Francia no pregunta

05-09-04

ASESINATO EN LA COSTA DEL SOL

Francia no pregunta


El entorno más próximo al disidente no ha sido interrogado por las autoridades galas, que mantienen un vínculo 'especial' con Rabat

Un mes después de la muerte de Mandari, ningún miembro del Consejo Nacional de los Marroquíes Libres (CNML) en Francia ha sido interrogado por la policía gala. Ni Mohamed Ouamoussi, ni Ahmed, que eran próximos a Mandari y se declaran dispuestos a colaborar con la Justicia, han sido convocados por las autoridades francesas.
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Por otra parte, el 5 de agosto, un día después del asesinato, alguien recuerda haber visto en Argenteuil, una ciudad de la periferia de París, a Rabah, el guardaespaldas que acompañó a Mandari a Málaga. El magrebí estaba en compañía de Ammar, el argelino que se ocupaba de la confección de los documentos falsos de Mandari. Ninguno de los dos parecía preocupado.

A finales de agosto, el apartamento de la peluquera Mina en Place Clichy, en pleno centro de la capital francesa, tampoco parece haber sido visitado por la policía.

En realidad, algunos dudan de la intención de las autoridades políticas francesas de resolver el crimen. Más aún si se confirma que los servicios secretos marroquíes están, de una forma o de otra, implicados. No es la primera vez que esto ocurre. Por ejemplo, la causa judicial por el secuestro de Mehdi ben Barka en 1965 está bloqueado por la negativa del Ministerio de Defensa francés de levantar el secret-defense sobre los documentos en su poder.Cuando se toca a Marruecos, la Francia oficial es capaz de sacrificar a sus propios ciudadanos en el altar de sus relaciones especiales con Rabat. Tres de los franceses que habían ayudado a los marroquíes a secuestrar a Ben Barka, Georges Boucheseiche, Jean Palisse, Julien le Ny y Pierre Dubail, y que se habían refugiado en Marruecos, fueron eliminados a comienzos de los 70 sin la más mínima protesta de la República Francesa. Hoy, sus restos siguen en el PF3 (Punto Fijo 3), una cárcel secreta ubicada en Souissi, el más lujoso barrio de Rabat. Una cárcel secreta que sigue siendo custodiada por agentes de la policía política.

Finalmente, cuando en 2002 Mandari denunció a un marroquí que le había agredido y amenazado de muerte en el hall del hotel Vigny de París, la policía se dio cuenta de que el agresor era Mehdi Qotbi, el más influyente lobbyista de Marruecos en Francia y amigo personal de Jacques Chirac. Una de las poquísimas personas que puede entrar en El Elíseo a todas horas. Naturalmente, la causa judicial no prosperó y nadie pudo saber cómo Qotbi había obtenido la dirección de Mandari, que teóricamente era secreta.

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