UNA NUEVA COINCIDENCIA QUE PUDO HABER CAMBIADO EL 13-M

26-06-06


Editorial

UNA NUEVA COINCIDENCIA QUE PUDO HABER CAMBIADO EL 13-M


Cualquiera que fijara la vista sobre las dos imágenes que aparecen en nuestras páginas interiores y no viera el titular podría pensar que se trata de dos móviles iguales, muy parecidos a los utilizados en el 11-M. Uno, en efecto, es el teléfono hallado en la comisaría de Vallecas. El otro, en cambio, es un aparato manipulado por ETA.

La similitud entre ambos teléfonos -sobre todo, en la forma en que han sido manipulados para actuar como temporizadores- tiene una trascendencia que no se puede infravalorar. La información que hoy publicamos pone de relieve que ETA había conseguido desarrollar la tecnología usada en, al menos, dos de las bombas del 11-M: la hallada en la mochila de Vallecas y la que las Fuerzas de Seguridad hicieron estallar en la estación de El Pozo.

Cuando la Guardia Civil registró el piso del último comando de la banda en Madrid, desarticulado en mayo de 2002, descubrió en ese lugar no sólo un teléfono agujereado con un soplete y con el vibrador del altavoz manipulado, sino también unas notas manuscritas en euskara explicando que estaban realizando pruebas de móviles como temporizadores. Este dato encaja perfectamente con lo desvelado hace un par de meses por EL MUNDO en el sentido de que al año siguiente, en el verano de 2003, el experto en electrónica de ETA, Elorriaga Kunze, le enseñó a un técnico francés uno de esos aparatos. Y es un elemento más que relaciona a ETA con la trama asturiana: no hay que olvidar que, según le contó Lavandera a Campillo, Trashorras y Toro estaban buscando a alguien «que supiera montar bombas con móviles», y que existen indicios de que los asturianos colaboraban entonces con ETA.

Por otra parte, lo que hoy revela Casimiro García-Abadillo demuestra que las Fuerzas de Seguridad -concretamente el responsable de los Tedax, Jesús Sánchez Manzano- no dijeron la verdad al juez Del Olmo cuando le aseguraron, en un informe del pasado abril, que ETA sólo había utilizado móviles como radiomando en sus atentados y nunca como temporizadores. El jefe de Sánchez Manzano es el comisario general de Información, Telesforo Rubio, apartado por el juez Marlaska de la investigación de la red de extorsión de la banda por su nula colaboración.

Tampoco Rubalcaba dijo la verdad cuando, en respuesta a las preguntas del PP, aseveró que «el uso de teléfonos móviles por parte de ETA, de los que se tiene conocimiento, ha sido como activador a distancia, no como temporizador». El ministro del Interior podrá refugiarse en ese oportuno «de los que se tiene conocimiento», pero es que su obligación era recabar y presentar la información correcta, máxime tratándose de un asunto de esta gravedad. Lo cierto es que ETA sí había desarrollado la sofisticada tecnología necesaria para montar bombas con móviles como temporizadores, algo que por cierto no había logrado ninguno de los procesados o acusados por el 11-M. Como tampoco se halló en su poder, ni en la casa de Morata ni en Leganés, los utensilios necesarios para agujerear o soldar los teléfonos.

En definitiva, el importante dato que hoy publicamos viene a reforzar la hipótesis de que ETA pudo colaborar logísticamente con los islamistas -hay ya 25 indicios que corroboran esta tesis- en la preparación de la masacre de Atocha. ¿Por qué las Fuerzas de Seguridad a sus órdenes no le dieron al Gobierno del PP esa información que podía haber cambiado por completo la interpretación del contenido de la mochila de Vallecas y, por lo tanto, el clima que se vivió en España el 13-M?

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