Otra jornada de dudas y sobresaltos
31-05-07
PREGUERIAS
Otra jornada de dudas y sobresaltos
VICTORIA PREGO
PREGUERIAS
Otra jornada de dudas y sobresaltos
VICTORIA PREGO
¡Y nos lo queríamos perder! Grave error hubiera sido, porque de nuevo la pasión y el suspense dominaron ayer la sesión del juicio. Parecía que la sesión de ayer, destinada a las pruebas documentales, nos iba a aplastar de tedio. Pero sucedió todo lo contrario: fuimos de sobresalto en sobresalto.
(.../...)
El primer respingo hubo que darlo cuando los intérpretes propuestos por la defensa de 'El Egipcio', acusado por la Fiscalía de ser el autor intelectual del atentado, se descolgaron con la afirmación de que las traducciones realizadas de las conversaciones telefónicas del procesado estaban mal hechas y que muchas de sus palabras estaban mal interpretadas. Que aquello era todo un pepinazo lo decía el comportamiento de la fiscal Olga Sánchez, que perdió la serenidad, levantó la voz hasta casi gritar a los traductores y les lanzó unos cuantos reproches, uno de muy grueso calibre, algo del todo impropio de su cargo y condición.
Se explica: estas conversaciones son la base principal en la que se apoya el Ministerio Público para acusar a El Egipcio. Por eso se produjo el terremoto: porque, si las cosas son realmente así, su acusación podría venirse abajo.
Sería entonces el acabóse, sobre todo después de lo sucedido el martes cuando, en pleno interrogatorio a los peritos de explosivos y, abandonando la teoría de la contaminación, el fiscal Zaragoza decidió de repente cambiar de estrategia para adoptar la teoría del amasamiento de dos explosivos, algo que no estaba en condiciones de acreditar, ni siquiera de apuntalar con mínima solidez. Con ese quiebro inesperado, lo único que logró fue debilitar su primera posición sin poder reforzar la segunda. Un pésimo negocio.
Por eso lo de ayer de los traductores amenazaba con convertirse en el Trafalgar del Ministerio Público. Al final, puede que la cosa no sea tan grave como inicialmente pintaba y, siendo cierto que existen errores, matices y algunas invenciones policiales, también había frases de autoinculpación. La valoración es cosa del tribunal, pero la sensación es que el andamiaje de la acusación se ha tambaleado pero no ha caído.
Luego vino otro plato fuerte. Escuchamos estupefactos al confidente Zouhier hablando por teléfono con 'Víctor' -su controlador de la Guardia Civil- y dándole pelos y señales de 'El Chino': estatura, ojos, color de pelo, costumbres, nacionalidad de su mujer, marca y color de su coche, la posesión de explosivos, las armas, la calle en la que vivía...
Le daba hasta consejos, que ya es el colmo: «¿Por qué no ponéis una investigación donde te digo? Infórmate en el Ayuntamiento de cuántas familias marroquíes viven en esa calle». Le daba incluso instrucciones para detenerle: «A las 5 siempre se levanta a rezar. Cuando veáis una luz... ¡qué más quieres que te diga...!». Desgraciadamente para todos, el famoso Víctor sólo quería el número de teléfono de El Chino. Se ve que no tenía bastante con lo que estaba oyendo esa noche del 17 de marzo, una semana después de los atentados. El caso es que el día 20 el pájaro ya había volado. Y que el 4 de abril el líder del grupo de fanáticos se suicidó en Leganés llevándose consigo todas las respuestas a tantas preguntas.
Muy ilustrativo también el vídeo de la casa de Morata de Tajuña. Pudimos ver cómo la policía abría el zulo de los explosivos y cómo los perros entraban en él. No estaba lloviendo mucho en ese momento, como nos dijeron, a pesar de lo cual los animales no detectaron nada. Ni en el zulo ni dentro de la casa, donde se supone que cargaron las 10 mochilas con la dinamita. Y eran 130 kilos...
victoria.prego@el-mundo.es
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El primer respingo hubo que darlo cuando los intérpretes propuestos por la defensa de 'El Egipcio', acusado por la Fiscalía de ser el autor intelectual del atentado, se descolgaron con la afirmación de que las traducciones realizadas de las conversaciones telefónicas del procesado estaban mal hechas y que muchas de sus palabras estaban mal interpretadas. Que aquello era todo un pepinazo lo decía el comportamiento de la fiscal Olga Sánchez, que perdió la serenidad, levantó la voz hasta casi gritar a los traductores y les lanzó unos cuantos reproches, uno de muy grueso calibre, algo del todo impropio de su cargo y condición.
Se explica: estas conversaciones son la base principal en la que se apoya el Ministerio Público para acusar a El Egipcio. Por eso se produjo el terremoto: porque, si las cosas son realmente así, su acusación podría venirse abajo.
Sería entonces el acabóse, sobre todo después de lo sucedido el martes cuando, en pleno interrogatorio a los peritos de explosivos y, abandonando la teoría de la contaminación, el fiscal Zaragoza decidió de repente cambiar de estrategia para adoptar la teoría del amasamiento de dos explosivos, algo que no estaba en condiciones de acreditar, ni siquiera de apuntalar con mínima solidez. Con ese quiebro inesperado, lo único que logró fue debilitar su primera posición sin poder reforzar la segunda. Un pésimo negocio.
Por eso lo de ayer de los traductores amenazaba con convertirse en el Trafalgar del Ministerio Público. Al final, puede que la cosa no sea tan grave como inicialmente pintaba y, siendo cierto que existen errores, matices y algunas invenciones policiales, también había frases de autoinculpación. La valoración es cosa del tribunal, pero la sensación es que el andamiaje de la acusación se ha tambaleado pero no ha caído.
Luego vino otro plato fuerte. Escuchamos estupefactos al confidente Zouhier hablando por teléfono con 'Víctor' -su controlador de la Guardia Civil- y dándole pelos y señales de 'El Chino': estatura, ojos, color de pelo, costumbres, nacionalidad de su mujer, marca y color de su coche, la posesión de explosivos, las armas, la calle en la que vivía...
Le daba hasta consejos, que ya es el colmo: «¿Por qué no ponéis una investigación donde te digo? Infórmate en el Ayuntamiento de cuántas familias marroquíes viven en esa calle». Le daba incluso instrucciones para detenerle: «A las 5 siempre se levanta a rezar. Cuando veáis una luz... ¡qué más quieres que te diga...!». Desgraciadamente para todos, el famoso Víctor sólo quería el número de teléfono de El Chino. Se ve que no tenía bastante con lo que estaba oyendo esa noche del 17 de marzo, una semana después de los atentados. El caso es que el día 20 el pájaro ya había volado. Y que el 4 de abril el líder del grupo de fanáticos se suicidó en Leganés llevándose consigo todas las respuestas a tantas preguntas.
Muy ilustrativo también el vídeo de la casa de Morata de Tajuña. Pudimos ver cómo la policía abría el zulo de los explosivos y cómo los perros entraban en él. No estaba lloviendo mucho en ese momento, como nos dijeron, a pesar de lo cual los animales no detectaron nada. Ni en el zulo ni dentro de la casa, donde se supone que cargaron las 10 mochilas con la dinamita. Y eran 130 kilos...
victoria.prego@el-mundo.es
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