CUANDO DETRAS DE CADA LIDER DEL 11-M APARECE UN SERVICIO DEL ESTADO

17-10-05

EDITORIAL

CUANDO DETRAS DE CADA LIDER DEL 11-M APARECE UN SERVICIO DEL ESTADO


El 3 de abril de 2004, tres terroristas islamistas, presuntos autores de la masacre del 11-M, grabaron un vídeo antes de suicidarse en un piso de Leganés junto a otros cuatro miembros del comando.Alekema Lamari, El Chino y El Tunecino tenían una cosa en común: habían sido estrechamente controlados, antes, durante y después de los preparativos del 11-M, por distintos servicios de información de la Seguridad del Estado. Dentro de la investigación sobre la masacre, EL MUNDO revela hoy que en el entorno directo de Alekema Lamari, a quien el CNI siempre ha considerado el jefe del comando, existía un dispositivo de vigilancia por parte de los servicios secretos a través de un confidente apodado El Pollero, que controlaba todos sus pasos. Las declaraciones de Sabagh Safwan ante la Policía evidencian que entre Lamari y el confidente del CNI existía una estrecha relación de amistad. Era como su sombra después de que el argelino saliera de la cárcel en 2002. El Pollero asegura que el 8 de marzo Lamari se encontraba nervioso y preocupado por algo que tenía que ocurrir. El 27 del mismo mes, seis días antes de suicidarse en Leganés, se despidió de él diciéndole que se encontrarían «en el cielo».

Es indudable que el CNI tiene muchas cosas que explicar en relación con Lamari. ¿Informó su confidente al agente que le controlaba sobre el contenido de la conversación del 8-M? ¿Qué hacía el CNI con la información que le proporcionaba El Pollero sobre los movimientos de Lamari? ¿Cómo pudo estar escondido durante tantos días después del 11-M hasta suicidarse el 3 de abril en Leganés? La vigilancia del CNI sobre Lamari viene a sumarse a la que otros cuerpos policiales ejercían sobre El Chino -controlado por los servicios de información de la Guardia Civil y la Policía- y El Tunecino, a quien vigilaba también la Policía a través de la Brigada Provincial de Información de Madrid y del imam Cartagena, confidente de la UCIE.

La suma de todas estas circunstancias puede dar lugar a muchas cábalas. Pero una cosa está clara: los servicios de Seguridad del Estado controlaban a los principales autores del 11-M y ni fueron capaces de impedir la masacre ni de detener con vida a los terroristas. Aún en el caso de que no existan responsabilidades penales de ningún funcionario -único supuesto en el que actuaría el juez Del Olmo- los españoles tienen derecho a conocer las causas de estos fallos en cadena. Este podía haber sido el papel de la Comisión de Investigación parlamentaria si el PSOE no le hubiera dado carpetazo. Puesto que no se va a reabrir, al menos el director del CNI o los ministros responsables deben llevar a cabo una exhaustiva investigación interna para depurar responsabilidades y después informar del resultado al Parlamento.

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