Un agente del CNI apodado 'El Pollero' controlaba cada paso del jefe del 11-M

17-10-05

11-M LA INVESTIGACION

Un agente del CNI apodado 'El Pollero' controlaba cada paso del jefe del 11-M

Siguiendo instrucciones del servicio de Inteligencia, Sabagh Safwan se convirtió en la sombra de Alekema Lamari desde que salió de la cárcel en 2002 - Viajó varias veces con él a Madrid, entrevistándose con uno de los hermanos Almallah y con 'El Tunecino', quien a su vez visitó la pollería de Safwan en Valencia


ANTONIO RUBIO

MADRID.- «Tenéis que darnos 48 horas. No podéis detener a Sabagh Safwan hasta que hablemos con él. Es uno de nuestros hombres más importantes». Esta fue, más o menos, la conversación que se produjo entre el responsable del área Contraterrorismo-Islam del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y el jefe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía el 22 de marzo de 2004, 11 días después de los atentados del 11-M.
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La Policía aceptó la petición del CNI a medias y, finalmente, otorgó un margen de 24 horas para que los agentes de los servicios secretos hablaran con su confidente, el sirio Sabagh Safwan, apodado El Pollero, antes de ser detenido por su relación con el comando Lavapiés, que actuó contra los trenes de la muerte.

El informador de los servicios de Inteligencia vivía y vive en Valencia, y allí fue detenido por inspectores de la Comisaría General de Información de la Policía el 24 de marzo de 2004 por su relación y apoyo al miembro del GIA (Grupo Islámico Armado) Alekema Lamari, considerado por el CNI el jefe militar del 11-M.

Efectivamente, Sabagh Safwan se había convertido en uno de los principales agentes o infiltrados del CNI en el mundillo de los radicales islamistas en España y tenía el encargo especial de controlar y seguir a Alekema Lamari. Ese control sobre el terrorista argelino era total, hasta el punto que el 2 de abril, un día antes del suicidio del comando Lavapiés, Sabagh se encontraba en Madrid con el único objetivo de ayudar al CNI a descubrir dónde se ocultaba Lamari y el resto de los terroristas que cometieron los atentados del 11-M.

Por ese motivo, el 22 de noviembre de 2004 el juez Juan del Olmo solicitó al CNI y al Ministerio del Interior la desclasificación de todos los informes y documentos que estuvieran en su poder relacionados con el terrorista argelino. Pero hasta el pasado día 16, el magistrado de la Audiencia Nacional no recibió el visto bueno del Consejo de Ministros para que los servicios secretos remitieran a su juzgado cuatro informes elaborados por el CNI sobre Alekema Lamari.

En esos informes está recogida la relación de amistad y «control» que ejercía Sabagh Safwan sobre Lamari y otros presuntos terroristas islamistas. También quedará demostrado que el CNI vigilaba a varios miembros del comando Lavapies a través de su confidente sirio.

Sabagh Safwan es de nacionalidad siria y llegó a España en 1982, pero hasta agosto de 1993 no consiguió su condición de refugiado político. Y es en esa misma fecha cuando Sabagh fue captado por el antiguo CESID -actual CNI- como colaborador en temas árabes.

Sabagh está considerado por los servicios secretos como un excelente colaborador y en los últimos años recibía una remuneración de unos 500 euros mensuales. El confidente sirio también es conocido por el alias de El Pollero porque tiene un asador de pollos en Valencia.

Sabagh Safwan fue el primero que informó de que el séptimo terrorista suicidado en el piso de Leganés, y que la Policía no lograba identificar, era Alekema Lamari. Esa información fue facilitada por el confidente sirio a sus controladores del CNI nada más ocurrir los hechos de Leganés, pero no pudo ser confirmada por la Policía hasta octubre del año 2004, seis meses después de la explosión.

El 27 de marzo de 2004, siete días antes del suicidio del comando Lavapiés, Sabagh recibió una llamada de Lamari a modo de despedida: «Nos encontraremos en el cielo y dire a los hermanos que recen por mí». Con anterioridad a esa llamada, el Pollero recibió otra del terrorista Lamari, exactamente el 8 de marzo, donde el argelino se mostraba nervioso y preocupado por algo que tenía que ocurrir.

La función principal de Sabagh dentro del Centro Nacional de Inteligencia consistía en controlar a los miembros del GIA en España y por ese motivo se convirtió en el benefactor de uno de sus jefes, Alekema Lamari.

El terrorista argelino ingresó en prisión en 1997 por pertenencia a banda armada. Hasta que salió, en el 2002, fue recibiendo la ayuda económica, visitas y apoyo de Sabagh. Cuando Lamari abandonó la cárcel, Sabagh se convirtió en su sombra, lo recogió en Madrid y lo trasladó hasta Valencia. Allí comenzó a vivir con Abdelkrim Beghadali, imam del municipio de Torrent.

Durante el tiempo que Lamari vivió en Valencia, desde el 2002 hasta los atentados del 11-M, Sabagh lo acompañó en varias ocasiones a Madrid. Y aquí se entrevistó, entre otros, con Sherhane Ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, y con Moutaz Almallah, que logró huir de España tras los sucesos del 11-M y que en la actualidad se encuentra detenido en Londres pendiente de extradición a nuestro país.

Con posterioridad esos dos mismos personajes viajaron hasta Valencia para contactar con Lamari y el grupo de radicales islamistas que estaban operando en la Comunidad Valenciana.

Se da la circunstancia de que el propio Sherhane, tal como ha reconocido Sabagh Safwan, en una declaración judicial en agosto del 2004, estuvo en el establecimiento del confidente del CNI: «Apareció a finales del año 2003. Fue a comprar dos pollos y durante el tiempo que faltaba para que estuviera a punto los pollos, cinco minutos, estuvimos hablando. Me di cuenta de que hablaba un árabe culto. Dijo una palabra y observé que podría ser tunecino. Aunque su acento podría confundirse entre jordano, palestino y sirio».

La primera detención de Sabagh Safwan por parte de los agentes de la Comisaría General de Información se produjo el 24 de marzo de 2004, pero en aquella ocasión el confidente del CNI proporcionó pocos datos a la Policía. Tan sólo admitió que conocía a Alekema Lamari, miembro del Grupo Islámico Armado (GIA), y Abdelkrim Beghadali, imam de la mezquita valenciana de Torrent.

Tras el interrogatorio Sabagh fue puesto en libertad y no llegó a declarar ante el juez (según consta en uno de los tomos del sumario del 11-M sobre los que el magistrado Del Olmo ha levantado el secreto sumarial) hasta el 23 de agosto de 2004.

Tres días después de que la Policía interrogara a Sabagh y seis días ante del suicio del comando Lavapiés, el 27 de marzo de 2004, el mismísimo Alekema Lamari llamó a su amigo sirio para adelantarle que se iba a suicidar: «Nos encontraremos en el cielo [ ] y dile a los hermanos que recen por mí».

Esa información sólo fue administrada por el Centro Nacional de Inteligencia, que además obligó a Sabagh a trasladarse desde Valencia a Madrid para intentar localizar al terrorista argelino.El Pollero, según ha podido saber EL MUNDO, llegó a Madrid el 2 de abril, un día antes del suicidio.

Sabagh no comentó las llamadas de despedida de Alekema Lamari a la Policía hasta el 18 de agosto de 2004, fecha en la que fue interrogado por tercera vez por los agentes de la Comisaría de Información.

Sabagh Safwan no sólo era amigo y ayudaba a Lamari, también lo hizo con los hermanos Chedadi. Uno de ellos, Said, está acusado de pertenecer a la célula de Al Qaeda en España, y otro, Mohamed, fue involucrado, en un principio, con los atentados del 11-M.Sabagh reconoció ante el juez Del Olmo sus gestiones ante un abogado: «El 11 de marzo de 2004 (el mismo día de los atentados) recibí en Valencia a los hermanos Chedadi y fuimos a ver al abogado de su hermano Said, Vicente Ibor».

Las relaciones de Sabagh Safwan, el confidente del CNI, con todo el entramado de los terroristas islamistas no se queda ahí. Las huellas de Sabagh aparecieron en uno de los libros que la Policía localizó en el piso de Leganés tras la inmolación del comando Lavapiés.

Sabagh explicó, judicialmente, que su huella apareció en el libro Creencia de fe, porque previamente se lo había mandado a l argelino Alekema Lamari a la cárcel. Pero otros datos de Sabagh, concretamente sus teléfonos, también aparecieron en el vehículo Skoda Fabia que la Policía encontró meses después del atentado en las cercanías de la estación de Alcalá de Henares, donde los terroristas del comando Lavapiés subieron a los «trenes de la muerte». Ese coche, casualmente, fue utilizado por Mohamed Afalah.

Mohamed Afalah, junto con Mohamed Belhadj, alquilaron el piso de Leganés y tras el suicidio huyeron de España. La Policía, en un principio, afirmó que en mayo de 2005 los dos huidos se habían inmolado en un atentado en Irak.

Sabagh Safwan informaba puntualmente a sus controladores del CNI de todas sus relaciones y contactos con los miembros de los diferentes grupos terroristas islamistas que operaban en España.

El confidente de la inteligencia española reconoció en agosto de 2004 ante el juez Del Olmo un importante hecho: «Alekema Lamari se presentó en mi establecimiento a finales de 2003 acompañado de Mohamed Afalah, huyó y me lo presentó como Musab y me dijo que era una persona de confianza».

Pero el Centro Nacional de Inteligencia no sólo recibía información sobre los terroristas islamistas del sirio Sabagh Safwan. También tenía como infiltrados al marroquí Abdelkader el Farssaoui, Cartagena, y a los argelinos Smail Latrech y Rabia Gaya. Este último también trabajaba con Fernando Huarte, presidente de la ONG Asociación Nacional de Amigos del Pueblo Palestino Al-Fatah, que a su vez era colaborador de los servicios de inteligencia españoles y miembro del PSOE de Asturias.

Algunos de estos colaboradores policiales fueron claves a la hora de poner en marcha la operación Nova, contra los terroristas que querían volar la Audiencia Nacional.


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