autor material. La Fiscalía pide 36.854 años de prisión.
Argumentos: Una joven lo reconoció en uno de los trenes. Sin embargo, Del Olmo no lo procesó como autor, pero la fiscal recurrió.
ABDELMAJID BOUCHAR
Nacionalidad: Marroquí. Detenido en Belgrado (Serbia) el 17 de agosto de 2005.
Acusación: Autor material. La Fiscalía pide 36.854 años de prisión.
Argumentos: Un testigo dice haberlo visto en el tren de Téllez. Escapó del piso de Leganés al detectar la presencia policial.
ORDEN EN LA SALA
DISCULPAS DE GOMEZ BERMUDEZ
La segunda sesión del juicio del 11-M comenzó ayer con las disculpas del presidente del Tribunal, Javier Gómez Bermúdez, al abogado defensor de 'Mohamed El Egipcio', Endika Zulueta, por sus intervenciones el pasado jueves durante el interrogatorio. «Cuando crea que he cometido un exceso, haré esto al inicio de cada sesión», afirmó. Durante la primera jornada de la vista, Gómez Bermúdez cortó las protestas que planteó la defensa de Zougam y Ghalyoun por la retransmisión del juicio al no haberse planteado como cuestión previa. También impidió a 'Mohamed El Egipcio' explicar las razones por las que se negaba a declarar. Por la tarde, interrumpió en varias ocasiones al letrado Endika Zulueta e ironizó sobre la utilidad de alguna de sus cuestiones.
CARTEL DE RAFA ZOUHIER
El ex confidente de la Guardia Civil Rafá Zouhier mostró un cartel durante un receso del juicio por los atentados del 11-M en el que se podía leer: «Nunca provocaré a las víctimas por las que arriesgué mi vida avisando a la Guardia Civil».
Este gesto de Zouhier -acusado de haber servido de intermediario entre la célula islamista que perpetró la masacre y el ex minero José Emilio Suárez Trashorras para la obtención de los explosivos- provocó que la presidenta de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, Pilar Manjón, se acercara hasta la sala blindada donde se encuentran los procesados para leer la nota.
Después de hacerlo, Manjón comentó a los periodistas que, durante la primera sesión del juicio, Rafá Zouhier -detenido el 19 de marzo de 2004- ya había intentado hablar con ella.
MANUEL MARRACO
MADRID.- Jamal Zougam, el primer detenido por el 11-M, el rostro de la masacre desde la víspera de la jornada electoral, eligió ayer el camino opuesto a los tres acusados que le habían precedido: miró a la cara a la fiscal y dijo que sí, que iba a responder a sus acusaciones.
Olga Sánchez mantiene que fue él quien entregó las tarjetas de teléfono para las mochilas bomba y que, además, colocó uno de los artefactos. El resultado de la suma son casi 40.000 años de cárcel por 191 asesinatos y 1.825 heridos.
(.../...)
El cálculo que arrojaron las respuestas de Zougam al breve interrogatorio de la fiscal -apenas duró media hora- fue muy distinto. Tras sus primeras palabras al presidente del tribunal -«Me declaro inocente»-, ofreció una versión de los acontecimientos que encajaba con facilidad en su rutina de trabajo en el locutorio.
Cuando la fiscal le preguntó si era consciente de que una tarjeta salida de ese locutorio había aparecido en la mochila bomba desactivada en Vallecas, el marroquí replicó: «Sí, se rompió mi presunción de inocencia por esa tarjeta».
El presunto autor material de la masacre negó conocer a ninguno de los suicidas de Leganés y haber estado en el piso franco o en la casa de Morata de Tajuña, donde supuestamente se montaron los artefactos.
El ritmo fulgurante con el que avanza el juicio ha dejado atrás los interrogatorios a los presuntos inductores de la masacre. Con el turno de los autores materiales ha llegado también un cambio de actitud. Ayer, Jamal Zougam encaró a Olga Sánchez y ofreció a la Sala otra versión de los hechos
Según el relato que presentó al tribunal, aquel 11 de marzo se levantó, como siempre, a las 10 de la mañana. Supo de los atentados por la televisión, mientras desayunaba con su madre. Antes de salir para Lavapiés, llamó a su hermano para saber cómo estaba el tráfico y optó por coger la M-30. Llegó al locutorio con algo de retraso porque, aunque había poco tráfico, le costó aparcar.
El marroquí era socio del negocio junto a su hermanastro, Mohamed Chaoui, y Mohamed Bakali. Contaban con un cuarto empleado, Abdelmajid Zbakh. También ellos fueron detenidos, pero el juez Juan del Olmo acabó poniéndoles en libertad y decidió no sentarles en el banquillo. Sólo Zougam siguió en prisión, porque a él le habían identificado en los trenes.
«¿Cuándo conoció a Serhane [El Tunecino]?», preguntó de manera directa la fiscal. «No lo conozco». Tampoco a El Chino, otro de los líderes de la célula de Madrid. El marroquí puso en duda la consistencia de las declaraciones que sitúan a ambos en una ocasión en el locutorio.
La tarjeta localizada en la mochila de Vallecas formaba parte de bloque de 100 que habían comprado a otro negocio. Zougam confirmó la compra, pero aclaró que era Bakali quien se encargaba de todo lo relacionado con las tarjetas. «¿Recuerda si vendió un lote de 10 tarjetas a alguien?», preguntó la fiscal, en referencia a las supuestamente obtenidas por la célula. Tampoco ésa era su tarea. «Eso lo hacen Zbakh y Bakali, yo hago otras cosas. Estoy poco tiempo de cara al público».
Esas «otras cosas» a las que se dedicaba era aspectos más técnicos, la reparación de los aparatos. Sin embargo, insistió en que esos conocimientos no eran suficientes para dar un paso más en su presunta intervención en la masacre: conectar los teléfonos para que estallaran.
«¿Enseñó a El Tunecino o a El Chino a sincronizar los teléfonos?». Zougam lo negó por tres vías: «No puedo porque no sé ni de bombas ni de esto. Segundo, no conozco a estas personas. Y tercero, no tengo nada que ver con esto».
El acusado consideró normal que la tarjeta de su móvil en el momento de la detención proviniera del mismo lote de 100 que las de la célula. Era habitual emplear las tarjetas que ellos mismos compraban para la tienda, dijo.
Otro apartado del interrogatorio fiscal se centró en una comprometida llamada desde su teléfono a Mohamed Afalah, en busca y captura por los atentados. Dijo que no le conocía, aunque tenía su número en la agenda porque hacía chapuzas. Esa llamada concreta la realizó otra persona desde su teléfono, también por asunto de una obra. No dijo qué persona, pero sugirió que si, como se supone, su teléfono estaba pinchado, sería fácil comprobarlo.
Tras negar -a preguntas de otra acusación- que conociera a alguno de los suicidas de Leganés, dijo que nunca había estado en otro de los refugios de la célula. «No había oído hablar de Chinchón hasta que fui detenido. Ni de Morata de Tajuña ni de Chinchón». Zougam dijo estas últimas palabras con una media sonrisa, lo que provocó que el presidente le reprendiera: «¿Le hace mucha gracia? Absténgase de sonreír».
Zougam se defendió de manera especialmente activa en el segundo apartado: los reconocimientos. En su escrito de defensa, el abogado del marroquí, José Luis Abascal, insistió ante la Sala en las inconsistencias y contradicciones en las que, a su juicio, incurrieron los testigos. Ayer la fiscal dio pie al marroquí para que las explicara: «¿Cómo explica que cuatro personas le reconocieran en los trenes?», formuló Sánchez.
«Tengo una explicación», dijo: su fotografía se había divulgado por el mundo entero. Sólo uno de los testigos le había reconocido antes, pero su testimonio era claramente contradictorio. Le situaba colocando la mochila bomba en el piso de abajo del tren de Santa Eugenia, cuando la explosión se produjo en el de arriba. Zougam volvió a relatar este episodio a preguntas de Gómez Bermúdez, que le pidió aclaraciones antes de cerrar el turno de la fiscal.
Los supuestos reconocimientos en los trenes serán sometidos a contradicción en la siguiente fase del juicio, una vez que concluyan los interrogatorios a los acusados.
Cuando llegó el turno a las otras 23 acusaciones, Zougam perdió la paciencia. Respondió a la mayoría de las preguntas, pero otras las despachó con un «ya le he contestado». Acabó negándose a seguir respondiendo porque se sentía cansado, lo que llevó al presidente a suspender la sesión hasta el lunes. Cuando concluyan las acusaciones, será su defensa la que pregunte.
Antes de concluir dio tiempo a repasar su relación con AbuDahdah, al que conoció únicamente como «comerciante». También confirmó al tribunal que, como publicó este diario, miembros del CNI le habían intentado captar como confidente. «Si tú nos ayudas, nosotros te ayudamos», le dijeron, según la versión del marroquí. La respuesta fue que no tenían contactos con el islamismo ni tiempo para dedicárselo.
PROXIMA SESION
BASEL GHALYOUN
Nacionalidad: Sirio. Detenido en Ugena (Toledo) el 24 de marzo de 2004.
Acusación: Autor material. La Fiscalía pide 36.854 años de prisión.
Argumentos: Una joven lo reconoció en uno de los trenes. Sin embargo, Del Olmo no lo procesó como autor, pero la fiscal recurrió.
ABDELMAJID BOUCHAR
Nacionalidad: Marroquí. Detenido en Belgrado (Serbia) el 17 de agosto de 2005.
Acusación: Autor material. La Fiscalía pide 36.854 años de prisión.
Argumentos: Un testigo dice haberlo visto en el tren de Téllez. Escapó del piso de Leganés al detectar la presencia policial.
ORDEN EN LA SALA
DISCULPAS DE GOMEZ BERMUDEZ
La segunda sesión del juicio del 11-M comenzó ayer con las disculpas del presidente del Tribunal, Javier Gómez Bermúdez, al abogado defensor de 'Mohamed El Egipcio', Endika Zulueta, por sus intervenciones el pasado jueves durante el interrogatorio. «Cuando crea que he cometido un exceso, haré esto al inicio de cada sesión», afirmó. Durante la primera jornada de la vista, Gómez Bermúdez cortó las protestas que planteó la defensa de Zougam y Ghalyoun por la retransmisión del juicio al no haberse planteado como cuestión previa. También impidió a 'Mohamed El Egipcio' explicar las razones por las que se negaba a declarar. Por la tarde, interrumpió en varias ocasiones al letrado Endika Zulueta e ironizó sobre la utilidad de alguna de sus cuestiones.
CARTEL DE RAFA ZOUHIER
El ex confidente de la Guardia Civil Rafá Zouhier mostró un cartel durante un receso del juicio por los atentados del 11-M en el que se podía leer: «Nunca provocaré a las víctimas por las que arriesgué mi vida avisando a la Guardia Civil».
Este gesto de Zouhier -acusado de haber servido de intermediario entre la célula islamista que perpetró la masacre y el ex minero José Emilio Suárez Trashorras para la obtención de los explosivos- provocó que la presidenta de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, Pilar Manjón, se acercara hasta la sala blindada donde se encuentran los procesados para leer la nota.
Después de hacerlo, Manjón comentó a los periodistas que, durante la primera sesión del juicio, Rafá Zouhier -detenido el 19 de marzo de 2004- ya había intentado hablar con ella.
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