El guardia civil que vendió las armas fue el 13-M a una fiesta del socio de 'El Chino'

16-09-04

11-M LA INVESTIGACION / LA MARISCADA DE LA INFAMIA

El guardia civil que vendió las armas fue el 13-M a una fiesta del socio de 'El Chino'

El traficante Lofti celebró su cumpleaños dos días después de los atentados en una marisquería del centro de Madrid con Antonio Toro y Zouhier

ANTONIO RUBIO

MADRID.- El 13-M, cuarenta y ocho horas después de los atentados y cuando la mayoría de los 191 cadáveres aún no habían sido sepultados, un grupo de personas vinculadas, directa o indirectamente, con la masacre de Atocha montaron una fiesta en una importante marisquería de Madrid. Los comensales terminaron la celebración, que comenzó al mediodía, bien entrada la tarde.
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Entre los asistentes se encontraban Lofti, socio de El Chino y al que el guardia civil Pedro vendió las armas que después pudieron utilizar los terroristas islamistas; Antonio Toro Castro, cuñado de José Emilio Suárez Trashorras y el hombre que presuntamente proporcionó los explosivos al comando islamista que colocó las mochilas bomba en los trenes de la muerte; Richard, un amigo de Toro y que ha ayudado al asturiano en diferentes trabajos y negocios; Rafá Zouhier, confidente de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y el hombre que avisó al alférez Víctor de que Toro y Suárez vendieron explosivos a los terroristas, y, por último, el mismísimo Pedro, agente del acuartelamiento de Valdemoro que se dedicaba, entre otras actividades, a la venta de subfusiles y pistolas a miembros de bandas organizadas y traficantes de droga.

EL MUNDO ha podido saber que el número de comensales que se reunió alrededor de la mesa que presidía Lofti fue de unos 12, entre hombres y mujeres. El motivo aparente de la fiesta o celebración era que el marroquí Lofti, traficante de hachís y socio del terrorista Jamal Ahmidam, El Chino, cumplía años y para ello invitó a todos sus amigos, tanto de Madrid como de Asturias.

La celebración se llevó a cabo en una importante marisquería de Madrid, Sirena Verde, que se encuentra situada en la céntrica Gran Vía. Los camareros del restaurante, con los que anteayer pudo hablar este diario, aún se acordaban seis meses después de aquella celebración: «Salieron bien tarde, serían entre 10 ó 15 y estuvieron en ese reservado que ve usted. Se lo pasaron muy bien».

El salón privado del restaurante Sirena Verde, habitual en las guías turísticas por su calidad y buen precio, se encuentra en el primer piso del local, está decorado con motivos marineros y sus paredes son de color azul claro. Según uno de los testigos de la fiesta, el alcohol corrió abundantemente, acompañado de «excelente» droga y mejores mujeres: «Aquella celebración era como cuando se reúne una gran familia, todos estábamos allí por diferentes intereses, pero nos sentíamos familia».

Se da la circunstancia de que el mismo día 13-M, según ha declarado Rafá Zouhier al juez Juan del Olmo, Antonio Toro Castro recibió la confidencia de su cuñado y socio José Emilio Suárez Trashorras de que «los moros de Carabanchel a los que les vendimos los explosivos pueden ser los mismos que han llevado a cabo los atentados de Atocha». Tras la confidencia de Suárez, Toro, que ya había tenido problemas económicos con su cuñado, se alejó del ex minero para que no lo vincularan con los atentados.

Curiosamente, Antonio Toro Castro llegó a Madrid el 11 de marzo en compañía de su amigo Richard. La misma jornada en la que los terroristas islamistas utilizaron la Goma 2 que días antes les habían vendido los asturianos y que después trasladaron desde Avilés a Madrid en una furgoneta Renault Kangoo, que más tarde apareció abandonada junto a la estación de Alcalá de Henares.

Toro Castro y Richard llegaron a Madrid el 11-M y, según ha podido saber EL MUNDO, se alojaron en un hostal de la calle Fuencarral que está junto a un establecimiento Vip's de esa zona. Toro volvió a Avilés el día 14 de marzo y realizó un segundo viaje a la capital el 19, la misma fecha en la que detuvieron a Rafá Zouhier.

Antonio Toro Castro, según sus allegados y amigos, es un hombre callado y discreto, amante de los gimnasios y dedica gran parte de su tiempo a hacer pesas. Toro, al igual que Zouhier, trabajó una temporada como portero de discotecas.

Durante el tiempo que Antonio Toro estuvo en la cárcel de Villabona, donde conoció al confidente marroquí Rafá Zouhier, también solía hacer pesas y muchas mañanas hacía sus ejercicios en compañía de algunos de los miembros de la organización vasca Jarrai que se encontraban recluidos en aquella prisión.

Meses antes de los atentados del 11-M el cuñado de Suárez Trashorras llegó a tener serios problemas con algunos de los inquilinos del edificio donde vivía en Avilés. Sus vecinos se quejaron del trajín y movimiento que había en su casa. «Venían muchos moritos y llegaban a cualquier hora, incluso de madrugada, y hacían mucho ruido», comentó un ex vecino de Toro a este diario.

Invitados a la boda

Algunos de esos moritos a los que se referían los vecinos de Toro, después asistieron a la boda de su hermana, Carmen, con el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, que tuvo lugar el 14 de febrero de 2004.

Entre los invitados a la boda estaban El Chino y su amigo Rachib Adli. Adli era conocido entre los marroquíes como El Conejo y, cuando fue detenido el pasado 2 de abril, reconoció que «tenía relaciones de amistad y negocios» con Ahmidan y otros miembros del comando Lavapiés.

Tras la boda, Carmen Toro y Suárez Trashorras viajaron en luna de miel a Tenerife y a su regreso mantuvieron una reunión en un restaurante McDonald's de Madrid con El Chino, Rachib, Zouhier y Toro. Zouhier siempre ha mantenido que allí sólo se habló de diferencias económicas en la venta y compra de hachís, pero las investigaciones policiales apuntan que en aquella ocasión se cerró el trato sobre la Goma 2 que iban a comprar los terroristas islamistas.

Se da la circunstancia, de que Toro Castro es en la actualidad uno de los pocos imputados por la matanza de Atocha que está en libertad provisional. Su hermana Carmen también se encuentra en libertad.

Rafá Zouhier siempre ha mantenido que la persona que le entregó la muestra de Goma 2, que posteriormente puso en manos de los agentes de la UCO, y quien le habló de la posibilidad de comprar explosivos, fue Antonio Toro Castro.

Curiosamente, los agentes de la UCO de la Guardia Civil para los que trabajaba Zouhier declararon que la Goma 2 entregada por el confidente estaba caducada.

Sin embargo, en el registro que durante el mes de agosto levó a cabo el juez Del Olmo en la casa de Zouhier, los funcionarios policiales y judiciales encontraron restos de Goma 2 explosionada y un agujero en el colchón de una de las camas.

Los agentes policiales consideran que esos restos de explosivos podrían ser producto de la prueba que realizó Zouhier cuando activó un detonador que le proporcionaron los asturianos. En aquel momento fue cuando el confidente marroquí se hirió en la mano y tuvo que ser asistido en un hospital de Madrid.

Ahora, seis meses después de aquel festín que celebraron los miembros de la gran familia en la marisquería Sirena Verde de Madrid, cada uno de ellos ha recorrido diferentes caminos: Lofti, el traficante de hachís, esta desaparecido. Toro Castro, vendedor de explosivos, imputado en la matanza de Atocha y en libertad provisional. Pedro, el guardia civil que vendía armas a Lofti y otros, sin paradero conocido. Y Zouhier, en la cárcel y amenazado de muerte por sus revelaciones.



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Las grabaciones telefónicas de la UCO

La principal preocupación que tiene en estos momentos la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil es saber qué información se recogió en las escuchas telefónicas que llevó a cabo la Udyco (Unidad de Drogas y Crimen Organizado) de la policía de Madrid.

Las escuchas, que se produjeron con anterioridad a los atentados del 11-M y que tenían la correspondiente autorización judicial, se centraron en el control y seguimiento de varios miembros de una banda de narcotraficantes de hachís que operaban en las localidades madrileñas de Alcalá de Henares y Parla.

Como consecuencia de esas escuchas la policía tuvo conocimiento de la existencia de Rafá Zouhier y de que el marroquí trabaja para la Guardia Civil en su condición de confidente.

En una de esas conversaciones, la del 17 de marzo, aparecía Zouhier y el alférez 'Víctor'.

Pero EL MUNDO ha podido saber que ésa no es la única conversación, de las muchas horas grabadas que existen, en la que aparece el agente 'Víctor' o algún otro miembro de la UCO.

Es más, en una de esas conversaciones telefónicas está registrada la voz del traficante de hachís Lofti y de otro marroquí llamado Al-Yasi.

Al-Yasi, dentro del ambiente de los traficantes de hachís, también era conocido por el alias de 'El Chino II'.

Todas esas grabaciones y seguimientos propiciaron que el 21 de mayo la policía detuviera a una importante banda de traficantes de hachís y pastillas de diseño. Uno de los jefes de esa banda era Rida, que logró huir hasta Marbella.

Este periódico también ha podido saber que Pedro, el guardia civil del acuartelamiento de Valdemoro, se dedicaba a vender armas a la mayoría de las bandas de traficantes y que es muy posible que su voz aparezca en alguna de esas grabaciones.

Pues hay que recordar que los marroquíes Lofti y Rafá Zouhier eran amigos de Pedro y que en algunas ocasiones hablaban de su trabajo por sus teléfonos móviles.

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