El explosivo que el confidente Zouhier entregó a la UCO se destruyó sin analizar

08-11-06



11-M / La investigación

El explosivo que el confidente Zouhier entregó a la UCO se destruyó sin analizar


La Goma 2 iba en un frasco de los que utiliza la Policía para el entrenamiento de perros detectores

ANTONIO RUBIO

MADRID.- Rafá Zouhier, marroquí y colaborador de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil entre los años 2001 y 2004, prestará mañana declaración en Gijón en el juicio sobre la operación Pípol (julio 2001), donde son juzgados, entre otros, Emilio Suárez Trashorras y su cuñado Antonio Toro por posesión de drogas, detonadores y explosivos. Zouhier, según ha podido saber EL MUNDO, tiene previsto denunciar, una vez más, las irregularidades que llevaron a cabo los miembros de la UCO cuando, en enero de 2003, facilitó información sobre el tráfico de explosivos que estaban llevando a cabo Toro y Trashorras.
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El ex colaborador de la Guardia Civil también piensa denunciar que los agentes de la UCO destruyeron, sin analizar, la muestra del explosivo que le facilitaron en febrero de 2003 Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras, cuando intentaban vender 150 kilogramos de Goma 2. Parte de esos explosivos, según el juez Juan Del Olmo, llegó después a manos del terrorista Jamal Ahmidan y su grupo islamista y fue empleado en los atentados del 11-M de 2004.

Se da la circunstancia de que el juez Del Olmo todavía mantiene, según un auto de 5 de julio de 2006, que aquel explosivo sí fue analizado por la UCO: «El 20 de febrero de 2003, Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro Castro acudieron a Madrid, entregando una muestra de sustancia explosiva en un bote de cristal a Rafá Zouhier. Esta muestra fue recogida por miembros de la Guardia Civil tras ser analizada y se comprobó que era sustancia explosiva en mal estado».

El juez Del Olmo también recoge, en ese mismo auto, cómo se produjo el contacto entre los asturianos y el supuesto jefe del comando terrorista islamista: «Aprovechando las relaciones delictivas previas por tráfico de drogas en el círculo marroquí que en Madrid se dedicaba a una actividad delictiva, Jamal Ahmidan, a través de Rachid Aglif, entabló contacto con Rafá Zouhier, mostrando interés en conseguir sustancias explosivas».

Sin embargo, según se refleja en diversos informes de la Guardia Civil aportados en el sumario del 11-M, sobre esa muestra del explosivo nunca «se efectuó ningún análisis pericial» y simplemente «se realizó un estudio visual».

Además, el bote de cristal o recipiente que utilizaron los dos asturianos para transportar la muestra del explosivo desde Avilés hasta Madrid «era del tipo utilizado frecuentemente para el entrenamiento de perros detectores».

Esas dos cuestiones, la destrucción del explosivo «sin analizar» y el recipiente utilizado para «entrenamiento de perros detectores», están reflejadas en sendos informes que la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil remitió al magistrado Del Olmo. El primero de ellos fue emitido el 20 de septiembre de 2004 por el mismísimo coronel Félix Hernando, jefe de la UCO, a petición de la Comisión de Investigación Parlamentaria del 11-M, y el segundo corresponde a un informe, sin fecha, que fue titulado por los agentes del Instituto Armado como Resumen de los contactos mantenidos con Rafael Zouhier.

En ese segundo documento, además, se indica que la información obtenida sobre los explosivos fue remitida a Asturias: «La muestra del explosivo fue entregada a un tedax de la Comandancia de Tres Cantos (Madrid) para su destrucción y los datos de esa información, al tratarse de ámbito de competencias de una provincia, fue remitida a la Zona de Asturias, con fecha 27-02-03, para conocimiento y oportunos efectos».

La destrucción del explosivo por parte del agente de los Tedax de la Guardia Civil propició, entre otras cosas, que nunca se pudiera saber cuál era el auténtico origen de la Goma 2 que ofrecían Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro antes de los atentados del 11-M. Y, hasta el momento, nunca y nadie ha investigado quién proporcionó a Antonio Toro y a Emilio Suárez Trashorras el frasco o recipiente idéntico al «utilizado frecuentemente para el entrenamiento de perros detectores».

Recipiente

Algunos de los investigadores policiales que han participado en las pesquisas del 11-M han reconocido a EL MUNDO que «nadie ha reparado en ese detalle sobre el frasco o recipiente que sirvió para transportar la muestra del explosivo». Incluso han llegado más lejos en sus análisis: «Si es verdad lo que dice la UCO, el recipiente tenía que pertenecer a las Fuerzas de Seguridad: Policía, Guardia Civil o CNI».

Hay que recordar que Trashorras, como ha quedado acreditado tanto en la Comisión de Investigación Parlamentaria como en el sumario del 11-M y en el transcurso del juicio de la operación Pípol que se celebra actualmente en la Audiencia Provincial de Asturias, trabajaba como confidente para el ex jefe de estupefacientes de Avilés, el inspector Manuel García Rodríguez, más conocido por Manolón. Y Antonio Toro, según todos los indicios, llegó a colaborar con agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Rafá Zouhier declaró el pasado mes de marzo a EL MUNDO que «en diciembre de 2003 Suárez Trashorras le vendió cinco kilos de explosivos a Jamal Ahmidan, El Chino. Jamal subió a Asturias en un vehículo de la marca Renault, modelo Clio y de color blanco».

En el sumario del 11-M no existe ninguna referencia a esa entrega de cinco kilos de explosivo en diciembre de 2003 y tampoco a cómo llegó hasta las manos de Toro y Trashorras un frasco o recipiente que «se utiliza para el entrenamiento de perros detectores».

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