«La Guardia Civil y la Policía tenían un saco de pruebas y no hicieron nada»

21-06-07



JUICIO POR UNA MASACRE / Las conclusiones de las defensas / Día 51

«La Guardia Civil y la Policía tenían un saco de pruebas y no hicieron nada»

JOAQUIN MANSO

Ya han informado siete defensas y todas han pedido la nulidad de las actuaciones por indefensión: alegan que, durante los más de dos años en que se mantuvo «injustificadamente» el secreto de sumario, se les vetó y se les impidió participar en las diligencias indispensables para refutar las pruebas que incriminan a los procesados.


MADRID.- «La Guardia Civil y la Policía tenían un saco de pruebas y no hicieron nada». El abogado defensor de Raúl González El Rulo, Endika Zulueta, fue ayer en su informe final más allá de su mera obligación de reclamar la libre absolución de su patrocinado, en su «compromiso», dijo, «de hacer lo posible para averiguar la verdad de lo que pasó» el 11-M.(.../...)



Zulueta realizó un alegato muy crítico con la instrucción y con la labor de las Fuerzas de Seguridad -para ambas utilizó el adjetivo «vergonzoso»-, pero bajo una apariencia amable. Adornó su discurso con humor fino, frecuentes chascarrillos, guiños a los argumentos que han utilizado las acusaciones, e incluso preguntas al tendido celebradas por una parte del público. Esa contradicción fondo-forma, que llegó a provocar una sonrisa del presidente del tribunal, consiguió, finalmente, ser hiriente, como lo delataba la expresión adusta con que la fiscal Olga Sánchez siguió el informe.

El abogado, que también ejerce la defensa del supuesto cerebro del 11-M Rabei El Egipcio, se detuvo especialmente en la información que manejaron la Policía y la Guardia Civil sobre el trasiego de dinamita que llevaba a cabo Trashorras en Asturias. «Supieron que se traficaba con explosivos por al menos cinco fuentes diferentes», recordó.

«Hay confidentes por todos lados, nadie sabe qué cobran, quién les paga, a quién le dicen las cosas... Ha sido vergonzoso», recalcó, y acto seguido hizo hincapié en la relación entre Suárez Trashorras y el comisario de Avilés Manuel García, «llamado Manolón, nada menos», ironizó.

La defensa de El Rulo, para el que la fiscal pide 8 años de cárcel por suministrar explosivos, entró a matar: «Ese señor dijo aquí, sin ningún reparo, que él era el controlador pero que se sentía controlado. Que Trashorras lo llamaba para saber dónde estaba y poder así actuar». «Podía ser verdad, si no fuese porque tiene llamadas desde Tenerife e incluso desde Morata de Tajuña», razonó. Zulueta lanzó entonces una insinuación terrible, cuando afirmó que «ocurre varias veces que Trashorras llama a Manolón e, inmediatamente, a Jamal Ahmidan. El ex minero dijo que él había avisado de cada paso que daba con Jamal. Las llamadas, por lo menos, coinciden».

En relación a esto todavía se preguntó «cómo se había pagado todo eso». Más aún: «¿Qué negocios oscuros había entre un delincuente y un policía?».

Más duro si cabe fue Zulueta con Víctor, el controlador de Rafá Zouhier. «Facilitó hasta una muestra del explosivo», insistió. Y pasó a relatar la conversación telefónica que mantuvieron el acusado y el guardia civil el 17 de marzo de 2004. «Se lo dijo todo de El Chino: cómo era, en qué calle vivía, qué coche tenía... Y el otro sólo respondía 'ajá'».

Aunque el letrado interpretó que, de las palabras que cruzaron podía deducirse que no era la primera vez que ambos hablaban del islamista, precisó que, si bien esa llamada tuvo lugar seis días después del 11-M, no es menos cierto que se produjo 15 días antes del atentado frustrado contra el AVE, sin que El Chino hubiese sido detenido: «Menos mal para todos, y para la conciencia de Víctor».

A éste lo remató cuando recordó que no había dicho a Del Olmo que Zouhier le había avisado de un posible intercambio de 150 kilos de explosivos. «Viene aquí, y nos dice que no lo declaró porque no se lo preguntaron. ¡Pero qué poca vergüenza!», exclamó. «Nos han dicho que iban un paso por detrás, pero en realidad, lo tenían al lado. Y no quisieron, o no pudieron hacer nada, que no sé qué es peor», concluyó.

Otra «vergüenza», para Zulueta, ha sido -como han alegado con contundencia todas las defensas- la duración excesiva del secreto de sumario, que le ha impedido «realizar las diligencias indispensables». «Se nos veta y, cuando por fin se abre la causa, se nos deniega todo», explicó.

«No es de recibo que el Ministerio Fiscal tenga conocimiento de la causa el primer día y nosotros dos años después. Se ha vulnerado el principio de la igualdad de armas. Hemos empezado la carrera con los pies atados. Pero esto es un maratón. Y lo vamos a ganar», proclamó.

ARGUMENTOS DE SU DEFENSA

'El Rulo' dejó de trabajar en Mina Conchita el 7 de diciembre de 2003, y el robo no se produjo hasta el 28 de febrero siguiente.

Sólo le incrimina una declaración policial de Iván Granados «a cambio de una pizza», que luego no ratificó en el juicio.

«Los explosivos estaban al alcance de cualquiera. No era necesario un minero. Pero, claro, ¡es tan fácil acusar a un minero...!».

«Se ha vulnerado el derecho de defensa. Se nos ha vetado y denegado todo».

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