El abogado de Trashorras al tribunal: «A la fiscal le da igual qué estalló, pero al acusado no»


22-06-07



JUICIO POR UNA MASACRE / Las conclusiones de las defensas / Día 52

El abogado de Trashorras al tribunal: «A la fiscal le da igual qué estalló, pero al acusado no»


Subraya que no se puede acusar al ex minero por el 11-M si no se sabe que el explosivo de los trenes provenía de Mina Conchita y resalta que fue un colaborador policial que informó puntualmente sobre los movimientos de 'El Chino'

MANUEL MARRACO

La jornada de ayer la ocupó en exclusiva el informe del abogado de la pieza clave de la 'trama asturiana'. Alternando el tono indignado con el más jocoso, el letrado Gerardo Turiel acompañó con aspavientos tres horas de críticas a la Policía, el juez y la fiscal. Hoy es el turno de otro confidente, Rafá Zouhier

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MADRID.- A Emilio Suárez Trashorras no le da igual qué estalló en los trenes. Si no se puede probar que fue dinamita de Mina Conchita, tampoco se le puede acusar del 11-M. Así lo mantuvo ayer ante el tribunal Gerardo Turiel, abogado defensor del asturiano, en el larguísimo informe con el que pidió la absolución del ex minero.

«La Fiscalía dijo una cosa tremenda aquí. Da igual lo que sea. Pues a Suárez Trashorras no, porque en el supuesto de que hubiera facilitado una, eso sí sería importante. Mientras no se diga cuál es, no se le puede acusar de 192 asesinatos», dijo.

El letrado aplicó la investigación de los explosivos al secreto sumarial contra el que han arremetido todas las defensas. «Mi cliente es el más perjudicado por ese asunto. Esa dinamita es clave para calificar el delito, y al no dejarme intervenir en la causa se ha vulnerado nada menos que la posibilidad de que Trashorras pudiera probar en el juicio qué dinamita era».

La conclusión de esa mala instrucción del juez Del Olmo es clara: «Ahora, ni la señora fiscal ni yo, ni, me temo, el tribunal podemos decir cuál era la dinamita».

En su tarea de poner en duda el origen de los explosivos, echó mano de un párrafo de un informe de la Guardia Civil. «Al no existir un control en las numeraciones, no es posible afirmar con certeza que todos los cartuchos de Leganés con las numeraciones investigadas procedan de Mina Conchita».

Pese a estas líneas traídas ante el tribunal, los magistrados también escucharon a la Guardia Civil mantener que sólo la mina en la que había trabajado Trashorras recibió en algún momento todas los cartuchos y detonadores investigados.

Cuatro horas de intervención dieron para mucho, y una parte sustancial se la llevó Manuel García Rodríguez, el inspector jefe de Estupefacientes de Avilés conocido como Manolón. O como le describió el abogado, «el hombre que durante cuatro años controló a Trashorras».

El ex minero mantiene que siempre le informó de los movimientos de Mowgli -como él conocía a Jamal Ahmidan, El Chino- en Asturias. «Mowgli tiene muchas llamadas con Trashorras, pero qué casualidad, en el 60% de los casos después hay otra de Trashorras a Manolón».

El paradigma de cómo funcionaban las cosas, según el letrado, tuvo lugar en febrero de 2004. En plena luna de miel, Trashorras llamó a Manolón para decirle que El Chino quería que fuera a la casa de Morata. «Vete y nos dices dónde está», fue la respuesta. «Hay una relación absoluta y total entre Trashorras y su controlador cumpliendo la misión que le habían encomendado», concluyó el abogado.

Una vez encajado en el papel de infiltrado policial, Turiel abrió el apartado de indicios concretos contra Trashorras. Lo hizo calificando de «prueba falsa» la cinta de Cancienes, en la que Lavandera informaba a la Guardia Civil de que el ex minero vendía explosivos y buscaba a quien supiera montar bombas con móviles. Según dijo, no pudo ser grabada en julio de 2001 porque en ella se hablaba del pacto de Trashorras con la Policía, que se produjo en noviembre de ese año.

Para sostener la inocencia de su cliente, la lista de falsedades tenía que incluir las declaraciones del ya condenado Gabriel Montoya Vidal, El Gitanillo, y del acusado Iván Granados. El letrado ofreció al tribunal «siete folios de contradicciones e imposibilidades» extraídas de sus declaraciones.

Turiel defiende la inocencia de Trashorras, pero ha levantado una segunda muralla defensiva a la altura del delito de suministro de explosivos, que aceptó de manera alternativa a la absolución en el escrito de conclusiones definitivas.

En este apartado, el letrado puso especial empeño en demostrar a la Sala que, aun así, no se cumplían los requisitos para considerar a Trashorras un «colaborador necesario», como mantiene la fiscal. Hacerlo implica equiparar su papel al de los autores y condenarlo como tal. Es decir, casi 40.000 años por todos los fallecidos y heridos del 11-M.

Según dijo, ni el ex minero sabía de las intenciones terroristas de El Chino ni su intervención era imprescindible para que el jefe de los terroristas robara explosivos en Mina Conchita. «La dinamita está tirada por ahí, la puede coger cualquiera», dijo el abogado citando a su propio cliente.

La última trinchera plantada por Trashorras es su salud mental. Una «esquizofrenia paranoide» que en el Código Penal se traduce, según insistió ayer su abogado, en una eximente o atenuante muy cualificada. Respectivamente, supone eludir la condena -a cambio de tratamiento- o reducirla drásticamente.

En este punto, el letrado resaltó que los peritos de la Audiencia Nacional que mantuvieron que Trashorras no había perdido su capacidad volitiva no eran expertos en psiquiatría, frente al perito propuesto por él y el de la Seguridad Social. Estos sí consideraron que «estaba afectada su capacidad de querer o no querer».

Los dos últimos ruegos de Turiel no aparentaban una fe inquebrantable en la absolución de su cliente. Insistió en que podría «aceptar de alguna manera una condena por colaboración en suministro de explosivos, con las dos eximentes o atenuantes» y recordó que uno de los magistrados presentes, Alfonso Guevara, había sido capaz de absolver a alguien tan demonizado antes del juicio como el etarra Txapote.

ARGUMENTOS DE SU DEFENSA

«La Fiscalía dijo una cosa tremenda aquí. Da igual lo que sea. Pues a Suárez Trashorras no, porque en el supuesto de que hubiera facilitado una, eso sí sería importante. Mientras no se diga cuál es, no se le puede acusar de 192 asesinatos».

«Hay una relación absoluta y total entre Trashorras y su controlador cumpliendo la misión que le habían encomendado».

Trashorras no puede considerarse un cooperador necesario. La dinamita estaba al alcance de cualquiera y él nunca supo de las intenciones de 'El Chino'.

Alega que la esquizofrenia paranoide del ex minero debe considerarse como una eximente o un atenuante.

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