LOS AGUJEROS NEGROS DEL 11-M (XVI) Las Copias Secretas
04-05-05
LOS AGUJEROS NEGROS DEL 11-M (XVI)
Las copias secretas
Se ocultaron varias cintas con la denuncia de Lavandera.La Guardia Civil hizo al menos dos copias de la cinta con la denuncia de Lavandera
Por FERNANDO MUGICA
Las copias de la cinta que el agente de la Guardia Civil Jesús Campillo grabó al confidente Francisco Javier Lavandera en el verano de 2001 circularon varios años por las Comandancias de Gijón y Oviedo. Tanto el teniente Montero, de Información, como el capitán Marful, de la Policía Judicial, manejaron copias en 2001, 2002 y 2003. Por su parte, el presunto colaborador del CNI, el socialista Fernando Huarte, descansa en Benidorm, mientras se conocen más detalles de sus negocios en países «de mayoría islámica» y sus extrañas visitas a la embajada de Libia, donde recibía paquetes de fertilizantes.Su Asociación de Amigos del Pueblo Palestino Al Fatah ha recibido importantes subvenciones del Ayuntamiento socialista de Gijón.A Francisco Javier Lavandera no le dan trabajo como vigilante de seguridad porque temen que «vuele por los aires junto a los clientes». (.../...)
Las cintas de Lavandera han estado circulando por las comandancias asturianas desde el año 2001. Se han hecho distintas copias, han pasado de mano en mano y nadie a estas alturas puede afirmar, entre los mandos de la Guardia Civil de Gijón y Oviedo, que desconociera su existencia.
La grabación la llevó a cabo el agente de Información Jesús Campillo a Francisco Javier Lavandera, un portero del club Horóscopo de Gijón, que en verano de 2001 ofreció espontáneamente datos precisos sobre una banda de delincuentes de la que formaban parte Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras, imputados por el 11-M.
En esa grabación, que EL MUNDO sacó a la luz en otoño de 2004, quedaba constancia expresa de la existencia de una red que ofrecía al mejor postor y con urgencia grandes cantidades de explosivos -hasta 1.000 kilos a la semana- y que buscaba a alguien capaz de fabricar bombas con teléfonos móviles.
Los mandos de la Guardia Civil insistieron en su día en que no le dieron una gran relevancia al caso y que después de algunas investigaciones descartaron que aquello fuera un asunto serio.
Esos responsables alegaron que la cinta quedó traspapelada hasta que, por puro azar, alguien la encontró después de un traslado de mobiliario de oficina, en el pequeño acuartelamiento asturiano de Cancienes. Faltaron a la verdad.
El hecho cierto es que, ya en los días posteriores a la grabación, el teniente de Información Montero, de la Comandancia de Gijón, le dio al tema la suficiente importancia como para procurarse una copia de la grabación.
Hizo dos copias de la cinta original -que duraba alrededor de 20 minutos-, una detrás de otra en una cinta comercial de casete de tamaño normal en la que originalmente había una grabación de un curso de inglés.
UNA NUEVA CINTA, 'CAMPILLO NEWS'
La nueva cinta le serviría para escuchar y estudiar detenidamente la denuncia de Lavandera y completar así las anotaciones que había redactado el agente Campillo en el informe que acompañaba a la cinta original. Para recordar el contenido de lo que acababa de grabar, el propio Montero escribió en la copia las palabras Campillo news.
Posteriormente, Montero quedó adscrito de manera temporal como teniente ayudante, un puesto de gran confianza en la Comandancia, ya que en la práctica es el secretario del responsable máximo de la misma. Fue en esta oficina donde su sucesor, el teniente ayudante Adelino, encontraría más tarde esa misma copia.
En el año 2003 se intentó formar un grupo de trabajo conjunto de las dos comandancias asturianas para evaluar la trama de los explosivos. Es entonces cuando Montero entrega una nueva copia de la cinta al capitán Marful, de Oviedo, el hombre que trató de hablar con la Fiscalía asturiana -finalmente lo hizo en una cafetería- sobre el tema sin que obtuviera respuesta, el hombre que lloró de impotencia el 11-M por no haber sido capaz de evitar la catástrofe.
A la luz de los nuevos datos no se explica cómo es posible que Marful no enseñara la copia de la cinta que había recibido de Montero al fiscal. Tenía en su mano una forma simple y eficaz de interesar a la Fiscalía por el tema, ya que las declaraciones de Lavandera contenidas en la cinta no dejaban lugar a dudas sobre la importancia de la trama delictiva.
Marful nunca reconoció que estuviera en posesión de esa cinta y argumentó en su día que todo el material que le habían dado para que pudiera comenzar la investigación consistía en datos muy sucintos sobre el caso y unas fotografías que los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil habían realizado a los implicados.
Nadie ha sabido argumentar por qué se abandona y se deja en vía muerta un caso tan flagrante como el de la trama asturiana de venta de explosivos.
Algunos expertos sugieren que el entonces coronel Laguna -ahora general-, máximo responsable en esas fechas de la Guardia Civil asturiana, apartó a sus hombres del caso para dejar vía libre a una investigación más importante, ya en curso, que estarían realizando agentes de la Unidad Central Operativa, con sede en Madrid.
La existencia de nuevas copias de la cinta de Campillo en manos de distintos oficiales del Instituto Armado a lo largo de los últimos cinco años exige nuevas explicaciones a la opinión pública.Tendrán que aclarar de forma expresa cuántos conocían su contenido y qué hicieron para detener a la red de delincuentes a los que Lavandera había denunciado. Ya no podrán aducir su desconocimiento.
COPIAS EN LA AUDIENCIA NACIONAL
El teniente ayudante Adelino ha afirmado que la copia de la cinta en la que Montero escribió Campillo news fue enviada a la Audiencia Nacional cuando se desató el escándalo de la existencia del original.
Si a nadie le pareció relevante el contenido de la cinta, ¿por qué el teniente de información Montero hizo una copia y apartó al agente Campillo del caso? Si nadie le dio importancia, ¿por qué la UCO intervino y realizó seguimientos y fotografías? ¿Dentro de qué operación estaban metidas esas diligencias? ¿Por qué finalmente se desechó la importancia de la trama a pesar de que ,a través del confidente Zouhier, la UCO pudo comprobar en 2003 la veracidad de la existencia de una trama de venta de explosivos como había denunciado Lavandera dos años antes?
Por cierto, al responsable de la Comandancia de Gijón cuando se descubrió la cinta, el teniente coronel José Antonio Rodríguez Bolinaga -apartado de su cargo a raíz del escándalo-, le han ofrecido un puesto importante en la Dirección General de la Guardia Civil, en Madrid. Aunque no hay nada decidido, se estudia que sea el responsable de toda el área de Informática.
El agente Jesús Campillo, el hombre que grabó la cinta a Lavandera, y que insistió ante sus superiores a lo largo de muchos meses en su importancia, no ha tenido tanta suerte.
CAMPILLO, UN HOMBRE DESTRUIDO
Sigue de baja psicológica y deambula por las sidrerías de Gijón, temeroso de su porvenir y obsesionado con su mala suerte. En la Comandancia aseguran que es muy difícil que pueda volver a su puesto en Información y que lo más probable es que jamás regrese a un empleo activo en la Guardia Civil. Los mandos han intentado minar su moral, a pesar del apoyo de algunos compañeros. No le perdonan que contradijera la versión de sus superiores, asegurando que Lavandera reconoció a Emilio Suárez Trashorras en la rueda de fotografías que le presentaron como a uno de los implicados en la trama de los explosivos.
A Francisco Javier Lavandera las cosas no le van mucho mejor, a pesar de que afronta su destino con una entereza encomiable y una voluntad de hierro.
El turbio episodio del paquete que colocaron bajo su coche hace tres semanas y que descubrieron los empleados de una gasolinera cercana a su domicilio tuvo un final guiñolesco. Nadie le dijo oficialmente nada sobre el tema. Una periodista local que había hablado con la policía le comentó que, según la versión oficial, en el paquete habían encontrado golosinas y que las habían retirado porque podían estar en mal estado y cualquier niño podía intoxicarse si las encontraba.
Es difícil buscar una versión más ridícula, sobre todo teniendo en cuenta que los empleados de la gasolinera ratifican que el policía de paisano que llegó, avisado por la dotación de varios coches patrulla que habían acudido a la zona tras la llamada de los gasolineros, se llevó el paquete sin mirar el contenido.
NADIE SE ARRIESGA A DARLE TRABAJO
De cualquier manera, se lo ha tomado en serio. Está en negociaciones con un amigo uruguayo propietario de una armería para comprarse una cazadora negra de apariencia normal, pero que en realidad es un discreto y eficaz chaleco antibalas.
También ha solicitado la licencia B para llevar un arma de defensa personal. La solicitud depende del delegado del Gobierno. En la Guardia Civil le han dicho: «Si no te lo dan a ti, no se lo dan a nadie».
«Sigo sin trabajo. Lo he intentado en lo que yo sé, aquello para lo que estoy titulado, la seguridad privada. En la última empresa a la que acudí me comentaron que yo, seguramente, sería el mejor vigilante de España, pero que si me ponían en un supermercado o en una fábrica se arriesgaban a que muriera gente si me volaban por los aires».
Lavandera continúa convencido de que el 11-M podía haberse evitado si hubieran atendido adecuadamente a sus denuncias contra la trama de los explosivos.
«El otro día vi en televisión un llamamiento policial a favor de la colaboración ciudadana. Me dieron ganas de llamar al programa y decirles: 'Hola, soy Lavandera, ¿cómo podéis tener los cojonazos de pedir algo así después de lo que me pasó a mí?'».
DOS FIGURAS SIN INVESTIGAR
Todavía no comprende algunos silencios. Por ejemplo, no entiende que no le hayan preguntado todavía por el asesor de Toro y Trashorras.El hombre que, según le explicaron, les llevaba todos los papeles y los sacaba de cualquier apuro.
Como tampoco se explica por qué nadie se interesa por el hombre que apareció de madrugada en el garaje de Trashorras, la noche del 28 de febrero, cuando teóricamente y según el testimonio del único condenado por el 11-M -el menor al que llaman El Gitanillo-, se hizo el intercambio de explosivos entre la banda de Avilés y los moritos de Jamal Ahmidan, El Chino. El hombre, de nacionalidad española, que observó todo y al que El Gitanillo no conocía del barrio. Un individuo que aquella noche comentó algo sobre el puerto de San Isidro y del que nunca más se ha sabido nada.
El caso Huarte continúa mientras tanto su camino paralelo. En la cúpula asturiana del PSOE se ha desatado durante las últimas dos semanas una batalla entre dos bandos. Para unos, Fernando Huarte no es más que un simple militante de base sin la menor importancia en el organigrama. La mejor estrategia para el partido consistiría, según ellos, en distanciarse de él y minimizar sus visitas al islamista Benesmail en la cárcel de Villabona (Asturias).
En los últimos días ha vencido el bando contrario: a Huarte hay que darle todo el apoyo posible.
Tras los primeros días de confusión, a Fernando Huarte le aconsejaron que se saliera de la vorágine y que, sobre todo, no hiciera declaraciones.Su mayor preocupación ahora es la seguridad de su familia.
Fuentes del CNI han reconocido que Huarte permanece dentro del territorio español y que saben dónde se encuentra. No es difícil averiguarlo. Fernando Huarte se ha marchado a la costa levantina, concretamente a la zona de Benidorm, acompañado de su mujer.
Mientras tanto, en el Ayuntamiento de Gijón se discute sobre las ayudas aportadas oficialmente para la asociación benéfica en favor de la causa árabe que él mismo preside.
En 2003 se denegaron los proyectos de becas universitarias a estudiantes con escasos recursos que promocionaba la Asociación Nacional de Amigos del Pueblo Palestino Al Fatah. También se denegaron fondos para el equipamiento y renovación del Centro de Jerusalén que también promovía Huarte.
Sin embargo, el Ayuntamiento de Gijón destinó el año pasado 30.000 euros para el proyecto Alimentos Palestina del Comité de Solidaridad con la Causa Arabe. La Asociación de Fernando Huarte recibió 20.000 euros y el Comité de Solidaridad con la Causa Arabe, 60.000.Para la asistencia de presos palestinos se destinaron 20.000 euros y otros 38.700 fueron a parar a ropa de abrigo para niños palestinos y medicinas.
La asociación de Fernando Huarte envió una última donación a International Cooperation Unit Palestine Red Crescent Society -la Cruz Roja Palestina- en el mes de marzo pasado, curiosamente después de que estallara el escándalo de su pertenencia al grupo de colaboradores del CNI. La cantidad enviada a una cuenta corriente del Arab Bank, en su sucursal de Ramala, se aproxima a los 15.000 euros.
Cada vez son más los datos que se conocen de los negocios de Huarte. En los últimos años su empresa Huarte Internacional ha negociado con productos tan variados como los aceites comestibles, lubricantes, revestimientos plásticos y vigas de cimentación.También ha actuado de intermediario para la adquisición por parte de Turquía y Siria de grandes cantidades de azúcar brasileño.
En ocasiones los negocios fracasaban porque las palabras con las que intentaba convencer a sus posibles socios no iban acompañadas de hechos que demostraran una infraestructura seria y suficiente.
Hay hombres de negocios que recuerdan cómo Huarte les propuso formar compañías para explotar sectores tan dispares como los caladeros de pesca libios o una empresa de tuberías. Lo peor era cuando, después de las primeras reuniones y de las brillantes promesas, les llevaba a sus oficinas y se encontraban, por ejemplo, que en el séptimo piso de un edificio de la calle de Quevedo de Gijón donde tenía domiciliados sus negocios vivían un par de palestinos en condiciones bastante precarias. No era la mejor forma de convencer a unos empresarios que se suponía tenían que aportar una fuerte cantidad de dinero a los posibles proyectos.
Son muchos los hombres de negocios que le han acompañado en sus constantes viajes por Oriente Próximo y Latinoamérica. Todos lo consideran un hombre discreto y trabajador.
Algunos testigos aseguran que en ocasiones le acompañaron en misiones algo más delicadas. Como cuando acudía a la embajada de Libia en Madrid. Lo más curioso es que los libios, además de contactos y folletos propagandísticos, le proporcionaban paquetes que llegaban por valija diplomática. Según su propio testimonio, se trataba de muestras de fertilizantes.
FERTILIZANTES, UN PRODUCTO PELIGROSO
La palabra fertilizante es muy peligrosa cuando se la relaciona con el terrorismo islámico. En este sentido hay que recordar que en marzo de 2004 la policía británica desarticuló células islamistas relacionadas con la preparación de un gran atentado en el metro de Londres.
En aquella ocasión, el propio primer ministro británico, Tony Blair, comentó en rueda de prensa que los terroristas pretendían usar fertilizantes para la fabricación de las bombas.
Dos semanas antes, las Fuerzas de Seguridad habían confiscado más de media tonelada de fertilizantes -nitrato de amonio- en un almacén cercano al aeropuerto de Heathrow. En los detalles que se dieron al público se especificaba que los terroristas pretendían mezclar gases provenientes de tetraóxido de osmio con los fertilizantes, lo que tras la explosión hubiera formado una nube con gran poder tóxico. Hay que recordar también que se emplearon fertilizantes en atentados tan espectaculares como los de Bali (Indonesia) y Oklahoma (EEUU).
Una tonelada de nitrato de amonio no cuesta más de 200 euros.Mezclada con gasóleo y reforzada con Semtex puede convertirse en una bomba extraordinariamente poderosa.
En ningún caso estamos diciendo que Huarte se dedicara a facilitar materiales para fabricar bombas. Pero sacar paquetes de fertilizantes de la embajada libia debiera de haber puesto en marcha las suficientes alarmas como para que alguien le preguntara por el tema. Y mucho más si, como parece, era un informador habitual de los servicios de Inteligencia españoles.
¿Para qué quería Fernando Huarte los fertilizantes? ¿A quién se los facilitaba? Son preguntas a las que parece lógico que tenga que responder.
POLICIAS MUNICIPALES FUERA DE SERVICIO
Se ha sabido ahora que para organizar la seguridad de los grandes mítines del PSOE, Fernando Huarte utilizaba a personal de la Policía Municipal de Gijón. Se trataba de agentes que en sus ratos libres ganaban un dinero extra por realizar esas actividades.En este sentido, es curioso señalar que el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ordenó que fueran policías municipales los que protegieran a Francisco Javier Lavandera en un primer momento, cuando se le hizo testigo protegido.
Parece evidente que el magistrado encargado de investigar el 11-M no se fiaba en aquel momento de la Policía Nacional o de la Guardia Civil para proteger a Lavandera, ya que éste había denunciado - precisamente ante el propio juez- que ni la policía ni el Instituto Armado le hicieron ningún caso cuando intentó desenmascarar la trama de venta ilegal de explosivos en Asturias.Fueron los policías municipales los que lo escoltaron durante su estancia en Gijón y su traslado a Madrid hasta que lo entregaron a la escolta oficial de testigos protegidos.
Huarte aún no ha explicado su correspondencia con Benesmail, ni los detalles de las tres conversaciones que mantuvo con el terrorista en la cárcel de Villabona en 2002 y 2004. Tampoco ha aclarado sus negocios con países «de mayoría islámica» ni las relaciones privilegiadas y de extrema confianza que mantenía con personalidades políticas y comerciales de esos mismos países.
Sigue sin conocerse la tarea que realizó para el CNI y lo que tuvo que proporcionar a cambio de las informaciones que conseguía.
Las copias secretas
Se ocultaron varias cintas con la denuncia de Lavandera.La Guardia Civil hizo al menos dos copias de la cinta con la denuncia de Lavandera
Por FERNANDO MUGICA
Las copias de la cinta que el agente de la Guardia Civil Jesús Campillo grabó al confidente Francisco Javier Lavandera en el verano de 2001 circularon varios años por las Comandancias de Gijón y Oviedo. Tanto el teniente Montero, de Información, como el capitán Marful, de la Policía Judicial, manejaron copias en 2001, 2002 y 2003. Por su parte, el presunto colaborador del CNI, el socialista Fernando Huarte, descansa en Benidorm, mientras se conocen más detalles de sus negocios en países «de mayoría islámica» y sus extrañas visitas a la embajada de Libia, donde recibía paquetes de fertilizantes.Su Asociación de Amigos del Pueblo Palestino Al Fatah ha recibido importantes subvenciones del Ayuntamiento socialista de Gijón.A Francisco Javier Lavandera no le dan trabajo como vigilante de seguridad porque temen que «vuele por los aires junto a los clientes». (.../...)
Las cintas de Lavandera han estado circulando por las comandancias asturianas desde el año 2001. Se han hecho distintas copias, han pasado de mano en mano y nadie a estas alturas puede afirmar, entre los mandos de la Guardia Civil de Gijón y Oviedo, que desconociera su existencia.
La grabación la llevó a cabo el agente de Información Jesús Campillo a Francisco Javier Lavandera, un portero del club Horóscopo de Gijón, que en verano de 2001 ofreció espontáneamente datos precisos sobre una banda de delincuentes de la que formaban parte Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras, imputados por el 11-M.
En esa grabación, que EL MUNDO sacó a la luz en otoño de 2004, quedaba constancia expresa de la existencia de una red que ofrecía al mejor postor y con urgencia grandes cantidades de explosivos -hasta 1.000 kilos a la semana- y que buscaba a alguien capaz de fabricar bombas con teléfonos móviles.
Los mandos de la Guardia Civil insistieron en su día en que no le dieron una gran relevancia al caso y que después de algunas investigaciones descartaron que aquello fuera un asunto serio.
Esos responsables alegaron que la cinta quedó traspapelada hasta que, por puro azar, alguien la encontró después de un traslado de mobiliario de oficina, en el pequeño acuartelamiento asturiano de Cancienes. Faltaron a la verdad.
El hecho cierto es que, ya en los días posteriores a la grabación, el teniente de Información Montero, de la Comandancia de Gijón, le dio al tema la suficiente importancia como para procurarse una copia de la grabación.
Hizo dos copias de la cinta original -que duraba alrededor de 20 minutos-, una detrás de otra en una cinta comercial de casete de tamaño normal en la que originalmente había una grabación de un curso de inglés.
UNA NUEVA CINTA, 'CAMPILLO NEWS'
La nueva cinta le serviría para escuchar y estudiar detenidamente la denuncia de Lavandera y completar así las anotaciones que había redactado el agente Campillo en el informe que acompañaba a la cinta original. Para recordar el contenido de lo que acababa de grabar, el propio Montero escribió en la copia las palabras Campillo news.
Posteriormente, Montero quedó adscrito de manera temporal como teniente ayudante, un puesto de gran confianza en la Comandancia, ya que en la práctica es el secretario del responsable máximo de la misma. Fue en esta oficina donde su sucesor, el teniente ayudante Adelino, encontraría más tarde esa misma copia.
En el año 2003 se intentó formar un grupo de trabajo conjunto de las dos comandancias asturianas para evaluar la trama de los explosivos. Es entonces cuando Montero entrega una nueva copia de la cinta al capitán Marful, de Oviedo, el hombre que trató de hablar con la Fiscalía asturiana -finalmente lo hizo en una cafetería- sobre el tema sin que obtuviera respuesta, el hombre que lloró de impotencia el 11-M por no haber sido capaz de evitar la catástrofe.
A la luz de los nuevos datos no se explica cómo es posible que Marful no enseñara la copia de la cinta que había recibido de Montero al fiscal. Tenía en su mano una forma simple y eficaz de interesar a la Fiscalía por el tema, ya que las declaraciones de Lavandera contenidas en la cinta no dejaban lugar a dudas sobre la importancia de la trama delictiva.
Marful nunca reconoció que estuviera en posesión de esa cinta y argumentó en su día que todo el material que le habían dado para que pudiera comenzar la investigación consistía en datos muy sucintos sobre el caso y unas fotografías que los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil habían realizado a los implicados.
Nadie ha sabido argumentar por qué se abandona y se deja en vía muerta un caso tan flagrante como el de la trama asturiana de venta de explosivos.
Algunos expertos sugieren que el entonces coronel Laguna -ahora general-, máximo responsable en esas fechas de la Guardia Civil asturiana, apartó a sus hombres del caso para dejar vía libre a una investigación más importante, ya en curso, que estarían realizando agentes de la Unidad Central Operativa, con sede en Madrid.
La existencia de nuevas copias de la cinta de Campillo en manos de distintos oficiales del Instituto Armado a lo largo de los últimos cinco años exige nuevas explicaciones a la opinión pública.Tendrán que aclarar de forma expresa cuántos conocían su contenido y qué hicieron para detener a la red de delincuentes a los que Lavandera había denunciado. Ya no podrán aducir su desconocimiento.
COPIAS EN LA AUDIENCIA NACIONAL
El teniente ayudante Adelino ha afirmado que la copia de la cinta en la que Montero escribió Campillo news fue enviada a la Audiencia Nacional cuando se desató el escándalo de la existencia del original.
Si a nadie le pareció relevante el contenido de la cinta, ¿por qué el teniente de información Montero hizo una copia y apartó al agente Campillo del caso? Si nadie le dio importancia, ¿por qué la UCO intervino y realizó seguimientos y fotografías? ¿Dentro de qué operación estaban metidas esas diligencias? ¿Por qué finalmente se desechó la importancia de la trama a pesar de que ,a través del confidente Zouhier, la UCO pudo comprobar en 2003 la veracidad de la existencia de una trama de venta de explosivos como había denunciado Lavandera dos años antes?
Por cierto, al responsable de la Comandancia de Gijón cuando se descubrió la cinta, el teniente coronel José Antonio Rodríguez Bolinaga -apartado de su cargo a raíz del escándalo-, le han ofrecido un puesto importante en la Dirección General de la Guardia Civil, en Madrid. Aunque no hay nada decidido, se estudia que sea el responsable de toda el área de Informática.
El agente Jesús Campillo, el hombre que grabó la cinta a Lavandera, y que insistió ante sus superiores a lo largo de muchos meses en su importancia, no ha tenido tanta suerte.
CAMPILLO, UN HOMBRE DESTRUIDO
Sigue de baja psicológica y deambula por las sidrerías de Gijón, temeroso de su porvenir y obsesionado con su mala suerte. En la Comandancia aseguran que es muy difícil que pueda volver a su puesto en Información y que lo más probable es que jamás regrese a un empleo activo en la Guardia Civil. Los mandos han intentado minar su moral, a pesar del apoyo de algunos compañeros. No le perdonan que contradijera la versión de sus superiores, asegurando que Lavandera reconoció a Emilio Suárez Trashorras en la rueda de fotografías que le presentaron como a uno de los implicados en la trama de los explosivos.
A Francisco Javier Lavandera las cosas no le van mucho mejor, a pesar de que afronta su destino con una entereza encomiable y una voluntad de hierro.
El turbio episodio del paquete que colocaron bajo su coche hace tres semanas y que descubrieron los empleados de una gasolinera cercana a su domicilio tuvo un final guiñolesco. Nadie le dijo oficialmente nada sobre el tema. Una periodista local que había hablado con la policía le comentó que, según la versión oficial, en el paquete habían encontrado golosinas y que las habían retirado porque podían estar en mal estado y cualquier niño podía intoxicarse si las encontraba.
Es difícil buscar una versión más ridícula, sobre todo teniendo en cuenta que los empleados de la gasolinera ratifican que el policía de paisano que llegó, avisado por la dotación de varios coches patrulla que habían acudido a la zona tras la llamada de los gasolineros, se llevó el paquete sin mirar el contenido.
NADIE SE ARRIESGA A DARLE TRABAJO
De cualquier manera, se lo ha tomado en serio. Está en negociaciones con un amigo uruguayo propietario de una armería para comprarse una cazadora negra de apariencia normal, pero que en realidad es un discreto y eficaz chaleco antibalas.
También ha solicitado la licencia B para llevar un arma de defensa personal. La solicitud depende del delegado del Gobierno. En la Guardia Civil le han dicho: «Si no te lo dan a ti, no se lo dan a nadie».
«Sigo sin trabajo. Lo he intentado en lo que yo sé, aquello para lo que estoy titulado, la seguridad privada. En la última empresa a la que acudí me comentaron que yo, seguramente, sería el mejor vigilante de España, pero que si me ponían en un supermercado o en una fábrica se arriesgaban a que muriera gente si me volaban por los aires».
Lavandera continúa convencido de que el 11-M podía haberse evitado si hubieran atendido adecuadamente a sus denuncias contra la trama de los explosivos.
«El otro día vi en televisión un llamamiento policial a favor de la colaboración ciudadana. Me dieron ganas de llamar al programa y decirles: 'Hola, soy Lavandera, ¿cómo podéis tener los cojonazos de pedir algo así después de lo que me pasó a mí?'».
DOS FIGURAS SIN INVESTIGAR
Todavía no comprende algunos silencios. Por ejemplo, no entiende que no le hayan preguntado todavía por el asesor de Toro y Trashorras.El hombre que, según le explicaron, les llevaba todos los papeles y los sacaba de cualquier apuro.
Como tampoco se explica por qué nadie se interesa por el hombre que apareció de madrugada en el garaje de Trashorras, la noche del 28 de febrero, cuando teóricamente y según el testimonio del único condenado por el 11-M -el menor al que llaman El Gitanillo-, se hizo el intercambio de explosivos entre la banda de Avilés y los moritos de Jamal Ahmidan, El Chino. El hombre, de nacionalidad española, que observó todo y al que El Gitanillo no conocía del barrio. Un individuo que aquella noche comentó algo sobre el puerto de San Isidro y del que nunca más se ha sabido nada.
El caso Huarte continúa mientras tanto su camino paralelo. En la cúpula asturiana del PSOE se ha desatado durante las últimas dos semanas una batalla entre dos bandos. Para unos, Fernando Huarte no es más que un simple militante de base sin la menor importancia en el organigrama. La mejor estrategia para el partido consistiría, según ellos, en distanciarse de él y minimizar sus visitas al islamista Benesmail en la cárcel de Villabona (Asturias).
En los últimos días ha vencido el bando contrario: a Huarte hay que darle todo el apoyo posible.
Tras los primeros días de confusión, a Fernando Huarte le aconsejaron que se saliera de la vorágine y que, sobre todo, no hiciera declaraciones.Su mayor preocupación ahora es la seguridad de su familia.
Fuentes del CNI han reconocido que Huarte permanece dentro del territorio español y que saben dónde se encuentra. No es difícil averiguarlo. Fernando Huarte se ha marchado a la costa levantina, concretamente a la zona de Benidorm, acompañado de su mujer.
Mientras tanto, en el Ayuntamiento de Gijón se discute sobre las ayudas aportadas oficialmente para la asociación benéfica en favor de la causa árabe que él mismo preside.
En 2003 se denegaron los proyectos de becas universitarias a estudiantes con escasos recursos que promocionaba la Asociación Nacional de Amigos del Pueblo Palestino Al Fatah. También se denegaron fondos para el equipamiento y renovación del Centro de Jerusalén que también promovía Huarte.
Sin embargo, el Ayuntamiento de Gijón destinó el año pasado 30.000 euros para el proyecto Alimentos Palestina del Comité de Solidaridad con la Causa Arabe. La Asociación de Fernando Huarte recibió 20.000 euros y el Comité de Solidaridad con la Causa Arabe, 60.000.Para la asistencia de presos palestinos se destinaron 20.000 euros y otros 38.700 fueron a parar a ropa de abrigo para niños palestinos y medicinas.
La asociación de Fernando Huarte envió una última donación a International Cooperation Unit Palestine Red Crescent Society -la Cruz Roja Palestina- en el mes de marzo pasado, curiosamente después de que estallara el escándalo de su pertenencia al grupo de colaboradores del CNI. La cantidad enviada a una cuenta corriente del Arab Bank, en su sucursal de Ramala, se aproxima a los 15.000 euros.
Cada vez son más los datos que se conocen de los negocios de Huarte. En los últimos años su empresa Huarte Internacional ha negociado con productos tan variados como los aceites comestibles, lubricantes, revestimientos plásticos y vigas de cimentación.También ha actuado de intermediario para la adquisición por parte de Turquía y Siria de grandes cantidades de azúcar brasileño.
En ocasiones los negocios fracasaban porque las palabras con las que intentaba convencer a sus posibles socios no iban acompañadas de hechos que demostraran una infraestructura seria y suficiente.
Hay hombres de negocios que recuerdan cómo Huarte les propuso formar compañías para explotar sectores tan dispares como los caladeros de pesca libios o una empresa de tuberías. Lo peor era cuando, después de las primeras reuniones y de las brillantes promesas, les llevaba a sus oficinas y se encontraban, por ejemplo, que en el séptimo piso de un edificio de la calle de Quevedo de Gijón donde tenía domiciliados sus negocios vivían un par de palestinos en condiciones bastante precarias. No era la mejor forma de convencer a unos empresarios que se suponía tenían que aportar una fuerte cantidad de dinero a los posibles proyectos.
Son muchos los hombres de negocios que le han acompañado en sus constantes viajes por Oriente Próximo y Latinoamérica. Todos lo consideran un hombre discreto y trabajador.
Algunos testigos aseguran que en ocasiones le acompañaron en misiones algo más delicadas. Como cuando acudía a la embajada de Libia en Madrid. Lo más curioso es que los libios, además de contactos y folletos propagandísticos, le proporcionaban paquetes que llegaban por valija diplomática. Según su propio testimonio, se trataba de muestras de fertilizantes.
FERTILIZANTES, UN PRODUCTO PELIGROSO
La palabra fertilizante es muy peligrosa cuando se la relaciona con el terrorismo islámico. En este sentido hay que recordar que en marzo de 2004 la policía británica desarticuló células islamistas relacionadas con la preparación de un gran atentado en el metro de Londres.
En aquella ocasión, el propio primer ministro británico, Tony Blair, comentó en rueda de prensa que los terroristas pretendían usar fertilizantes para la fabricación de las bombas.
Dos semanas antes, las Fuerzas de Seguridad habían confiscado más de media tonelada de fertilizantes -nitrato de amonio- en un almacén cercano al aeropuerto de Heathrow. En los detalles que se dieron al público se especificaba que los terroristas pretendían mezclar gases provenientes de tetraóxido de osmio con los fertilizantes, lo que tras la explosión hubiera formado una nube con gran poder tóxico. Hay que recordar también que se emplearon fertilizantes en atentados tan espectaculares como los de Bali (Indonesia) y Oklahoma (EEUU).
Una tonelada de nitrato de amonio no cuesta más de 200 euros.Mezclada con gasóleo y reforzada con Semtex puede convertirse en una bomba extraordinariamente poderosa.
En ningún caso estamos diciendo que Huarte se dedicara a facilitar materiales para fabricar bombas. Pero sacar paquetes de fertilizantes de la embajada libia debiera de haber puesto en marcha las suficientes alarmas como para que alguien le preguntara por el tema. Y mucho más si, como parece, era un informador habitual de los servicios de Inteligencia españoles.
¿Para qué quería Fernando Huarte los fertilizantes? ¿A quién se los facilitaba? Son preguntas a las que parece lógico que tenga que responder.
POLICIAS MUNICIPALES FUERA DE SERVICIO
Se ha sabido ahora que para organizar la seguridad de los grandes mítines del PSOE, Fernando Huarte utilizaba a personal de la Policía Municipal de Gijón. Se trataba de agentes que en sus ratos libres ganaban un dinero extra por realizar esas actividades.En este sentido, es curioso señalar que el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ordenó que fueran policías municipales los que protegieran a Francisco Javier Lavandera en un primer momento, cuando se le hizo testigo protegido.
Parece evidente que el magistrado encargado de investigar el 11-M no se fiaba en aquel momento de la Policía Nacional o de la Guardia Civil para proteger a Lavandera, ya que éste había denunciado - precisamente ante el propio juez- que ni la policía ni el Instituto Armado le hicieron ningún caso cuando intentó desenmascarar la trama de venta ilegal de explosivos en Asturias.Fueron los policías municipales los que lo escoltaron durante su estancia en Gijón y su traslado a Madrid hasta que lo entregaron a la escolta oficial de testigos protegidos.
Huarte aún no ha explicado su correspondencia con Benesmail, ni los detalles de las tres conversaciones que mantuvo con el terrorista en la cárcel de Villabona en 2002 y 2004. Tampoco ha aclarado sus negocios con países «de mayoría islámica» ni las relaciones privilegiadas y de extrema confianza que mantenía con personalidades políticas y comerciales de esos mismos países.
Sigue sin conocerse la tarea que realizó para el CNI y lo que tuvo que proporcionar a cambio de las informaciones que conseguía.
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