Tres jefes del 11-M estaban vigilados por agentes especiales

17-10-05

11-M LA INVESTIGACION / LA ACTUACION POLICIAL

Tres jefes del 11-M estaban vigilados por agentes especiales

El CNI, la UCIE y la UCO se encargaron de los controles, seguimiento y escuchas de Lamari, 'El Tunecino' y 'El Chino'

ANTONIO RUBIO

MADRID.- Tras el suicidio del comando Lavapiés en el piso de la calle Martín Gaite de Leganés (Madrid) el 3 de abril de 2004, la Policía encontró una cinta de vídeo donde tres individuos, con el cuerpo y la cara tapada y con diferentes armas y explosivos, reivindicaban los atentados del 11-M. Esos tres terroristas islamistas, según las investigaciones policiales y judiciales, eran: Alekema Lamari, jefe militar del comando; Jamal Ahmidan, El Chino, quien consiguió los explosivos que los terroristas colocaron en los trenes de la muerte, y Serhane ben Abdelmajik Fakhet, El Tunecino.Sobre el tercero aún hay dudas porque algunos expertos apuntan que en vez de El Tunecino podría ser Rachid Oulad Akcha.

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Pero lo más interesante de ese vídeo reivindicativo es que los tres supuestos líderes del comando Lavapiés que se adjudican el atentado del 11-M estuvieron seguidos, controlados, vigilados y escuchados por los diferentes servicios de información de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

El primero de ellos, que aparece en la foto a la derecha del terrorista que lee el comunicado y lleva un chaleco cargado de explosivos, podría ser Serhane ben Abdelmajik Fakhet, El Tunecino.Ese terrorista islamista fue vigilado y seguido por la Brigada Provincial de Información de Madrid desde enero del año 2003 hasta pocos días antes de los atentados del 11-M (Ver EL MUNDO 17 de Mayo de 2004). Después fue la Unidad Central de Información Exterior de la Policía (UCIE) quien siguió sus pasos y tuvo conocimiento de sus actividades y de sus amenazas.

Jamal Ahmidan, que según todos los indicios fue quien leyó el comunicado reivindicativo del 11-M, y que aparece en el centro de la foto con un folio en la mano, sufrió el seguimiento y control de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) y de la Policía. El confidente marroquí Rafá Zouhier fue el primero que avisó, en mayo de 2003, a los hombres del coronel Félix Hernando que unos asturianos estaban vendiendo dinamita a un grupo de marroquíes relacionados con el mundo de la droga y que entre ellos se encontraba Jamal Ahmidan, más conocido como El Chino.

Ahmidan también fue vigilado por el inspector Manuel Rodríguez, Manolón, gracias a las informaciones que sobre él y su grupo facilitó el narcotraficante y ex minero Emilio Suárez Trashorras.(Ver EL MUNDO 29 de Abril de 2004).

El tercero de los jefes o líderes de los atentados del 11-M, Alekema Lamari, también sufrió el acoso, seguimiento y escuchas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) como se revela en las páginas anteriores.

Pero de todos ellos fue El Tunecino quien estuvo más controlado.Primero, como ya hemos apuntado, a través de la Brigada de Información Provincial que el 5 de febrero de 2004 emitió tres informes donde se detallaba sus últimas actividades y contactos.

Los seguimiento sobre El Tunecino comenzaron en enero de 2003 y se intensificaron en julio del mismo año como consecuencia del atentado de Casablanca, que se llevó a cabo en mayo.

Es curioso que la pista policial de Serhane se perdió, oficialmente, una semana antes de la reunión celebrada en Madrid en la que el ex minero Suárez Trashorras vendió más de 100 kilos de dinamita a Jamal Ahmidan.

En los informes policiales sobre El Tunecino ya se indicaba dónde vivía: «Calle de Francisco Remiro, 41-1º Derecha, en donde figuran censadas 17 personas más». La Brigada de Información también avisaba de que el terrorista islamista no tenía actividad laboral y que se reunía con: «Mouhannad Almallah y Basel Ghalyoun».

Por aquellas fechas la Policía ya apuntaba que en la calle de Virgen del Coro se concentraban seguidores islamistas para rezar y ver vídeos relacionados con la yihad.

Y tras la Brigada de Información Provincial apareció la Unidad Central de Información Exterior (UCIE). Esta unidad logró colocar dentro de la célula terrorista de El Tunecino a un confidente que, además, hacía las veces de imam del grupo. (Ver EL MUNDO de 21 octubre de 2004 y 31 de mayo de 2005).

El confidente en cuestión era el marroquí Abdelkader el Farssaoui, más conocido por el sobrenombre de Cartagena. El Farssaoui, que también hacía labores de información para el CNI y la embajada marroquí en Madrid, comenzó a informar a los hombres del comisario Menor en octubre de 2002.

La UDYCO de Madrid, la unidad dedicada a la lucha contra la droga y el crimen organizado, también siguió durante un tiempo a Jamal Ahmidan, El Chino, por temas relacionados con la venta de hachís.Y, finalmente, Alekema Lamari, el jefe militar de los atentados del 11-M según el CNI, tenía el apoyo económico y control del sirio Safwan.



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Confidentes y colaboradores

Los servicios de información, tanto de la Policía como de la Guardia Civil y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), han dispuesto y disponen de varios confidentes o colaboradores entre los diferentes grupos islamistas que existen y han existido en España.

En alguna ocasión, incluso, han convertido a sus informadores en agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Es el caso de Ayman Maussili Kalaji, un español de origen sirio que en el año 1989 ya era Policía Nacional y que participó en la desarticulación de un comando que intentaba introducir explosivos a través del puerto de Valencia.

Kalaji, tras descubrir este periódico que en su establecimiento de telefonía se habían liberado los teléfonos móviles utilizados en el atentado del 11-M, reconoció a EL MUNDO que él controlaba a varios grupos radicales.

Pero el confidente o colaborador más llamativo de los últimos años puede ser Rafá Zouhier. Ese marroquí avisó en varias ocasiones a la Guardia Civil de que los islamistas estaban comprando dinamita.Incluso, llegó a proporcionar una muestra a los hombres del coronel Felix Hernando.

Zouhier también reveló cómo llegáron las armas a los terroristas.

Otro de los colaboradores policiales más significativo es Abdelkader el Farssaoui, que hacía las labores de imam y de periodista en una emisora de radio con el fin de infiltrarse dentro de las células islamistas.

Sin embargo, el trato dado por la Policía a Zouhier y Farssaoui ha sido completamente distinto. El primero está en la cárcel y el otro vive libre y con protección.


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