LAS CHAPUZAS DE LA NEGOCIACION Y LA FALTA DE AUTOCRITICA

29-01-07



Editorial

LAS CHAPUZAS DE LA NEGOCIACION Y LA FALTA DE AUTOCRITICA


El presidente Zapatero debe todavía a los españoles una explicación sobre el gigantesco fallo de información que le llevó a trasladar un mensaje de optimismo sólo 24 horas antes del atentado de la T-4. A pesar de que el Gobierno ha intentado desviar la atención hacia otros debates, como el de la unidad de los partidos, es evidente que los ciudadanos tienen derecho a conocer qué fue lo que falló y qué medidas se están tomando para evitar que una cosa así pueda volver a suceder. A falta de estas aclaraciones oficiales, los datos que han trascendido acerca de los contactos del Gobierno con la banda terrorista abonan la tesis de que Zapatero -que pilotó el proceso en primera persona- ha actuado con ingenuidad y exceso de confianza.

Tanto los comunicados de ETA como las informaciones que viene publicando Gara, el periódico próximo a la banda, permiten deducir que los terroristas pudieron llegar a creer -porque lo dedujeron de las conversaciones con los enviados de Zapatero- que el presidente del Gobierno iba a relajar la presión policial, a paralizar los procesos judiciales y a conceder la autodeterminación y la adhesión de Navarra. De ahí que la banda asegure que el Gobierno no ha cumplido sus «compromisos».

La información que hoy aporta EL MUNDO demuestra que, además de producirse estos malentendidos, el proceso de conversaciones con la banda tuvo mucho de chapuza. ETA cambió de interlocutores en la última reunión que mantuvo con la delegación de Zapatero, a la que no acudió Josu Ternera. Los enviados del Gobierno ni siquiera pudieron reconocer a algunos de los terroristas que se sentaron a la mesa, lo cual ciertamente es increíble tratándose de un diálogo de tanta trascendencia. Posteriormente al encuentro, los representantes del Gobierno recurrieron a la Policía para descubrir la identidad de sus interlocutores. Aun así, la delegación -compuesta por los socialistas Jesús Eguiguren, Francisco Egea y el ex fiscal general Javier Moscoso, según fuentes policiales- creyó que ETA no atentaría porque la banda se comprometió a mantener los canales abiertos.

A la vista está que se equivocaron, aunque nadie quiera asumir la responsabilidad. Es verdad que Zapatero pidió disculpas por el error, pero no explicó cuáles habían sido las causas de su equivocación. Una de ellas bien podría tener que ver con las personas que designó para negociar con ETA, que se han comportado como amateurs. Eguiguren, con Patxi López en la retaguardia, es el representante del sector del PSE más proclive al nacionalismo y Javier Moscoso hace mucho tiempo que está apartado de la política.

Como tampoco los socialistas vascos admiten haber cometido ningún error, a pesar de las evidencias. Patxi López, en una entrevista que publicamos hoy, asegura: «Ni el Gobierno ni quienes nos hemos implicado en este proceso nos hemos equivocado ni hemos cometido errores». La negación de la realidad que ven los ciudadanos es el peor camino de los posibles en democracia.

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