Un Paso Muy Preocupante...

30-06-06



EDITORIAL

Un Paso Muy Preocupante......

PARA UNA APUESTA EXTREMADAMENTE PELIGROSA


Aunque el interés y el énfasis fueran los de las grandes ocasiones, el devaluado formato de la comparecencia de ayer de Zapatero pone de relieve el considerable trecho que hay entre sus expectativas y el margen que proporciona la realidad.

El presidente del Gobierno se había comprometido a solicitar formalmente ante el Congreso autorización para iniciar el diálogo con ETA, pero se limitó a hacer una declaración ante los periodistas en una sala cercana al hemiciclo, sin admitir preguntas. Ocurrió en el Parlamento, pero no fue un acto parlamentario.

Dejando al margen que éste no es el mejor ejemplo de esa democracia deliberativa que tanto predica el presidente, todo indica que Zapatero ha tenido que incumplir su compromiso porque las cosas se han desarrollando de forma bien distinta a sus previsiones.
(.../...)

Tras el anuncio del alto el fuego de ETA, Zapatero habló de una «verificación creíble» del cese de la violencia, que debería extenderse a «la totalidad» de las actividades de la banda, como condición necesaria para iniciar el diálogo. Han transcurrido tres meses y sigue habiendo episodios de kale borroka, extorsión a los empresarios e intimidación a los ciudadanos no nacionalistas.

Zapatero se autoimpuso también la condición de constatar la voluntad inequívoca de ETA de dejar las armas de forma definitiva. En la entrevista de Gara y en sus dos comunicados posteriores, la banda ha dejado muy claro que ésa no es su intención salvo que el Gobierno acepte el derecho de autodeterminación de los vascos y la anexión de Navarra. Tampoco Txapote y compañía han dado señales en esa dirección. Todo lo contrario.

En tercer lugar, Zapatero afirmó que el anuncio del diálogo con ETA se realizaría tras la reunión del Pacto Antiterrorista y con el consenso del PP. Ni una cosa ni otra se han producido, en gran medida, porque el presidente desbordó lo pactado.

Mariano Rajoy recordó ayer que el PP sigue manteniendo la postura que él mismo expresó en La Moncloa el 28 de marzo: que no se puede pagar un precio político por la paz ni vulnerar la legalidad. El líder del PP reprochó de nuevo a Zapatero la anunciada reunión de los socialistas vascos con Batasuna y criticó al presidente por dar luz verde a una negociación sin la más mínima garantía de que ETA quiere renunciar a la violencia. En estas circunstancias, Rajoy aseguró que su partido no apoyará al Gobierno.

La lógica nacionalista

Ciertamente, lo que Zapatero pidió ayer al PP, al resto de los partidos y a los ciudadanos es un acto de fe en sus palabras. Dio a entender que tiene una hoja de ruta y que los pasos del Gobierno están perfectamente calculados. Pero es lógico preguntarnos por qué tenemos que creer que va a acertar lo que suceda en el futuro si se ha equivocado tanto en el pasado reciente.

Zapatero hizo un discurso apelando a los grandes principios. Nadie puede estar en desacuerdo con la mayoría de las cosas que dijo, pero resulta inquietante la ambigüedad de algunas de sus frases.

Afirmó que no está dispuesto a pagar ningún precio político por la paz y se comprometió a actuar dentro de los límites de la Constitución. Pero también dijo que el Gobierno «respetará las decisiones que los vascos adopten libremente». Aunque luego añadiera el límite de la legalidad, sus palabras suenan a concesión a la banda terrorista, cuyos representantes exigieron en Gara un reconocimiento de ese ámbito de decisión vasco en muy parecidos términos.

Igual sucede con la fecha elegida. Da la sensación de que Zapatero se había comprometido a hacer público el inicio de la negociación antes del 30 de junio y que ha querido mantener su criterio de cara a la izquierda abertzale y la banda.

Pero lo más preocupante de su discurso es esa ambigüedad calculada. Algunas de las expresiones que empleó parecen dar carta de naturaleza a la teoría de que existe «un conflicto» en el País Vasco y de que la solución debe venir de una negociación política.

«Vivimos juntos y tenemos que decidir juntos», le dijo Zapatero a Ibarretxe cuando el Parlamento rechazó su plan. Su mensaje de ayer es coherente con aquellas palabras que podrían interpretarse como que vascos y españoles tienen que buscar una fórmula de coexistencia, como si se tratara de conciliar a checos y eslovacos o a católicos y protestantes en el Ulster. Aceptar este planteamiento es legitimar la lógica nacionalista e ignorar que la soberanía que reside en la nación no se puede parcelar. Lo esencial no es que «vivamos juntos», sino que todos los españoles somos parte de un mismo todo porque hemos constituido una única nación.

Por eso, el paso en falso de Zapatero es vincular el inicio de los contactos con ETA a la negociación política de lo que él llama un «gran acuerdo de convivencia». Como si la Constitución y el Estatuto de Guernica no supusieran ya eso. No debe extrañar, pues, la reacción de euforia de medios nacionalistas y de la propia Batasuna ante la alocución del presidente y la consternación de un PP más expectante que guerrero.

Un mensaje equivocado

Zapatero ha desaprovechado la oportunidad que indudablemente ofrecen estos tres años sin asesinatos y estos tres meses de mengua significativa de la violencia para construir un consenso con el principal partido de la oposición y lanzar a la banda el mensaje de que jamás la democracia pagaría un precio político por la paz.

En lugar del «alejad toda esperanza», Zapatero alentó ayer las expectativas de ETA de rentabilizar el alto el fuego a través de esa negociación política que entra en abierta contradicción con su compromiso de respetar la Constitución y de no cambiar el marco legal vigente bajo la presión de la banda y su entorno.

Puede que esta estrategia de la ambigüedad -de decir a unos y otros lo que quieren escuchar- le salga bien a Zapatero a corto plazo. Pero el presidente está jugando con fuego al iniciar este peligroso camino sin el apoyo del PP.

Lo inquietante es que da la impresión de que Zapatero ha decidido seguir adelante preso ya de la inercia del diálogo secreto con la banda y su entorno y no porque se den las circunstancias objetivas que él mismo había trazado para conseguir el final de la violencia.

No discutimos su legitimidad para intentarlo, ni dudamos de su buena fe. Aguardaremos a los acontecimientos para ir juzgando cada uno de sus nuevos pasos. Pero no podemos ocultar nuestra honda preocupación, ya que será casi imposible que Zapatero pueda lograr el desarme de ETA sin esas concesiones políticas que desestabilizarían el Estado de Derecho y ofenderían a las víctimas. La paz es importante, pero todavía lo son más la libertad y la dignidad que quedarían profanadas si él cediera a las pretensiones de los terroristas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los agujeros negros del 11-M.- Links

LOS AGUJEROS NEGROS DEL 11-M (XXVIII).- Pruebas amañadas

Los agujeros negros del 11-M (I)