Verdades y mentiras de la primera semana de Comisión

11-07-04

11-M LA INVESTIGACION / LAS PRIMERAS COMPARECENCIAS


Verdades y mentiras de la primera semana de Comisión

La lista de comparecencias se ha inaugurado con una increíble declaración del portero y los testimonios de los mandos policiales

CAYETANA ALVAREZ DE TOLEDO

Un portero mentiroso; un vicepresidente socialista bajo sospecha; un portavoz popular con menos dotes para la investigación que el simpático, pero atolondrado, inspector Clouseau; unos polis buenos y otros menos; y una lista de confidentes cuyas terribles verdades nadie quiere escuchar. Son los protagonistas de una turbulenta primera semana de Comisión de Investigación que ha despejado algunas incógnitas, pero que sigue sin aclarar lo esencial: cómo, quién y con qué oscuras complicidades se perpetró la mayor masacre terrorista de la Historia de España.

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LOS DELIRIOS DEL PORTERO

Luis Garrudo Hernández, el portero que en la mañana del 11-M alertó de la existencia de una misteriosa furgoneta blanca aparcada cerca de la estación de Alcalá de Henares, se convirtió -suponemos que muy a su pesar- en la gran estrella del primer día de la Comisión. Su testimonio parecía diseñado para reforzar la tesis del PSOE -y de los medios que le son más afines- de que Acebes engañó descaradamente a la opinión pública cuando ese mismo día, a las 13.45 horas, culpó categóricamente a ETA de la masacre.Y lo cierto es que fue sencillamente delirante.

Ante todo, cabe apuntar que ningún compareciente ha podido o querido explicar por qué los presuntos terroristas dejaron aparcada, a la vista del portero, una pista tan evidente. La furgoneta sigue siendo una de las grandes incógnitas del 11-M. Garrudo asegura que vio a un hombre dirigiéndose hacia la estación con una bolsa al hombro, pero aún no sabemos qué hicieron sus dos compañeros. En cualquier caso, es poco probable que entre los tres pudieran cargar los más de 100 kilos de explosivo que minutos más tarde sembraban la muerte en Madrid. Y si no se montaron a los trenes, ¿por qué no huyeron de Alcalá en su Renault Kangoo?

En cuanto a las piedrecitas halladas en el interior del vehículo, Garrudo afirmó que, antes de que la furgoneta fuera trasladada a Madrid, los agentes ya habían hallado los detonadores y una cinta. ¿Que cómo obtuvo un modesto conserje como él una información que modificaría sustancialmente el curso de la investigación y que la cúpula policial y el mismísimo ministro del Interior seguirían sin conocer cinco horas más tarde? Según asegura Garrudo, se lo oyó decir a uno de los agentes de Alcalá, quienes supuestamente habían dado con esta pista clave al realizar la inspección ocular de la furgoneta.

No satisfecho con revolucionar la Comisión, Garrudo se atrevió a concretar que los policías no sólo habían abierto la puerta trasera -dato confirmado por la policía-, sino que «luego abrieron las puertas laterales», momento en el que dieron con los detonadores.Grave error. Este detalle, fruto tal vez de una fértil imaginación o de un exceso de celo, desacreditó por completo la versión del portero. Y es que la furgoneta llegó a Canillas con las cerraduras laterales intactas y selladas desde dentro.

El comisario jefe de Alcalá, Eduardo Blanco, se encargó de dejar en evidencia la confusión de Garrudo con un testimonio sereno y cargado de sólidos argumentos. Aclaró que «no entró ningún policía en la furgoneta para preservar las posibles huellas» y que los agentes se limitaron a mirar por las ventanillas, lo que excluía la posibilidad de hallar los detonadores y la cinta, que fueron localizados en Canillas, debajo del asiento delantero y en la guantera. Concretamente, sobre los detonadores, Blanco añadió que, si se hubiesen hallado, lo primero que se habría hecho es llamar a los Tedax.

¿Y el explosivo? Los comparecientes no pudieron explicar por qué el perro que se empleó para el reconocimiento no dio ninguna muestra de que en el interior de la furgoneta había dinamita, cuando en Canillas apareció un cartucho de 125 gramos de Goma 2 Eco. ¿Es ésta una cantidad insuficiente como para que un perro la detecte o fue el explosivo colocado posteriormente? La comparecencia esta semana ante la Comisión del guía canino que revisó la furgoneta debería contribuir a despejar esta incógnita.

LAS FOTOS DE LOS SOSPECHOSOS

Garrudo también se enredó en su intento por demostrar que la pista islamista ya era prioritaria para la policía el propio 11-M. Tras asegurar que, desde el primer momento y «por intuición», pensó que los terroristas -que iban con la cara tapada- eran extranjeros, afirmó que los agentes de la Comisaría de Moratalaz que esa tarde le interrogaron le enseñaron, para que intentara reconocerlos, fotografías únicamente de «hombres de raza árabe».

O Garrudo mintió ante la Comisión o alguien en la Comisaría estaba induciéndole a él y a través de él a la opinión pública hacia la pista islamista. La primera opción parece la más razonable.Según el testimonio del entonces comisario general de Información, Jesús de la Morena, al portero también se le facilitaron imágenes de miembros de ETA. ¿Pero qué motivos podía tener Garrudo para engañar a la Comisión?

¿MIENTE RIVERO O MARTINEZ SANJUAN?

A las incoherencias de su testimonio se añade el sorprendente -e inquietante- hecho de que el portero había sido contactado previamente al inicio de la Comisión por su vicepresidente socialista, Angel Martínez Sanjuán. Un detalle que el socialista López Garrido tacha de «irrelevante», que Alfredo Pérez Rubalcaba dice «desconocer» y al que el diario El País, en un burdo ejercicio de manipulación indigno de un periódico serio, no le dedica ni una sola línea en su edición del miércoles.

La conversación entre Garrudo y Sanjuán sale a la luz gracias a la torpeza del propio conserje, quien, tras asegurar rotundamente que no había sido contactado por ningún político «ni directa ni indirectamente», confunde al vocal popular Ignacio Gil Lázaro con su colega socialista y le dice cándidamente: «Ah, usted es el señor Martínez Sanjuán, que me llamó a casa para la citación.»

Estalla así el primer escándalo de la Comisión, que se acentúa al día siguiente cuando un visiblemente nervioso Sanjuán, en un intento desesperado por otorgar a esa sospechosa llamada un carácter institucional, asegura ante las cámaras que había recibido «instrucciones» para efectuarla del presidente de la Comisión, Paulino Rivero. Versión que desmiente taxativamente minutos después el propio Rivero, también ante las cámaras.

Para los ciudadanos, atónitos espectadores de lo que cada día se parece más a una pantomima, la alternativa está clara: o bien miente Rivero o bien miente Sanjuán. También se siguen preguntando cuál fue el verdadero contenido de su conversación con Garrudo y si llamó a algún otro testigo. Las sospechas de que los grupos están teledirigiendo los testimonios son, en cualquier caso, elevadas, y se acentuaron sensiblemente el jueves cuando el nuevo comisario de Información, Telesforo Rubio, se negó a aclarar al portavoz popular si había acudido en los días previos a su comparecencia a una sede socialista. En cuanto a Sanjuán, se ha negado a presentar su dimisión, gesto que sin duda habría devuelto a la Comisión parte de la credibilidad que por su culpa ha perdido.

EL FALSO KAMIKAZE DE LA 'CADENA SER'

Si el consenso ha brillado por su ausencia en la Comisión, al menos en un asunto sí ha hecho acto de presencia: el anterior Gobierno no ocultó la existencia de terroristas suicidas. Lo ha reconocido incluso la propia cadena Ser, plataforma desde la cual se propagó la teoría de que los forenses manejaban ya el 11-M la existencia de restos de, al menos, un kamikaze. La polémica quedó zanjada el martes gracias al testimonio de Carmen Baladía, directora del Instituto Anatómico Forense, quien confirmó que nunca hubo ningún indicio científico o médico que permitiera sospechar de la existencia de terroristas suicidas y, por tanto, de que los autores de la masacre fueran integristas o simplemente no etarras.

Lo único -y no es poco- que queda por aclarar en relación con esta cuestión es, pues, de dónde sacó la cadena Ser una información orientada a perjudicar al Gobierno. ¿Se la pasó un forense malintencionado, un policía sectario o simplemente se la inventaron? Este es un enigma que quien conozca al Grupo Prisa sabe que no se va a resolver.

¿QUIEN DIJO TITADINE?

El miércoles -segundo día de comparecencias- tiene como protagonista indiscutible al explosivo encontrado en la mochila de la comisaría de Vallecas y que, teóricamente -y todavía sólo teóricamente porque nadie lo ha podido confirmar-, se utilizó también en los atentados. Los comisionados que no son del PP se centraron en demostrar que Acebes mintió cuando dio a entender -porque la palabra nunca salió de su boca, aunque sí del departamento de prensa del Ministerio del Interior- que el explosivo era Titadine, el utilizado habitualmente por ETA. Eso explica que celebraran la intervención del jefe de los Tedax, Jesús Sánchez Manzano, quien aseguró de forma categórica ante la Comisión que ni él ni nadie de su unidad informaron en ningún momento de que la dinamita era Titadine.

El problema es que su versión resulta muy difícil de creer. Y es que ha quedado constatado, gracias a los testimonios del ex comisario general de Información Jesús de la Morena y del ex subdirector general operativo de la Policía Pedro Díaz-Pintado que quien primero concretó la marca de la dinamita, aseverando de forma taxativa que era «Titadine con cordón detonante», fue el comisario jefe de Seguridad Ciudadana, Santiago Cuadro Jaén.

¿Y de dónde sacó Cuadro esa información errónea? La hipótesis barajada por Díaz-Pintado de que Cuadro pudo confundir dinamita con Titadine no es convincente. Es bastante más probable que repitiera lo que previamente le había dicho un tedax, que o bien se equivocó o bien engañó deliberadamente a su superior. O incluso que se lo dijera el propio Sánchez Manzano, que era su subordinado directo y el responsable de los Sigue en página 12

Tedax. Esta última posibilidad cobra fuerza si se tiene en cuenta que se trataba de información de máxima trascendencia. Sorprendería descubrir que Cuadro -que tiene previsto comparecer esta semana- se fio de un tedax cualquiera o, a la inversa, que un tedax de rango inferior trasladó este dato a Cuadro sin comunicárselo antes a su jefe.

LA AGENDA DE CARMEN TORO

Aunque para conductas sorprendentes ya está la de Sánchez Manzano al ser interrogado acerca de la información publicada por este diario de que Carmen Toro -esposa del proveedor de explosivos Emilio Suárez Trashorras- tenía una agenda en la que figuraba su segundo apellido junto a un número de teléfono correspondiente a una extensión del complejo policial de Canillas, donde están también los Tedax.

Manzano arremetió contra EL MUNDO, al que acusó de dañar a su familia y a su entorno, y de «sembrar la desconfianza de los ciudadanos en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado».Pero, a la hora de valorar el contenido de la información, no pudo más que reconocer su veracidad: «La noticia contenía la verdad y luego se ponía un título con cierta intencionalidad».Lo que no hizo fue ofrecer a la Comisión una explicación convincente de este hecho. Sánchez Manzano insistió en que «alguien de la UCIE» utiliza su segundo apellido como alias. La relación entre la confidente Carmen Toro y el comisario Sánchez Manzano también queda, pues, pendiente de ser aclarada.

LA PISTA ISLAMISTA

Uno de los frentes de la batalla política que sobre los cadáveres del 11-M se ha librado en la Comisión es el de la pista islamista.Quienes buscan colgarle al anterior Gobierno -y muy concretamente a Acebes- el sambenito de mentiroso han intentado extraer de los altos mandos policiales datos que corroboren que el integrismo islamista se convirtió en la principal línea de investigación policial antes de que lo reconociera públicamente el ex ministro del Interior. Para ello han dado a entender que las pistas islamista y etarra eran incompatibles, lo que contradice todos los testimonios policiales, según los cuales se abrieron dos vías paralelas de investigación.

El primero en aludir a estas dos vías compatibles fue el comisario jefe de Alcalá, al que luego se sumó el responsable de la UCIE, Mariano Rayón. Este último explicó que su unidad -experta en terrorismo islamista- se incorporó a las pesquisas desde el primer día, tras el hallazgo de la cinta con versos del Corán y la dudosa reivindicación de la matanza por las Brigadas de Abu Hafs el Masri, pero que no fue hasta la detención de cinco ciudadanos de origen indio y marroquí cuando su departamento se hizo cargo oficialmente de las pesquisas.

Es la misma versión que dio Jesús de la Morena, quien explicó que, hasta el momento de las detenciones, «las dos vías se mantuvieron abiertas». Y también la que ofreció Pedro Díaz-Pintado, quien desmintió al nuevo comisario general de Policía Científica, Miguel Angel Santano -promocionado, por cierto, tras la victoria de Zapatero-, quien había dado un espaldarazo a la tesis del PSOE al asegurar que la tarjeta prepago hallada en la bomba desactivada fue puesta en manos de los expertos en Islamismo el día 12 por la mañana.

Según explicó Díaz-Pintado, fue la UCAO, la Unidad Central de Apoyo Operativo, la que se encargó de analizar minuciosamente la tarjeta que permitió llegar al locutorio de Lavapiés y detener al principal imputado por el 11-M, Jamal Zougam.

EL UNICO FLANCO DEBIL DE ACEBES

La clave, pues, está en el momento de las detenciones, que se producen a las 16.00 horas del 13-M. Es decir, después de la primera rueda de prensa que dio Acebes durante esa turbulenta jornada de reflexión. ¿Sabía el ministro que la policía estaba a punto de arrestar a un puñado de presuntos integristas cuando a las 14.45 horas acudió ante los medios y dijo que la línea prioritaria de investigación seguía siendo ETA?

En su comparecencia, Acebes aseguró que no tenía información que apuntara «a Al Qaeda». Tal vez no a la organización de Bin Laden, pero ¿y a Marruecos? En su testimonio, Pedro Díaz-Pintado reveló que, en la mañana del día 13, su colega De la Morena le comunicó que iban a detener a unos marroquíes, pero «que no dijera nada» a sus superiores. El ex subdirector general, sin embargo, reconoció luego que había facilitado este importante dato al secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa, aunque no precisó si lo hizo antes o después de la comparecencia pública de Acebes. Esta es una duda que las comparecencias de ambos políticos deberán despejar.

Lo que sí está claro es que a las 20.00 horas, cuando el ministro vuelve a comparecer ante los medios -en contra incluso del criterio de la policía, que reclamaba más tiempo para investigar- ya sabe que la línea prioritaria es la islamista. Así lo reconoce cuando dice que «hay una línea de investigación muy buena y por ésa se está avanzando». Y, sin embargo, Acebes insiste -y aquí es donde su defensa es más débil, puesto que contradice a la mayoría de los testimonios policiales- en que «no se renuncia a ninguna otra, ni a conexiones ni a colaboraciones». El ministro, pues, o bien tenía motivos de peso para pensar que miembros de ETA habían participado directa o indirectamente en la masacre de Atocha o bien mantuvo abierta esa puerta porque sabía que cerrarla del todo era letal para el PP.

LA AUSENCIA DE LOS CONFIDENTES

Quienes sí han participado directa e indirectamente en el 11-M son los confidentes policiales, a quienes, sin embargo, la Comisión se ha negado a convocar. Esta es, sin duda, la prueba definitiva de hasta qué punto el verdadero objetivo de la Comisión del 11-M no es tanto descubrir quién organizó la masacre, como saldar cuentas políticas. La responsabilidad, sin embargo, se reparte de forma desigual. Si bien es cierto que el portavoz del PP, Jaime Ignacio del Burgo, ha estado sumamente desafortunado y que no ha interrogado eficazmente a los mandos policiales sobre los confidentes, quien más ha hecho para devaluar la Comisión es el PSOE. Los socialistas han anunciado que vetarán sistemáticamente que se cite a confidentes como Emilio Suárez Trashorras, Antonio Toro o Rafá Zouhier, cuyos testimonios alejarían el debate del ámbito meramente político para centrarlo en la autoría de la masacre.

No sólo eso. También anularon las comparecencias de dos generales de la Guardia Civil -García Varela y Pellicer- que podrían haber contribuido a esclarecer el funcionamiento de la célula de Avilés y el motivo por el que no se desarticuló el comando cuando Zouhier informó a su controlador de que los explosivos iban destinados a integristas islamistas. Todo ello a la vez que descubrimos por el nuevo comisario general de Información, Telesforo Rubio, que la policía no está investigando la trama de los confidentes.

En definitiva, lo que ha quedado excluido de la Comisión es precisamente lo único que puede devolverle la credibilidad tras una semana de mentiras, sospechas y preguntas sin respuesta; lo único que puede convertirla en un instrumento útil para conocer quién y con qué complicidades mató a 192 personas el pasado 11 de marzo en Madrid.

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