'El Chino' se fue a Pamplona el 13-M tras decir a su hijo: «Los de ETA se han pasado»

10-07-06



11-M / La investigación

'El Chino' se fue a Pamplona el 13-M tras decir a su hijo: «Los de ETA se han pasado»


Un hermano suyo tenía en casa la tarjeta de un teniente coronel de la Guardia Civil


CASIMIRO GARCIA-ABADILLO

MADRID.- Jamal Ahmidan, El Chino, estuvo en Pamplona los días 13 y 14 de marzo tras haber pasado la noche del 11-M en su casa. Precisamente esa misma noche habló con su hijo de ocho años del tremendo atentado y le comentó: «Los de ETA se han pasado». Así consta en la versión que dio al juez Del Olmo su compañera sentimental, que presenció la conversación entre padre e hijo, y que aparece recogida en el sumario que el magistrado instructor de la causa ha dado ya por concluido.

En la declaración ante el juez Del Olmo, la testigo protegido S 20-04-R-22 cuenta con detalle el comportamiento del supuesto jefe operativo del comando islamista, Jamal Ahmidan, en los días previos y posteriores a la matanza de Madrid.
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Por ejemplo, le contó al juez que en la noche del 10 de marzo Jamal Ahmidan no durmió en casa. Sin embargo, el mismo día del atentado la llamó desde el teléfono fijo (91/2560806) de la casa de Villalobos, 51, a las 12,15 horas para preguntarle cómo estaba.

Lo cual quiere decir que, en teoría, después de participar en la masacre, se marchó tranquilamente a su domicilio y tuvo la frialdad de llamar a su pareja por teléfono para interesarse por su estado.

La cosa no queda ahí. En la noche del mismo día 11 de marzo durmió también en la misma vivienda y habló con su hijo de ocho años de edad sobre el atentado, lamentándose: «Los de ETA se han pasado».

Cuando menos resulta sorprendente que un islamista radical que supuestamente acababa de participar en el asesinato de 192 personas en un acto de yihad contra los cristianos no sólo no se mostrase orgulloso de ello, sino que intentara endilgarle el atentado a los etarras. También contó la testigo protegido al juez que los días 13 y 14 de marzo (es decir, el día de reflexión y el día en que se celebraron las elecciones generales) Jamal Ahmidan estuvo en Pamplona. Al volver a casa el día 17 de marzo, le preguntó a su compañero que por qué no se había puesto en contacto con ella. A lo que éste le respondió que «necesitaba unos días de soledad, de estar tranquilo» porque después de lo que había pasado («habían muerto tantas personas», le comentó) se empezaba a culpar a grupos musulmanes y él «se sentía mal y necesitaba tranquilidad».

Tanto Rafa Zouhier, como los hermanos de El Chino y su compañera sentimental declararon ante el juez que Jamal Ahmidan viajaba con mucha frecuencia a San Sebastián y a Bilbao, donde operaba como traficante de drogas y, presuntamente, también conseguía armas.

Resulta curioso que, para descansar, El Chino se marchase precisamente a Pamplona, tras haberle dicho a su hijo que los responsables de la masacre habían sido los etarras.

La compañera sentimental de El Chino también le dijo al juez que Jamal Ahmidan no estaba en situación legal en España y que no le veía rezar habitualmente o acudir a la mezquita, lo que tampoco cuadra con la imagen del fundamentalista capaz de matar por la defensa de su religión. Asimismo, la testigo protegido reconoció ante el juez que ella es fumadora habitual y que su hijo iba a «un colegio religioso católico».

Según la versión oficial, El Chino no sólo fue capaz de organizar el mayor atentado de la historia de España, sino que fue él quien lo justificó y argumentó. La investigación policial sostiene que fue justamente Jamal Ahmidan quien leyó el mensaje grabado en el vídeo que apareció junto a la mezquita de la M-30 en el que se reivindica el atentado del 11-M de manera brutal: «Nos ensañaremos con los vuestros. Os atacaremos, traeremos la guerra a vuestras casas y no podréis conciliar el sueño... ¡Sangre por sangre! ¡Destrucción por destrucción!». Ese mismo individuo, al mismo tiempo, permitía que su compañera sentimental cometiese pecados como fumar o llevar pantalones y admitía igualmente que su hijo recibiera clases en un colegio no público, sino católico.

Como puede verse la información que aportó la compañera sentimental de El Chino no concuerda con el pefil típico de un islamista radical dispuesto a cometer una masacre en defensa de la sharia.

Quizas, el único dato aportado al juez que pudiera relacionar directamente a El Chino con el atentado del 11-M es que éste «tenía últimamente las manos muy agrietadas y ásperas», pero «no la palma, sino la parte superior». Hasta tal punto, que le había pedido a su compañera sentimental crema para suavizarlas.

Según fuentes policiales, esto podía significar dos cosas. Que, efectivamente, El Chino podía haber estado amasando la dinamita con sus nudillos; o bien, que la aspereza estuviera provocada por haber estado en contacto con el material de obra que estaba utilizando en las reformas de la casa de Morata de Tajuña.

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