«En España no hubo una reacción valiente tras el 11-M»

23-09-04



«En España no hubo una reacción valiente tras el 11-M»


MANUEL MARRACO

MADRID.- La única calificación posible que la catedrática de la Universidad del País Vasco Edurne Uriarte podría encontrar para el comportamiento de los españoles ante el 11-M sería un suspenso.
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No fue una reacción valiente, más bien «una mezcla de miedo debilidad y confusión», según explicó ayer la propia Uriarte en la presentación en Madrid de su libro Terrorismo y Democracia tras el 11-M. La reacción mayoritaria fue culpabilizar al Gobierno y aceptar «parte de la legitimación del terrorismo». Esto último, explica, es parte de la recuperada teoría de las causas: aquélla que carga la culpa del terrorismo en la agresión de los países occidentales a los musulmanes, en el conflicto árabe-israelí, en la miseria...«Pensaba que estábamos mejor preparados».

A juicio de la presidenta de la Fundación para la Libertad, décadas de terrorismo etarra no han servido de enseñanza. «No estoy de acuerdo con ese juicio de que en España hubo una reacción generalizada de valentía y rechazo frontal al terrorismo», explica Uriarte.«Espero que España no tarde en entender el terrorismo de Al Qaeda los 20 o 25 años que tardó en entender el de ETA», añade.

Del pueblo para arriba, también fallos. El más reciente, el del propio presidente del Gobierno español en su discurso en Naciones Unidas, donde propuso una «alianza de civilizaciones» que ayudaría en la lucha contra el terrorismo.

Ingenuidad

El razonamiento de Uriarte conduce a que José Luis Rodríguez Zapatero está «equivocado» en su análisis del terrorismo fundamentalista, ya que «no ha sabido evaluar la verdadera fuerza de su fanatismo».La estrategia que sigue sería un ejemplo de lo que en el libro califica de «diplomacia ingenua»: la que cree que la vía del diálogo es suficiente para acabar con el terrorismo. «Desde el punto de vista estratégico y político», señala Uriarte, «Zapatero no está desarrollando las medidas necesarias para luchar contra Al Qaeda».

Esa fe en la «diplomacia ingenua» es una de las principales debilidades de las democracias que enumera la catedrática de Ciencia Política.Hay otras. Por ejemplo, la facilidad con la que surge el miedo en la sociedad y su poca capacidad de resistencia. También la «tolerancia suicida», que acepta la existencia de planteamientos antidemocráticos en su propio seno. Y una cuarta debilidad: «la mentalidad civil», una aversión a adoptar medidas militares.«Una característica que España representa muy bien», dice Uriarte.«El terrorismo de ETA requiere medidas policiales. El de Al Qaeda, medidas policiales y militares», añade.

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