¿Justicia plena o injusticia palmaria?
13-05-06
LA POLEMICA NACIONAL
¿Justicia plena o injusticia palmaria?
LA POLEMICA NACIONAL
¿Justicia plena o injusticia palmaria?
CONDENAS POR DOS DETENCIONES ILEGALES. La fractura es esta vez total en la interpretación de la condena de varios policías por haber detenido a dos militantes del PP.Los medios gubernamentales la minimizan, la tergiversan y la critican... todo a la vez.
VICTOR DE LA SERNA
Bastaba escuchar un ratito las tertulias de la Ser y de la Cope, esta semana, para medir el océano que separa las interpretaciones desde esos medios, el yin y el yang de nuestra radiofonía actual. En la Ser casi todos se rasgaban las vestiduras porque a partir de ahora la Policía no podrá realizar sus tareas libremente debido a esta terrible espada de Damocles: vamos, que las detenciones de Madrid eran las normales y habituales, y las condenas van a inhibir desde ahora a los agentes que se planteen detener a un caco, un terrorista, un estafador, un asesino o un narcotraficante.En la Cope, en cambio, celebraban que se hayan defendido los derechos fundamentales, poniendo coto a esta moderna resurrección de aquella patada en la puerta del ministro Corcuera: la detención por motivos políticos, la proverbial llamada a la puerta a las seis de la mañana sin que sea el lechero... y con todavía menos garantías que entonces, porque al menos la patada estaba amparada por una Ley de Seguridad Ciudadana, no por la pura arbitrariedad.
(.../...)
Los editoriales reflejaban la misma fractura. En El País, bajo el título de Desmesura total, se resaltaba esa supuesta desmesura (no hubo detención, sino amable invitación a declarar y brevísimo paso por comisaría), se subraya que no se estaba procediendo más que a una investigación de la «como mínimo, intimidación» de José Bono, y «haber dejado de investigar lo ocurrido habría sido una invitación a la impunidad». De persecución política, nada; a lo sumo, alguna torpeza de nada.
No ha entrado en ello la sentencia, en efecto, porque los imputados no han dicho haber recibido ninguna orden política. Pero la resolución es bastante explícita: «Este Tribunal no tiene elementos para entender que la conducta de los acusados en orden a las detenciones analizadas fuese sugerida por instancias superiores a ellos, pero sí tiene la leve sospecha que las previsiones o vaticinios de que 'pronto habría identificaciones y detenciones', que hizo el excelentísimo señor delegado del Gobierno en Madrid, tan sólo horas antes de aquéllas, si bien del día anterior, pudieron haber influido en el proceder de ambos acusados, quienes se olvidaron que son Policía Judicial, sirvieron a fines o criterios que son contrarios a la justicia que propugna un Estado de Derecho e hicieron ciertas las afirmaciones del señor delegado del Gobierno en Madrid, 'practicando identificaciones y detenciones'».
Frente a la despechada reacción de El País, EL MUNDO editorializaba sobre Una sanción justa y proporcional a un grave abuso policial («habría que remontarse a los episodios de la guerra sucia en pleno felipismo para encontrar tamaña desviación de poder como la que reflejan las conductas de los tres agentes policiales») y La Razón sobre Tres policías, un ministro y un cabeza de turco, insistiendo desde el primer día, y repetidas veces, en exigir la dimisión de José Antonio Alonso: «Los ministros y los dirigentes del PSOE deberían ser más prudentes en sus declaraciones. La soberbia de Alonso, López Garrido, Fernández de la Vega y Rubalcaba causa auténtico estupor. Los tres primeros reúnen la condición de juristas, algo que han olvidado». Bueno, en realidad la habíamos olvidado todos...
En ABC, Manuel Martín Ferrand teme que los sucesos coincidentes hagan pasar éste a un segundo plano ante la opinión: cuando se firmó la sentencia «ya estaban tomadas todas las precauciones»: Bono fuera del Gobierno, Alonso en otro Ministerio, y «si se añade al caso un tratamiento informativo tan perverso como los peores del maltratado Alfredo Urdaci, el no muy sutil despliegue editorial de los diarios incondicionales del ajedrecista Zapatero, la dimisión del delegado del Gobierno en Madrid, el bien administrado silencio de los próximos y la siembra de confusión por parte de los activos agentes del reconstruido comando Rubalcaba, tendremos el ejemplo de una operación de distracción con la que no será difícil desviar la atención y el criterio de muchos ciudadanos no demasiado concienciados y, por ello, más dispuestos al apoyo del Gobierno que de la oposición».
Un vaticinio bien negativo... pero quizá realista.
VICTOR DE LA SERNA
Bastaba escuchar un ratito las tertulias de la Ser y de la Cope, esta semana, para medir el océano que separa las interpretaciones desde esos medios, el yin y el yang de nuestra radiofonía actual. En la Ser casi todos se rasgaban las vestiduras porque a partir de ahora la Policía no podrá realizar sus tareas libremente debido a esta terrible espada de Damocles: vamos, que las detenciones de Madrid eran las normales y habituales, y las condenas van a inhibir desde ahora a los agentes que se planteen detener a un caco, un terrorista, un estafador, un asesino o un narcotraficante.En la Cope, en cambio, celebraban que se hayan defendido los derechos fundamentales, poniendo coto a esta moderna resurrección de aquella patada en la puerta del ministro Corcuera: la detención por motivos políticos, la proverbial llamada a la puerta a las seis de la mañana sin que sea el lechero... y con todavía menos garantías que entonces, porque al menos la patada estaba amparada por una Ley de Seguridad Ciudadana, no por la pura arbitrariedad.
(.../...)
Los editoriales reflejaban la misma fractura. En El País, bajo el título de Desmesura total, se resaltaba esa supuesta desmesura (no hubo detención, sino amable invitación a declarar y brevísimo paso por comisaría), se subraya que no se estaba procediendo más que a una investigación de la «como mínimo, intimidación» de José Bono, y «haber dejado de investigar lo ocurrido habría sido una invitación a la impunidad». De persecución política, nada; a lo sumo, alguna torpeza de nada.
No ha entrado en ello la sentencia, en efecto, porque los imputados no han dicho haber recibido ninguna orden política. Pero la resolución es bastante explícita: «Este Tribunal no tiene elementos para entender que la conducta de los acusados en orden a las detenciones analizadas fuese sugerida por instancias superiores a ellos, pero sí tiene la leve sospecha que las previsiones o vaticinios de que 'pronto habría identificaciones y detenciones', que hizo el excelentísimo señor delegado del Gobierno en Madrid, tan sólo horas antes de aquéllas, si bien del día anterior, pudieron haber influido en el proceder de ambos acusados, quienes se olvidaron que son Policía Judicial, sirvieron a fines o criterios que son contrarios a la justicia que propugna un Estado de Derecho e hicieron ciertas las afirmaciones del señor delegado del Gobierno en Madrid, 'practicando identificaciones y detenciones'».
Frente a la despechada reacción de El País, EL MUNDO editorializaba sobre Una sanción justa y proporcional a un grave abuso policial («habría que remontarse a los episodios de la guerra sucia en pleno felipismo para encontrar tamaña desviación de poder como la que reflejan las conductas de los tres agentes policiales») y La Razón sobre Tres policías, un ministro y un cabeza de turco, insistiendo desde el primer día, y repetidas veces, en exigir la dimisión de José Antonio Alonso: «Los ministros y los dirigentes del PSOE deberían ser más prudentes en sus declaraciones. La soberbia de Alonso, López Garrido, Fernández de la Vega y Rubalcaba causa auténtico estupor. Los tres primeros reúnen la condición de juristas, algo que han olvidado». Bueno, en realidad la habíamos olvidado todos...
En ABC, Manuel Martín Ferrand teme que los sucesos coincidentes hagan pasar éste a un segundo plano ante la opinión: cuando se firmó la sentencia «ya estaban tomadas todas las precauciones»: Bono fuera del Gobierno, Alonso en otro Ministerio, y «si se añade al caso un tratamiento informativo tan perverso como los peores del maltratado Alfredo Urdaci, el no muy sutil despliegue editorial de los diarios incondicionales del ajedrecista Zapatero, la dimisión del delegado del Gobierno en Madrid, el bien administrado silencio de los próximos y la siembra de confusión por parte de los activos agentes del reconstruido comando Rubalcaba, tendremos el ejemplo de una operación de distracción con la que no será difícil desviar la atención y el criterio de muchos ciudadanos no demasiado concienciados y, por ello, más dispuestos al apoyo del Gobierno que de la oposición».
Un vaticinio bien negativo... pero quizá realista.
Comentarios
Si esto ocurre al revés -incluso cuando el PP tuvo mas que motivos cuando algun político fué agredido y las sedes apedreadas y quemadas- hubiera "ardido Troya". Hasta habrian salido los titiriteros (la guarra de la Bardem la primera) a la calle con pancartas llamando fascistas y otras lindeces al PP.
Pero ya se sabe que estamos en un pais donde existen dos varas de medir.
Saludos atizETApé