Zapatero sobre la medalla de oro de EEUU a Aznar: «Yo no pienso hacer esas cosas»
24-07-59
Zapatero sobre la medalla de oro de EEUU a Aznar: «Yo no pienso hacer esas cosas»
Insinúa que el ex presidente del Gobierno no le dejó en La Moncloa los papeles del CNI sobre el 11-M - Da a entender que rescindirá el contrato con el 'lobby' norteamericano y pide al PP una explicación
FERNANDO GAREA. Enviado especial
Zapatero sobre la medalla de oro de EEUU a Aznar: «Yo no pienso hacer esas cosas»
Insinúa que el ex presidente del Gobierno no le dejó en La Moncloa los papeles del CNI sobre el 11-M - Da a entender que rescindirá el contrato con el 'lobby' norteamericano y pide al PP una explicación
FERNANDO GAREA. Enviado especial
LEON.- «Yo no haré esas cosas», dijo ayer José Luis Rodríguez Zapatero sobre el pago con dinero público de las gestiones para que José María Aznar lograra la medalla de oro del Congreso de EEUU.
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El presidente dio a entender también que ordenará la rescisión del contrato con el despacho de influencias que actúa como lobby de los intereses de España en EEUU y que intervino para desbloquear el galardón de Aznar. «Este tipo de actuaciones no es de las que le resultaran interesantes al Gobierno en su acción de política exterior», dijo en referencia a la contratación del bufete como plataforma de España en EEUU.
Zapatero llevó ayer a todo su Gobierno a León para celebrar un Consejo de Ministros fuera de Madrid por décima vez en 25 años.Llegó con la cartera llena de inversiones, proyectos e iniciativas para regar su tierra de dinero y progreso.
Autovías, trenes de alta velocidad, proyectos empresariales, reformas de aeropuertos, exposiciones culturales, convenios de colaboración, toda una lista enorme de proyectos -algunos ya en marcha- que él mismo detalló de forma prolija durante más de media hora y que, en conjunto, justifican el vértigo inmediato de todas las capitales españolas para precipitarse a pedir ser, lo antes posible, sede de un Consejo de Ministros como el celebrado ayer en la tierra del presidente del Gobierno.
De momento, el presidente dijo ayer que «el Gobierno no lo descarta, y es probable que el Consejo de Ministros se celebre en algún otro lugar del territorio español», porque quiere un Ejecutivo «cerca de la ciudadanía». Ayer se trataba, según dijo, de «poner en marcha a una región que tiene dificultades».
Zapatero llegó también a León con notas muy medidas para responder en la rueda de prensa a las preguntas referidas a su antecesor en el cargo, por la medalla y por su confesión de que tiene en su poder los documentos secretos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre la masacre del 11-M, que recibió en razón del cargo que ocupaba.
Así, preguntado sobre si ha encontrado esos papeles en el archivo de La Moncloa, Zapatero respondió: «Los informes del CNI están en el CNI y yo recibo informes desde que soy presidente del Gobierno y esos están en La Moncloa. Son los que están bajo mi responsabilidad y en esto quiero tener la máxima diligencia».
Con ello da a entender que Aznar dice la verdad cuando asegura que se llevó las copias que recibió como presidente y que, por tanto, no están ahora en la sede de la Presidencia del Gobierno en manos del actual jefe del Ejecutivo, aunque consten en la sede del CNI.
Sobre la medalla fue aún más comedido y aparentemente respetuoso con el cargo para dejar al ministro de Exteriores la responsabilidad de explicar en el Parlamento los detalles del contrato con el despacho de abogados de Washington. «El Gobierno estará dispuesto a dar toda la información sobre esta cuestión. Por la naturaleza y por afectar a un ex presidente es una información que debe darse en sede parlamentaria, no voy a hacer una valoración», aseguró.
Emplazó al PP a dar una explicación y no pudo evitar terminar con la frase que enmienda la plana a Aznar: «Yo, desde luego, no pienso hacer esas cosas».
En cuanto al 11-M y a la Comisión de Investigación, Zapatero quiso ser también comedido y dejar en manos de los grupos parlamentarios la decisión sobre quién debe comparecer: confidentes, políticos o policías. Eso no impidió que se le entendiera que reclama tiempo para la investigación parlamentaria y que no es partidario de cerrarla lo antes posible, suposición que queda reforzada por el paralelismo que trazó con la Comisión que ha estudiado durante meses los atentados del 11-S en EEUU.
Según dijo, el Gobierno «mantiene una posición de máximo respeto institucional y colaboración» con la Comisión, que se concreta con la entrega de la documentación solicitada «hasta el límite de lo que suponía reserva por exigencia de la ley».
Zapatero llegó también a León con el balance de sus primeros 100 días en el Gobierno, que se cumplen el lunes. Según explicó, sus objetivos han sido «la defensa de la paz y la legalidad internacional»; «la renovación democrática» que incluye «un Parlamento vivo» y «un poder que escucha y respeta a la ciudadanía»; una «España social» y la preocupación por el fomento de la Educación y la Cultura.
Su propio balance se inicia con la retirada de tropas de Irak, sigue con la paralización de la Ley de Calidad de la Enseñanza y del Plan Hidrológico y culmina con el plan de la vivienda, la subida del salario mínimo, el aumento de becas y, sobre todo, la Ley contra la Violencia de Género. En el capítulo de adversidades, confesó que le hubiera gustado «que el Tireless no hubiera estado en Gibraltar». El reparto de planes y proyectos se completó con un paseo victorioso por León.
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El presidente dio a entender también que ordenará la rescisión del contrato con el despacho de influencias que actúa como lobby de los intereses de España en EEUU y que intervino para desbloquear el galardón de Aznar. «Este tipo de actuaciones no es de las que le resultaran interesantes al Gobierno en su acción de política exterior», dijo en referencia a la contratación del bufete como plataforma de España en EEUU.
Zapatero llevó ayer a todo su Gobierno a León para celebrar un Consejo de Ministros fuera de Madrid por décima vez en 25 años.Llegó con la cartera llena de inversiones, proyectos e iniciativas para regar su tierra de dinero y progreso.
Autovías, trenes de alta velocidad, proyectos empresariales, reformas de aeropuertos, exposiciones culturales, convenios de colaboración, toda una lista enorme de proyectos -algunos ya en marcha- que él mismo detalló de forma prolija durante más de media hora y que, en conjunto, justifican el vértigo inmediato de todas las capitales españolas para precipitarse a pedir ser, lo antes posible, sede de un Consejo de Ministros como el celebrado ayer en la tierra del presidente del Gobierno.
De momento, el presidente dijo ayer que «el Gobierno no lo descarta, y es probable que el Consejo de Ministros se celebre en algún otro lugar del territorio español», porque quiere un Ejecutivo «cerca de la ciudadanía». Ayer se trataba, según dijo, de «poner en marcha a una región que tiene dificultades».
Zapatero llegó también a León con notas muy medidas para responder en la rueda de prensa a las preguntas referidas a su antecesor en el cargo, por la medalla y por su confesión de que tiene en su poder los documentos secretos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre la masacre del 11-M, que recibió en razón del cargo que ocupaba.
Así, preguntado sobre si ha encontrado esos papeles en el archivo de La Moncloa, Zapatero respondió: «Los informes del CNI están en el CNI y yo recibo informes desde que soy presidente del Gobierno y esos están en La Moncloa. Son los que están bajo mi responsabilidad y en esto quiero tener la máxima diligencia».
Con ello da a entender que Aznar dice la verdad cuando asegura que se llevó las copias que recibió como presidente y que, por tanto, no están ahora en la sede de la Presidencia del Gobierno en manos del actual jefe del Ejecutivo, aunque consten en la sede del CNI.
Sobre la medalla fue aún más comedido y aparentemente respetuoso con el cargo para dejar al ministro de Exteriores la responsabilidad de explicar en el Parlamento los detalles del contrato con el despacho de abogados de Washington. «El Gobierno estará dispuesto a dar toda la información sobre esta cuestión. Por la naturaleza y por afectar a un ex presidente es una información que debe darse en sede parlamentaria, no voy a hacer una valoración», aseguró.
Emplazó al PP a dar una explicación y no pudo evitar terminar con la frase que enmienda la plana a Aznar: «Yo, desde luego, no pienso hacer esas cosas».
En cuanto al 11-M y a la Comisión de Investigación, Zapatero quiso ser también comedido y dejar en manos de los grupos parlamentarios la decisión sobre quién debe comparecer: confidentes, políticos o policías. Eso no impidió que se le entendiera que reclama tiempo para la investigación parlamentaria y que no es partidario de cerrarla lo antes posible, suposición que queda reforzada por el paralelismo que trazó con la Comisión que ha estudiado durante meses los atentados del 11-S en EEUU.
Según dijo, el Gobierno «mantiene una posición de máximo respeto institucional y colaboración» con la Comisión, que se concreta con la entrega de la documentación solicitada «hasta el límite de lo que suponía reserva por exigencia de la ley».
Zapatero llegó también a León con el balance de sus primeros 100 días en el Gobierno, que se cumplen el lunes. Según explicó, sus objetivos han sido «la defensa de la paz y la legalidad internacional»; «la renovación democrática» que incluye «un Parlamento vivo» y «un poder que escucha y respeta a la ciudadanía»; una «España social» y la preocupación por el fomento de la Educación y la Cultura.
Su propio balance se inicia con la retirada de tropas de Irak, sigue con la paralización de la Ley de Calidad de la Enseñanza y del Plan Hidrológico y culmina con el plan de la vivienda, la subida del salario mínimo, el aumento de becas y, sobre todo, la Ley contra la Violencia de Género. En el capítulo de adversidades, confesó que le hubiera gustado «que el Tireless no hubiera estado en Gibraltar». El reparto de planes y proyectos se completó con un paseo victorioso por León.
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