UN NUEVO SINTOMA DEL DOBLE JUEGO DEL GOBIERNO

21-12-06



Editorial

UN NUEVO SINTOMA DEL DOBLE JUEGO DEL GOBIERNO


El ministro del Interior compareció ayer ante los medios de comunicación para decir que ni podía confirmar ni desmentir la información publicada por dos diarios vascos de que el Gobierno se había reunido con ETA el pasado jueves.

Rubalcaba se aferró a frases hechas y tópicos como «no hay nada nuevo relevante» para eludir contestar de forma clara a lo que se le preguntó de muchas maneras: si era cierto que el Gobierno había tenido ese contacto con la banda.
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Minutos después de su comparecencia, fuentes del Ejecutivo admitieron la existencia de contactos «preliminares» con la banda a través de intermediarios, pero negaron cualquier negociación. ETA, según esa versión, habría dado garantías de que no tiene intención de romper su tregua.

La ambigüedad del ministro -que siempre dice exactamente aquello que quiere decir- estaba perfectamente calculada para que cada uno pudiera comprar la interpretación de sus palabras que más le interesara.

De un lado, esa negativa a desmentir la noticia podía ser acogida por el mundo nacionalista y la izquierda abertzale como un reconocimiento implícito del inicio de contactos con ETA y de que el Gobierno está dispuesto a negociar con la banda. Y ello en una jornada de movilización de Batasuna y sus satélites, cuyos actos habían sido prohibidos por el juez Garzón.

De otro lado, la no confirmación de la reunión y su afirmación reiterada de que no había sucedido nada «relevante» era un claro mensaje para tranquilizar a Mariano Rajoy, citado para acudir mañana a Moncloa, y a los dirigentes del PP.

La comparencia de Rubalcaba alcanzó sencillamente caracteres surrealistas cuando después de haber convocado a los medios para decir que no tenía nada que decir, propuso la celebración de reuniones informales periódicas por si alguna vez podía decir algo. Lo único que ayer quedó claro fue su doble juego para intentar contentar a tirios y troyanos sin comprometerse, lo que refleja la estrategia que el Gobierno ha seguido hasta ahora en relación con el conjunto del proceso.

Rubalcaba debería haber sido mucho más concreto, pero en el fondo lo de menos es si el Gobierno se ha reunido o no con ETA. Lo esencial es cómo se ha comportado y qué naturaleza de compromisos ha asumido, si es que lo ha hecho.

Nada tenemos que objetar a ese encuentro con ETA y a otros futuros, pero lo que Zapatero debe tener siempre muy presente son las líneas rojas que no debe traspasar. Esas líneas las ha definido Mariano Rajoy con sentido común: que no haya un precio político por la paz, que no se legalice a Batasuna hasta que cumpla con la Ley de Partidos, que no se negocie el status de Navarra y que los jueces y la Policía sigan ejerciendo sus deberes.

Cumplidas estas condiciones, el Gobierno tiene margen para discutir con ETA cuestiones como los presos y la reinserción. Ojalá le salga bien, siempre que respete esos requisitos innegociables.

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