«Las víctimas tienen derecho a saber si colaboré con banda armada o con banda de la Guardia Civil»

12-07-04

11-M LA INVESTIGACION / UNA NUEVA CARTA DE ZOUHIER DETALLA LAS PRESIONES DE LA UCO CON LA COLABORACION DEL DIRECTOR DE LA CARCEL

«Las víctimas tienen derecho a saber si colaboré con banda armada o con banda de la Guardia Civil»

Asegura que fue visitado no una sino dos veces por miembros de la UCO y pone por testigos al educador y a cuatro funcionarios del centro de Valdemoro - Para que pudieran entrar los agentes, el director le hizo firmar una instancia que decía: «Deseo recibir a la policía y a cualquier persona que me quiera ayudar»

ANTONIO RUBIO

MADRID.- «Los que están muertos y las víctimas tienen el derecho de saber por qué estoy en la cárcel. Tienen que saber si colaboré con banda armada o con banda de la Guardia Civil».

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Esta es una reflexión que plantea el confidente Rafá Zouhier desde su celda de la prisión de Aranjuez, donde se encuentra preso en la actualidad, después de que Instituciones Penitenciarias negara las visitas y presiones de tres agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil al marroquí durante el tiempo en que estuvo ingresado en la prisión de Valdemoro.

Zouhier está indignado porque la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, lo ha tratado de mentiroso, y por ese motivo ha escrito una nueva carta a este diario donde desvela que las visitas de los agentes de la UCO fueron dos y no una, tal y como reveló EL MUNDO el 6 de julio.

El marroquí también ha enviado otra misiva a Mercedes Gallizo donde le recuerda que tiene todas las pruebas, incluidas las dos instancias, y hasta cinco testigos -el educador y cuatro funcionarios-, para demostrar las visitas y las presiones.

Rafá Zouhier revela en su escrito que esas dos visitas carcelarias se produjeron con el conocimiento y autorización expresa del director del centro penitenciario de Valdemoro, y que en los dos encuentros los agentes de la UCO lo presionaron para que no contara a nadie todo lo que sabía sobre la venta de los explosivos utilizados en el 11-M. Zouhier ingresó en la cárcel el 24 de marzo.

En la segunda de las visitas-encuentro (ver EL MUNDO del 6 de julio), Zouhier recibió presiones en la cárcel de Valdemoro por parte de la Guardia Civil para que no hablara con nadie, y el consejo-amenaza de los agentes de la UCO de que si se portaba bien hablarían con el juez y lo sacarían en libertad. Tras esa denuncia, la directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, negó los encuentros entre el marroquí y los miembros de la Guardia Civil.

Zouhier, rápidamente, ha enviado una carta a Mercedes Gallizo donde le recuerda que tiene todas las pruebas necesarias para demostrar que es verdad que la Guardia Civil lo visitó y presionó en la cárcel de Valdemoro en dos ocasiones desde que permanece allí ingresado: «Yo recibí dos visitas, no una. Tengo muchas pruebas de ello».

Zouhier, que está indignado porque le tratan de mentiroso, y asustado por todas las presiones internas que está recibiendo en la actualidad en la prisión de Aranjuez, aclara en su misiva a este periódico cómo fueron las visitas-encuentros con los agentes de la UCO: «Fue dos veces y tengo testigos. El educador de la cárcel y cuatro funcionarios».

El marroquí da en su carta toda una serie de detalles de cómo se produjeron los encuentros entre él y los guardias civiles y la manera en que se tramitó la solicitud de visita: «Vino un funcionario, que sé su cara muy bien, con una instancia que firmé por orden del director». En esa instancia, que consta de tres hojas, de las cuales una de ellas queda en poder del interno tras ser visada y firmada por el funcionario, Rafá «expone» los motivos de la visita y «solicita» que se le conceda.

Según Rafá, la instancia se realizó por orden expresa del director de la prisión de Valdemoro, y en ella se indicaba: «Deseo recibir a la policía y a cualquier persona que me quiera ayudar». Se da la circunstancia de que Zouhier está acusado y encarcelado por el juez Del Olmo por colaboración en un acto terrorista y todos los presos que tienen esta consideración necesitan un permiso especial de la Audiencia Nacional para ser visitado por personas que no sean familiares directos.

Rafá, que según reconoce un auto del juez Del Olmo era confidente de la Guardia Civil, avisó en los primeros meses de 2003 a los agentes de la UCO que el ex minero José Emilio Suárez Trashorras y su cuñado, Antonio Toro Castro, vendían explosivos. Después, Suárez Trashorras vendió los explosivos utilizados en el 11-M a Jamal Ahmidam, El Chino. Y ahora, los miembros de la Unidad Central Operativa para los que trabajaba Zouhier y que responden a los alías de Víctor, Rafael y Paco, intentan que el marroquí no cuente todo lo que sabe sobre esa y otras operaciones.

Zouhier, como reconoce en su carta, recibió la visita-amenaza de sus antiguos «jefes» en dos ocasiones. En la primera de ellas el encuentro se produjo entre dos agentes de la UCO y Rafá. En esa ocasión, tal como relata el marroquí, la conversación fue más distendida y los agentes hicieron el papel de «hombres buenos», se preocupaban por él e intentaban ayudarle en todo momento.

En la segunda de las visitas, que corresponde a la que EL MUNDO desveló el pasado 6 de julio, Zouhier se tuvo que ver las caras con tres de los agentes con los que actuaba como confidente, y ya recibió una serie de amenazas directas por parte del jefe: Paco. Este oficial de la Guardia Civil, que tiene unos 50 años, un diente de oro, poco pelo y está bajo las ordenes directas del coronel Félix Hernando, le recordó a Rafá que «tú eres de los nuestros y te vamos a sacar de aquí. Pero para lograr eso no tienes que hablar con nadie. Ni con la prensa, ni con el juez, ni con tu abogado, ni con cualquier Comisión de investigación que puedan montar».

Paco, con sonrisas y abrazos, recordó por último a Zouhier que «los únicos que te podemos sacar de aquí somos nosotros». Uno de los tres agentes que visitó a Rafá en la cárcel, el más joven, se dedicó a tomar notas de todo lo que se hablaba en una libreta.Zouhier fue obsequiado por sus visitantes con un cartón de tabaco, y en un momento del encuentro, Paco se quitó su chaqueta con la intención de regalársela. Al final no lo hizo.

Zouhier recuerda en su carta que tiene varios testigos del encuentro-visita de los agentes de la UCO: «El educador de la cárcel y cuatro funcionarios que conocen la cara de ellos muy bien». Rafá también resalta en su misiva a EL MUNDO que «allí hay dos instancias que dicen muy bien que sí hay visita. Ellos lo saben y los demás también».

El encuentro entre los tres agentes de la UCO y Zouhier se llevó a cabo en un despacho que habilitó la dirección de la prisión, y se da la circunstancia de que el educador del Centro acompañó al marroquí hasta la misma puerta de esa estancia. Pero no fue el educador el único que presenció el encuentro entre el marroquí y los agentes, también pueden dar testimonio de ese hecho hasta cuatro funcionarios de la prisión de Valdemoro.

Y entre encuentros y visitas con los agentes de la UCO, Rafá Zouhier recibió una serie de amenazas de muerte, vía telefónica, a través de un amigo suyo, llamado Mario, que le decía que sus amigos de la Guardia Civil le recordaban que tenía que tener la boca cerrada (ver EL MUNDO del 31 de mayo de 2004). Las amenazas contra Zouhier, según ha podido saber este periódico, ya han llegado hasta el entorno familiar del marroquí.

En los últimos días Zouhier también ha recibido en la prisión de Aranjuez, donde fue trasladado desde la cárcel de Valdemoro tras las amenazas de muerte, la recomendación de que «es más aconsejable estar con el poder que contra el poder. Los otros (en clara referencia a EL MUNDO) sólo quieren aprovecharse de tí para sacar historias y vender periódicos».

En medio de las presiones y recomendaciones que Zouhier va recibiendo en las últimas fechas, hay una que llama poderosamente la atención y que, además, el marroquí revela en su escrito: «La carta que recibió Toro [se refiere a Antonio Toro Castro, cuñado de Suárez Trashorras, con quien coincidió en la cárcel de Villabona y quien le dijo que tenía explosivos para vender], se la di a la Guardia Civil en la segunda visita porque me la pidieron ellos».

Es decir, que Zouhier revela que los agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil le pidieron que escribiera una carta a Toro y que fueron ellos mismos los que la sacaron de la cárcel y se la hicieron llegar al presunto cómplice de la venta de los explosivos al comando que atentó en el 11-M.

Y, por último, Rafá Zouhier hace una reflexión sobre los atentados del 11-M antes de despedirse: «Hay que reconocer errores para arreglarlos, no taparlos para que no vuelva a pasar una masacre...Quiero recordar que son 190 víctimas y no 190 kilos de cocaína».

Zouhier, todavía, tiene las pruebas y las copias de las instancias que tuvo que rellenar, por indicación del director de la prisión de Valdemoro, de las visitas que recibió de los agentes de la UCO, y promete que las aportará en la Comisión del 11-M cuando lo llamen a declarar.

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