Harrak niega que el suicida Kounjaa le entregase la carta que apareció en Canillas
22-02-07
JUICIO POR UNA MASACRE / Las declaraciones de los acusados
Harrak niega que el suicida Kounjaa le entregase la carta que apareció en Canillas
Dos imputados corroboran que días antes del 11-M hubo en la casa de Morata personas que 'El Chino' no permitía ver a nadie
MANUEL MARRACO
JUICIO POR UNA MASACRE / Las declaraciones de los acusados
Harrak niega que el suicida Kounjaa le entregase la carta que apareció en Canillas
Dos imputados corroboran que días antes del 11-M hubo en la casa de Morata personas que 'El Chino' no permitía ver a nadie
MANUEL MARRACO
MADRID.- El presunto miembro de la célula del 11-M Saed Harrak aseguró ayer ante el tribunal que no sabe nada de la carta de despedida del suicida Abdenabi Kounjaa, aparecida en su bolsa de trabajo un mes después de la explosión de Leganés. El procesado negó que se la hubiera entregado la última vez que vio a su compañero de trabajo, la noche antes de los atentados.
La carta llegó a manos de la Policía por medio del jefe de Harrak en la obra en la que trabajaba. Después de la detención, este hombre se desplazó a la comisaría de Leganés para entregar una bolsa de deportes con efectos personales de su empleado. Contenía, según había revisado él mismo y se comprobó en la comisaría, 26 cintas de casette, algunas con anotaciones en árabe, un CD y ropa.
(.../...)
La carta no fue encontrada hasta que la bolsa fue a parar a Canillas, la sede central de la Policía. Según informó recientemente EL MUNDO, el informe allí elaborado concluía diciendo: «Revisados los efectos recibidos, en un bolsillo lateral de la bolsa de deportes se encontró un sobre blanco, de pequeño tamaño, conteniendo en su interior tres cuartillas cuadriculadas, con escritura manuscrita en idioma árabe. Dicho sobre y las cuartillas no figuran en la relación de efectos remitidos por la Comisaría de Leganés».
Ayer, Harrak consideró absurdo guardar en un lugar tan poco seguro y de fácil acceso a otras personas una carta tan comprometida. Más aún cuando ya había pasado más de un mes desde el suicidio de Kounjaa. Según explicó, lo lógico al descubrir algo así sería deshacerse de ello inmediatamente o hacérselo llegar a su familia, y no conservarlo.
Buena relación
Harrak conoció a Kounjaa en el verano de 2002 y mantuvo con él una buena relación. La última vez que le vio fue apenas unas horas antes del atentado. En la noche del 10 de marzo, el suicida fue a casa de Harrak casa para devolverle algunas herramientas de trabajo. La pregunta del fiscal Carlos Bautista fue tan directa como la respuesta: «¿Le dio esa noche la carta de despedida?» «No».
Cuando el fiscal le pidió una explicación sobre el hecho de que apareciera en su bolsa de trabajo, Harrak sugirió que, dado que compartían el coche con el que iban a trabajar, Kounjaa podía haberla dejado allí para que él la descubriera y se la hiciera llegar a su familia.
Harrak negó que Kounjaa le pareciera una persona especialmente religiosa. «En ningún momento me habló de la yihad», dijo.
Donde sí se habla de la guerra santa es en el supuesto testamento de Kounjaa a su familia: «Vuestro padre tenía moral y pensaba mucho en la yihad [...]. Os pido que tengáis fe en Dios y que sigáis a los hermanos muyahidin en todo el mundo».
Al margen de la carta-testamento, Harrak vivió durante un tiempo en Mocejón, donde la célula terrorista colocó el explosivo contra el AVE. La Fiscalía considera especialmente sospechosos los dos desplazamientos de Harrak a la zona apenas cuatro días antes del 11-M. Según el escrito de acusación, lo hizo acompañado de Kounjaa, y mantuvo contactos telefónicos con los también suicidas Rachid y Mohamed Oulad Akcha, que supuestamente participaron en la colocación del explosivo.
Respondió que nunca inspeccionó las vías sino que sólo veía pasar el tren desde el campo en el que estuvo empleado sembrando cebollas.
El marroquí también reconoció algunos contactos con tres suicidas que no había admitido anteriormente ante Del Olmo. Según dijo ayer, «por miedo». Aseguró no conocer a El Chino, pese a que sus teléfonos sí llegaron a contactar. También afirmó que nunca había estado en el piso de Leganés. Sobre el hecho de que entre los escombros aparecieran papeles de un coche suyo, explicó que se lo había comprado a Kounjaa y que aún tenía pendientes trámites.
Harrak es el único presunto integrante del grupo terrorista que se encuentra en libertad. Un error de plazo del juez y de la fiscal impidió prorrogar la prisión provisional.
La carta llegó a manos de la Policía por medio del jefe de Harrak en la obra en la que trabajaba. Después de la detención, este hombre se desplazó a la comisaría de Leganés para entregar una bolsa de deportes con efectos personales de su empleado. Contenía, según había revisado él mismo y se comprobó en la comisaría, 26 cintas de casette, algunas con anotaciones en árabe, un CD y ropa.
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La carta no fue encontrada hasta que la bolsa fue a parar a Canillas, la sede central de la Policía. Según informó recientemente EL MUNDO, el informe allí elaborado concluía diciendo: «Revisados los efectos recibidos, en un bolsillo lateral de la bolsa de deportes se encontró un sobre blanco, de pequeño tamaño, conteniendo en su interior tres cuartillas cuadriculadas, con escritura manuscrita en idioma árabe. Dicho sobre y las cuartillas no figuran en la relación de efectos remitidos por la Comisaría de Leganés».
Ayer, Harrak consideró absurdo guardar en un lugar tan poco seguro y de fácil acceso a otras personas una carta tan comprometida. Más aún cuando ya había pasado más de un mes desde el suicidio de Kounjaa. Según explicó, lo lógico al descubrir algo así sería deshacerse de ello inmediatamente o hacérselo llegar a su familia, y no conservarlo.
Buena relación
Harrak conoció a Kounjaa en el verano de 2002 y mantuvo con él una buena relación. La última vez que le vio fue apenas unas horas antes del atentado. En la noche del 10 de marzo, el suicida fue a casa de Harrak casa para devolverle algunas herramientas de trabajo. La pregunta del fiscal Carlos Bautista fue tan directa como la respuesta: «¿Le dio esa noche la carta de despedida?» «No».
Cuando el fiscal le pidió una explicación sobre el hecho de que apareciera en su bolsa de trabajo, Harrak sugirió que, dado que compartían el coche con el que iban a trabajar, Kounjaa podía haberla dejado allí para que él la descubriera y se la hiciera llegar a su familia.
Harrak negó que Kounjaa le pareciera una persona especialmente religiosa. «En ningún momento me habló de la yihad», dijo.
Donde sí se habla de la guerra santa es en el supuesto testamento de Kounjaa a su familia: «Vuestro padre tenía moral y pensaba mucho en la yihad [...]. Os pido que tengáis fe en Dios y que sigáis a los hermanos muyahidin en todo el mundo».
Al margen de la carta-testamento, Harrak vivió durante un tiempo en Mocejón, donde la célula terrorista colocó el explosivo contra el AVE. La Fiscalía considera especialmente sospechosos los dos desplazamientos de Harrak a la zona apenas cuatro días antes del 11-M. Según el escrito de acusación, lo hizo acompañado de Kounjaa, y mantuvo contactos telefónicos con los también suicidas Rachid y Mohamed Oulad Akcha, que supuestamente participaron en la colocación del explosivo.
Respondió que nunca inspeccionó las vías sino que sólo veía pasar el tren desde el campo en el que estuvo empleado sembrando cebollas.
El marroquí también reconoció algunos contactos con tres suicidas que no había admitido anteriormente ante Del Olmo. Según dijo ayer, «por miedo». Aseguró no conocer a El Chino, pese a que sus teléfonos sí llegaron a contactar. También afirmó que nunca había estado en el piso de Leganés. Sobre el hecho de que entre los escombros aparecieran papeles de un coche suyo, explicó que se lo había comprado a Kounjaa y que aún tenía pendientes trámites.
Harrak es el único presunto integrante del grupo terrorista que se encuentra en libertad. Un error de plazo del juez y de la fiscal impidió prorrogar la prisión provisional.
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