Cortina rasgada

16-07-06



CARTA DEL DIRECTOR

Cortina rasgada

PEDRO J. RAMÍREZ


Acababa de acumular una nueva derrota a mi mediocre palmarés como jugador de pádel cuando el pasado lunes, pasadas las nueve de la noche, una chica tan simpática como hábil con la volea y el smash vino hacia mí desde el otro lado de la red, enarbolando una camiseta idéntica a la suya y una gorra del mismo tenor. En la camiseta ponía «11-M: seguimos queriendo saber» y en la gorra «11-M: manipulación». Ambas prendas tenían como ilustración un severo peón de ajedrez negro, símbolo de un espontáneo movimiento ciudadano que tiene como referencia el blog que nuestro colaborador Luis del Pino mantiene en Libertad Digital.

Con mucho gusto accedí a hacerme una fotografía con la gorra y la camiseta y, a cambio de sus piropos al periodismo de investigación de EL MUNDO, le adelanté que al día siguiente publicaríamos una noticia muy importante dentro de nuestros mejores esfuerzos por esclarecer la matanza de Madrid. Aunque, naturalmente, no le di ni una sola pista más, apenas había transcurrido una hora cuando tanto mi sudorosa imagen con el peón negro en ristre como el toque de generala ante la expectativa de lo que pudiera publicar nuestro periódico ya estaban en la Red. Las especulaciones se dispararon en el momento en que las revistas de prensa de las emisoras de radio anunciaron «portada embargada » cuando llegó el turno de hablar de la de EL MUNDO. Era la confirmación de que incluía alguna nueva revelación exclusiva que sólo trascendería cuando, ya entrada la madrugada, comenzara el reparto de ejemplares a la red de ventas.

No pocos internautas pasaron unas cuantas horas en blanco, presos de la curiosidad; y cuando finalmente trascendió que lo que publicábamos era la flagrante contradicción entre lo declarado por el jefe de los Tedax en la Comisión del 11-M y la composición química de la Goma 2 ECO –es decir que, si la versión oficial expresada por Sánchez Manzano era cierta, el explosivo que estalló en los trenes fue distinto del que tenían los islamistas–, varios de ellos recordaron de inmediato que a esa misma conclusión había llegado días antes uno de los asiduos a sus chats, apodado El Belga. Pronto El Belga hizo acto de presencia virtual y comenzó a recibir aún más parabienes que los ya dispensados a la chica que me sacó la foto.

Nunca llegaremos a saber si el informante que puso a Casimiro García-Abadillo sobre la pista de la nitroglicerina y ese bloguero enmascarado bebieron o no de las mismas fuentes, sin duda policiales. Pero lo que sí tengo claro es que personas como éstas, desconocidas entre sí y sin embargo juramentadas ante el ordenador a colaborar en un mismo afán indagatorio, son el trasunto o, para ser más exactos, los retoños de aquellos otros ciudadanos ejemplares que, encabezados por los abogados Fernando Salas y José Luis Galán y el filósofo Gabriel Albiac, ejercieron hace 20 años la acción popular en los sumarios de los GAL mientras sus vecinos y amigos se encogían de hombros, tildándolos poco menos que de chalados.

De un tiempo a esta parte Mariano Rajoy ha convertido en una especie de estribillo la queja sobre el apagón informativo de la práctica totalidad de los grandes medios nacionales en relación tanto al 11-M como a los aspectos más escabrosos de los contactos del Gobierno con ETA. Al margen de que, como vicepresidente primero que fue de un Ejecutivo que tomó decisiones clave sobre el reparto del poder audiovisual, bien merecería tener que escuchar cosas equivalentes –aunque menos melodramáticas– a las que le dijeron a Boabdil cuando lloraba la pérdida de Alhama, yo le propondría que levantara el ánimo fijándose en ciudadanos como éstos que, encuadrados por millares en las organizaciones más diversas que como líder de la oposición va encontrando a su paso, constituyen la levadura de nuestra sociedad civil y el fermento del inconformismo crítico que batalla en pos de la verdad.

Lo esencial no es la correlación inicial de fuerzas en el tablero de los medios de comunicación, sino quién demuestra tener razón al final de la partida. Y para ello el don de la persuasión, la brillantez dialéctica, es importante, pero lo verdaderamente decisivo es la capacidad de acreditar los hechos. Mientras haya un solo órgano de expresión con los medios humanos y el espíritu suficiente como para perseverar en la búsqueda de lo que realmente ocurrió enMadrid aquel 11-M, los españoles podrán albergar una seria esperanza de llegar a averiguarlo. La experiencia de lo que sucedió la pasada década con esa otra investigación periodística ya mencionada es muy aleccionadora: la conspiración del silencio dura hasta que todos los autoamordazados no tienen más remedio que hacerse eco de los secretos finalmente desvelados a voces.

Tiempo al tiempo. ¿Qué importa, por otra parte, que haya diarios menguantes, o simplemente menores, que hagan ímprobos esfuerzos por correr el menor riesgo posible de topar con la noticia, cuando hay otro pujante y resuelto como éste, que despliega las velas de su millón y medio de lectores para navegar todos los días hacia ella? No puedo negar, ya lo habrán notado, que hoy escribo en un estado de especial optimismo, pues aunque la efemérides del centenario de la rehabilitación del capitán Dreyfuss haya servido esta semana para recordarnos que hubieron de transcurrir nada menos que 11 años para que se desmontara la falsa versión oficial de aquel affaire, el episodio de la nitroglicerina, atolondradamente mencionada por el jefe de los Tedax ante la Comisión del 11-M, me ha llevado al convencimiento de que en este caso bastarán algunos menos.

Y es que si el meticuloso trabajo de Casimiro García-Abadillo basado en el cotejo de las actas parlamentarias, los autos clave del sumario y la escueta hoja técnica de la Unión Española de Explosivos abrió una grave brecha en la consistencia de un tejido ya surcado de remiendos, la incapacidad del Gobierno de ofrecer explicaciones verosímiles a la flagrante contradicción constatada está produciendo un desgarro tan extendido en el telón que hasta ahora ha venido tapando el desarrollo de la acción principal, que a este paso bastarán un par de tirones más para que el velo quede completamente rasgado y una realidad distinta aparezca por fin ante nuestros ojos.

Yo no digo que los islamistas no pasaran por allí y que sus intenciones no fueran tan asesinas como las de sus correligionarios en Nueva York, Londres o ahora Bombay. La cortina también forma parte del escenario e incluso en el teatro de vodevil o en determinados montajes basados en la técnica de la distanciación de Brecht se utiliza frecuentemente como un elemento activo de la representación. Lo que yo digo es que es imposible que tan poco pollo se tragara tanto arroz. Que, a pesar de su excursión a Mina Conchita, El Chino y sus compinches carecían de los medios materiales, los conocimientos técnicos y la capacidad operativa necesarias para reventar sincronizadamente los trenes.

Y que, por lo tanto, si el juez no ha sido capaz de identificar a todos los autores, ni de determinar cómo distribuyeron los explosivos o simplemente cómo llegaron a las estaciones, es porque nunca ha, ni siquiera, intentado ampliar el estrecho campo de mira en el que se ha dejado encerrar por la Policía, la Fiscalía y el Gobierno.

Hace tiempo que demostramos que la sofisticada técnica de la matanza no cuadra con la rudimentaria intentona de volar el AVE como lo hacían los bandidos del Far West; que según un elemental cálculo, a partir del número de fundas de cartuchos halladas en Leganés, tampoco salen las cuentas de los explosivos, pues sólo les habría quedado Goma 2 ECO para colocar dos o como mucho tres de las 13 mochilas –o lo que fuera– que estallaron en los trenes; y que es sencillamente inimaginable pensar que tal cantidad de dinamita pudiera ser sustraída en una noche invernal de una instalación minera, sin que a la mañana siguiente se descubriera que los polvorines habían quedado poco menos que esquilmados.

El principal hilo conductor de esta película es la autoinculpación inicial de Suárez Trashorras, inducida por su controlador policial y sólo corroborada por ese Gitanillo con quien, al amparo de su minoría de edad, la Fiscalía pactó una condena escandalosamente suave en relación a los hechos que se le atribuyen. Bastaría el contraste entre los 38.000 años de cárcel que se piden para el uno y los seis de reformatorio con que se ha castigado al otro, por participar en el mismo robo, para que se activaran todos los resortes de la suspicacia. Claro que El Gitanillo no podía imaginar que con aquellos cartuchos se pretendiera provocar una masacre, ¿pero acaso lo imaginaba Trashorras?

El intento de transformar a este ex minero sin otro oficio que el trapicheo ni otro beneficio que el lucro a bien pequeña escala en el mayor asesino en serie de la Historia de España es uno de los aspectos más grotescos de la instrucción sumarial. Trashorras, convertido en chivo expiatorio de la trama asturiana por mor del patente pacto entre su propia esposa Carmen Toro, su cuñado Antonio Toro, su protector Manolón y de nuevo la Fiscalía, no es ningún alma de la caridad. Pero
menos aún el jefe de la banda.

Amedo tampoco era el máximo dirigente de los GAL, pero durante años se conformó con pasar por tal a cambio del dinero que le pagaban en Suiza y de todo tipo de promesas sobre su puesta en libertad, imposibles de cumplir. Hace casi 20 años que comparé su caso con el del Marqués de Favras que en 1790 se llevó a la horca el secreto de la implicación del hermano del Rey en la conspiración por la que se le ajusticiaba. A la larga el subcomisario reaccionó y optó por tirar de la manta y no asumir más responsabilidades que las estrictamente suyas. Es imposible imaginar a Trashorras absuelto, pero sí reconvertido en la pieza absolutamente secundaria y manipulada por la Policía que todo indica que fue. Sólo contando lo que sabe sobre las actividades de su grupo y muy especialmente sobre ese singular encargo de buscar a alguien capaz de montar bombas con móviles que recibió en 2001 cuenta con una posibilidad real de sustraerse al monstruoso papel que le tienen reservado.

Es en este contexto, en el que todas las pruebas materiales están tan desacreditadas que el juez ni siquiera se atreve a mencionar el Skoda Fabia entre los presuntos medios de transporte de los islamistas –las 8.59 y ni Rubalcaba ni nadie me ha explicado aún como pudo aparecer el 13 de junio en Alcalá–, en el que se inscribe la gran metedura de patade Manzano. Y utilizo esta expresión –en la cúpula de Interior se escuchaban el otro día versiones más escatológicas– porque, efectivamente,todo indica que el jefe de los Tedax se equivocó en su deposición parlamentaria, pero no porque utilizara la palabra nitroglicerina como sinónimo de dinamita, sino porque creyendo erróneamente que todas las dinamitas tienen nitroglicerina suministró en dos descuidos una información valiosísima que, interpretada ahora, pone patas arriba el conjunto de la tesis sumarial.

Manda carallo, podría bien decirse, que el director general de Pesca confunda un atún con una sardina…Pero aquí hay por dirimir cuestiones infinitamente más graves que la clamorosa incompetencia de quien fue nombrado en tiempos del PP jefe de los Tedax. Aun sin descartar la remotísima posibilidad de que los islamistas tuvieran, además de Goma 2 ECO, otra sustancia explosiva de origen desconocido, la detección de nitroglicerina en algunos de los focos de los trenes nos conduce inevitablemente a la existencia de otra trama criminal superpuesta, a imagen y semejanza de cómo las de Milans y Armada constituían la verdadera trastienda de la patética astracanada de Tejero. Claro que el teniente coronel del bigote–tan característico en su patriotismo de fabada y paella como las fanáticas prédicas a la guerra santa de El Tunecino o El Egipcio– participó en el golpe del 23-F, pero a estas alturas ya nadie duda de que en realidad formaba parte del atrezzo.

Hasta que el Ministerio del Interior nos proporcionó el jueves la versión oficiosa de los hechos, yo atribuía las reiteradas salidas por la tangente de la Fiscalía –«lo que está en el sumario es lo que está en el sumario», «fútbol es fútbol» que decía Miljanic– a la arrogancia intelectual de Conde-Pumpido y consideraba altamente probable que el Gobierno terminara reconociendo ue Manzano confundió la nitroglicerina on el nitroglicol, componente se sí de la Goma 2 ECO. Naturalmente eso habría venido acompañado de la exhibición del correspondiente análisis del laboratorio de los Tedax, de la dimisión o cese del alto mando policial y de la voluntaria comparecencia de Rubalcaba ante el Parlamento para aclarar el equívoco. Pasos todos ellos muy incómodos para el Gobierno, pero sin mayores consecuencias políticas. Es cierto que la credibilidad de la investigación judicial, conducida por Manzano en todo lo relacionado con los explosivos, habría quedado aun más erosionada de lo que ya estaba, pero después de la pifia de la metenamina bien podía caber la de la nitroglicerina,después de la confusión de las dos mochilas de Vallecas bien podía encajar la de los dos componentes químicos con nombres parecidos, después del suministro de información falsa al juez –o mejor dicho antes– bien podía haber ocurrido el suministro de información falsa al Parlamento.Chapuzas tras chapuzas, pero sólo chapuzas.

Sin embargo, lo que se nos ha planteado es sustancialmente distinto.Y vertiginosamente peor. El Ministerio del Interior nos dice que Manzano se equivocó porque dio a entender –en realidad lo afirmó rotundamente– que en la mayoría delos focos de los trenes se habían detectado componentes específicos de la dinamita, cuando desgraciadamente se ha podido comprobar que no fue así y que por lo tanto nunca se podrá saber si lo que explotó fue Goma 2 ECO, Titadyne u otra variedad distinta. Además, la tumba del misterio se cierra y sella con la afirmación de que no existe ningún informe por escrito de las pruebas que el laboratorio de los Tedax realizó durante el mediodía del 11-M en relación a todo esto.

Ya sólo queda, pues, el acto de fe en que el Gobierno dice la verdad. Una verdad en abierta contradicción con la más elemental lógica, en abierta contradicción con la afirmación sumarial de que se encontraron » y con la que el Ejecutivo ni siquierase atreve a comprometerse públicamente. Convertidos apresuradamente en chatarra los restos de los trenes y evaporada toda evidencia documental de lo que allí se halló, tendríamos que conformarnos con la técnica deductiva, invocada por Interior, en el sentido de que si en Leganés, Mocejón, Morata, la mochila y la Kangoo había Goma 2 ECO, necesariamente eso fue lo que destripó los vagones y mató a 191 viajeros. Dudo mucho que un tribunal eleve tal silogismo a la categoría de hechos probados y en todo caso yo no he sido recompensado con las descomunales dosis de gracia divina que serían necesarias para creer algo que de ninguna manera veo.

Cambiaré de opinión si los hechos se reconducen a los términos expresados tres párrafos más arriba –destitución, documentación, comparecencia–, pero al día de hoy todo sugiere que hemos topado con la cremallera de un secreto inconfesable. Y ya que acabamos de conmemorar ese centenario de la reparación de una injusticia histórica, evoquemos una vez más las últimas líneas del párrafo clave de aquel artículo mercurial y profético de Emilio Zola con el mismo ánimo con que yo lo hice el 8 de enero de 1995: «Lo he dicho en otras ocasiones y lo repito aquí: cuando se esconde la verdad bajo tierra, ésta toma cuerpo, adquiere tal forma explosiva, que el día que estalla, hace que todo salte con ella».

Siento que la metáfora sea tan literalmente expresiva de lo que ocurrió hace dos años en Madrid y sólo deseo que al final no paguen justos por pecadores

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Galleguismo de Pedro J.: "Manda carallo"......na Habana......
Anónimo ha dicho que…
Santo Tomás metió la mano en la llaga para creer. El problema es que las minorías parlamentarias no están dispuestas a aceptar la realidad aunque aparezcan las pruebas.Por supuesto no quieren que aparezcan. Tal es la fuerza de sus intereses políticos. Es increible, pero cierto. Estamos ante un engaño a los ciudadanos por parte de una clase política corrupta.
Anónimo ha dicho que…
Carta editorial elogiada en el Blog de Luis del Pino
Anónimo ha dicho que…
Heroes españoles de internet: Luis del Pino, Lat, Belga 197, Kickjork......
Anónimo ha dicho que…
Lo vuestro es de juzgado de guardia.

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