Un jefe policial declara que la casa de Morata estaba vigilada desde 2002
06-03-07
Juicio del 11-M / Día 10
Un jefe policial declara que la casa de Morata estaba vigilada desde 2002
FERNANDO LAZARO
Juicio del 11-M / Día 10
Un jefe policial declara que la casa de Morata estaba vigilada desde 2002
FERNANDO LAZARO
MADRID.- El inspector jefe de la Unidad Central de Información Exterior de la Policía Nacional, con número 18.403, que prestó declaración ayer en el juicio del 11-M, aseguró que en septiembre de 2002, la finca de Morata de Tajuña en la que presuntamente se elaboraron las bombas, era ya conocida por la Policía.
Este mando, uno de los responsables de las pesquisas iniciadas tras la matanza, explicó que de septiembre a diciembre de 2002, la finca estuvo bajo vigilancia de los agentes de la lucha antiterrorista. Sigue en
(.../...)
Los mandos de la Unidad Central de Información Exterior que han declarado ya en el juicio por la masacre han desvelado que desde 2002 tenían datos muy precisos sobre la composición de las células radicales en Madrid y sus infraestructuras, pero ningún indicio sobre la preparación de atentados.
Esta vigilancia se produjo tras detectarse la relación con esta finca de Mustapha Maimouni, presunto líder de las células integristas que existían en Madrid y actualmente encarcelado por su relación .
No obstante, el inspector jefe J. S. M. aseguró que tras la masacre no se relacionó a los presuntos autores de los atentados de Madrid con la finca de Morata de Tajuña hasta que le señaló los informes de los técnicos sobre los seguimientos de las tarjetas telefónicas. «Hasta que no la señaló la BTS, no lo acreditamos». Negó que el ex minero y procesado José Emilio Suárez Trashorras fuera el que situó la localización de esta finca.
En la finca se reunía Maimouni y su grupo de «acólitos», y tras irse éste a Marruecos, en marzo de 2003, esta célula «prácticamente empieza a descomponerse entre noviembre y diciembre», por lo que «a partir de ese momento deja de tener sentido ese lugar», explicó.
Durante su intervención en la jornada de ayer, el inspector aportó un croquis de lo que la Policía consideraba como la estructura de los grupos terroristas presuntamente implicados en la matanza de Madrid de manera directa e indirecta. Admitió que, desde 2002, las unidades policiales tenían indicios sobre las actividades radicales de los presuntamente implicados en la matanza.
Vértice de la pirámide
Explicó que en el vértice de la pirámide de las células islamistas se encontraba Mustapha Maimouni, que se marchó a Marruecos en mayo de 2003 tras dejar en manos de Idris Chebli y de El Tunecino los grupos que ya había dinamizado en Madrid. Además del seguimiento de la propia UCIE a estas células, el mando policial también se refirió al control que la Udyco de Madrid ejerció también sobre el grupo liderado por Jamal Ahmidan, El Chino, que se dedicaba al tráfico de sustancias estupefacientes.
Este mando policial explicó también que en ningún momento recibieron informaciones por parte de la Guardia Civil de que uno de los investigados era uno de sus informadores. En concreto, aseguró que la Unidad Central Operativa (UCO) del Instituto Armado no les informó a los responsables de las pesquisas del 11-M de que Rafá Zouhier era un informador, y de que éste les advirtió meses antes de la masacre del tráfico de explosivos entre asturianos y radicales islamistas.
El inspector jefe de la UCIE también se refirió a las informaciones que, durante meses, el informador Cartagena estuvo proporcionando a la UCIE sobre las actividades de El Tunecino y sus seguidores. En concreto, aseguró que muchos de los datos que recibían en su unidad sobre las actividades de los islamistas relacionados con Maimouni procedían de este colaborador. No obstante, negó que se le realizaran peticiones a Cartagena para que tratara de captar a Zougam para El Tunecino. Estos datos constan en la denuncia que el informador policial presentó el pasado mes de diciembre en la Audiencia Nacional, en la que aseguró que la Policía le pidió que tratara de acercar a Zougam «a las reuniones de Serhane para así tenerle controlado». Cartagena explicó que los agentes le dijeron que a Zougam no lo habían podido encausar por el 11-S y que debía implicarle en la célula de El Tunecino.
El mando policial tampoco admitió haber recibido datos de Cartagena (que también proporcionó este informador a la Audiencia Nacional el pasado mes de diciembre) sobre el comportamiento, poco radical, de Jamal Zougam.
Cartagena proporcionó numerosos informes a la Unidad Central de Información Exterior sobre las actividades de los grupos radicales vinculados a Maimouni y a El Tunecino, meses antes de los atentados de Madrid.
Sobre las tarjetas telefónicas que permitieron avanzar en las pesquisas, este inspector jefe aseguró que la interceptada en la mochila de Vallecas permitió llegar al negocio regentado por los ciudadanos indios que vendieron el lote entre el que estaba esta tarjeta. Tras las pesquisas se llegó a la tienda de Jamal Zougam en Lavapiés. No tiene constancia de que fuera éste el que vendió la tarjeta que fue colocada en la mochila de Vallecas.
Asimismo, sobre el tráfico de llamadas de las tarjetas intervenidas se remitió a los informes elaborados por la Unidad Central e Información. Aseguró que, tras conocerse la tarjeta de Vallecas, se contactó inmediatamente con la empresa telefónica para que retuviera los datos de la tarjeta y recuperara toda la información anterior posible.
Nivel de alerta
Afirmó que en ningún momento se le ha comunicado que detrás de la masacre haya trama alguna distinta a la islamista que está siendo juzgada. Este inspector jefe insistió, a preguntas de la Fiscalía, en que se informó a las autoridades superiores de la Policía de que el nivel de alarma en aquellas fechas era muy alto; era una «alarma bastante crítica» la que vivía España por amenaza de terrorismo islamista. Afirma que esta situación se trasladó a sus superiores mediante una nota interna y que inmediatamente se tomaron medidas: se amplió el número de efectivos dedicados a la lucha contra el terrorismo internacional y también se aumentaron los medios materiales.
Puntualizó que la situación no fue solamente detectada por la Policía, sino que otros Cuerpos de Seguridad ya estaban «alertados del peligro». Por otra parte, este inspector de la Policía señaló que la investigación realizada tras la masacre se deduce que, en el verano de 2003, la red islamista que estaba asentada en España ya había completado la estructura básica de su célula, incluyendo a quienes cometerían los atentados. En octubre de ese mismo año se llevaron a cabo los últimos preparativos, se fijo quiénes los cometerían, y que el objetivo serían trenes o núcleos de comunicación.
LA DECLARACION DEL AGENTE 18.403
«Los terroristas eligieron España porque era el eslabón más débil del trío de las Azores».
«Habíamos avisado de que tras la guerra de Irak había aumentado considerablemente el riesgo de ataques contra España».
«Nadie nos avisó de la preparación de los atentados. En mi sección no teníamos ningún conocimiento de que esto [el tráfico de explosivos] se estuviera produciendo».
«[La finca de Morata de Tajuña] era conocida por mi sección. Pero cuando la célula empieza a descomponerse, deja de tener sentido ese lugar».
«Nunca se le pidió [al testigo protegido y confidente de la Policía, 'Cartagena'] que llevara a cabo ningún tipo de actividad concreta».
«Ése [que hubiera suicidas en los trenes] es un dato que lógicamente esperábamos desde el primer día, porque si lo hubiera habido era signo directo de que el atentado era obra de islamistas; pero, en ningún momento, se tuvo conocimiento de que los hubiera».
«De esa estructura [la de 'El Chino'] no teníamos ningún conocimiento, ni siquiera conocimiento de que estuviera aquí [en España].
Este mando, uno de los responsables de las pesquisas iniciadas tras la matanza, explicó que de septiembre a diciembre de 2002, la finca estuvo bajo vigilancia de los agentes de la lucha antiterrorista. Sigue en
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Los mandos de la Unidad Central de Información Exterior que han declarado ya en el juicio por la masacre han desvelado que desde 2002 tenían datos muy precisos sobre la composición de las células radicales en Madrid y sus infraestructuras, pero ningún indicio sobre la preparación de atentados.
Esta vigilancia se produjo tras detectarse la relación con esta finca de Mustapha Maimouni, presunto líder de las células integristas que existían en Madrid y actualmente encarcelado por su relación .
No obstante, el inspector jefe J. S. M. aseguró que tras la masacre no se relacionó a los presuntos autores de los atentados de Madrid con la finca de Morata de Tajuña hasta que le señaló los informes de los técnicos sobre los seguimientos de las tarjetas telefónicas. «Hasta que no la señaló la BTS, no lo acreditamos». Negó que el ex minero y procesado José Emilio Suárez Trashorras fuera el que situó la localización de esta finca.
En la finca se reunía Maimouni y su grupo de «acólitos», y tras irse éste a Marruecos, en marzo de 2003, esta célula «prácticamente empieza a descomponerse entre noviembre y diciembre», por lo que «a partir de ese momento deja de tener sentido ese lugar», explicó.
Durante su intervención en la jornada de ayer, el inspector aportó un croquis de lo que la Policía consideraba como la estructura de los grupos terroristas presuntamente implicados en la matanza de Madrid de manera directa e indirecta. Admitió que, desde 2002, las unidades policiales tenían indicios sobre las actividades radicales de los presuntamente implicados en la matanza.
Vértice de la pirámide
Explicó que en el vértice de la pirámide de las células islamistas se encontraba Mustapha Maimouni, que se marchó a Marruecos en mayo de 2003 tras dejar en manos de Idris Chebli y de El Tunecino los grupos que ya había dinamizado en Madrid. Además del seguimiento de la propia UCIE a estas células, el mando policial también se refirió al control que la Udyco de Madrid ejerció también sobre el grupo liderado por Jamal Ahmidan, El Chino, que se dedicaba al tráfico de sustancias estupefacientes.
Este mando policial explicó también que en ningún momento recibieron informaciones por parte de la Guardia Civil de que uno de los investigados era uno de sus informadores. En concreto, aseguró que la Unidad Central Operativa (UCO) del Instituto Armado no les informó a los responsables de las pesquisas del 11-M de que Rafá Zouhier era un informador, y de que éste les advirtió meses antes de la masacre del tráfico de explosivos entre asturianos y radicales islamistas.
El inspector jefe de la UCIE también se refirió a las informaciones que, durante meses, el informador Cartagena estuvo proporcionando a la UCIE sobre las actividades de El Tunecino y sus seguidores. En concreto, aseguró que muchos de los datos que recibían en su unidad sobre las actividades de los islamistas relacionados con Maimouni procedían de este colaborador. No obstante, negó que se le realizaran peticiones a Cartagena para que tratara de captar a Zougam para El Tunecino. Estos datos constan en la denuncia que el informador policial presentó el pasado mes de diciembre en la Audiencia Nacional, en la que aseguró que la Policía le pidió que tratara de acercar a Zougam «a las reuniones de Serhane para así tenerle controlado». Cartagena explicó que los agentes le dijeron que a Zougam no lo habían podido encausar por el 11-S y que debía implicarle en la célula de El Tunecino.
El mando policial tampoco admitió haber recibido datos de Cartagena (que también proporcionó este informador a la Audiencia Nacional el pasado mes de diciembre) sobre el comportamiento, poco radical, de Jamal Zougam.
Cartagena proporcionó numerosos informes a la Unidad Central de Información Exterior sobre las actividades de los grupos radicales vinculados a Maimouni y a El Tunecino, meses antes de los atentados de Madrid.
Sobre las tarjetas telefónicas que permitieron avanzar en las pesquisas, este inspector jefe aseguró que la interceptada en la mochila de Vallecas permitió llegar al negocio regentado por los ciudadanos indios que vendieron el lote entre el que estaba esta tarjeta. Tras las pesquisas se llegó a la tienda de Jamal Zougam en Lavapiés. No tiene constancia de que fuera éste el que vendió la tarjeta que fue colocada en la mochila de Vallecas.
Asimismo, sobre el tráfico de llamadas de las tarjetas intervenidas se remitió a los informes elaborados por la Unidad Central e Información. Aseguró que, tras conocerse la tarjeta de Vallecas, se contactó inmediatamente con la empresa telefónica para que retuviera los datos de la tarjeta y recuperara toda la información anterior posible.
Nivel de alerta
Afirmó que en ningún momento se le ha comunicado que detrás de la masacre haya trama alguna distinta a la islamista que está siendo juzgada. Este inspector jefe insistió, a preguntas de la Fiscalía, en que se informó a las autoridades superiores de la Policía de que el nivel de alarma en aquellas fechas era muy alto; era una «alarma bastante crítica» la que vivía España por amenaza de terrorismo islamista. Afirma que esta situación se trasladó a sus superiores mediante una nota interna y que inmediatamente se tomaron medidas: se amplió el número de efectivos dedicados a la lucha contra el terrorismo internacional y también se aumentaron los medios materiales.
Puntualizó que la situación no fue solamente detectada por la Policía, sino que otros Cuerpos de Seguridad ya estaban «alertados del peligro». Por otra parte, este inspector de la Policía señaló que la investigación realizada tras la masacre se deduce que, en el verano de 2003, la red islamista que estaba asentada en España ya había completado la estructura básica de su célula, incluyendo a quienes cometerían los atentados. En octubre de ese mismo año se llevaron a cabo los últimos preparativos, se fijo quiénes los cometerían, y que el objetivo serían trenes o núcleos de comunicación.
LA DECLARACION DEL AGENTE 18.403
«Los terroristas eligieron España porque era el eslabón más débil del trío de las Azores».
«Habíamos avisado de que tras la guerra de Irak había aumentado considerablemente el riesgo de ataques contra España».
«Nadie nos avisó de la preparación de los atentados. En mi sección no teníamos ningún conocimiento de que esto [el tráfico de explosivos] se estuviera produciendo».
«[La finca de Morata de Tajuña] era conocida por mi sección. Pero cuando la célula empieza a descomponerse, deja de tener sentido ese lugar».
«Nunca se le pidió [al testigo protegido y confidente de la Policía, 'Cartagena'] que llevara a cabo ningún tipo de actividad concreta».
«Ése [que hubiera suicidas en los trenes] es un dato que lógicamente esperábamos desde el primer día, porque si lo hubiera habido era signo directo de que el atentado era obra de islamistas; pero, en ningún momento, se tuvo conocimiento de que los hubiera».
«De esa estructura [la de 'El Chino'] no teníamos ningún conocimiento, ni siquiera conocimiento de que estuviera aquí [en España].
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