La defensa de Zougam y Ghalyoun dice que en la estación de Atocha hay restos de explosivo

27-05-07



JUICIO POR UNA MASACRE / El misterio de la dinamita

La defensa de Zougam y Ghalyoun dice que en la estación de Atocha hay restos de explosivo


El letrado ha solicitado al tribunal del 11-M nuevas pruebas periciales en las vigas del edificio Se une así a los peritos que pidieron que se buscaran más muestras para saber qué sustancia se utilizó


ANTONIO RUBIO

MADRID.- El abogado de los acusados por el 11-M Jamal Zougam y Basel Ghalyoun, presuntos autores materiales de la matanza, cree que todavía se pueden encontrar restos de los explosivos en las vigas de la estación de Atocha. Asegura que, a partir de estas muestras, se podría por fin esclarecer qué fue lo que estalló en los trenes de la muerte mediante una simple espectrografía, técnica que se utiliza para conocer los compuestos que forman parte de una disolución analizando cómo absorben la luz.

Tres años después de los atentados, los peritos no han podido determinar qué tipo de explosivo se utilizó por falta de muestras. Algunos, en su informe final, han reclamado al tribunal nuevas pericias y la búsqueda de más pruebas.

El letrado del marroquí Zougam y del sirio Ghalyoun, José Luis Abascal, se ha adherido a la petición de los peritos y ha explicado dónde se pueden conseguir nuevas muestras -«en las cubiertas de la estación de Atocha»- y cómo se pueden analizar. «El sistema de análisis a emplear [es] la espectrografía y el análisis de soluto disolvente», dice el escrito que ha presentado ante el tribunal del 11-M.
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El escrito fue entregado el pasado 21 de mayo y EL MUNDO se ha puesto en contacto con una serie de peritos y técnicos para verificar si la petición del letrado tiene base científica.

Todos ellos han llegado a la conclusión de que esta hipótesis es perfectamente valida, ya que cuatro de los vagones del tren número 21.431 fueron explosionados dentro de Atocha, concretamente en el andén número 2, por lo que los restos del explosivo utilizado en el 11-M se habrían depositado en «parámetros horizontales», como las vigas de hormigón que cruzan la estación de un lado a otro.

Este periódico también se ha puesto en contacto con directivos de Renfe para confirmar si, después de los atentados, esos «parámetros horizontales» fueron limpiados o manipulados por operativos de la compañía, y la respuesta ha sido contundente: «No. Se cambiaron y limpiaron barandillas de las escaleras, cristaleras, techos de pladur y el suelo de los andenes, pero no se tocaron las vigas, que son de hormigón».

En el sumario del 11-M se detallan de forma pormenorizada todos los arreglos de la estación y también se refleja que el «coste de reparación de daños en la estación de Atocha Cercanías asciende a 320.115,84 euros».

En ningún momento se indica en los diferentes informes aportados al sumario por Renfe que las vigas de hormigón a las que se refiere el abogado Abascal fueran manipuladas por ningún operario.

Abascal explica en su escrito los motivos por los que propone nuevas pruebas para poder determinar los componentes del explosivo utilizado en los trenes: «Tras la presentación del informe pericial, y a tenor de las conclusiones emitidas, entre otras: escasez de muestras [...], lavado con agua y acetona de las escasas muestras [...], incapacidad de la Policía Científica y Tedax para explicar la cadena de custodia [...], inexplicabilidad de la alteración o contaminación producida en las muestras analizadas».

«No han sido manipulados»

José Giménez, ingeniero especialista en explosivos, apoya la teoría de Abascal y la razona así: «Los residuos que están en los parámetros horizontales [las vigas], si no han sido manipulados expresamente, no deben presentar ningún tipo de contaminación. Pues sólo han estado en contacto con los elementos que están en el ambiente natural de la estación y eso no afecta a la composición de los elementos del explosivo».

Carlos Romero, licenciado en Químicas, fue uno de los peritos de parte (representantes de las acusaciones y defensas) que en sus conclusiones finales, presentadas el pasado 15 de mayo, planteó la posibilidad o necesidad de buscar nuevas pruebas: «Sería bueno poder encontrar más focos para realizar otras analíticas sobre muestras de focos sin lavar, restos de prendas u objetos personales que llevasen las víctimas y que puedan estar en posesión de sus familiares».

Otro de los técnicos de parte, licenciado en Químicas y con el DNI número 26.722.108, también es de la misma opinión que Romero y plantea la necesidad de «recoger nuevas muestras de las explosiones, si ello fuera posible. Bien de los trenes, de las ropas de los viajeros, etcétera».

Tanto los técnicos de la Guardia Civil como los de parte reflejaron en sus conclusiones finales que las muestras recogidas por los Tedax «están inutilizadas para el análisis tras ser lavadas con disolventes orgánicos e inorgánicos que presumiblemente habrán eliminado la mayor parte de los componentes de los explosivos».

Los peritos del Instituto Armado fueron contundentes en ese aspecto: «De los focos en general, tenemos constancia de su alteración desde el momento en el que existen unos análisis previos y sabiendo que han sufrido un lavado con agua y acetona». Y concluyen: «Es, por todo ello, que, con criterio científico, no es posible conocer ni el número, ni la naturaleza de los explosivos utilizados en los focos de las explosiones».

El ingeniero Giménez está convencido de que «el porcentaje de cantidad y calidad de los depósitos de las vigas puede ser alto y el tiempo transcurrido desde los atentados hasta ahora no tiene por qué haber afectado a esos restos». Y llega a calcular el espesor de los residuos: «Ese depósito puede tener residuos de cuatro o cinco milímetros».

Giménez también explica cómo y de qué manera han podido actuar los depósitos de las vigas: «Anteriormente a la explosión, ahí había un depósito de polvo y, por lo tanto, se ha quedado impregnado. Es decir, sirve de soporte y ha actuado de absorbente».

Giménez, incluso, compara la acción de los depósitos de las vigas de la estación de Atocha con el efecto esponja que se produjo con la muestra M-1 recogida en la estación de El Pozo.

La muestra M-1, que fue la única que no se sometió a ningún tipo de lavado por parte de los Tedax, estaba compuesta por restos de polvo de extintor y en ella se detectó dinitrotolueno (DNT) y nitroglicerina (NG). Hay que recordar que esos dos componentes no son propios de la Goma 2 ECO, que, según la versión oficial, fue el explosivo utilizado por los terroristas islamistas, y sí de la Goma 2 EC y del Titadyn. Este último explosivo era el que solía utilizar ETA en sus atentados.

En el folio 19.891 del sumario del 11-M, la Policía explica detalladamente cómo se produjeron las explosiones: «En la estación de Atocha (tren número 21.431), según la cinta de vídeo del sistema de seguridad, a las 7 horas, 37 minutos, 47 segundos ya se había producido la primera explosión, originando que un gran número de viajeros se acumulase en las escaleras mecánicas situadas junto a la zona central del tren».

Ese mismo informe también recoge las explosiones que posteriormente se produjeron de forma sucesiva, e indica: «En total, se produjeron tres explosiones. Los artefactos estaban situados en los vagones 1, 4, 5 y 6». Y aclara: «El artefacto localizado en el primer vagón del convoy, y que no estalló inicialmente, fue detonado por los equipos Tedax a las 9 horas, 59 minutos y 18 segundos».

Casi una hora más tarde, los Tedax localizaron un segundo artefacto o mochila-bomba que no había explotado: «Con posterioridad, a las 10 horas, 57 minutos y 27 segundos se procede por los equipos Tedax a cebar y hacer explosionar lo que consideran un artefacto explosivo, que no resulta tal, en el vagón inmediato posterior al vagón cabecera del tren».

Con respecto a esas dos explosiones controladas por los Tedax, uno de los peritos de parte, doctor en Químicas, se queja en sus conclusiones finales de la falta de eficacia de los expertos policiales para recoger muestras y recuerda: «Los restos de explosión de los dos artefactos que no explosionaron, recogidos en las estaciones [una de ellas se produjo en la estación de Atocha y la otra en la de El Pozo], no se han recibido».

El abogado argumenta de esta manera su petición al tribunal para que se realicen nuevas pruebas: «Esta defensa solicita se practique la obtención de muestras en la estación de Atocha para realizar un análisis con diferentes metodologías para verificar los componentes de los explosivos utilizados en los atentados».

El letrado Abascal, incluso, hace la explicación técnica de su propuesta: «El sistema de recogida de muestras está basado en los depósitos, que contienen partículas vaporizadas, restos de las estructuras afectadas y el propio explosivo. Así como las no vaporizadas de mayor tamaño que se produjeron durante la explosión y que fueron arrastradas debido a la corriente de convención».

Es curioso que, después de que hayan pasado tres años desde que se produjeron los atentados, a ningún experto, fundamentalmente de la Policía Científica o de los Tedax, no se le haya ocurrido que en las vigas, en los muros de hormigón y en las piedras del balastro de la estación de Atocha puedan quedar restos de los explosivos del tren número 21.431. Ese convoy, que estaba compuesto por seis vagones y una máquina, salió de Alcalá de Henares a las 7.00 horas del 11-M y tenía previsto parar en Atocha y continuar viaje hacia Alcobendas, su destino final. Sin embargo, en él murieron 29 personas y 176 resultaron heridas de un total de 600 viajeros.

Hay que recordar que el 19 de mayo de 2005 el juez Juan del Olmo y la fiscal Olga Sánchez, acompañados de varios expertos policiales, estuvieron en la estación de Atocha.

Allí, la comisión judicial se dedicó durante bastante tiempo a inspeccionar los andenes y a observar, desde diferentes ángulos cómo y dónde estallaron los trenes de la muerte.

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