Al Qaeda y el atentado del 11-M
04-09-06
CRONICA DE LA SEMANA
Al Qaeda y el atentado del 11-M
CASIMIRO GARCIA-ABADILLO
CRONICA DE LA SEMANA
Al Qaeda y el atentado del 11-M
CASIMIRO GARCIA-ABADILLO
Justo la próxima semana se cumplen cinco años desde que Al Qaeda atacó las Torres Gemelas y el Pentágono y, de una forma macabra y terrible, cambió la Historia.
Desde entonces, Bin Laden se ha convertido en un icono de la yihad para muchos musulmanes y el terrorismo a gran escala se ha extendido por todo el mundo. La fuerza de aquel golpe mortífero a los símbolos emblemáticos de lo que los terroristas islámicos consideran el imperio del mal y, sobre todo, la torpeza con que la Administración Bush ha gestionado la llamada «guerra contra el terrorismo», han ayudado a la proliferación y aceptación masiva de esa forma de lucha.
También el próximo lunes se cumplen dos años y medio desde el 11-M. La investigación oficial sobre el atentado sostiene que la matanza de Madrid forma parte de esa ofensiva de Al Qaeda contra los infieles. Pero, ¿qué datos existen de los vínculos entre las huestes de El Chino y Bin Laden?
(.../...)
Que una buena parte de los musulmanes imputados en la masacre eran islamistas es una evidencia. Serhane Fakhet, El Tunecino, hacía las veces de imam de forma eventual en alguna mezquita de Madrid. Era un fundamentalista convencido y hay numerosos testigos que así lo corroboran.
Algo parecido sucede con los hermanos Almallah, con el argelino Allekema Lamari y con Mustafá Maimouny, verdadero líder espiritual del grupo tras la detención de Abu Dahdah por su implicación en el 11-S.
La conversión a la fe de Jamal Ahmidan, El Chino, así como de los hermanos Oulad y otros marroquíes implicados en el 11-M es bastante más reciente.
La Policía ha llegado a la conclusión, tras infructuosas pesquisas en busca de conexiones con figuras carismáticas de Al Qaeda, como Mustafá Setmarian, Al Suri, o Amer Azizi, de que el hombre clave del atentado, el jefe o emir del grupo, era Jamal Ahmidan.
El informe conjunto y definitivo de la UCIE y la UCI le considera como el «jefe operativo» del comando.
Su voz ha sido reconocida por algunos testigos (aunque, curiosamente, no por su mujer) como la que corresponde al terrorista que, encapuchado y rodeado por dos de sus correligionarios, graba el vídeo que apareció en las ruinas del piso de Leganés.
Hay diversos testimonios que aseguran que El Chino, tras su salida de la prisión en Marruecos, cambió radicalmente sus usos y costumbres para convertirse en un fanático creyente. Esa transformación coincide con su regreso a España en el otoño de 2003.
Como pone de manifiesto la investigación policial, El Chino consultaba numerosas páginas de internet de contenido radical.
Su propia esposa reconoció en declaración al juez Del Olmo que Jamal Ahmidan, en los meses previos al atentado del 11-M, estaba obsesionado con Irak: «Que Aznar era un calzonazo de Bush, que era un payaso; que en España éramos un pueblo de cobardes, porque si no queríamos estar en la Guerra de Irak lo que teníamos que hacer era salir todos a la calle y que en su país se levantaba el pueblo y conseguía lo que quería».
Ahora bien, ¿qué pruebas ha aportado la Policía que demuestren la relación de El Chino y su banda con Al Qaeda?
Al margen de la confirmación de su repentino radicalismo religioso, de su afición a leer libros, ver vídeos y consultar páginas de internet en los que se defiende la yihad, sólo hay un pequeño dato que consiste en que los terroristas que cometieron el atentado de Bali el 12 de octubre de 2002 también utilizaron un teléfono móvil del mismo modelo que se usó en Madrid: un Mitsubishi Trium T-110. Pero, como reconoce el informe conjunto de la UCIE y la UCI, ni siquiera hay «datos fiables sobre si la activación del móvil se realizó como en Madrid». Si El Chino se hubiese basado para cometer el atentado de los trenes en el atentado de Bali hubiera sabido que podía haberse ahorrado gran cantidad de dinamita al utilizar, como aquellos, una mezcla de dinamita con explosivo casero.
En el comportamiento de El Chino, incluso hay una especie de insubordinación hacia Al Qaeda.
Recordemos que el mismo día 11 de marzo el atentado fue reivindicado por las Brigadas de Abu Hafs al Masri en una página web de Londres. Dichas Brigadas se habían adjudicado ya diversos atentados, en algunos de los cuales está demostrado que no intervinieron.
Sin embargo, en las reivindicaciones escritas y en los vídeos realizados por los terroristas de Madrid, la atribución de la matanza se adjudica al grupo Ansar Al Qaeda encabezado por Abu Duhan Al Afgani.
Según el referido informe de la Policía, el tal Abu Duhan Al Afgani no es un líder histórico de Al Qaeda, sino que se trata del alias del propio Jamal Ahmidan.
Tras la reivindicación del grupo Abu Hafs al Masri, el sábado 13 de marzo, los terroristas de Madrid grabaron el vídeo de reivindicación del atentado en el que atribuyen el mismo al grupo Ansar Al Qaeda. Es como si tuvieran la necesidad de apropiarse de la acción al margen del grupo que de forma impropia lo reclama para sí. La Policía, en el informe conjunto UCIE-UCI, resalta: «¿Por qué iban a seguir el juego a quien estaba intentando quitarles su gloria, atribuyéndose sus méritos?».
Pues bien, el 17 de marzo, de nuevo las Brigadas de Abu Hafs al Masri emiten un nuevo comunicado (por cierto, criticando a la ONU por adjudicar el atentado a ETA) en el que ofrecen una tregua a España y a Europa.
Pero los terroristas de Madrid, en lugar de seguir las instrucciones de un grupo ligado directamente a Al Qaeda, en los vídeos que se grabaron el 27 de marzo (y que aparecieron entre los escombros del piso de Leganés), así como en la nota remitida a Abc, anuncian su intención de seguir cometiendo atentados.
Esta decisión, es adoptada, según la Policía, por El Chino, que ya había sido identificado como uno de los miembros del comando y cuya mujer y hermanos habían sido detenidos unos días antes. Es decir, que el atentado contra el AVE en Mocejón sería más bien una vendetta que un acto de yihad.
Al Qaeda no participó en la financiación del atentado de Madrid, ni en su organización, ni en su planificación. No hay ninguno de sus líderes involucrados en el mismo. ¿Entonces, por qué se atribuye a Al Qaeda?
Como dice un buen amigo: «Una cosa es ser del Atlético de Madrid y otra ser socio del Atlético de Madrid». Pues bien, los presuntos autores del 11-M más bien era aficionados a Al Qaeda, pero no miembros de Al Qaeda.
Lo que hace del grupo de El Chino (una mezcla de delincuentes e iluminados) algo completamente diferente a otros grupos similares que pululan por España y por Europa es que aquél tuvo acceso a explosivos de forma masiva y capacidad para planificar de manera perfecta un atentado para el que se necesita algo más que ganas de matar.
Por ello, las revelaciones que hoy hace en EL MUNDO José Emilio Suárez Trashorras cobran tanto significado.
Las dudas sobre pruebas relevantes como la mochila de Vallecas, la furgoneta Renault Kangoo o el Skoda Fabia; las incógnitas sobre el tipo de explosivo utilizado en los trenes, etcétera, obligan a revisar a fondo una gran parte de la investigación realizada hasta ahora.
Del Olmo, al que algunos mandos policiales han querido tomarle el pelo en varias ocasiones, debería tenerlo en cuenta.
casimiro.g.abadillo@el-mundo.es
Desde entonces, Bin Laden se ha convertido en un icono de la yihad para muchos musulmanes y el terrorismo a gran escala se ha extendido por todo el mundo. La fuerza de aquel golpe mortífero a los símbolos emblemáticos de lo que los terroristas islámicos consideran el imperio del mal y, sobre todo, la torpeza con que la Administración Bush ha gestionado la llamada «guerra contra el terrorismo», han ayudado a la proliferación y aceptación masiva de esa forma de lucha.
También el próximo lunes se cumplen dos años y medio desde el 11-M. La investigación oficial sobre el atentado sostiene que la matanza de Madrid forma parte de esa ofensiva de Al Qaeda contra los infieles. Pero, ¿qué datos existen de los vínculos entre las huestes de El Chino y Bin Laden?
(.../...)
Que una buena parte de los musulmanes imputados en la masacre eran islamistas es una evidencia. Serhane Fakhet, El Tunecino, hacía las veces de imam de forma eventual en alguna mezquita de Madrid. Era un fundamentalista convencido y hay numerosos testigos que así lo corroboran.
Algo parecido sucede con los hermanos Almallah, con el argelino Allekema Lamari y con Mustafá Maimouny, verdadero líder espiritual del grupo tras la detención de Abu Dahdah por su implicación en el 11-S.
La conversión a la fe de Jamal Ahmidan, El Chino, así como de los hermanos Oulad y otros marroquíes implicados en el 11-M es bastante más reciente.
La Policía ha llegado a la conclusión, tras infructuosas pesquisas en busca de conexiones con figuras carismáticas de Al Qaeda, como Mustafá Setmarian, Al Suri, o Amer Azizi, de que el hombre clave del atentado, el jefe o emir del grupo, era Jamal Ahmidan.
El informe conjunto y definitivo de la UCIE y la UCI le considera como el «jefe operativo» del comando.
Su voz ha sido reconocida por algunos testigos (aunque, curiosamente, no por su mujer) como la que corresponde al terrorista que, encapuchado y rodeado por dos de sus correligionarios, graba el vídeo que apareció en las ruinas del piso de Leganés.
Hay diversos testimonios que aseguran que El Chino, tras su salida de la prisión en Marruecos, cambió radicalmente sus usos y costumbres para convertirse en un fanático creyente. Esa transformación coincide con su regreso a España en el otoño de 2003.
Como pone de manifiesto la investigación policial, El Chino consultaba numerosas páginas de internet de contenido radical.
Su propia esposa reconoció en declaración al juez Del Olmo que Jamal Ahmidan, en los meses previos al atentado del 11-M, estaba obsesionado con Irak: «Que Aznar era un calzonazo de Bush, que era un payaso; que en España éramos un pueblo de cobardes, porque si no queríamos estar en la Guerra de Irak lo que teníamos que hacer era salir todos a la calle y que en su país se levantaba el pueblo y conseguía lo que quería».
Ahora bien, ¿qué pruebas ha aportado la Policía que demuestren la relación de El Chino y su banda con Al Qaeda?
Al margen de la confirmación de su repentino radicalismo religioso, de su afición a leer libros, ver vídeos y consultar páginas de internet en los que se defiende la yihad, sólo hay un pequeño dato que consiste en que los terroristas que cometieron el atentado de Bali el 12 de octubre de 2002 también utilizaron un teléfono móvil del mismo modelo que se usó en Madrid: un Mitsubishi Trium T-110. Pero, como reconoce el informe conjunto de la UCIE y la UCI, ni siquiera hay «datos fiables sobre si la activación del móvil se realizó como en Madrid». Si El Chino se hubiese basado para cometer el atentado de los trenes en el atentado de Bali hubiera sabido que podía haberse ahorrado gran cantidad de dinamita al utilizar, como aquellos, una mezcla de dinamita con explosivo casero.
En el comportamiento de El Chino, incluso hay una especie de insubordinación hacia Al Qaeda.
Recordemos que el mismo día 11 de marzo el atentado fue reivindicado por las Brigadas de Abu Hafs al Masri en una página web de Londres. Dichas Brigadas se habían adjudicado ya diversos atentados, en algunos de los cuales está demostrado que no intervinieron.
Sin embargo, en las reivindicaciones escritas y en los vídeos realizados por los terroristas de Madrid, la atribución de la matanza se adjudica al grupo Ansar Al Qaeda encabezado por Abu Duhan Al Afgani.
Según el referido informe de la Policía, el tal Abu Duhan Al Afgani no es un líder histórico de Al Qaeda, sino que se trata del alias del propio Jamal Ahmidan.
Tras la reivindicación del grupo Abu Hafs al Masri, el sábado 13 de marzo, los terroristas de Madrid grabaron el vídeo de reivindicación del atentado en el que atribuyen el mismo al grupo Ansar Al Qaeda. Es como si tuvieran la necesidad de apropiarse de la acción al margen del grupo que de forma impropia lo reclama para sí. La Policía, en el informe conjunto UCIE-UCI, resalta: «¿Por qué iban a seguir el juego a quien estaba intentando quitarles su gloria, atribuyéndose sus méritos?».
Pues bien, el 17 de marzo, de nuevo las Brigadas de Abu Hafs al Masri emiten un nuevo comunicado (por cierto, criticando a la ONU por adjudicar el atentado a ETA) en el que ofrecen una tregua a España y a Europa.
Pero los terroristas de Madrid, en lugar de seguir las instrucciones de un grupo ligado directamente a Al Qaeda, en los vídeos que se grabaron el 27 de marzo (y que aparecieron entre los escombros del piso de Leganés), así como en la nota remitida a Abc, anuncian su intención de seguir cometiendo atentados.
Esta decisión, es adoptada, según la Policía, por El Chino, que ya había sido identificado como uno de los miembros del comando y cuya mujer y hermanos habían sido detenidos unos días antes. Es decir, que el atentado contra el AVE en Mocejón sería más bien una vendetta que un acto de yihad.
Al Qaeda no participó en la financiación del atentado de Madrid, ni en su organización, ni en su planificación. No hay ninguno de sus líderes involucrados en el mismo. ¿Entonces, por qué se atribuye a Al Qaeda?
Como dice un buen amigo: «Una cosa es ser del Atlético de Madrid y otra ser socio del Atlético de Madrid». Pues bien, los presuntos autores del 11-M más bien era aficionados a Al Qaeda, pero no miembros de Al Qaeda.
Lo que hace del grupo de El Chino (una mezcla de delincuentes e iluminados) algo completamente diferente a otros grupos similares que pululan por España y por Europa es que aquél tuvo acceso a explosivos de forma masiva y capacidad para planificar de manera perfecta un atentado para el que se necesita algo más que ganas de matar.
Por ello, las revelaciones que hoy hace en EL MUNDO José Emilio Suárez Trashorras cobran tanto significado.
Las dudas sobre pruebas relevantes como la mochila de Vallecas, la furgoneta Renault Kangoo o el Skoda Fabia; las incógnitas sobre el tipo de explosivo utilizado en los trenes, etcétera, obligan a revisar a fondo una gran parte de la investigación realizada hasta ahora.
Del Olmo, al que algunos mandos policiales han querido tomarle el pelo en varias ocasiones, debería tenerlo en cuenta.
casimiro.g.abadillo@el-mundo.es
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