Nuevas revelaciones 11-M La ETA también compraba dinamita en Asturias ( I y II )




EL MUNDO ENTREVISTA EN EL CARIBE A UN HUIDO CLAVE PARA ESCLARECER EL 11-M

'Nayo': «Toro y Trashorras me contaron que estaban vendiendo dinamita a ETA»

«A Emilio, cuando le hablaron de que el explosivo acabaría en manos de ETA, le importó tres narices. Toro aún ponía algún reparo, pero a Emilio le daba igual» - «El cambio era por armas. Toro había hecho la lista: 9 o 10 pistolas, 4 o 5 subfusiles, granadas, una mina anticarro. Un arsenal cojonudo por algo más de 200 kilos de Goma 2» - «Escondieron los 200 kilos en el armario empotrado del salón del piso de Toro, cuyo recibo de alquiler nos cogió la policía. Es increíble que no lo registraran» (.../...)



FERNANDO LAZARO / EN ALGUN LUGAR DEL CARIBE / Enviado especial

LA TRAMA DEL 11-M. José Ignacio Fernández Díaz, 'Nayo', rompe su silencio. Sabe que está reclamado por la Justicia, que tiene una orden de busca y captura, que hay una condena de tres años pendiente, que aún tiene dos procesos abiertos... Sabe que su nombre ha aparecido conectado a la denominada trama asturiana del 11-M. Pero él niega cualquier implicación con los atentados y desvela nuevos datos sobre las gestiones de sus antiguos socios, Antonio Toro y José Emilio Suárez Trashorras, para tratar de vender la Goma 2 sustraída de una mina de Avilés. 'Nayo' asegura que el intermediario en este intercambio de explosivos por armas era Lavandera y que estaba previsto que la dinamita acabara en manos de la organización terrorista ETA.


«Los más de 200 kilos de Goma 2 que habían sacado de la mina los iban a cambiar por armas. Los explosivos iban a acabar en manos de ETA». José Ignacio Fernández Díaz, Nayo, no quiere saber nada del tema: «Yo no estaba en eso. Lo iban a hacer Antonio [Toro] y Emilio [Suárez Trashorras]. Ellos me lo contaban, pero yo allí no me metí. Yo sólo quería una pistola, tenía antojo de quedarme con una de las pistolas que iban a sacar en la operación».

Huido de España desde hace más de un año para evitar cumplir una condena de tres años por una causa pendiente en Ceuta, Nayo ha hablado con EL MUNDO para tratar de desmarcarse de todo lo relacionado con el 11-M. Está en busca y captura. Además, tiene pendientes dos juicios.

El magistrado que instruye el sumario por el 11-M, Juan del Olmo, había citado a Nayo para declarar en la causa como testigo el pasado 8 de febrero.

Su nombre saltó a la opinión pública tras conocerse los datos aportados por el abogado Carlos Alberto Tejeda en la Comisión del 11-M. Desveló que Nayo le había contado en 2002 que Toro y Suárez Trashorras trataban de vender Goma 2 a ETA y que él sabía dónde la ocultaban.

Ahora, este asturiano de 29 años está temeroso, apenas se fía de nadie. Ningún sitio le parece seguro para mantener su encuentro con EL MUNDO. «No. En tu hotel no nos podemos ver. Sólo hay una entrada y yo quiero estar en un sitio con más salidas», asegura en una primera conversación telefónica.

Esa sensación de inseguridad ya la transmite antes de que el contacto sea directo. Primero envía a su «hombre de confianza».No se fía de que el periodista de EL MUNDO sea tal y teme una encerrona no se sabe muy bien de quién. Así, el entrevistador entra en un destartalado vehículo, sin matrícula, conducido por el chófer de Nayo y en el que está también su guardaespaldas.Ambos están armados y no esconden del todo las pistolas.

Antes de realizar el primer encuentro, de conocer a Nayo, el chófer y el guardaespaldas dan un par de vueltas por algunos de los barrios marginales de una pequeña capital de un país del Caribe. «Se trataba de despistar a posibles perseguidores», explica Nayo minutos después de iniciar el primer encuentro en una zona muy frecuentada de esta ciudad, rodeados de turistas occidentales.

Este joven asturiano no está tranquilo. «Estaremos sólo un rato, ¿eh? Después, cambiaremos de sitio. Iremos a otro. No quiero que nos vean demasiado tiempo en el mismo sitio». Recorre una y mil veces la zona con sus ojos antes de comenzar su relato.

PRIMEROS EXPLOSIVOS

Nayo asegura que todo lo que conoce sobre la denominada trama de los explosivos es porque se lo han contado los que fueran sus socios en el contrabando y el narcotráfico: Antonio Toro y José Emilio Suárez Trashorras. «Yo sólo estuve al principio, cuando se sacaron los primeros kilos de explosivos de la mina.Pero en las negociaciones para cambiarlos por armas, no quise participar. Después de que nos detuvieran en la operación Pípol, no quise saber nada más del asunto». «Antonio y Emilio me contaban todo. Me contaban que estaba previsto que los explosivos acabaran en manos de ETA. Pero yo no tuve nada que ver», insiste.

Poco a poco, Nayo fue aflojándose y aporta datos muy reveladores sobre la posible implicación en la trama de los explosivos de Lavandera, hasta hace unos días testigo protegido en el sumario sobre la masacre de Madrid. Con una cerveza fría en la mano, a la sombra de las palmeras, con vistas al mar Caribe, Nayo desmiga con detalle sus relaciones con Toro y con Suárez Trashorras y lo que, al parecer, le contaron sobre la trama de los explosivos.

Explica que Lavandera era el intermediario con el que contactaron Toro y Suárez Trashorras para vender los más de 200 kilos de Goma 2 que, inicialmente, sacaron de la mina. Según Nayo, Lavandera era quien iba a cambiar los explosivos -que estaba previsto que acabaran en manos de ETA- por armas. Pero también aporta nuevos personajes al complejo paisaje de la trama sobre los explosivos del 11-M. «Antonio y Emilio me dijeron que el transporte lo iba a hacer un guardia civil de antiterrorismo de Bilbao. Era la manera más segura. Nadie iba a registrar una furgoneta de un agente de antiterrorismo».

El relato de Nayo abunda en algunas de las sospechas principales que ya existen sobre la trama asturiana pero crea nuevos focos de atención sobre otros protagonistas que aún no habían aparecido en escena o apenas habían cobrado fuerza. Recuerda cómo fue Emilio el último en incorporarse al grupo que formaban él y Antonio.Pero también fue quien abrió la posibilidad a comerciar con dinamita.Hasta ese momento, Antonio y Nayo se dedicaban «solamente» a la venta de hachís y de cocaína, siempre según este último.

Interrumpe el relato de nuevo. Por tercera vez, Nayo, «por seguridad», decide cambiar de sitio para seguir con la entrevista. Otro par de vueltas por los suburbios de la ciudad. Una pizzería en un punto alejado de la ruta turística sirve para continuar con el relato. Insiste en que está inquieto, en que no se fía de nadie, pero no aclara por dónde le puede venir ese 'peligro'. «Yo no me movía nunca con armas. Pero aquí y en estas circunstancias, conviene llevarla», asegura mientras se golpea con suavidad a la altura de los riñones.

EMILIO ABRE LA ESPITA

Una vez controlada la estancia prosigue con su relato: «Emilio llegó un día y nos dijo a Antonio y a mí que tenía un amiguete que era capaz de sacar explosivos de la mina». Recuerda que obtuvieron explosivos pocos meses antes de que la Policía Nacional les detuviera a los tres (Antonio, Emilio y Nayo) en el marco de la denominada operación Pípol. En aquella ocasión, julio de 2001, los agentes de la Policía Judicial de Avilés les requisaron, en un garaje propiedad de Toro, drogas, detonadores y unos pocos cartuchos -un par de kilos- de Goma 2.

«Emilio nos dijo que ese amigo le había dicho que si quería una caja de Goma 2, que le sobraba. Al principio se le iba a comprar, se le iba a dar algo al amigo de Emilio. Le íbamos a comprar la Goma 2 porque, como hacíamos a todo, pensábamos que podíamos sacar también unos dineros. Se hablaba de poco, de unos 25 kilos. Los despistaba un amigo suyo en las minas». Asegura que él y Toro le dieron el visto bueno, le dijeron que cogiera los explosivos, que ya se vería qué se hacía con ellos. «Los explosivos venían en sus bolsas originales, de color verde», recuerda Nayo.

«El dinero para el contacto de Emilio era una cosa simbólica, para unas cervezas, creo que se hablaba de 5.000 o 10.000 pesetas».El ex socio de Emilio y de Antonio explica que la primera vez que entraron en contacto con la famosa Goma 2 fue durante la madrugada de un sábado a un domingo. «La recogimos los tres.Subimos a la mina, a la que se entraba por donde el embalse que va para Cangas de Narcea. El amigo de Emilio la había colocado en una escombrera, cerca de la boca de chimenea por la que suben los obreros. Se tardaba una hora en subir, era como un camino de cabras».

Según Nayo, era Emilio, por su condición de ex minero, el que conocía perfectamente toda la zona. «Lo localizaba rápido. Fuimos con el coche los tres. Luego Emilio fue el que accedió hasta el lugar exacto y bajó los explosivos».

Ese explosivo fue directamente, siempre según su relato, al garaje que Antonio Toro tenía en Avilés, el garaje donde, durante la operación Pípol, la Policía descubrió detonadores y unos pocos cartuchos de Goma 2. «Del garaje se pasó al piso que alquiló Toro y se quedaron guardados en el armario empotrado del salón».

El primer contacto para «colocar» los explosivos lo realizó, según explica Nayo, Antonio Toro en el club Horóscopo. Allí conoció ya a Lavandera, que ejercía labores de vigilante de seguridad.

EN EL HOROSCOPO

«Fue a través de una prostituta colombiana como se conocieron.Lavandera le había regalado una pistola que pasaba los escáner de los aeropuertos. Ella le había dicho que quería una pistola.Esa pistola venía de Ucrania. Es una pistola pequeñita, de dos balas, muy cara».

«Esa chica le presenta a Lavandera porque Antonio le dice que le quiere conocer. Entendía que un hombre relacionado con la seguridad de un club y que consigue esa arma especial para una de las prostitutas podía ser un buen contacto para vender los explosivos». «Toro le ofreció a Lavandera los explosivos. Este le dijo que él no los compraba pero que sí podía mediar. Negociaron ellos. Por lo que me contó, Toro no llegó a tener relación directa con el traficante. Lavandera le dijo que le interesaban los explosivos, pero no por dinero ni por droga, que él tenía armas, que los cambiaba por armas. A Toro no le importaba. Como decía él: 'por lo menos una pistola la puedo vender'». Y mientras se producían estos primeros escarceos entre Toro y Lavandera, el suministro de Goma 2 por parte del amigo de José Emilio continuaba y la cantidad acumulada en el piso alquilado por Toro superaba ya los 200 kilos de Goma 2. «El primer lote que se trataba de vender era de algo más de 200 kilos. Se fueron bajando poco a poco, en pequeñas cantidades, bolsa a bolsa, mochila a mochila», recuerda con precisión el ex socio de Toro. «Primero acumulamos 200 kilos y luego ya se puso a la venta».

Pero, cuando ya estaban a punto de cerrar la operación, la Policía Nacional frustró las intenciones de estos delincuentes. «Todo se paró cuando nos detuvieron por la Pípol». Asegura que en aquella ocasión sólo ingresó en la cárcel Antonio Toro porque la policía localizó en su garaje la droga y los explosivos. «Encontraron dos kilos de explosivos, y 96 detonadores y hachís».

Pero Nayo aún no sale de su asombro cuando recuerda que la Policía únicamente registró ese garaje. «No sé por qué lo hicieron. Lo lógico hubiera sido que registraran, además del garaje, la casa de Antonio, la mía, la de José Emilio... Pero no registraron nada más. En el piso alquilado por Toro, cuyo recibo de alquiler, firmado por Antonio, estaba en uno de nuestros coches y que fue localizado por la Policía, estaban escondidos los más de 200 kilos que se iban a cambiar por armas con Lavandera. Y la Policía no registró ese piso. Increíble», insiste. «Ese piso se utilizaba cuando volvíamos de Galicia, para guardar la cocaína. Allí la partíamos y la distribuíamos. No entiendo que no se registrara».

Recuerda, con cierto temor, cómo esos más de 200 kilos de Goma 2 estaban en una vivienda de alquiler en pleno centro de Avilés.«Si revientan, desaparece el barrio. Estaban en el armario, un armario de ropa vacío de tres puertas colocado en las baldas.El piso alquilado estaba en un edificio de ocho plantas y estaba en pleno corazón de Avilés».

LA GOMA 2

Ese explosivo permaneció allí poco tiempo. Nayo explica que el mismo día en que fueron puestos en libertad él y Emilio (Toro permaneció en la cárcel hasta diciembre de ese mismo año), este último ya dijo que había que mover los explosivos de la casa.«Yo no quise saber nada. Me pareció una locura ir a buscar los explosivos al día siguiente de salir porque creía que la policía nos estaba vigilando». Explica que Emilio y la que era su novia, la hermana de Toro, se encargaron de sacar el explosivo de la vivienda de Avilés. Nayo afirma que el explosivo lo trasladaron a casa de ella, «al hórreo de su familia». Allí los metieron en cajas de cartón, sin sacarlos del envoltorio original, para que no se estropearan.

«Le dije a Emilio que yo no me metía, le dije que cómo íbamos a sacar de allí las mochilas si estábamos vigilados. Le dije que si no habían registrado el piso ya no lo registrarían, que lo dejara allí. Pero él decidió cambiarlos de sitio. El me contó cómo lo iba a hacer. Iba a entrar con el coche por el garaje, bajaría los explosivos y los cargaría. Abultaban poco, como tres mochilas de las grandes, de las de montaña».

Según Nayo, tres o cuatro días después sacaron el explosivo y lo llevaron a un terreno cercano a la casa de los padres de Emilio.

«Lo llevó al pueblo donde tienen la casa sus padres y lo enterró en un terreno cercano. El me explicó dónde estaba. Yo, con exactitud, no lo sabía, pero me dio toda clase de explicaciones que, si me hubieran dejado, seguro que los hubiera encontrado. Me dijo que estaba cerca de la casa de sus padres, junto a un camino de cazadores por el que sólo se va a pie. Lo metió allí. Yo le dije que se le estropearía, pero me dijo que no, porque lo había tapado con el embalaje original y que eso no se estropeaba. Me dio muchos datos de dónde lo había escondido».

Nayo asegura que, una vez encarcelado Toro, de las negociaciones se hizo cargo su cuñado, Emilio, «pero siempre siguiendo las instrucciones de Antonio». «Todos los domingos iba a verle a la cárcel y allí le daba instrucciones». «Toro le dijo que fuera de parte de él, que le explicara que, como estaba preso, seguía él con el negocio. Hubo más negociaciones con Lavandera. Yo no sé la fuerza que tendrá pero al segundo día de negociar con Emilio le llamó desde la puerta de su casa. Localizó dónde vivía y todo, al segundo día. Llegó a Avilés y a las 9 de la mañana le llamó por teléfono. Emilio estaba durmiendo. Le dijo que estaba en la puerta de su casa. 'Sé donde vives. Asómate'. Y estaba al otro lado de la carretera. Era una manera de demostrar que puede llegar a cualquier sitio y en poco tiempo. Es una manera de demostrar mucha fuerza, muchos contactos». En este momento del relato Nayo introduce un episodio hasta ahora desconocido con aires de thriller mafioso.

«Iban a cerrar ya el acuerdo sobre los explosivos, pero cuando se supone que Emilio realizaría la entrega, que llevaría la Goma 2 al Horóscopo, fue cuando le hicieron la emboscada. Pensaban que Emilio llevaba encima los explosivos, en su coche. El cambio era por armas. Toro ya le había hecho la lista a Emilio: nueve o 10 pistolas Glock [americanas], cuatro o cinco subfusiles de EEUU, granadas, una mina anticarro, chalecos antibalas. Por algo más de 200 kilos de Goma 2, un arsenal cojonudo. No era para los tres. Yo me desentendí. No quería saber nada del tema, pero sí les pedí una Glock, quería tener una pistola en casa».

Nayo asegura que Emilio, poco antes de acudir a sus citas con Lavandera, siempre le pedía consejo a él, pese a que tenía muy claras las instrucciones que, desde la cárcel, le había transmitido Toro. «Emilio es zote del todo. Yo le daba consejos». Nayo cuenta que Lavandera, además de las armas, le dijo a Emilio que le iba a dar dinero. Le dijo que hiciera su vida normal. «'Puede que estés en un semáforo parado y llegue cualquiera en moto y te tire un sobre al coche. Allí tienes el dinero. Eso iba a ser antes de entregar el explosivo'. Le dijo que no se asustara, que iba a ser así, que de una forma parecida a esa le haría llegar el dinero».

LA HERMANA DE TORO

Según el relato de Nayo, a los pocos días de ese encuentro, Lavandera volvió a ponerse en contacto con Suárez Trashorras y le dijo que pasara por el Horóscopo para cerrar el negocio. Se suponía que ya Emilio viajaría con los explosivos en su coche para hacer la entrega. «Pero Emilio viajó sin la Goma 2 porque yo le dije que era mejor que fuera sin ella, que ya se la daría, que primero fuera para ultimar la entrega. Se llevó uno de los coches que teníamos comprados Toro y yo, un ZX Volcane de cuatro puertas, matrícula de Barcelona, un 1.900 inyección de 130 caballos. Cuando llegó al Horóscopo vio algo raro. Cuando entró en el aparcamiento pitó y salió Lavandera. Le dijo que estacionara el vehículo.Pero en ese momento, antes de quitar el contacto al coche, vio un todoterreno que cerró una de las salidas del aparcamiento.Acto seguido vio otra furgoneta que accedía a la zona. Le cerraron.Se vio acorralado. La furgoneta, de cristales negros, llevaba matrícula de Bilbao. Era un estilo a una Partner. Abrieron la puerta lateral y salieron dos hombres con ametralladoras».

Nayo continúa el relato como si lo hubiera presenciado en primera persona. «Emilio ya estaba bajándose del coche, pero, automáticamente, saltó de nuevo dentro y salió a la carretera. Los dos vehículos le siguieron, pero no le dispararon. Cuando estaba saliendo del Horóscopo, el todoterreno se le cruzó para que no saliera a la carretera y él cruzó la mediana. Salió, al final, por la autopista».

Ante la gran cantidad de detalles que Nayo ofrece sobre el incidente aclara que él no estaba allí, que se lo contó Emilio, que le llamó por teléfono mientras estaba huyendo. Otras fuentes consultadas por este periódico aseguran que Nayo estuvo realizando labores de cobertura y vigilancia a Emilio mientras entregaba los explosivos a Lavandera.

«Yo estaba en Avilés. Me llamó por teléfono y me dijo: 'La que se acaba de liar. Acaban de intentar matarme. Han venido a por mí. Ya te contaré, que los llevó detrás'. Le di una serie de consejos para que los despistara, porque me había dicho que les llevaba ventaja. Ellos no llegaron a Avilés, siguieron en dirección a Galicia. Y Emilio logró despistarlos».

«Me dijo: 'Fueron a matarme'. El llegó temblando. La mujer no respiraba, la hermana de Toro no respiraba. Fue con él a hacer el negocio. Ella iba siempre donde él iba, a todo iba con Emilio.A todos los encuentros con Lavandera también le acompañó. Ella lo sabe todo». Emilio ya no volvió por el Horóscopo. «Yo le esperé en la gasolinera de entrada y me dijo que le llevara a casa».Tras este incidente, Emilio intentó telefonear a Lavandera, pero no respondió a las llamadas. Intentó llamarle por teléfono y no le localizó. «Después fue el propio Lavandera el que le llamó y le dijo que aquello era una prueba para ver cómo reaccionaba, para saber si era un policía infiltrado. Emilio se lo creyó.No era lógico, pero Emilio se lo creyó».

UN GUARDIA CIVIL

Pero en su relato, Nayo desvela la figura de un personaje que hasta ahora no había aparecido en la trama. Al parecer, según el socio de Toro y Suárez Trashorras, Lavandera era el intermediario y existía un personaje que era el que se iba a encargar del transporte de los explosivos. «La negociación se había retrasado varias semanas, porque había que esperar a que el que se encargaba del transporte estuviera de vacaciones o con unos días libres. Emilio me decía que había que esperar una semana para trasladar el explosivo, porque iba a venir un guardia civil a recogerlo con una furgoneta con matrícula de Bilbao. Me dijo que era gris o blanca, que era la de él, privada, que estaba cerrada por atrás, no acristalada».Según los datos de Nayo, este guardia civil «era el que lo trasladaría, que así no habría ningún problema porque era un guardia de antiterrorismo de Bilbao y no le iban a parar. El pikoleto era el transporte para que el explosivo llegara al destino con total garantía.Ese cobraría por el transporte y punto. Un corrupto más. Seguro».

Nayo quiere, no obstante, aportar más detalles sobre la figura de Lavandera en esta negociación sobre la Goma 2. «De lo que yo sé, Lavandera les dijo que él era un intermediario y que ese explosivo acabaría vendiéndose a ETA. Eso se lo dijo a Toro al principio de las negociaciones. El me lo contó a mí. Eso fue antes de la operación Pípol».

Nayo apunta algún escrúpulo en su antiguo socio. «A Toro le preocupaba que los explosivos acabaran en manos de ETA. ETA es ETA. Cuatro tipos acostumbrados a vender un poco de coca... y te ves envuelto en algo relacionado con ETA... No quieres ni creértelo. No quieres asimilarlo, porque vas a vender y vas a ganar un dinero. Yo, que ya me desentendí de ello después de Pípol, tenía en la cabeza que podía acabar en manos de ETA, pero no me gustaba» «Pero a Emilio, cuando le hablaron de que el explosivo podía acabar en manos de ETA, le dio igual, le importaba tres narices. El quería hacer negocio y punto».

Recuerda cómo, al principio de las negociaciones para colocar los explosivos, acompañó a Antonio Toro al club Horóscopo. «Nunca me lo presentó, nunca tuve contacto con Lavandera. Toro me decía que le acompañara, que tomara algo mientras él hablaba con Lavandera».

Y resume gráficamente cómo evolucionaron temporalmente las negociaciones sobre los explosivos obtenidos por Emilio: «Hay dos fases: La primera la dirige directamente Toro. Cuando éste entra en prisión, se queda al cargo Emilio, que va haciendo lo que le dice Toro desde la cárcel. Cuando Toro sale de la cárcel, ya sale con sus nuevos contactos, con los moros. Esa parte ya es sin Lavandera y ésa es la que él denuncia, pero se olvida de que él fue el primero que negoció los explosivos», asegura categórico. Es Toro el que, siempre según su versión, le cuenta, tras sus gestiones con Lavandera, que iba a cambiar los explosivos por armas.

«Inicialmente, ni se habla de ETA ni del guardia civil de Bilbao.Eso sale cuando la cosa está ya más avanzada, más centrados los acuerdos. Justo antes de que nos detuvieran en Pípol, Toro ya sabía que en la operación iba a intervenir un guardia civil de antiterrorismo de Bilbao y que estaba previsto que los explosivos acabaran en manos de ETA. La primera vez que se habla de este guardia es durante un encuentro entre Lavandera y Toro. Esa reunión no se celebra en el Horóscopo, fue en casa de Lavandera. Toro me dijo que se habían visto en casa de éste, donde tiene un criadero de culebras en una casa apartada, subida en una peña que se ve desde abajo. A ese criadero hay que subir andando. Allí tiene las culebras que cría y animales exóticos ilegales».

Nayo recuerda que en aquel encuentro, según los datos que le dio Toro, Lavandera ya le explicó que los explosivos iban a ir a Bilbao, y que había que esperar una semana o una semana y pico porque el transporte lo iba a realizar un guardia civil de Bilbao.«Al rato le dijo que era un transporte seguro y una carga segura, que no iba a haber problemas porque era un guardia civil de antiterrorismo.Toro le dijo que no quería saber nada de la Guardia Civil. Lavandera le contestó que estuviera tranquilo, que ese tipo se dedicaba a eso, con esas palabras, al transporte de explosivos porque va con la seguridad de que no le van a parar. En ese momento eran 200 kilos de Goma 2».

El ex socio de Toro recuerda aún más detalles de aquel encuentro: «Le dije a Toro que ojo donde se metía, que era muy peligroso que hubiera un guardia civil metido en ello, que un guardia civil es siempre un guardia civil, aunque se dedique a eso, aunque haga viajes con explosivos sigue siendo guardia civil. Era un arma de doble filo. Toro dudaba un poco, pero quería ganar dinero».A los pocos días de esta conversación se concretó la llamada operación Pípol.

«A mí y a Emilio nos pusieron inmediatamente en libertad, pero Toro se quedó, porque el material lo encontraron en su garaje.Toro ya sabía entonces que el explosivo iba para Bilbao y que iba a acabar en manos de ETA. Eso se lo contó Lavandera. También se lo contó a Emilio cuando éste se hizo cargo de la negociaciones mientras Toro estaba en la cárcel. Eso es terrible».

Nayo explica que la intención de Toro, cuando ya supo la participación de un guardia civil en la operación y que el explosivo podía acabar en manos de ETA, era entregar el explosivo en varias partidas: «Cien y cien o cuatro entregas de 50 kilos... Estaba por concretar.Lavandera quedó pendiente en contestar a esta propuesta. Toro no quería entregar los 200 de una sola vez por miedo, por la duda de si se llevaban los 200 kilos de golpe podían hacer cualquier cosa. Toro dudaba mucho, tenía mucho miedo, pero al final lo iba a hacer».

Tras el encarcelamiento de Toro, la negociación pasó a manos de Emilio. «También me contó que el transporte del explosivo lo iba a hacer un guardia civil, que no había problemas en los movimientos. Al igual que Toro, también puso alguna pega al hecho de que estuviera en la trama un guardia civil. Pero, al final, dejaron claro que era una garantía para que el transporte fuera seguro. Hasta que llegara a Bilbao, el explosivo estaba seguro.Lavandera le decía a Emilio: tú no te asustes. Vas a ver una furgoneta blanca con los cristales negros con matrícula de Bilbao, que es la particular del guardia civil, es la de él. También le dijo que el guardia estaba destinado en antiterrorismo y que así se garantizaba el viaje, porque a un guardia civil de antiterrorismo no le registran la furgoneta. Yo le pregunté a Emilio si el explosivo lo iban a meter camuflado en la furgoneta. El me dijo que no, que en las cajas y sus bolsas originales, en la parte de atrás de la furgoneta, directamente».

LO CUENTA TODO

Nayo asegura que Lavandera conocía perfectamente a ese guardia civil de Bilbao. «Lo conocía perfectamente ya que muchos días que libraba, ese guardia estaba en el Horóscopo. Eso me lo contaba Toro. Pienso que Lavandera y el guardia tenían negocios juntos».

Nayo le contó también a un oficial de la Guardia Civil de Asturias todos los detalles del entramado de Toro y de Emilio para tratar de vender la Goma 2. «Le conté a la Guardia Civil que el explosivo se estaba negociando con Lavandera, que había un guardia civil de antiterrorismo de Bilbao que sería el que se encargaría del transporte y que el explosivo iba a acabar en manos de ETA. Yo se lo conté después de salir de la cárcel la segunda vez que fue detenido, por la operación de los gitanos. Y me dijeron que si hubieran recibido la información cuando la recibió la policía, hubieran encontrado, seguro, el explosivo. Cuando al oficial le conté lo del guardia civil de Bilbao se asustó. Dijo no puede ser que hubiera uno de este Cuerpo que sea así. Y yo le dijo que era así, y se asustó. Yo ya no sé si la información se trasladó y se abrió una investigación, no lo sé. Realmente se asustó.Le parecía fuerte que un guardia haga eso. Entre que se lo cuento al abogado y a la Guardia Civil pudieron pasar ocho meses».

«Es jodido, hablar de Guardia Civil, explosivos y ETA. Es jodido, muy jodido. Puedes pensar que es una trampa para cogerte con la Goma 2», reflexiona este asturiano.

De su experiencia, del conocimiento de sus socios, de la precisa información de que dispone sobre los contactos con Lavandera, Nayo saca conclusiones: «Yo tengo claro que algún viaje de explosivos fue a parar a ETA. Seguro. Algún viaje fue para ellos. Por ese motivo no cree que fuera casual que el coche usado por ETA en diciembre de 2002 para atentar en Santander fuera robado en Avilés, en la calle donde tiene el garaje Emilio. «Qué casualidad. Qué casualidad más grande. Me parece muy extraño».



«Toro preguntó por teléfonos móviles»

«A Toro le he oído hablar sobre la posibilidad de activar bombas con teléfonos móviles. Me dijo que quería averiguar cómo se hacía, quería que alguien le explicase cómo se podía colocar la Goma 2 y activarla con un teléfono móvil: o por tiempo o por una llamada».

'Nayo' se convierte en otro testigo de cómo uno de los responsables de la trama asturiana de explosivos buscaba un método de iniciación que, finalmente, fue utilizado por los autores de la masacre del 11-M. Estos mismos datos fueron aportados en su día por Lavandera al guardia civil Campillo.

«Toro me lo cuenta pero sin apenas detalles, al poco de tener explosivos y ponerse en contacto con Lavandera». Explica que fue a éste, durante sus negociaciones para vender los más de 200 kilos de Goma 2 que ya habían sacado de la mina, cuando le preguntó por los teléfonos móviles. «Toro me dijo que iba a preguntar a Lavandera». «Yo ese asunto lo veía lejano, como que no tenía nada que ver conmigo. Pero sí se me quedó en el registro y cuando ves acontecimientos como los del 11-M, te acuerdas. El me dijo: 'Coño, ahora que al tipo del Horóscopo éste le interesa el tema de los explosivos, voy a preguntarle si conoce a alguien que sepa poner los explosivos y activar los cartuchos por medio del teléfono'.

Después, en otra conversación, «Toro me dijo que le había preguntado a Lavandera lo de los teléfonos y que le había dicho que él no sabía pero que conocía a gente que sabía y que le iba a poner en contacto con esa gente». 'Nayo' asegura que no supo más del asunto.

«Alguien alertó a Emilio»

'Nayo' no silenció todos los datos que tenía sobre las actividades de sus ex socios con los explosivos. Cuando estuvo encarcelado por otro asunto de drogas (heroína), intentó sacar partido de lo que conocía. Tras un infructuoso intento con su abogado, contó «parte de lo que sabía» al abogado de sus compinches, también encarcelado. El convencimiento de que sus antiguos socios le habían traicionado le llevó a dar el paso. Contó al abogado de sus socios, los gitanos, algunos datos sobre los explosivos de Toro y Emilio que le permitieran obtener alguna ventaja procesal.

«Lo que conté fue que Toro y Emilio tenían explosivos, dónde los tenían y que estaban intentando venderlos. Quería demostrar que habían soltado a un tipo, Antonio Toro, que estaba traficando con 200 kilos de explosivos y habían metido a uno que traficaba con un kilo de heroína, que es miseria».

Asegura que este abogado trasladó los datos al fiscal de Oviedo.«Pero va y dice que son cosas mías por venganza. Lo ignoró porque tiene mucha manía a los gitanos y a los temas de la heroína.Entonces, el abogado fue al fiscal jefe de Asturias, que dio la orden de investigar los hechos. Le ordenó a la Policía Nacional de Gijón y de Avilés que se hicieran cargo del asunto. Vinieron dos policías a verme. Eran dos de los que llevaron la investigación mía sobre 'Pípol'. Al principio, muy interesados. En la primera visita me preguntaron muchos datos». En la segunda y última le mostraron fotos de la vivienda de Emilio donde se suponía que había escondido los 200 kilos de Goma 2. «Yo señalé cuál era la casa de los padres de Emilio. Les fui dando los datos precisos para buscar. Me dijeron que iban a mirar con perros y a rastrear toda la zona. Pero no apareció el explosivo. No volvieron a verme».

Pero el que fuera socio de Emilio tiene muchas dudas sobre la investigación y sobre la posible conexión policial con José Emilio.«Yo creo que alguien avisó a Emilio de lo que yo había contado y éste se volvió a llevar los explosivos. Seguramente hubo dinero por medio». «Eso se cubrió. No apareció nada. Donde hay un explosivo el perro lo huele, aunque ya no esté allí. No tengo constancia de que llevaran perro. Pienso que los 'polis' ni fueron, ni pusieron un pie».


LA TRAMA DEL 11-M / ENTREVISTA CON EL EX SOCIO DE TORO Y TRASHORRAS (Y II)

'Nayo': «Emilio quería una mina anticarro para volar un Patrol de la Guardia Civil»

El ex socio de Suárez Trashorras y de Antonio Toro describe la extrema violencia de los dos implicados en los atentados del 11 de Marzo


FERNANDO LAZARO. Enviado especialEL CARIBE.- José Ignacio Fernández Díaz, Nayo, no guarda, precisamente, un buen recuerdo de sus antiguos amigos, de sus ex socios y compañeros en las tramas de contrabando y narcotráfico. Durante su encuentro con EL MUNDO este joven asturiano, que está en busca y captura, narra multitud de episodios protagonizados por sus ex socios que demuestran su extremado carácter violento.

No ahorra calificativos. Los define como tipos sin escrúpulos, con un amor desorbitado por el dinero, muy peligrosos y extremadamente violentos. Nayo, Antonio Toro y José Emilio Suárez Trashorras formaron durante varios años una sociedad dedicada al contrabando de hachís y al tráfico de cocaína, fundamentalmente. Pero, además, como explica Nayo detalladamente, no hacían ascos a casi nada.Así, también se dedicaron al tráfico de explosivos.

Nayo, que permanece huido de España desde hace más de un año, recuerda, desde un país del Caribe, multitud de aventuras vividas en primera persona y que definen la gran peligrosidad de quienes fueron sus socios.

Explica que, en las negociaciones con Lavandera para cambiar la Goma 2 por armas, Emilio siempre había mostrado mucha insistencia por conseguir una mina anticarro. «La mina anticarro era para Emilio, la quería él exclusivamente. Quería reventar un Patrol de la Guardia Civil de su pueblo. ¿Que por qué? Simplemente porque pasaba por un camino al lado de su casa todos los fines de semana.Decía que a esos hijos de puta los iba a reventar un día, que le tenían hasta los huevos por pasar todos los días al lado de su casa». Nayo está convencido de que si, finalmente, Emilio Suárez Trashorras hubiera tenido esa mina, «seguro que la hubiera utilizado. Era un capricho. Está mal de la cabeza».

Pero, además, sabe, porque lo ha visto, que Emilio hubiera sacado el máximo partido a esa mina, que hubiera sabido perfectamente colocarla. «Dominaba muy bien el explosivo. Sabía cómo colocarlo para orientar las explosiones, para que afectaran más a una parte que a otra... Era un experto en el manejo. Sabía cómo hacer el máximo daño. A mí, en alguna ocasión, me enseñó cómo lo hacía.Yo eso lo vi».

«Yo he visto a Emilio realizar pruebas con explosivos. El sabía perfectamente manejar la Goma 2, para dónde enfocar, cómo activarlo de forma más rápida, más lenta..., cómo orientar la explosión.Le he visto meter un cartucho en un prado, hacer un agujero con una barra de hierro. Le dejó caer para un lado, puso un tapón y me dijo: 'Este va a reventar para allá'. Tiró del cable, lo conectó a la batería de su coche, (tenía entonces un Opel Calibra) y lo activó. Efectivamente reventó para donde había dicho».

Pero no fue éste el último episodio que narró Nayo para demostrar la violencia y la «locura» del que fuera su socio. «Un día, en plan de cachondeo, casi la lía contra un poblado de gitanos.Por Avilés pasa un elevado, un puente. Debajo estaba el poblado, que ya ha desaparecido. Un día pasábamos por allí de risas. Y Emilio dijo: 'Mañana pasamos por aquí, cogemos uno de los cartuchos, ponemos unas mechas lentas, (él tenía mechas lentas y rápidas además de los detonadores), y tiramos unos cartuchos. Según pasamos tiramos unos cartuchos por si matamos a un par de gitanos, porque esos son una mierda que no pintan nada allí. Y nos vamos'. No lo hizo porque no le dejamos, le quitamos la idea de la cabeza entre Toro y yo. Si le dejamos, la lía».

Emilio ya «había tirado alguna vez, ya había disparado para amenazar a la gente», asegura Nayo. «Yo le he visto tener a un tipo tirado en el suelo, con la cabeza pisada y amarrados los brazos. Dispararle un tiro justo al lado del oído, con un 48, para dejarle sordo.No sé si le dejó sordo al final pero le abrió la cabeza con la culata de la pistola. Le dieron 16 o 17 puntos. Eso lo hizo para robarle chocolate. Yo estaba lejos y cuando oí el disparo pensé que lo había matado. Sabía que él iba a dar un palo. Llevaba el coche».

Pero la violencia no rodeaba sólo a Emilio. «Una vez le vi en un bar de Avilés. Había bebido bastante. Tuvo un follón con un chaval. Se vio acosado pero no dijo nada. Salió del bar, se fue al coche y cuando le volví a ver ya venía de nuevo al bar con la pistola montada, cargada. Le cogimos Emilio y yo, nos lo llevamos para el coche. Tres cojones le importaba». Nayo está convencido de que si no hubiera sido por la actuación de él y de Emilio, Antonio le hubiera disparado a aquel joven en Avilés por «una disputa de borrachos». Pero juntos también han protagonizado episodios violentos. «A Toro le he visto en una pelea, en la que estaba también Emilio, le he visto pegarle a uno con un casco de moto en la cabeza, estando en el suelo el tipo. Le habían dado ya de patadas entre los dos. Toro agarró el casco del chaval y empezó a golpearle en la cabeza hasta abrírsela. Era una pelea de bar. Le partieron los dientes y le abrieron la cabeza pero no le mataron».

Nayo, ante la peligrosidad de sus ex socios, pone distancia: «Yo no soy tan violento como ellos. Soy un mangante, un delincuente, puedo hacer lo que sea pero yo soy tranquilo».

Este asturiano de 29 años recuerda también que en otra ocasión, «Toro se encontró con dos gitanos en una tienda de Piedras Blancas que hacía algún tiempo le habían encañonado y amarrado para robarle.En ese momento, ellos no le reconocieron. Le habían robado dos kilos de cocaína. Me llamó por teléfono temblando, muy, muy excitado, y me dijo: 'Estos hijos de puta están aquí. Llama a tu amigo de Oviedo, el que nos puede facilitar armas, y que te deje una pistola porque los voy a matar ahora mismo'. En ese momento no tenía arma y por eso quería hablar con mi amigo. Mi amigo le dio dos pistolas. Cuando fuimos a por los gitanos ya no estaban.Pero Toro estaba nerviosísimo, estaba histérico, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa. 'Donde los vea, los mato', decía».

Pese a ser socios, Nayo está convencido de que Antonio Toro, al que consideraba el líder de este pequeño grupo de delincuentes, no tenía apego ni estima por nadie, «ni siquiera por Emilio».«A Toro le daba igual que mataran a Emilio, no le preocupaba».Y lo describe gráficamente: «A Toro le dices que le das 20 millones por los 500 kilos de explosivos pero que tiene que matar a su cuñado y el cuñado está ya muerto».

Asegura que en una ocasión, Toro se planteó robar al gallego que le suministraba la cocaína.«Quería matar al gallego que le daba la droga. Cuando Toro acudía al piso del gallego para pagarle la droga siempre veía el cajón donde el gallego, que en ese momento tenía 22 o 23 años, guardaba el dinero en metálico. Toro veía el cajón lleno de dinero. Toro era el brazo derecho del gallego. Una vez me dijo que había que liársela al gallego. Me dijo que quería subir un día con la pistola, que le iba a pegar un tiro al gallego y que se iba por el dinero de la caja y dos o tres kilos de coca que guardaba siempre en un armario. A mi me lo contó varias veces».

«Yo le decía que estaba loco, que se iba a saber que había sido él. El gallego igual tenía 100 millones de pesetas en metálico en la caja de cartón, debajo de la cama». Ese robo, finalmente, no se perpetró. Nayo describió algunas de las aficiones de sus antiguos socios en el tráfico de estupefacientes. Según él, el líder de esta trama, Antonio Toro, tenía una gran afición por las armas. «Tenía intención de quedarse con una pieza de cada una de las armas que se obtuvieran durante la venta de la Goma 2, como colección. Es decir, se quedaría con una pistola, con una ametralladora y así. Era un apasionado de las armas. Quería tener todo guardado, en un expositor, montar una armario con una colección de armas buena».

Pero también destaca, además de sus aficiones, la capacidad intelectual y de liderazgo de su ex socio. «Toro es el tío más listo que pisa la tierra. Es un tipo muy listo. Utiliza mucho a la gente».«Es una persona presumida, prepotente pero muy, muy inteligente, capaz de hacer lo que le dé la gana. Tiene un poder de convicción muy fuerte, con cualquiera que hable le convence. A mí me convencía.Te pones a hablar con él, te propone un negocio y te convence».

José Ignacio Fernández Díaz también explicó a este periódico sus primeros pasos en el mundo de la delincuencia y cómo entró en contacto, primero con Toro, y después con Suárez Trashorras.

«Entré en contacto con el mundo de la delincuencia cuando tenía 23 años. Ahora ya cuento 29. Empecé por medio de un amiguete que me pedía dinero. Entro en el mundo de la coca poco a poco.Yo le dejaba dinero a ese chaval, él compraba la coca, la vendía y me daba mi parte de beneficios. Cuando empecé con eso yo ya estaba en Avilés, me había trasladado desde Santander. Todo nace en Avilés».

Al primero de este entramado al que conoce es a Antonio Toro.«Empecé comprándole la coca a él. El, entonces, sólo hacía a hachís y a cocaína. En aquel momento no hacía nada de armas.Vio que yo vendía bien, que acudía con dinero en metálico a comprarle con frecuencia y me ofreció trabajar juntos. Así entramos en contacto. Poco a poco nuestra relación se hizo muy estrecha.Nos veíamos todos los días», asegura.

Por el contrario, a Emilio Suárez Trashorras lo conoció, siempre según su versión, poco antes de que se pusiera en marcha la llamada operación Pípol, donde fueron detenidos los tres miembros de la trama por posesión de explosivos. «Entra en contacto con nosotros por mediación de un cliente que teníamos y que nos cogía coca.El era socio de Emilio, pero acabaron riñendo y Emilio se vino con nosotros. La primera impresión que me dio es la de un tipo loco, muy nervioso, imprevisible. A Toro le cayó bien enseguida porque vio que manejaba dinero, que era un minero jubilado, con veintipocos años y que disponía de metálico».

Nayo admite que él tampoco era un alma de la caridad. «Para nada».Recuerda que tras la operación Pípol, él continuó con la cocaína, «pero también me metí con la heroína». Asegura que fue por medio de unos gitanos, que fueron detenidos junto a él, como entró en el mundo de la heroína. «Me convencieron. Me dijeron que se ganaba más dinero y más rápido». Asegura que también compró droga con dinero falso, «creo que unos cinco millones de pesetas», a unos magrebíes.

«Llamé a 'Manolón' tras el 11-M para preguntarle si podía dormir»

Tras abandonar la cárcel después de su última detención por un caso de heroína, 'Nayo' ya no mantiene ningún vínculo con sus antiguos socios. Pero siguió recibiendo información de amigos comunes sobre sus antiguos socios. «Cuando salgo me entero de que Toro y Emilio seguían con el hachís y que se habían quedado con clientes míos. Supe, también, que seguían con el negocio de los explosivos y que cambiaban la Goma 2 por hachís».

Y aquí es donde 'Nayo' apunta algunos de los detalles que vinculan a sus antiguos socios con la masacre del 11-M. «El contacto para vender los explosivos por hachís a los moros lo hizo Toro en la cárcel. Esos contactos salen de Villabona. Yo no llegué a conocer a esos moros porque salieron de la cárcel antes de que yo entrase. Toro estaba ofreciendo los explosivos en la cárcel».

Este asturiano no tiene dudas de que Antonio Toro, durante los cinco meses que permaneció encarcelado por el caso 'Pípol' estuvo haciendo contactos en la cárcel con el fin de que, cuando saliera, poder cambiar los explosivos por hachís. «A él le gustaba mucho negociar con gente de fuera y los moros entraban a cualquier negocio. No sé los contactos que hizo, pero sí supe que los moros le daban 'chocolate' a cambio de explosivos». Está convencido de que durante los meses en que Toro estuvo en prisión, Suárez seguía sacando explosivos. «Emilio conseguiría entre 200 y 300 kilos más. Se juntaría con unos 500 kilos. En el año que estuve yo en la cárcel no lo sé, pero seguro que no tienen las cuentas echadas, seguro. Eso no tenía límite. Creo que aún tienen escondidos explosivos. Hay kilos que aún no han aparecido porque no agotaban las existencias».

Cuando se conoce el primer dato de que podría haber alguien de Asturias implicado en los atentados, «inmediatamente me salió el nombre de Emilio y de Toro en la cabeza. Antes de que los nombraran. Lo primero que hice fue llamar a 'Manolón' pero no me pusieron. Le quería preguntar si era capaz de dormir, si le dejaba la conciencia. Me identifiqué como un buen amigo».

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