No es tonto todo el que lo parece.

A estas alturas todos, incluso los que fingen no saberlo, tenemos claro que el Gobierno sabía de antemano que sin pagar el mismo precio político que siempre exige ETA, ésta no renunciará a matar. Y también pensamos que nadie que haya llegado hasta donde ha llegado Rodríguez puede ser tan tonto como aparenta. Todos los análisis e hipótesis de los que no son adeptos de la secta que he leído, van encaminados en un sentido: el de que Rodríguez tiene una estrategia y esta consiste en atribuirse en solitario el fin de ETA para afianzarse en La Moncloa.

Tiene lógica, su popularidad está a la baja, tan a la baja como la intención de volverle a votar de los españoles. Éstos, independientemente de sus tendencias políticas, no le perdonan sus negociaciones con los independentistas catalanes y vascos ( incluidos los terroristas ) que son uno en esta historia que empezó mucho antes incluso del 11-M. Estos contactos resultan cuando menos extraños si tenemos en cuenta que, en teoría, los socialistas ni siquiera deberían sospechar, datos en mano, que Rodríguez dejaría de perder las elecciones del 14-M, ya que todas y cada una de las encuestas de las distintas fuentes, le daban un mínimo del 51/53% de los votos al PP, que son los que obtuvo en el voto por correo emitido antes de la masacre.
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La ciudadanía empezaba a estar más que indignada por sus burlas a la Constitución, la aprobación del Estatuto y sobre todo, por esta larga, precoz y premeditada negociación con los terroristas, esa que el Gobierno negó hasta la saciedad a golpe de crispación e insultos a quienes les preguntaban si era cierto hasta que no tuvieron más remedio que reconocerlo. La única manera de arreglar el desolador futuro que todos le auguran al PSOE, es "demostrar" que dicha negociación ha tenido sus frutos y esos frutos no se pueden presentar como cualquier cosa para justificar la euforia. Han de hacerse pasar como algo histórico: el fin del terror.

Pero no termina de encajar la hipótesis sobre esta estrategia, ya que a los propios encapuchados que lanzaron la “oferta” les duele la boca de aclararlo: “un alto el fuego permanente no quiere decir que sea definitivo”. Tampoco renuncian al terrorismo callejero ni a las extorsiones y chantajes destinados a mantener su infraestructura y poder adquirir explosivos y todo tipo de armas, como ya están haciendo. Y lo que es peor, tampoco se han comprometido a no retomar los atentados terroristas con víctimas mortales. Este comunicado hay que leerlo como es debido, sin fórmulas mágicas y leer literalmente es muy sencillo. No es una “declaración de alto el fuego”, es una amenaza o chantaje: “si me das lo que quiero, de momento no empiezo a matar. Luego, cuando quiera más, ya veremos qué hacemos. Si no me lo das o por lo menos declaras que tienes voluntad de estudiar cómo y cuándo me lo vas a dar, mato ya”. El mensaje es muy claro y por eso el Gobierno, a modo de comodín, mezcla la cautela y prevención con la consabida euforia y la "certeza" de que estamos en “el principio del fin”. Mala mezcla, estúpido cóctel de palabras.

Desgraciadamente, mi opinión es que a Rodríguez le importa bien poco cualquier otra cosa que no sea el poder. Sabe que los etarras jamás renunciaran a la independencia ni a robar Navarra y los territorios franceses que también reclaman. Sabe también que no puede garantizar que Francia les ceda nada como le exigió ETA. Rodríguez podrá vender la dignidad de las víctimas pasadas, presentes y futuras; la unidad territorial de España, su propia alma… pero no puede vender una burra que no es suya y son los propios franceses los que se lo recordaron.

Además de una burla macabra, creo que lo que estamos viviendo sí es una estrategia planeada desde hace años para no salir de la Moncloa en caso de poder entra, pero no creo que sea la que todos tienen en mente. Lo que creo es que quiere intentar reproducir el año 1998, quiere, dentro de lo que le sea posible, imitar a Aznar porque él sí se ganó el respeto y la confianza de unos y otros, aún con las zancadillas que le puso el PSOE. Creo que quiere hacerse “el hombre de Estado justo, bueno, entusiasta y comprometido” y que cuando surja el primer grito de terror, llorará por las esquinas su dolor, su decepción y denunciará enérgicamente el engaño al que ha sido sometido. Será entonces cuando retome el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, que es lo único con lo que todos los españoles estamos de acuerdo.

Pero hay algo con lo que no cuenta: no le perdonaremos que ETA se haya reorganizado tras haber estado más débil que en toda su historia, no le perdonaremos que vuelva a matar y no nos creeremos que le han engañado, porque son muchas las voces que le han advertido que se está dejando engañar y lo han hecho dándole argumentos sólidos basados en los hechos y en la experiencia que él nunca llegó a tener.

Quiere hacerse la víctima y puede que acabe siendo el verdugo. Si esto ocurre, Dios no lo quiera ni lo quiera nadie, espero que lo pague. Por lo menos, en las urnas.

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