Cuando El Experto Corrobora El Dictamen Del Sentido Común
24-07-06
Editorial
Cuando El Experto Corrobora El Dictamen Del Sentido Común
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Cuando El Experto Corrobora El Dictamen Del Sentido Común
Por mucho que el Gobierno pretenda dar la callada por respuesta, por mucho que el Grupo Socialista crea que el asunto puede despacharse con una broma de mal gusto sobre si alguien ha visto a Txeroki por Bombay, por mucho que la mayoría de los medios escondan su pereza -o sectarismo- bajo el ala de la verdad oficial, nuestro Estado de Derecho tiene un grave problema. Y ese grave problema es ni más ni menos que la escalada de falsedades y ocultación de pruebas en que han incurrido el comisario jefe de los Tedax y algún colaborador respecto a los explosivos que ocasionaron la masacre del 11-M.
La explicación que tanto Sánchez Manzano como la química del laboratorio de los Tedax han dado en el juzgado para neutralizar el impacto de lo «erróneamente» declarado al Parlamento -que en los focos de los trenes se encontró nitroglicerina- ha dejado atónito al sector cualificado que sigue más de cerca el caso. Según ellos, es imposible determinar el tipo de dinamita que explotó en ninguna de las doce deflagraciones -dos de ellas controladas por los propios Tedax- y todo lo más que puede afirmarse es que había «componentes de la dinamita» sin especificar cuales.
El sentido común dice que eso es imposible y también los especialistas. El testimonio del teniente Marugán causará hoy sin duda un enorme impacto en los lectores. Es la voz de la experiencia, del mérito profesional y del heroísmo en el servicio público. Ha escudriñado hasta 600 veces lo que podía ser una bomba y las ha visto estallar en 30 ocasiones. Ha buscado una y otra vez restos del explosivo para poder «tomarle la matrícula» y se ha dejado un ojo y un oído por el camino. Sabe de lo que se habla y no vacila al explicarlo.
Según Marugán, lo declarado al juez «no tiene lógica» porque «la dinamita se determina en base a unos componentes». No existen, pues, «restos de dinamita» sino restos de nitroglicol, de nitroglicerina o de otros compuestos químicos. Es imposible que se haya podido nombrar el todo sin encontrar alguna de sus partes. Por lo tanto «el laboratorio tiene que especificar» lo que ha encontrado para ponerle apellido a la dinamita. La diferencia radica en que si había Titadyn y no Goma 2 ECO, habrá que reabrir la investigación orientándola de nuevo hacia ETA.
Al teniente Marugán se le entiende todo. El ejemplo de la tortilla no puede ser más elocuente: sólo después de que haya encontrado restos de huevo, de patata y de cebolla podrá el laboratorio anunciar que tal persona cenó la noche anterior una tortilla. Otro tanto ocurre cuando compara la hipótesis de la «contaminación por metenamina», que ha terminado impidiendo averiguar cual era el explosivo que había en la Kangoo -si es que había alguno-, con el supuesto de que «alguien va a hacerse un análisis de sangre y le dan el resultado de otra persona».
Está todo tan claro que, antes o después, hasta las conciencias más blindadas terminarán por entenderlo. Estamos ante un caso flagrante de manipulación de pruebas. Todas las organizaciones policiales piden que se aclaren los hechos y se tomen medidas disciplinarias. Rubalcaba y Zapatero verán lo que se hacen. Sólo tienen dos alternativas: o salir al encuentro de los acontecimientos o aguardar a que los acontecimientos se abalancen sobre ellos.
La explicación que tanto Sánchez Manzano como la química del laboratorio de los Tedax han dado en el juzgado para neutralizar el impacto de lo «erróneamente» declarado al Parlamento -que en los focos de los trenes se encontró nitroglicerina- ha dejado atónito al sector cualificado que sigue más de cerca el caso. Según ellos, es imposible determinar el tipo de dinamita que explotó en ninguna de las doce deflagraciones -dos de ellas controladas por los propios Tedax- y todo lo más que puede afirmarse es que había «componentes de la dinamita» sin especificar cuales.
El sentido común dice que eso es imposible y también los especialistas. El testimonio del teniente Marugán causará hoy sin duda un enorme impacto en los lectores. Es la voz de la experiencia, del mérito profesional y del heroísmo en el servicio público. Ha escudriñado hasta 600 veces lo que podía ser una bomba y las ha visto estallar en 30 ocasiones. Ha buscado una y otra vez restos del explosivo para poder «tomarle la matrícula» y se ha dejado un ojo y un oído por el camino. Sabe de lo que se habla y no vacila al explicarlo.
Según Marugán, lo declarado al juez «no tiene lógica» porque «la dinamita se determina en base a unos componentes». No existen, pues, «restos de dinamita» sino restos de nitroglicol, de nitroglicerina o de otros compuestos químicos. Es imposible que se haya podido nombrar el todo sin encontrar alguna de sus partes. Por lo tanto «el laboratorio tiene que especificar» lo que ha encontrado para ponerle apellido a la dinamita. La diferencia radica en que si había Titadyn y no Goma 2 ECO, habrá que reabrir la investigación orientándola de nuevo hacia ETA.
Al teniente Marugán se le entiende todo. El ejemplo de la tortilla no puede ser más elocuente: sólo después de que haya encontrado restos de huevo, de patata y de cebolla podrá el laboratorio anunciar que tal persona cenó la noche anterior una tortilla. Otro tanto ocurre cuando compara la hipótesis de la «contaminación por metenamina», que ha terminado impidiendo averiguar cual era el explosivo que había en la Kangoo -si es que había alguno-, con el supuesto de que «alguien va a hacerse un análisis de sangre y le dan el resultado de otra persona».
Está todo tan claro que, antes o después, hasta las conciencias más blindadas terminarán por entenderlo. Estamos ante un caso flagrante de manipulación de pruebas. Todas las organizaciones policiales piden que se aclaren los hechos y se tomen medidas disciplinarias. Rubalcaba y Zapatero verán lo que se hacen. Sólo tienen dos alternativas: o salir al encuentro de los acontecimientos o aguardar a que los acontecimientos se abalancen sobre ellos.
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