Tres acusados de integrar una célula gemela a la del 11-M niegan reuniones con 'El Tunecino'
23-02-07
Tres acusados de integrar una célula gemela a la del 11-M niegan reuniones con 'El Tunecino'
El tribunal aparta a Larbi ben Sellam al estar ya acusado de lo mismo en el juicio por la masacre
MANUEL MARRACO
Tres acusados de integrar una célula gemela a la del 11-M niegan reuniones con 'El Tunecino'
El tribunal aparta a Larbi ben Sellam al estar ya acusado de lo mismo en el juicio por la masacre
MANUEL MARRACO
MADRID.- Eran el otro camino hacia el 11-M. Los ocho presuntos islamistas que desde ayer se sientan en el banquillo integraban a principios de 2003 una célula adoctrinada por Mustafá Maimouni y El Tunecino cuyo objetivo era atentar contra España, según el fiscal de la Audiencia Nacional Pedro Rubira.
La detención de Maimouni tras los atentados de Casablanca llevó a la célula a la situación de durmiente. Sin embargo, Serhane ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, uno de los suicidas del 11-M, ocupó el papel de Maimouni y reclutó por otras vías a los islamistas que finalmente atentaron en Madrid. Las informaciones que sobre ambos grupos ofreció el confidente Cartagena no bastaron a la Policía para impedirlos.
La prueba más evidente de la similitud entre ambas células es Mohamed Larbi ben Sellam. El marroquí declaró el miércoles en la Casa de Campo como presunto integrante del grupo del 11-M, y ayer volvió a sentarse en el banquillo por su relación con los islamistas arrestados en la operación Nova.
(.../...)
El tribunal, a petición de su defensa, acordó suspender el juicio por lo que se refiere a Allouch hasta que se resuelva el de los atentados de Madrid. Según explicó su abogado con humor, más que para evitar el non bis in idem, para evitar un non tris in idem, puesto que también está encausado en un tercer sumario.
Al margen de las declaraciones de los implicados -tres intervinieron ayer-, el momento culminante del juicio llegará con la declaración del imam, confidente policial y testigo protegido Abdelkader Farssaoui, Cartagena. Sus informaciones a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) afectaban tanto a los acusados en el juicio iniciado ayer, como a muchos implicados en el 11-M. Espoleados por la masacre de Madrid, los jueces Juan del Olmo y Baltasar Garzón se repartieron en diferentes sumarios a los vigilados por Cartagena arrestados en las sucesivas operaciones Nova.
En su escrito, el fiscal Rubira indica que en febrero 2003 tuvo lugar en Estambul una reunión de los líderes de grupos islamistas del norte de Africa -Libia, Marruecos, Túnez- en la que acordaron que era legítimo extender la yihad allí donde vivieran los muyahidin. Estos objetivos -que en principio apuntaban especialmente a Marruecos- cambiaron tras el «alineamiento» de la política exterior de España con Estados Unidos.
El fiscal pide 10 años para siete de los acusados y 12 para Faisal Allouch, al que considera responsable económico del grupo.
Allouch fue el primero en declarar. Aparentemente, el marroquí no está en sus cabales. Su obsesión durante el sufrido interrogatorio del fiscal -con la paciente ayuda de la presidenta del tribunal, Manuela Fernández de Prado- fue acusar a todos los que le rodeaban de estar a sueldo de los servicios secretos marroquíes; desde su mujer hasta su abogado, pasando por su antena parabólica. Los forenses de la Audiencia están pendientes de concluir una pericial psiquiátrica sobre Allouch.
Allouch, en cualquier caso, lo negó todo, al igual que Abderrazak Azzi y Abdelkrim Ouazani, en cuyas casas, según el fiscal, se mantenían semanalmente las reuniones de adoctrinamiento.
Tanto Ouazani como su primo Mohamed Ouazani se desdijeron ante Fernando Grande-Marlaska de lo declarado ante Garzón, y denunciaron presiones policiales. Azzi, por su parte, acusó a Cartagena de haber robado en su local y de estar enemistado con él.
La detención de Maimouni tras los atentados de Casablanca llevó a la célula a la situación de durmiente. Sin embargo, Serhane ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, uno de los suicidas del 11-M, ocupó el papel de Maimouni y reclutó por otras vías a los islamistas que finalmente atentaron en Madrid. Las informaciones que sobre ambos grupos ofreció el confidente Cartagena no bastaron a la Policía para impedirlos.
La prueba más evidente de la similitud entre ambas células es Mohamed Larbi ben Sellam. El marroquí declaró el miércoles en la Casa de Campo como presunto integrante del grupo del 11-M, y ayer volvió a sentarse en el banquillo por su relación con los islamistas arrestados en la operación Nova.
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El tribunal, a petición de su defensa, acordó suspender el juicio por lo que se refiere a Allouch hasta que se resuelva el de los atentados de Madrid. Según explicó su abogado con humor, más que para evitar el non bis in idem, para evitar un non tris in idem, puesto que también está encausado en un tercer sumario.
Al margen de las declaraciones de los implicados -tres intervinieron ayer-, el momento culminante del juicio llegará con la declaración del imam, confidente policial y testigo protegido Abdelkader Farssaoui, Cartagena. Sus informaciones a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) afectaban tanto a los acusados en el juicio iniciado ayer, como a muchos implicados en el 11-M. Espoleados por la masacre de Madrid, los jueces Juan del Olmo y Baltasar Garzón se repartieron en diferentes sumarios a los vigilados por Cartagena arrestados en las sucesivas operaciones Nova.
En su escrito, el fiscal Rubira indica que en febrero 2003 tuvo lugar en Estambul una reunión de los líderes de grupos islamistas del norte de Africa -Libia, Marruecos, Túnez- en la que acordaron que era legítimo extender la yihad allí donde vivieran los muyahidin. Estos objetivos -que en principio apuntaban especialmente a Marruecos- cambiaron tras el «alineamiento» de la política exterior de España con Estados Unidos.
El fiscal pide 10 años para siete de los acusados y 12 para Faisal Allouch, al que considera responsable económico del grupo.
Allouch fue el primero en declarar. Aparentemente, el marroquí no está en sus cabales. Su obsesión durante el sufrido interrogatorio del fiscal -con la paciente ayuda de la presidenta del tribunal, Manuela Fernández de Prado- fue acusar a todos los que le rodeaban de estar a sueldo de los servicios secretos marroquíes; desde su mujer hasta su abogado, pasando por su antena parabólica. Los forenses de la Audiencia están pendientes de concluir una pericial psiquiátrica sobre Allouch.
Allouch, en cualquier caso, lo negó todo, al igual que Abderrazak Azzi y Abdelkrim Ouazani, en cuyas casas, según el fiscal, se mantenían semanalmente las reuniones de adoctrinamiento.
Tanto Ouazani como su primo Mohamed Ouazani se desdijeron ante Fernando Grande-Marlaska de lo declarado ante Garzón, y denunciaron presiones policiales. Azzi, por su parte, acusó a Cartagena de haber robado en su local y de estar enemistado con él.
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