«REMATADA» LA VERSION OFICIAL, YASOLO QUEDA LA TESIS DEL TITADYN
02-06-07
Editorial
«REMATADA» LA VERSION OFICIAL, YASOLO QUEDA LA TESIS DEL TITADYN
Editorial
«REMATADA» LA VERSION OFICIAL, YASOLO QUEDA LA TESIS DEL TITADYN
Lo que ha ocurrido en el corto periodo de tiempo de esta semana sirve de perfecto paradigma de cómo la Policía y la Fiscalía han intentado manipular la investigación del 11-M desde sus comienzos.
El pasado lunes, uno de los diarios utilizados habitualmente para intoxicar a la opinión pública anunció de forma triunfal «el remate de la teoría de la conspiración». El titular de primera página estaba construido sobre un informe en el que se aseguraba que los técnicos de la Guardia Civil habían encontrado nitroglicerina en los cartuchos de Goma 2 ECO, recogidos en Mina Conchita después de los atentados del 11-M. Ello venía a explicar por qué se había detectado este componente en el análisis de uno de los restos de los focos de los trenes: la nitroglicerina estaba ya en los explosivos sustraídos de la mina.
La sensacional historia que «remataba» la teoría de la conspiración sólo duró unas pocas horas porque los propios peritos de la Guardia Civil explicaron en el juicio que habían realizado una prueba muy imprecisa y que, en realidad, se había llamado nitroglicerina a lo que era nitroglicol.
Por lo tanto, la situación volvía a ser la de antes y las preguntas seguían siendo las mismas: ¿de dónde habían salido la nitroglicerina hallada en el resto del foco de la estación de El Pozo, el único no lavado en el laboratorio de los Tedax con agua y acetona, y el DNT que ha aparecido en los demás focos? Ni uno ni otro forman parte de la Goma 2 ECO, el explosivo que estalló en los trenes, según la versión del juez instructor, del Gobierno y de la fiscal Olga Sánchez.
Dos teorías incompatibles
Los atónitos asistentes al juicio y un más atónito tribunal pudieron escuchar cómo simultáneamente los apóstoles de la versión oficial defendían dos teorías absolutamente incompatibles.
Alfonso Vega, jefe de los peritos de la Policía Científica, con la sonrojante complicidad de la Fiscalía, se aferraba a la inverosímil teoría de «las moléculas voladoras», consistente en que los restos guardados en un armario y en bolsas herméticas se habían contaminado en el propio almacén de los Tedax.
Otros letrados de la acusación más gubernamental sostenían, por el contrario, la teoría de la mezcla de los explosivos Goma 2 EC y Goma 2 ECO en Mina Cochita para explicar la presencia de esa nitroglicerina.
Sin embargo, muy pronto la hipótesis de Alfonso Vega y la Policía Científica quedaba literalmente triturada por la perito de los Tedax que guardó las muestras, cuando explicó al tribunal que esos restos habían sido introducidos en bolsas impermeables, que estaban guardadas en sobres. Los sobres estaban metidos en una caja y esa caja dentro de un armario. ¿Cómo pudieron las particulas perforar todas esas barreras para infiltrarse en los restos? Sencillamente es imposible. Lo que quedó en evidencia es que la teoría del perito Alfonso Vega era una patraña insostenible desde el punto de vista científico.
La otra alternativa era más verosímil y mucho más difícil de rebatir como hipótesis: la mezcla de los explosivos en la mina asturiana o la utilización en los atentados de una combinación de Goma 2 EC y Goma 2 ECO.
De hecho, los abogados de la asociación de víctimas de Pilar Manjón celebraron como si fueran forofos que acaban de ver marcar un gol a su equipo el momento en el que -a partir de un folleto del fabricante del año 1999 que incluía al enumerar los componentes la expresión «nitroglicerina/nitroglicol»- todos los peritos admitieron que la Goma 2 EC podía contener una u otra sustancia.
Asunto resuelto: la Goma 2 EC de Mina Conchita era de la que llevaba nitroglicerina.
La euforia se esfuma
Bien poco ha durado su alegría. La nota enviada a requerimiento del propio Vega el pasado 29 de mayo por Maxam, fabricante de los explosivos, descarta totalmente esta hipótesis al señalar de forma taxativa que la Goma 2 EC dejó de producirse con nitroglicerina en marzo de 1992; o sea, hace más de 15 años.
Dado que los explosivos se robaron de Mina Conchita unas semanas antes del 11-M, según consta en el sumario, es imposible que los ladrones encontraran allí cartuchos con nitroglicerina por la evidente razón de que la Goma 2 EC no contenía esa sustancia desde 1992 y de que la Goma 2 ECO jamás la ha tenido.
La nota de Maxam sí que «remata» definitivamente la versión oficial de que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO o una mezcla de este explosivo con Goma 2 EC.
Descartada empíricamente la contaminación en la fábrica de Páramo de Masa, descartada por disparatada la teoría de la contaminación en el laboratorio de los Tedax y descartada la posibilidad de una mezcla, sólo nos queda una única alternativa: que lo que estalló en los trenes fue Titadyn, una dinamita que sí contiene nitroglicerina y DNT, dos sustancias que han aparecido en los análisis de los restos de los explosivos.
Guste o no, incomode a quien incomode, todo indica que lo que estalló en los trenes del 11-M -desde luego en la estación de El Pozo- fue, como sostienen los cuatro peritos independientes, Titadyn. Es decir, el explosivo habitual de ETA.
El pasado lunes, uno de los diarios utilizados habitualmente para intoxicar a la opinión pública anunció de forma triunfal «el remate de la teoría de la conspiración». El titular de primera página estaba construido sobre un informe en el que se aseguraba que los técnicos de la Guardia Civil habían encontrado nitroglicerina en los cartuchos de Goma 2 ECO, recogidos en Mina Conchita después de los atentados del 11-M. Ello venía a explicar por qué se había detectado este componente en el análisis de uno de los restos de los focos de los trenes: la nitroglicerina estaba ya en los explosivos sustraídos de la mina.
La sensacional historia que «remataba» la teoría de la conspiración sólo duró unas pocas horas porque los propios peritos de la Guardia Civil explicaron en el juicio que habían realizado una prueba muy imprecisa y que, en realidad, se había llamado nitroglicerina a lo que era nitroglicol.
Por lo tanto, la situación volvía a ser la de antes y las preguntas seguían siendo las mismas: ¿de dónde habían salido la nitroglicerina hallada en el resto del foco de la estación de El Pozo, el único no lavado en el laboratorio de los Tedax con agua y acetona, y el DNT que ha aparecido en los demás focos? Ni uno ni otro forman parte de la Goma 2 ECO, el explosivo que estalló en los trenes, según la versión del juez instructor, del Gobierno y de la fiscal Olga Sánchez.
Dos teorías incompatibles
Los atónitos asistentes al juicio y un más atónito tribunal pudieron escuchar cómo simultáneamente los apóstoles de la versión oficial defendían dos teorías absolutamente incompatibles.
Alfonso Vega, jefe de los peritos de la Policía Científica, con la sonrojante complicidad de la Fiscalía, se aferraba a la inverosímil teoría de «las moléculas voladoras», consistente en que los restos guardados en un armario y en bolsas herméticas se habían contaminado en el propio almacén de los Tedax.
Otros letrados de la acusación más gubernamental sostenían, por el contrario, la teoría de la mezcla de los explosivos Goma 2 EC y Goma 2 ECO en Mina Cochita para explicar la presencia de esa nitroglicerina.
Sin embargo, muy pronto la hipótesis de Alfonso Vega y la Policía Científica quedaba literalmente triturada por la perito de los Tedax que guardó las muestras, cuando explicó al tribunal que esos restos habían sido introducidos en bolsas impermeables, que estaban guardadas en sobres. Los sobres estaban metidos en una caja y esa caja dentro de un armario. ¿Cómo pudieron las particulas perforar todas esas barreras para infiltrarse en los restos? Sencillamente es imposible. Lo que quedó en evidencia es que la teoría del perito Alfonso Vega era una patraña insostenible desde el punto de vista científico.
La otra alternativa era más verosímil y mucho más difícil de rebatir como hipótesis: la mezcla de los explosivos en la mina asturiana o la utilización en los atentados de una combinación de Goma 2 EC y Goma 2 ECO.
De hecho, los abogados de la asociación de víctimas de Pilar Manjón celebraron como si fueran forofos que acaban de ver marcar un gol a su equipo el momento en el que -a partir de un folleto del fabricante del año 1999 que incluía al enumerar los componentes la expresión «nitroglicerina/nitroglicol»- todos los peritos admitieron que la Goma 2 EC podía contener una u otra sustancia.
Asunto resuelto: la Goma 2 EC de Mina Conchita era de la que llevaba nitroglicerina.
La euforia se esfuma
Bien poco ha durado su alegría. La nota enviada a requerimiento del propio Vega el pasado 29 de mayo por Maxam, fabricante de los explosivos, descarta totalmente esta hipótesis al señalar de forma taxativa que la Goma 2 EC dejó de producirse con nitroglicerina en marzo de 1992; o sea, hace más de 15 años.
Dado que los explosivos se robaron de Mina Conchita unas semanas antes del 11-M, según consta en el sumario, es imposible que los ladrones encontraran allí cartuchos con nitroglicerina por la evidente razón de que la Goma 2 EC no contenía esa sustancia desde 1992 y de que la Goma 2 ECO jamás la ha tenido.
La nota de Maxam sí que «remata» definitivamente la versión oficial de que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO o una mezcla de este explosivo con Goma 2 EC.
Descartada empíricamente la contaminación en la fábrica de Páramo de Masa, descartada por disparatada la teoría de la contaminación en el laboratorio de los Tedax y descartada la posibilidad de una mezcla, sólo nos queda una única alternativa: que lo que estalló en los trenes fue Titadyn, una dinamita que sí contiene nitroglicerina y DNT, dos sustancias que han aparecido en los análisis de los restos de los explosivos.
Guste o no, incomode a quien incomode, todo indica que lo que estalló en los trenes del 11-M -desde luego en la estación de El Pozo- fue, como sostienen los cuatro peritos independientes, Titadyn. Es decir, el explosivo habitual de ETA.
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