Ibarretxe apoya al Gobierno pero exige medidas a favor de ETA y su entorno

21-06-07



VUELTA A LAS ARMAS / El Gobierno, satisfecho por que el 'lehendakari' ofrece su «colaboración máxima» ante la amenaza de ETA, al margen de las «diferencias políticas» / El político vasco se remonta a las guerras carlistas

Ibarretxe apoya al Gobierno pero exige medidas a favor de ETA y su entorno


Pide que no se aplique la Ley de Partidos y que «se deje de vulnerar» los derechos de los presos etarras Asegura que Zapatero ha liderado un «intento honesto» de negociación y «merece la pena arriesgar e intentarlo una y mil veces»

FERNANDO GAREA

MADRID.- El lehendakari exigió ayer al presidente del Gobierno que no aplique la Ley de Partidos y que respete los derechos humanos de los presos de ETA que, según él, «se vulneran» en este momento.

Ibarretxe ofreció a Zapatero «colaboración máxima» para garantizar la seguridad frente a ETA, pero propuso medidas que favorecen al entorno de la banda y salió de las dos horas de reunión en La Moncloa reivindicando su plan soberanista, aquél que fue rechazado por las Cortes en 2005.

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Su tesis es que, pese a que ETA ha roto el alto el fuego, no deben frenarse las iniciativas políticas y que, en este momento, la única que sigue viva es su plan, porque fue aprobado en el Parlamento vasco, aunque luego rechazado por el Congreso. Insistió en que mantiene su compromiso de celebrar una consulta popular en esta legislatura para que los vascos decidan su futuro. Sobre la lucha antiterrorista, el lehendakari utilizó expresiones como «no les acompañaremos en viejas fórmulas del pasado», en referencia a la Ley de Partidos y a la dispersión de presos, y sus palabras sonaron a condición previa para el apoyo a Zapatero, pero el Ejecutivo no lo ve como tal.

Como es tiempo de buscar el mínimo común y de cuadrar un círculo en el que entren el PP e Ibarretxe, La Moncloa se quedó con lo del apoyo frente a ETA y orilló todo lo demás. El Gobierno habló de no dejar a la sociedad «inerme» frente a la amenaza etarra, de la decisión de ambos gobiernos de cooperar «con firmeza» ante la amenaza de ETA y, a lo demás, lo llamó «diferencias políticas».

Esa voluntad de cooperación, pese a las importantes discrepancias de fondo, la situó el Gobierno en las reuniones que mantienen el ministro del Interior y el consejero vasco para coordinar las medidas de seguridad ante un probable atentado de ETA.

Conscientemente, Zapatero renunció a que un miembro cualificado de su Gobierno, como la vicepresidenta primera o cualquier otro, ofreciera públicamente su versión del encuentro con el lehendakari con cámaras y micrófonos. Lo hizo un portavoz de la Secretaría de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda.

Sólo queda la versión grabada de Juan José Ibarretxe, quien aseguró ante los periodistas en La Moncloa que había ofrecido a Zapatero «implicación máxima» del Gobierno vasco en la defensa de los «derechos fundamentales de todas las personas, incluso los de las que han cometido horribles delitos» y en las «políticas de solidaridad, cariño y reconocimiento a las víctimas».

A continuación, no obstante, incluyó sus reparos a la actuación del Gobierno bajo este epígrafe genérico: «En la lucha contra la violencia no vale todo».

Lo que no vale, según él, es la ilegalización de partidos, o sea, de Batasuna, y la política penitenciaria basada en la dispersión de los reclusos, porque vulneran los derechos humanos de los etarras y su entorno.

«La política de exclusión y la Ley de Partidos no nos han acercado ni a la paz ni a la normalización política; creo que más bien nos alejan de la paz y la normalización política», dijo Ibarretxe en referencia a la ilegalización de la izquierda abertzale. Añadió que «la política de trasladar una concepción de los derechos humanos de manera divisible tampoco nos ha acercado» a la paz.

Ibarretxe se remontó a las guerras carlistas de hace dos siglos para sustentar su propuesta soberanista y el déficit que, según él, tiene Euskadi desde entonces: la falta de un acuerdo con España. En ese punto remoto situó el origen del conflicto.

Dijo que «los derechos históricos del pueblo vasco son su auténtica Constitución» y explicó que hace falta un acuerdo político para una «convivencia amable» entre el País Vasco y España, que arrastran un problema, añadió, desde la primera guerra carlista, en 1839, cuando se abolieron los fueros.

Ahí situó su plan soberanista y su voluntad de llevar a cabo una consulta popular en esta legislatura. Su tesis es que el final del alto el fuego no impide que se hagan esas propuestas y reivindicó también ante el jefe del Ejecutivo la capacidad de iniciativa política de cada formación «ahora más que nunca», ya que, a su juicio, actuar de otra manera sería «entregar a ETA el timón y la gestión de la agenda política».

Pareció que Ibarretxe contradecía la posición de Josu Jon Imaz, presidente del PNV, que estos días ha hablado de excluir a Batasuna del diálogo político. Él no sólo no habló de aislar a nadie, sino que insistió en acabar con las políticas de exclusión que considera antidemocráticas.

El portavoz de La Moncloa que explicó luego la reunión no quiso especificar la posición de Zapatero ante tales reivindicaciones, que chocan radicalmente con el discurso que el presidente del Gobierno mantiene en público. Nunca se ha planteado cambiar la política penitenciaria ni derogar la Ley de Partidos y, menos después del final del alto el fuego. Ibarretxe hizo una defensa del proceso de paz encabezado por el actual presidente del Gobierno. «Este intento ha sido honesto, a pesar de los aciertos y los errores, que de todo ha habido, ha merecido la pena y le he trasladado que en esta vida y en política hay que arriesgar, que hay que intentarlo, que merece la pena intentarlo, que hay que intentarlo una y mil veces; que conseguir la paz en la sociedad vasca, que conseguir un acuerdo político para convivir entre Euskadi y España merece la pena que lo intentemos una y otra vez».

El lehendakari culpó a ETA de la ruptura del alto el fuego y utilizó términos como «violencia nauseabunda» para referirse a la actividad de la banda. Respecto a ANV, Ibarretxe expuso una tesis según la cual esta formación pidió el voto a favor de un proceso de paz y, una vez rota la tregua, «muchísima gente quedó frustrada y traicionada».

Por eso, hizo un llamamiento a este partido que, según dijo, «tiene que reaccionar» ante «una manifestación de violencia si no quiere perder el crédito» que consiguió. Se refirió en todo momento a sus 180.000 votos, es decir, sumó los de ANV con los nulos en aquellos lugares en los que el Gobierno y la Fiscalía frenaron la presentación de sus candidaturas.

Zapatero e Ibarretxe avanzaron también en la renovación del cupo, a la que el PNV condiciona su apoyo a los Presupuestos.

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