La fiscal y la 'cuarta trama', a agrio debate
14-06-07
ASI LO CUENTAN
La fiscal y la 'cuarta trama', a agrio debate
VICTOR DE LA SERNA
La diatriba de la fiscal Olga Sánchez contra la prensa malvada y la petición de «una sentencia abierta que no cierre la investigación» por parte del abogado José María de Pablo, que habla de una «cuarta trama» sin aclarar, provocaron reacciones previsiblemente encontradas en los medios que cubren el juicio del 11-M.
Por una vez, 'El País' se quedó solo defendiendo a la fiscal y fustigando a la competencia. 'ABC' se desmarcaba en la columna de Germán Yanke: «Esa intervención, con una dosis de moralina y un tono de desahogo, da la impresión de que está dirigida más a la opinión pública que a los jueces que deben sentenciar. Desvía la atención de las pruebas».
(.../...)
Ernesto Ekaizer mostraba, en cambio, comprensión en El País: «Cuando uno sigue el recorrido de este montaje -el de abogados-conspiradores que todo lo hacen en nombre de las víctimas- no puede reprimir una mirada de solidaridad hacia la fiscal Olga Sánchez, que ha investigado el caso durante más de tres años y cuya catarsis ha arrancado una llamada de atención de Javier Gómez Bermúdez». Y Pablo Ordaz se desmelenaba: «Cada vez que la fiscal Sánchez trastabilla en algún nombre, el abogado defensor José Luis Abascal y tres militantes de la Asociación de Víctimas del Terrorismo intercambian guiños, risas y cuchufletas. Es, curiosamente, la tónica de estos tres años, de estos tres meses, de estos dos días. Un juez instructor y una fiscal que intentan construir un edificio trabajosamente, a contrarreloj, y una oposición inusitada, construida a base de esa alianza obscena entre defensores y acusadores, que se parten de risa -o de insultos- cuando a ese edificio le sale una gotera».
En EL MUNDO, división de opiniones. David Gistau se tomaba a chacota lo de la cuarta trama: «Podríamos ir descartando al ratón Mickey, a Paris Hilton y a Manolo, el del Bombo. Personajes, por cierto, cuya participación en el atentado del 11-M ha quedado igual de probada que la de ETA». (¿Y que la de El Egipcio?). En cambio, Victoria Prego alababa al «menudo y valiente» De Pablo: «No fue una mera especulación: ofreció datos precisos y enumeró incógnitas no resueltas». Y un editorial sentenciaba en torno a la fiscal: «Olga Sánchez confundió ayer la sala con un estudio de la Cadena Ser, que es donde debería haber ido a desahogarse por su triste papel».
Lluís Foix, en 'La Vanguardia', comentaba los muchos palos, incluidos los de doña Olga, que el martes recibió la prensa aquí y fuera: «La prensa libre, transparente y sin ataduras políticas o económicas, puede presentar a veces una sociedad muy deteriorada, en crisis, abierta en canal. Si se tomaran la molestia de consultar la prensa británica en los tiempos más esplendorosos de su imperio, encontrarían que el país estaba sumido en una crisis permanente. Pero no era cierto». Pues menuda defensa de la prensa libre...
Por una vez, 'El País' se quedó solo defendiendo a la fiscal y fustigando a la competencia. 'ABC' se desmarcaba en la columna de Germán Yanke: «Esa intervención, con una dosis de moralina y un tono de desahogo, da la impresión de que está dirigida más a la opinión pública que a los jueces que deben sentenciar. Desvía la atención de las pruebas».
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Ernesto Ekaizer mostraba, en cambio, comprensión en El País: «Cuando uno sigue el recorrido de este montaje -el de abogados-conspiradores que todo lo hacen en nombre de las víctimas- no puede reprimir una mirada de solidaridad hacia la fiscal Olga Sánchez, que ha investigado el caso durante más de tres años y cuya catarsis ha arrancado una llamada de atención de Javier Gómez Bermúdez». Y Pablo Ordaz se desmelenaba: «Cada vez que la fiscal Sánchez trastabilla en algún nombre, el abogado defensor José Luis Abascal y tres militantes de la Asociación de Víctimas del Terrorismo intercambian guiños, risas y cuchufletas. Es, curiosamente, la tónica de estos tres años, de estos tres meses, de estos dos días. Un juez instructor y una fiscal que intentan construir un edificio trabajosamente, a contrarreloj, y una oposición inusitada, construida a base de esa alianza obscena entre defensores y acusadores, que se parten de risa -o de insultos- cuando a ese edificio le sale una gotera».
En EL MUNDO, división de opiniones. David Gistau se tomaba a chacota lo de la cuarta trama: «Podríamos ir descartando al ratón Mickey, a Paris Hilton y a Manolo, el del Bombo. Personajes, por cierto, cuya participación en el atentado del 11-M ha quedado igual de probada que la de ETA». (¿Y que la de El Egipcio?). En cambio, Victoria Prego alababa al «menudo y valiente» De Pablo: «No fue una mera especulación: ofreció datos precisos y enumeró incógnitas no resueltas». Y un editorial sentenciaba en torno a la fiscal: «Olga Sánchez confundió ayer la sala con un estudio de la Cadena Ser, que es donde debería haber ido a desahogarse por su triste papel».
Lluís Foix, en 'La Vanguardia', comentaba los muchos palos, incluidos los de doña Olga, que el martes recibió la prensa aquí y fuera: «La prensa libre, transparente y sin ataduras políticas o económicas, puede presentar a veces una sociedad muy deteriorada, en crisis, abierta en canal. Si se tomaran la molestia de consultar la prensa británica en los tiempos más esplendorosos de su imperio, encontrarían que el país estaba sumido en una crisis permanente. Pero no era cierto». Pues menuda defensa de la prensa libre...
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