El acusado principal presenta batalla
17-02-07
PREGUERIAS
El acusado principal presenta batalla
VICTORIA PREGO
PREGUERIAS
El acusado principal presenta batalla
VICTORIA PREGO
Ayer nos quedamos sin asistir al careo previsto entre la versión que el jueves había dado de sí mismo el hombre del callo en la frente, El Egipcio, y la grabación de las cintas en las que contaba a sus hermanos en el fanatismo que él era el padre y organizador de la matanza de Madrid. Tendremos que esperar hasta el día 26 para poder asistir al acontecimiento: son siete horas de conversaciones las que tiene grabadas la policía italiana y el abogado defensor debe conocer primero los fragmentos que van a ser sometidos a contraste. De modo que Rabei Osman se pasó la mañana de ayer dentro de la cabina en la que, por segundo día, se repitió una escena significativa: él se sienta solo. Todos los demás islamistas acusados se agrupan en los bancos de la habitación blindada dejando en torno a él lo que podría ser una especie de zona instintiva de respeto. Lo cual sugiere inevitablemente al observador que ahí se sienta un jefe y que ese jefe es muy consciente de su autoridad. Y, sin embargo, sentado solo en el canto del banco, con el cuerpo dirigido directamente hacia la silla de los declarantes, casi anhelante, el hombre del callo en la frente se bebió literalmente las palabras de los dos marroquíes de quienes dicen que ocupan con él los puestos de mando de la red del terror.
(.../...)
Al final, y puesto que tampoco ellos, Yusef Belhadj y Hasan Haski, quisieron responder a nadie más que a sus abogados, tuvimos que reconstruir sus vidas y andanzas siguiendo el ordenado hilo de las preguntas de la fiscal. Si todo lo que allí se dijo puede ser demostrado, esos dos cogotes son los de dos fanáticos dispuestos a negar hasta lo innegable -sus convicciones y su locura convertida en fe- porque ni siquiera el orgullo de pertenecer a ese ejército sangriento de Alá está por encima de su determinación para continuar su tarea de exterminio.
Entonces se produjo un quiebro. Dos quiebros en realidad. Y donde había habido silencio o frases apenas musitadas y devueltas luego con la asepsia y el titubeo propios de una traducción simultánea dificultosa, entraron las palabras en torrente. Declaraba Jamal Zougam, acusado de ser uno de los autores material de los crímenes de Atocha que, por primera vez en estas dos jornadas de juicio, sí quiso responder a la fiscal. Y llegó así el segundo quiebro porque, para sorpresa de algunos, el interrogatorio estructurado, sistemático e implacable que la fiscal había practicado con los tres acusados anteriores, perdió energía y densidad. Perdió hasta duración: fue la intervención más corta de Olga Sánchez, pero la más larga de un acusado en lo que llevamos de juicio. Zougam, dijo su defensor, no esperaba tener que declarar ayer por la mañana. Quién lo hubiera dicho. Con un español bien construido, apto para el matiz y también para las reservas, airado a veces y hasta sarcástico, este marroquí que es pieza esencial de la acusación porque es el único que queda vivo de los que Del Olmo consideró autores materiales del atentado, respondió sin aparentes contradicciones al interrogatorio de la fiscal y al de una parte de las acusaciones particulares. Preguntado en ocasiones por el presidente, Gómez Bermúdez, que le forzó a aclarar algunos puntos que él había dejado en nebulosa pero que son determinantes para reconstruir su papel en la tragedia, Zougam demostró que no va a defenderse únicamente con protestas de inocencia y que está dispuesto a no dejarse quebrar. Al término de su declaración, que continuará el lunes, su abogado le transmitió en silencio su clara satisfacción levantando ambos pulgares.
victoria.prego@el-mundo.es
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Al final, y puesto que tampoco ellos, Yusef Belhadj y Hasan Haski, quisieron responder a nadie más que a sus abogados, tuvimos que reconstruir sus vidas y andanzas siguiendo el ordenado hilo de las preguntas de la fiscal. Si todo lo que allí se dijo puede ser demostrado, esos dos cogotes son los de dos fanáticos dispuestos a negar hasta lo innegable -sus convicciones y su locura convertida en fe- porque ni siquiera el orgullo de pertenecer a ese ejército sangriento de Alá está por encima de su determinación para continuar su tarea de exterminio.
Entonces se produjo un quiebro. Dos quiebros en realidad. Y donde había habido silencio o frases apenas musitadas y devueltas luego con la asepsia y el titubeo propios de una traducción simultánea dificultosa, entraron las palabras en torrente. Declaraba Jamal Zougam, acusado de ser uno de los autores material de los crímenes de Atocha que, por primera vez en estas dos jornadas de juicio, sí quiso responder a la fiscal. Y llegó así el segundo quiebro porque, para sorpresa de algunos, el interrogatorio estructurado, sistemático e implacable que la fiscal había practicado con los tres acusados anteriores, perdió energía y densidad. Perdió hasta duración: fue la intervención más corta de Olga Sánchez, pero la más larga de un acusado en lo que llevamos de juicio. Zougam, dijo su defensor, no esperaba tener que declarar ayer por la mañana. Quién lo hubiera dicho. Con un español bien construido, apto para el matiz y también para las reservas, airado a veces y hasta sarcástico, este marroquí que es pieza esencial de la acusación porque es el único que queda vivo de los que Del Olmo consideró autores materiales del atentado, respondió sin aparentes contradicciones al interrogatorio de la fiscal y al de una parte de las acusaciones particulares. Preguntado en ocasiones por el presidente, Gómez Bermúdez, que le forzó a aclarar algunos puntos que él había dejado en nebulosa pero que son determinantes para reconstruir su papel en la tragedia, Zougam demostró que no va a defenderse únicamente con protestas de inocencia y que está dispuesto a no dejarse quebrar. Al término de su declaración, que continuará el lunes, su abogado le transmitió en silencio su clara satisfacción levantando ambos pulgares.
victoria.prego@el-mundo.es
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